OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (221)

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La Santísima Trinidad
Siglo XIII
Misal
Charleville-Méziéres, Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO SEXTO

Capítulo XVI: Exégesis espiritual del decálogo

   “El decálogo natural”

133.1. Como ejemplo propongamos recorrer el decálogo para una explicación gnóstica. Y es superfluo decir aquí que el número diez es sagrado. Pero si las tablas escritas son “obra de Dios” (Ex 32,16), se mostrará que se refieren a una creación natural. Porque “el dedo de Dios” (Ex 31,18) se entiende (como) el poder de Dios (cf. 1 Co 1,24), mediante el cual se perfecciona la creación del cielo y de la tierra, de los que las dos tablas se comprende que son símbolos.

133.2. Porque ciertamente escritura de Dios (cf. Ex 32,16) y arte del dibujo, que se encuentran en la tabla, son la creación del mundo.

133.3. Y el decálogo, según una imagen celestial, comprende sol, luna, astros, nube, luz, viento, agua, aire, tiniebla y fuego. Éste (es) el decálogo natural del cielo (cf. Gn 2,4).

133.4. Pero la imagen de la tierra comprende hombres, ganado, reptiles, fieras, y de los acuáticos peces y cetáceos, y también igualmente de entre los volátiles las (aves) carnívoras y las que utilizan alimento cultivado, de entre las plantas igualmente las fructíferas y las que no dan fruto. Este es el decálogo natural de la tierra.

133.5. Pero también el arca que contenía aquello (cf. Gn 6,18-19; 7,7-10; Ex 25,16) sería gnosis y sabiduría de las cosas divinas y humanas. Y probablemente esas mismas dos tablas sean profecía de los dos Testamentos.

Los mandamientos son para el género humano

134.1. En efecto, fueron renovadas místicamente (cf. Ex 34,1-4), cuando sobreabundó la ignorancia y el pecado (cf. Ef 4,18-19). Y los mandamientos, al parecer, están escritos de doble manera, para dos espíritus, para el que guía y para el que está sometido, “porque la carne desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne” (Ga 5,17).

134.2. Y hay, además, una década en el hombre mismo: los cinco sentidos, el habla, la fecundidad, lo octavo es el elemento espiritual conforme a la plasmación, lo noveno es la parte del alma que guía (hegemonikón), y en décimo lugar la propiedad característica del Espíritu Santo que se añade mediante la fe.

134.3. Además de esto, el código de las leyes parece mandar diez elementos en algunos hombres: la vista, el oído, el olfato, el tacto, el gusto y los órganos que sirven a esos (sentidos y) que son dobles: manos y pies; porque ésta (es) la plasmación del hombre.

El “hegemonikón”

135.1. Y el alma es añadida y antes es introducida a lo que tiene función hegemónica (o: a lo que guía), por lo que razonamos, no engendrado por la eyaculación del esperma, como para añadir, sin el concurso de ésta, el número diez [de las partes humanas], mediante las cuales se realiza toda la actividad del hombre. Hecho el hombre inmediatamente en esa disposición, toma el principio de la vida desde (o: a partir) las experiencias sensibles.

135.2. Ahora bien, nosotros decimos que lo racional y lo que tiene función de guía es para el ser viviente causa de la constitución, pero también la parte está animada y es parte del alma.

135.3. En seguida, la fuerza vital, que abarca la nutrición, el crecimiento y en general todo movimiento, corresponde al espíritu carnal, que se mueve rápidamente, (y está) en todo por medio de los sentidos y el resto del cuerpo, haciendo pasar el primer impulso de las pasiones por medio del cuerpo.

135.4. Pero el hegemonikón posee el poder de decidir, alrededor del cual se encuentran la investigación, el aprendizaje y la gnosis. No obstante, todas las cosas se refieren y se ordenan hacia el hegemonikón, y por eso el hombre vive de una manera determinada.

Los dos espíritus

136.1. En efecto, el hombre siente por medio del espíritu corpóreo, (y) desea, goza, se enoja, se alimenta y crece; y precisamente por él conduce las acciones relativas al pensamiento y a la inteligencia, y una vez dominadas las pasiones, reina lo que tienen función hegemónica.

136.2. Así, el “no desearás” (Ex 20,17) significa no te esclavizarás al espíritu carnal, sino que debes dominarlo, porque “la carne desea contra el espíritu” (Ga 5,17) y se subleva para no ser disciplinado respecto a la naturaleza, y “el espíritu contra la carne” (Ga 5,17) domina para que en el curso de la vida del hombre sea conforme a la naturaleza.

136.3. Con razón, por tanto, se dice correctamente que el hombre ha sido hecho “a imagen de Dios” (Gn 1,27), no según la forma de su constitución natural, sino porque Dios crea todo con el Verbo, y el hombre que deviene gnóstico realiza las buenas acciones con lo lógico (= facultad racional).

136.4. Con razón se ha dicho en otro sitio (cf. VI,134,1) que las dos tablas indican los mandamientos, transmitidos antes de la Ley, y dados a los dos espíritus, al que ha sido plasmado y al que tiene función de guía (hegemonikón).

136.5. Y los movimientos de los sentidos, modelados en la mente, se manifiestan en la actividad (o: energía) del cuerpo; porque de ambos [deriva] la percepción (o: comprensión).

Significado espiritual de los tres primeros mandamientos del decálogo

137.1. Y de nuevo, lo mismo que una sensación está relacionada con lo sensible, así también una intelección con lo inteligible. Y también las acciones son dobles: unas según el pensamiento, pero otras según la energía.

137.2. Y ciertamente el primer mandamiento del decálogo (cf. Ex 20,2; Dt 5,6) establece que hay un solo Dios omnipotente, que llevó (lit.: transportó o transfirió) al pueblo desde Egipto por el desierto hacia la tierra de (sus) padres (o: patria), para que mediante las obras de Dios aceptaran, en la medida de lo posible, su poder y se abstuvieran de la idolatría de las cosas creadas, poniendo toda la esperanza en el verdadero Dios.

137.3. El segundo mandamiento (cf. Ex 20,7; Dt 5,11) significaba que no es necesario asumir ni invocar el gran poder de Dios -o sea, su nombre (cf. 1 R 8,16; Hch 3,16); porque sólo ese nombre podían aprender, como también ahora hace la mayoría-, ni aplicar su denominación sobre las cosas engendradas y vanas. Éstas son las que han realizado los artistas humanos, y entre ellas no se coloca “El que es” (Ex 3,14), porque “El que es” (está) solo en la identidad inengendrada.

137.4. El tercer mandamiento (lit.: palabra; cf. Ex 20,8; Dt 5,12) es el que indica que el mundo ha sido hecho por Dios y que nos ha regalado el séptimo día como descanso por los sufrimientos de la vida. Porque Dios es infatigable (o: inconmovible), impasible y se basta a sí mismo, pero nosotros que somos portadores de carne (sarkóphoros) tenemos necesidad de descanso.