OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (211)

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El regreso del hijo pródigo
Hacia 1380 (?)
Alemania
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO SEXTO

Capítulo IX: La purificación del gnóstico

   Cualidades del gnóstico

71.1. En efecto, el gnóstico (es) ese que se somete (o: se inclina) a las únicas pasiones originadas para la permanencia del cuerpo, como el hambre, la sed y otras semejantes.

71.2. Pero respecto al Salvador sería ridículo pensar que el cuerpo, en cuanto cuerpo, reclamase los necesarios servicios para [su] permanencia; (sería) ridículo que comiese por causa del cuerpo, porque era sostenido por un poder santo; sino para que no se les ocurriera a los acompañantes pensar equivocadamente respecto de Él (cf. Jn 21,1-14), como sucedió después a algunos que pensaron que Él se manifestó sólo en apariencia. Pero Él en general era impasible (apathes), ningún movimiento pasional se introducía furtivamente en Él, ni placer ni dolor.

71.3. Y los apóstoles, dominando gnósticamente por la enseñanza del Señor la ira, el miedo y la concupiscencia, y los movimientos .pasionales que parecen buenos, como el coraje, la emulación, el gozo, la confianza, tampoco se ataron a ellos, sino que, por la firme disposición de la intención, permanecieron siempre inalterables; al contrario, se mantuvieron inmutables en un estado de ascesis después de la resurrección del Señor.

71.4. Porque si alguien aceptara que las mencionadas (pasiones) son buenas, aunque lo sean por razón del fin, pero no es admisible para el [hombre] perfecto, que no tiene que ser atrevido -porque ni se encuentra en peligro, ni considera peligroso nada (de lo que hay) en la vida ni nada de ella le puede separar del amor a Dios (cf. Rm 8,38-39)-, ni está necesitado de confianza -porque no cae en el dolor, persuadido de que todo sucede para bien-, y tampoco se irrita -puesto que nada hay que lo mueva hacia la irritación, amando siempre a Dios y dedicado totalmente a Él solo, y por eso tampoco odia a ninguna de las criaturas de Dios-.

71.5. Pero tampoco tiene envidia -porque nada necesita para la semejanza con el que es Bello y el Bueno-. Y, en efecto, no ama a nadie con una amistad común, sino que ama al Creador por medio de las criaturas.

Cualidades del gnóstico (continuación)

72.1. Y no está afectado por la concupiscencia o el deseo, ni está necesitado de otras cosas respecto del alma, puesto que por el amor está ya con el Amado, con quien ha llegado a una intimidad por su elección, y por la práctica de la ascesis se acerca a Él cada vez con mayor intimidad, feliz por la abundancia de bienes; de modo que por todas esas cosas se esfuerza en asemejarse al Maestro hacia la ausencia de pasiones (impasibilidad, apatheia).

72.2. El Verbo de Dios (es) inteligente, gracias a Él sólo en el hombre puede verse la imagen de la Inteligencia, y por la cual el varón bueno tiene forma y semejanza divinas en el alma, y a su vez Dios tiene forma humana (cf. Gn 1,26). Porque la manera de ser de cada uno (es) la inteligencia, por la que nos caracterizamos. Por ello también quienes pecan contra el hombre (son) sacrílegos e impíos.

72.3. Puesto que también es una tontería afirmar que el gnóstico y el perfecto no deben apartarse de la ira o de la insolencia, como si no fuera capaz, sin ellas, de enfrentarse a las adversidades ni soportar los peligros.

El amor en la vida del gnóstico

73.1. Pero si también le quitásemos la confianza, como totalmente trastornado por las aflicciones, también por ello debe morir de la forma más miserable. Y si además no tuviese (espíritu) de emulación, como enseñó alguno, no aspiraría a hacer lo que es propio de personas buenas y rectas.

73.2. Ahora bien, si toda la familiaridad con lo bueno se consigue mediante un deseo, ¿cómo puede permanecer impasible, afirman, quien tiende al bien?

73.3. Pero ésos [hombres] no conocen, según parece, lo que el amor (tiene) de divino (cf. 1 Jn 4,8; Ef 3,19; 1 Co 13,13). En efecto, el amor no es ya un deseo del que ama, sino una familiaridad del amante, que restituye al gnóstico “en la unidad de la fe” (Ef 4,13), sin que tenga ya necesidad de tiempo ni de lugar.

