OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (199)

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La Natividad de Cristo
Hacia 1460
Antifonario
Chiusi, Italia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO QUINTO

Capítulo XIV: El robo de los griegos (continuación)

   Sobre el Lógos

118.1. El cómico Epicarmo habla en la “República” con claridad del Verbo: “La vida humana necesita totalmente de reflexión y de número. Y por número y reflexión vivimos. Porque esto salva a los mortales” (Epicarmo, Fragmentos, 23 B 56).

118.2. Después añade en términos precisos: “La razón gobierna a los hombres, y salva debidamente”.

118.3. A continuación, si “un hombre tiene reflexión, también hay una palabra divina: ella ha nacido en el hombre, al entrar en la vida; y la palabra divina acompaña en las artes a todos, enseñándoles siempre lo útil que conviene hacer. Porque no descubre el hombre la técnica, sino es Dios quien la trae. Pero la palabra humana ha nacido gracias al verbo divino” (Epicarmo, Fragmentos, 23 B 57).

Nuestro Dios es un Dios cercano

119.1. En verdad, mediante Isaías, el Espíritu ha gritado: “¿Qué me importa la muchedumbre de los sacrificios?, dice el Señor. Estoy harto de los holocaustos de carneros, y no quiero grasa de corderos ni sangre de toros” (Is 1,11); y poco después añade: “Lávense, purifíquense, quiten de sus almas las maldades” (Is 1,16), y lo que sigue a eso.

119.2. El cómico Menandro escribe con estas mismas expresiones: “Si alguien ofreciendo un sacrificio, oh Pánfilo, de muchos toros y cabritos, o, por Zeus, de otros semejantes, u objetos fabricados, clámides hechas de oro o de púrpura, o figurillas de marfil o de esmeralda, piensa inducir a la benevolencia a Dios, ése se ha engañado y tiene pensamientos ligeros. Porque es necesario que el hombre fructifique lo mejor, que no corrompa a las doncellas y (no) sea adúltero, ni ladrón y que no mate por motivo de riquezas. Ni codicies siquiera la hebra de una aguja, Panfilo. Porque Dios, que está presente en todo, te observa” (Seudo Menandro, Fragmentos, 683; Seudo Justino, De monarchia, IV,136).

119.3. “Yo soy Dios cercano y no un Dios lejano. ¿Qué hombre hará algo a escondidas que yo no lo vea?” (Jr 23,23-24), dice por medio de Jeremías.

Una conciencia recta

120.1. Y de nuevo Menandro, parafraseando aquella (palabra) de la Escritura: “Ofrezcan un sacrificio de justicia y esperen en el Señor” (Sal 4,6), escribe de la siguiente manera:

120.2. “Ni una aguja ajena, oh queridísimo, jamás has de desear; porque Dios se complace con las obras justas, y no con las injustas; pero permite al que trabaja mejorar la propia vida, labrando la tierra día y noche. Pero, siendo justo, ofrece a Dios sacrificios perfectos no tan brillantes en clámides como en el corazón. Si escuchas un trueno, no huyas, Él sabe que nada le afecta, al que es soberano. Porque Dios, que está cerca, te observa” (Seudo Menandro, Fragmentos, 683; Seudo Justino, De monarchia, IV,136).

120.3. «Cuando tú estés hablando, diré: “Heme aquí”» (Is 58,9), dice la Escritura.

Dios es el dueño de todo y justo juez

121.1. De nuevo, el cómico Dífilo reflexiona así sobre el juicio: “¿Opinas tú, Nicerato, que los muertos que han gozado en vida de todo libertinaje escapan de la divinidad furtivamente? Hay un ojo de Justicia que lo ve todo. Porque legislamos también que hay dos sendas para ir al Hades, una (es) la de los justos, (y) otro es el camino el de los impíos” (Seudo Justino, De monarchia, 3). También (dice): “Si la tierra ocultara a los dos en todo tiempo, el que ha muerto saquee, robe, despoje, revuelva. ¡No te engañes! En el Hades existe también un juicio; sí, lo hará Dios, que es señor de todo, cuyo nombre es temible y yo no me atrevo ni a mencionar. Es el que concede a los pecadores una vida larga” (Seudo Filemón, Fragmentos, 246).

121.2. “Pero si algún mortal piensa que, haciendo el mal cada día, permanece ignorado a los dioses, piensa mal y así será condenado, cuando la Justicia tenga tiempo para actuar” (Eurípides, Fhrixos fragmenta, 835).

121.3. “Miren, los que piensan que Dios no existe. Existe, en efecto, existe. Y si alguien es feliz, siendo malo, que aproveche el tiempo. Porque con tiempo él mismo pagará más tarde el castigo” (Eurípides, Fragmentos dudosos, 1131).

