OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (213)

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Resurrección de Cristo
Fines del siglo XV,
primera mitad del siglo XVI
Libro de oración
Gent, Bélgica
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO SEXTO

Capítulo XI: El gnóstico y las ciencias (continuación)

   La aritmética. El ejemplo de Abraham

84.1. Lo mismo que tenemos a Abrahán como modelo respecto a la astronomía, igualmente sobre la aritmética [tenemos] al mismo Abrahán.

84.2. Porque cuando escuchó que Lot había sido hecho prisionero, alistó a trescientos domésticos suyos y atacando se apoderó de un gran número de enemigos (cf. Gn 14,14-15).

84.3. Ahora bien, dicen que la letra que significa trescientos es, en cuanto a su forma, tipo del signo del Señor (= la cruz), y la iota y la eta significan el nombre del Salvador(1).

84.4. Así se indica que (los hombres) de la casa de Abrahán estaban en relación con la salvación, porque habiendo recurrido signo y al nombre [del Señor], devendrían señores de los prisioneros y de la multitud de gentes infieles que les seguían.

84.5. Además, el número trescientos es una tríada de centenas; el (número) diez es reconocido como absolutamente perfecto.

84.6. El ocho, el primer cubo, es la igualdad en todas las dimensiones: longitud, anchura y altura (= 2x2x2).

84.7. “Los días de los hombres serán ciento veinte años” (Gn 6,3), dice [la Escritura]. Y esta cifra es la suma desde el uno al quince; y la luna llega al plenilunio el día décimo quinto [del mes].

Sobre el número ciento veinte

85.1. El número ciento veinte, llamado también número triangular, resulta igualmente de otra forma: del número par de cifras que sumadas forman el número sesenta y cuatro, cuyas sumas parciales generan los cuadrados: uno, tres, cinco, siete, nueve, once, trece y quince; y de la desigualdad de cincuenta y seis, siete (números) pares a partir del dos, (son) los que engendran los no cuadrados: dos, cuatro, seis, ocho, diez, doce y catorce.

85.2. Porque según otra interpretación, el número ciento veinte se forma con cuatro números: primero, el triangular, el quince; segundo, el cuadrado, el veinticinco; tercero, el pentágono, el treinta y cinco; y cuarto, el hexágono, el cuarenta y cinco.

85.3. Puesto que el cinco es empleado según la misma proporción (lit.: analogía) en cada serie (lit.: especie o forma); porque el quince es el quinto de los triangulares a partir del uno (lt.: mónada), el veinticinco es el quinto de los cuadrados; y análogamente el resto.

85.4. Ahora bien, el número veinticinco, que es el quinto a partir de la mónada, se dice que es símbolo de la tribu de Leví (cf. Nm 8,24); y el treinta y cinco se obtiene de la progresión (lit.: diagrama) aritmética, geométrica y armónica de los números dobles: seis, ocho, nueve y doce, cuya síntesis genera el treinta y cinco. En estos días dicen los judíos que se forman los fetos sietemesinos. El cuarenta y cinco (está) en la progresión de los números triples: seis, nueve, doce y dieciocho, cuya síntesis da cuarenta y cinco; también durante esos [días] dicen que se forman los fetos de nueve meses.

Sobre la geometría

86.1. Esto es un ejemplo sacado de la aritmética. Pero sobre la geometría, valga como testimonio la construcción de la tienda (cf. Ex 26,1-37; 36,8-38) y la fabricación del arca (cf.. Gn 6,14-16), construidas con unas proporciones (lit.: analogías) muy lógicas (o: racionales), con ideas divinas, según un don de la inteligencia que nos transporta desde las cosas sensibles a las inteligibles, o mejor, de éstas a las cosas santas y al Santo de los santos.

86.2. Porque “las tablas cuadradas” (cf. Gn 6,14-16) indican la solidez, puesto que la forma cuadrada, de ángulos rectos, ha sido establecida por todos lados en todos los sentidos. La longitud de la construcción (era) de trescientos codos, la anchura de cincuenta y la altura de treinta (cf. Gn 6,15); el arca iba estrechándose desde la base plana hasta terminar arriba en un codo (de largo), a modo de pirámide, símbolo de los que están purificados y probados con el fuego (cf. Gn 6,16; 1 P 1,7).

86.3. Esta misma proporción geométrica es ofrecida para llevarnos a aquellas sagradas moradas, cuyas diferencias se encuentran indicados por los diferentes números que las sustentan.