73.4. Porque el que ya está, por el amor, donde ha de estar, poseyendo la esperanza mediante la gnosis, no desea nada, como teniendo aquello mismo que desea.

73.5. Con razón quien ama gnósticamente permanece en el único estado inmutable, y no deseará jamás parecerse a la belleza, poseyendo por el amor la Belleza (o: no deseará entonces parecerse a [los hombres] buenos, poseyendo por el amor la Bondad).

73.6. Y además, ¿qué necesidad tiene él de valor o de deseo, si ha conseguido la familiaridad, proveniente del amor, con el Dios impasible, y se encuentra inscrito él mismo entre los amigos por el amor?

“La gnosis produce ascesis”

74.1. Así, entonces, debemos apartar al gnóstico y perfecto de toda pasión del alma. Porque la gnosis (produce) ascesis, la ascesis (produce) hábito y disposición, pero el modo de ser (o: carácter) produce impasibilidad (apatheia), no sólo moderación en las pasiones. Puesto que la amputación de toda concupiscencia tiene como fruto la impasibilidad.

74.2. Pero el gnóstico ni siquiera participa de aquellos clamorosos bienes, es decir, de los bienes sensibles relacionados con las pasiones; digo al de la alegría -relacionada con en el placer-, al de la tristeza -unida al pesar-, al de la cautela (o: temor) -sometida al miedo-, y ni siquiera al del valor -que toca la ira-; aunque algunos digan que éstos nunca son males, sino precisamente bienes.

Las verdaderas alegrías del gnóstico

75.1. Porque es imposible que quien ha sido perfeccionado una vez por el amor y ha banqueteado eternamente e insaciablemente con la imperecedera alegría de la contemplación (cf. Hb 6,4), todavía se deleite en las cosas pequeñas y terrenas.

75.2. ¿Qué causa razonable le queda aún para volverse hacia los bienes mundanos, a aquel que ha recibido “la luz inaccesible” (1 Tm 6,16), y no según el tiempo y el lugar, sino por aquel amor gnóstico al que sigue la herencia y la reintegración completa (apokastástasis), ya que el Remunerador (cf. Hb 11,6) le confirma aquello que el gnóstico, por causa de su elección hecha gnósticamente, se ha asegurado por el amor?

75.3. ¿No es cierto que ausentándose para (estar) con el Señor (cf. 2 Co 5,8) por su amor hacia Él, aunque su habitáculo (cf. Sb 9,15; 2 Co 5,1. 4) se vea en la tierra, no se sale él mismo de la vida -porque no le ha sido concedido-, y en vida, tras dar muerte a las concupiscencias (cf. Col 3,5), y sin servirse ya más del cuerpo, sólo le permite usar lo indispensable, para no ofrecerle la causa de su disolución?

El gnóstico no puede dejarse arrastrar por las concupiscencias

76.1. ¿Cómo, por tanto, va a tener necesidad de valor, no habiendo peligro para el que no se encuentra presente, sino que está ya por completo junto al amado?

76.2. ¿Quién tiene necesidad de templanza si no va a usar de ella? Porque tener tales deseos, como el necesitar de la templanza para tener el dominio de esos deseos es propio de quien no está todavía limpio, sino sujeto a pasiones, porque el valor se asocia al miedo y a la cobardía.

76.3. Porque no es decoroso que el que es ya amigo de Dios, al que Dios predestinó antes de la creación del mundo para ser inscrito en la suma adopción filial (cf. Ef 1,4-5), caiga en los placeres o temores y se encuentre ocupado en la contención de pasiones.

76.4. Porque me atrevería a decir que, de igual manera que ya está predestinado por lo que realiza y cuándo lo alcanzará, así también él mismo, porque está predestinado, posee al que ha amado mediante el conocimiento, no teniendo que conjeturar con dificultad el futuro, como la mayoría, viviendo entre conjeturas, sino habiendo recibido mediante la fe gnóstica lo que para los demás es incierto.