121.4. La tragedia concuerda con eso mismo en los versos: “Porque vendrá, vendrá aquel tiempo eterno, cuando el éter dorado rasgue el tesoro lleno de fuego y la llama devoradora abrase furiosa todo (lo que haya) sobre la tierra y en el espacio” (Seudo Sófocles, Fragmentos dudosos, 1027).

Cómo alcanzar la eterna bienaventuranza

122.1. Y un poco después añade de nuevo: “Pero, cuando todo falte, todo oleaje de abismos habrá desaparecido, y la tierra estará desierta de moradas, y ni siquiera el aire, incendiado, transportará las razas aladas; y luego salvará todo lo que antes había destruido” (Seudo Sófocles, Fragmentos dudosos, 1027).

122.2. Cosas parecidas a esas encontramos en los [poemas] Órficos, donde está escrito: “Puesto que ocultando a todos, de nuevo los sacó a la luz de la alegría desde el corazón sagrado, haciendo cosas terribles” (Orfeo, Fragmentos, 21a).

122.3. Pero si pasáramos la vida santa y justamente, entonces (seremos) bienaventurados, y más felices tras la partida de aquí, porque no tendremos felicidad por un tiempo determinado, sino que podremos descansar eternamente, “habitando con los otros inmortales, sentados a sus mesas, libres de sufrimientos humanos, indestructibles” (Empédocles, Fragmentos, 31 B 147), dice poéticamente el filósofo Empédocles.

122.4. Nadie habrá, según los griegos, tan grande que predomine sobre la justicia, ni tan pequeño que pase inadvertido.

Sólo Abraham pudo conocer a Dios

123.1. Y el mismo Orfeo dice también esto: “Mirando hacia la palabra divina, ocúpate asiduamente de ella, dirige la cavidad intelectual del corazón. Marcha bien por el sendero, y contempla al único rey del mundo inmortal” (Orfeo, Fragmentos, 246).

123.2. Por otra parte, sobre Dios, dice que es invisible, y afirma que ha sido conocido por uno solo, de linaje caldeo, refiriéndose a Abrahán y a su hijo, mediante estas [palabras]: “Al menos una porción unigénita de la antigua raza de los caldeos; pues era conocedora de la marcha astral, y cómo realiza alrededor de la tierra el movimiento de la esfera, girando circularmente por igual alrededor de su propio eje, y [cómo] guía los vientos en torno al aire y al mar” (Orfeo, Fragmentos, 246).

Dios es todopoderoso

124.1. A continuación, como parafraseando lo del “cielo es mi trono, y la tierra escabel de mis pies” (Is 66,1), añade: “Él está sentado sobre el gran cielo en un trono de oro, y la tierra está colocada bajo los pies. Y extendió la mano derecha sobre los límites del océano, y el cimiento de los montes tiembla con furor interior, no puede soportar la furia vehemente. Y en todo es Él celestial y lleva a cabo todo sobre la tierra, teniendo el principio, el medio y el fin. No está permitido que tú hables de otra manera; tiemblo de miedo con [ese] pensamiento. Actúa desde la altura” (Orfeo, Fragmentos, 246), y lo que sigue.

124.2. Por esas palabras ha designado todas aquellas [otras] proféticas: “Si rasgaras el cielo, el monte se estremecería ante ti y se fundiría, como se funde la cera frente al fuego” (Is 63,19—64,1).

La soberanía absoluta de Dios

125.1. También a. través de Isaías: “¿Quién midió el cielo con el palmo, y toda la tierra con el puño?” (Is 40,12; 48,13). Y nuevamente dice [Orfeo]: “Soberano del éter y del Hades, del mar y de la tierra., que sacudes con truenos al resistente palacio del Olimpo. Ante quien se estremecen los daímones y teme la asamblea de los dioses. Al que las diosas del destino obedecen, aún siendo implacables.

125.2. Indestructible, madre y padre a la vez (metropátor), cuya ira todo lo agita. Que mueves los vientos, recubres todas las cosas con nubes, y rasgas el anchuroso éter con torbellinos de fuego; el orden en los astros corre por tus mandatos inmutables.

125.3. Ante tu trono de fuego se mueven mensajeros laboriosos, que cumplen con cuidado todo lo referente a los mortales. Tu primavera brilla nueva con flores purpúreas. Tu invierno llega con gélidas nubes. Tuya es la estación de los frutos báquicos que Bromio distribuyó (o: que Bromio en una orgía báquica distribuyo)” (Orfeo, Fragmentos, 248).