La mesa del santuario

87.1. Y las razones semejantes son séxtuplos, como trescientos respecto a cincuenta; décuplos, como trescientos respecto de treinta: diez veces treinta; y de un entero y dos tercios: como cincuenta respecto de uno y dos tercios con treinta.

87.2. Hay quienes dicen que los trescientos codos son símbolo del signo del Señor (= la cruz), y que los cincuenta son símbolo de la esperanza y del perdón que se da en Pentecostés (cf. Jn 20,23), y los treinta o los doce, como algunos (manuscritos) refieren, indican la predicación, porque el Señor comenzó a predicar a partir de los treinta años (cf. Lc 3,23), y doce eran los apóstoles; la construcción terminaba por un codo, porque el progresivo avance del justo termina en una unidad, “en la unidad (mónada) de la fe” (Ef 4,13).

87.3. Y la mesa en el templo era de seis codos, las cuatro patas de un codo y medio (cf. Ex 25,23-30; 37,10-16). Así suman en total doce codos, en sintonía según el ciclo anual con la rotación de los doce meses, durante los cuales la tierra, acomodada a las cuatro estaciones, produce todo y lo lleva hasta su madurez.

87.4. A mi parecer, la mesa representa una imagen de la tierra, porque se apoya sobre cuatro patas: verano, otoño, primavera e invierno, a través de las cuales transcurre el año. Por eso dice [Moisés] también que la mesa tiene unas ondulaciones redondeadas (cf. Ex 25.24; 37,11), bien porque todo gira circularmente en unos periodos de tiempo, o también, quizás, para indicar que la tierra está bañada (o: circundada) por un océano.

Sobre la música

88.1. Todavía (como) paradigma de la música hay que proponer a David, que salmodiaba y a la vez profetizaba, (cantando) armoniosamente himnos a Dios. El género enarmónico (= gama de acorde perfecto) combina muy bien con la armonía dórica, y el diatónico con la frigia, como dice Aristógenes (cf. Fragmentos, 84).

88.2. Ahora bien, la armonía del salterio bárbaro, que se manifiesta por la nobleza de la melodía que se tiene como antiquísima, es el mejor ejemplo para Terpandro que celebra con himnos (lit.: himnodia) a Zeus conforme a la armonía dórica, de esta forma: “Zeus es principio de todo y guía de todo; Zeus, a ti te dirijo este inicio de los himnos” (Terpandro, Fragmentos, 1 D).

88.3. Si el salmista tuviera una cítara (cf. Sal 56 [57],8) que encerrara una alegoría, en primer lugar, sería señalado el Señor; y en segundo lugar, los que afinadamente pulsan las almas (bajo la dirección) del Señor, jefe de las Musas.

88.4. También si el pueblo salvado es llamado cítara, es porque, pulsado para la fe en el Verbo, se escucha musicalmente cuando da gloria según la inspiración del Verbo y el conocimiento de Dios.

88.5. Pero también de otra forma podrías tomar por música la sinfonía eclesial al mismo tiempo de Ley, profetas y apóstoles con el Evangelio, y, en un modo secundario, el canto simultáneo de cada profeta según los cambios de personas.

Importancia de la música en la formación del ser humano

89.1. Pero, según parece, la mayoría de los inscritos con el nombre [de cristianos], al igual que los compañeros de Ulises (lit.: Odiseo; cf. Homero, Odisea, XII,165-167), van en busca del Verbo rústicamente; pasando por alto no las sirenas, sino también el ritmo y la melodía, tapándose los oídos por ignorancia (cf. Sal 57 [58],5), puesto que saben que, una vez que han dado oídos a las ciencias griegas, no se puede regresar.

89.2. Pero para quien recoge lo necesario para provecho de los catecúmenos, y especialmente si son griegos -“del Señor es la tierra y su plenitud” (Sal 23 [24],1; 1 Co 10,26)-, no debe abstenerse del amor al saber, a la manera de los animales irracionales, sino sobre todo debe recoger lo que más puede ayudar a los oyentes.

89.3. Además, no se debe ocupar en ello, sino únicamente en cuanto sea útil para aquellos (= catecúmenos u oyentes), de manera que, recogiéndolo y apropiándoselo, pueda retornar a casa, a la verdadera filosofía, procurando a su alma una convicción firme (y) estable que (saca) de todas partes.

89.4. Por tanto, es necesario (ocuparse) de la música para ordenar y afinar el carácter.
(1) La letra tau equivale a 300, unida a las vocales iota y eta, que equivalen a 18, suman 318. Además, la tau simboliza la cruz de Cristo, y las vocales iota y eta son las dos primeras letras del nombre “Iesoys”.