El Señor no defraudará al gnóstico

77.1. Así, mediante el amor él tiene presente ya el futuro. Porque él ha creído, tanto por la profecía como por la venida [del Señor], al Dios que no miente (cf. Tt 1,2) y quien ha creído tiene y es dueño de la promesa -y el que ha prometido es la Verdad (cf. Jn 14,6; Hb 10,23; 11,11)-, y ha recibido firmemente, por ciencia, el cumplimiento de la promesa por la fidelidad de quien lo ha prometido.

77.2. Y sabiendo él que donde se encuentra es comprensión segura del futuro, por el amor se adelanta al futuro.

77.3. Así, no suplica obtener los bienes de aquí abajo el que está persuadido de obtener los bienes de verdad, sino que está siempre asido a la fe que alcanza su objeto y es feliz.

77.4. Además de esas cosas pedirá que muchas personas lleguen a ser lo más parecidas a él, para gloria de Dios (cf. Flp 3,17); (gloria) que tiene su perfección según el conocimiento perfecto.

77.5. Porque (es) salvador quien se parece al Salvador, en cuanto la ley de la naturaleza humana permita la imagen, manteniendo inviolablemente lo que concierne a los mandamientos; así, uno da culto a Dios mediante la verdadera justicia con obras y gnosis.

“El gnóstico ha alcanzado la gnosis de todas las cosas”

78.1. Por eso Señor no espera la voz del gnóstico en la oración, sino que dice: “Pide y [te] haré; piensa y [te] daré” (Mt 7,7; Jn 14,13-14).

78.2. Por lo general, es imposible que lo inmutable encuentre solidez y estabilidad en lo que cambia; y siendo inestable la parte hegemónica (del alma), en una continua mutación no se salva la fuerza del hábito.

78.3. Porque lo que siempre cambia por las circunstancias que atacan y asaltan desde fuera, ¿cómo podrá estar alguna vez en un estado constante y, resumiendo, en posesión de ciencia? Incluso los filósofos sostienen, que las virtudes (son) hábitos, disposiciones y ciencias.

78.4. Pero como la gnosis no es connatural a los hombres, sino adquirida, y, al principio, su aprendizaje requiere atención, educación y crecimiento, y después con el ejercicio continuo se convierte en hábito, de esta manera, perfecta en el hábito místico, permanece inmutable por el amor.

78.5. Porque no sólo habrá comprendido la causa primera y la causa generada por ella misma, y posee seguridad sobre ello, al haber adquirido establemente pensamientos estables, inmutables e inalterables, sino también sobre el bien y el mal, sobre la génesis de todo y, resumiendo, posee la verdad más exacta sobre lo que ha dicho el Señor desde la fundación del mundo hasta el fin (cf. Ef 1,4), aprendiéndolo de la Verdad misma; no porque algo parezca convincente o necesario según la expresión griega lo va a anteponer a la Verdad misma, sino que recibe exacta y claramente lo dicho por el Señor.

78.6. Y si para otros todavía (algo) permanece escondido, el [gnóstico] ha alcanzado ya la gnosis sobre las cosas. Y las palabras que se nos han profetizado (hablan) sobre las cosas presentes tal como son, de las futuras tal como acontecerán, y sobre las pasadas tal como han sucedido.

El gnóstico sabe obrar adecuadamente

79.1. Sobre las cosas científicas él solo, dotado de ciencia, esclarecerá y dominará lo relativo al bien, consagrado siempre a lo inteligible, derivando de aquellos arquetipos (superiores) el gobierno de sí mismo en las cosas humanas, al igual que los marineros también dirigen la nave observando la estrella; estando disponible para realizar con prontitud todo lo que conviene; acostumbrado a despreciar todas las molestias y peligros, cuando haya que soportarlos; no hará nunca nada precipitadamente o a destiempo, ni para sí mismo ni para el bien común; inflexible a los placeres ya en vigilia, ya en sueños.

79.2. Habituado por la templanza a un régimen de vida sencillo y suficiente, se presenta ágil y a la vez digno; sin ocuparse de las cosas superfluas, sólo necesita pocas cosas, indispensables para vivir, y tampoco las estima como importantes, sino como necesarias para la vida normal en la permanencia de la carne, tal como se necesita. Porque lo importante para él es la gnosis.