El vocablo “metropátor”

126.1. Luego agrega, llamando expresamente a Dios Todopoderoso: “Indestructible, inmortal, pronunciable sólo para los inmortales. Ven, el más grande de todos los dioses, con poderosa necesidad (o: fatalidad), temible, invencible, grande, inmortal, a quien el éter corona” (Orfeo, Fragmentos, 249).

126.2. En verdad, por el [término] metropátor (= madre y padre a la vez), no indicó sólo la creación a partir de la nada, sino que también ha dado pretexto a los que introducen las emanaciones, para pensar una unión matrimonial de Dios.

126.3. Y parafrasea aquellos escritos proféticos, y uno de Oseas: “Yo doy fuerza al trueno y creo el viento” (Am 4,13, no Oseas), cuyas manos han fundado el ejército del cielo; y el [dicho] de Moisés:

126.4. “Vean, vean que soy yo, y que no hay otro Dios fuera de mí. Yo condenaré a muerte y daré la vida. (Yo) heriré y yo curaré. No hay quien se libre de mis manos” (Dt 32,39).

126.5. “Y Él hace salir para los mortales el mal del bien, y la guerra escalofriante y los sufrimientos que hacen llorar”, según Orfeo (Fragmentos, 246).

“El Señor ha hecho la tierra”

127.1. Y Arquíloco de Paros dice esto mismo: “Oh Zeus, padre Zeus, a ti el imperio del cielo, pero tú ves las obras de los hombres, las malvadas y las justas” (Arquíloco, Fragmentos, 177).

127.2. De nuevo cante para nosotros el tracio Orfeo: “Y extendió la mano derecha por doquier hasta el confín del océano, y ha puesto la tierra bajo los pies” (Orfeo, Fragmentos, 246).

127.3. Estas cosas están manifiestamente sacadas de aquello: “El Señor salvará las ciudades habitadas, y tomará con la mano, como a un nido, todo el orbe habitado” (Is 10,14). “El Señor ha hecho la tierra con su propio poder, como dice Jeremías, y en su sabiduría enderezó el orbe habitado” (Jr 10,12).

127.4. Además de esto, Focílides, que llama a los ángeles daímones, a unos los presenta buenos y a otros malos, incluso también nosotros hemos oído hablar de que algunos son apóstatas: “Pero, hay daímones de uno y otro sentido para los hombres. Algunos liberan a los hombres cuando se presenta el mal” (Focílides, Fragmentos de las Sentencias, 16).

Testimonios de escritores griegos contra la idolatría

128.1. También el cómico Filemón destruye hermosamente la idolatría mediante estas palabras: “No existe para nosotros ninguna diosa Fortuna, no existe; sino que lo que sucede espontáneamente, como por fortuna a cada uno, es llamado fortuna” (Filemón, Fragmentos, 137).

128.2. Y Sófocles, el poeta trágico, dice: “A ningún dios le sucede todo como quiere, excepto a Zeus, porque él tiene el principio y el fin” (Seudo Sófocles, Fragmentos dudosos, 1028).

128.3. Y Orfeo: “Hay una fuerza, un solo daimon inmenso que enciende el cielo; uno solo ha formado todas las cosas, en él se mueve todo: el fuego, el agua y la tierra” (Orfeo, Fragmentos, 168), y lo que sigue a eso.

Dificultad de la mente humana para entrar en el misterio de Dios

129.1. Píndaro, el poeta lírico, como transportado en delirio báquico, dice abiertamente: “¿Qué es Dios? El que lo (es) todo” (Píndaro, Fragmentos, 140).

129.2. Y de nuevo: “Dios (es el que) hace todo para los mortales” (Píndaro, Fragmentos, 141).

129.3. Y cuando dice: “¿Qué sabiduría esperas? Poco tiene un varón sobre otro. (Es) difícil para la mente humana, nacida de una madre mortal, escrutar los designios de los dioses” (Píndaro, Fragmentos, 61), sacó su pensamiento de aquí:

129.4. “¿Quién ha conocido el pensamiento del Señor? O, ¿quién ha sido su consejero?” (Is 40,13; cf. Rm 11,34).

129.5. Pero también Hesíodo concuerda con lo anterior, cuando escribe: “Ningún adivino hay entre los hombres terrestres que conozca el pensamiento de Zeus portaégida” (Hesíodo, Fragmentos de Melampodia, 303).

129.6. De igual manera Solón el ateniense, en las “Elegías”, siguiendo a Hesíodo, escribe: “La mente de los inmortales (es) en todo invisible a los hombres” (Solón, Fragmentos, 17).