OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (188)

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Abraham y los tres Ángeles
Hacia 1396-1402
Antifonario
Florencia, Italia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO QUINTO

Capítulo V: Sobre los símbolos pitagóricos

   Pitágoras depende de la filosofía bárbara

27.1. También los símbolos pitagóricos están ligados muy secretamente a la filosofía bárbara. Así, el de Samos recomienda: “No tener golondrina en casa” (Pitágoras, Symbolica, 7), o sea, no recibir [en casa] al hombre locuaz, maldiciente y hablador, que no puede guardar lo que se le comparte.

27.2. “La golondrina, la tórtola y los pajarillos del campo conocen los tiempos de sus éxodos” (Jr 8,7), dice la Escritura, y no conviene cohabitar nunca con lenguaje frívolo.

27.3. Sí, con razón se expulsa de la casa a la tórtola que murmura, divulgando la desagradecida queja de la crítica; “para que no murmuren de mí sentados unos junto a otros” (Homero, Ilíada, IX,311).

27.4. Pero la golondrina, que alude al mito de Pandión, es justo que sea purificada de las pasiones que sobre ella se murmuran, las que padeció Tereo, y que nosotros también hemos oído que cometió. Pero también persigue a las cigarras músicas, por eso (es) justo rechazar al perseguidor del Verbo.

27.5. “Sí, (gracias) a Hera portadora del cetro y que mira desde arriba el Olimpo, yo tengo sobre la lengua un tesoro fiel” (Esquilo, Fragmentos inciertos, 626), dice la poesía.

27.6. Y Esquilo: “Pero tengo también sobre mi lengua una llave que guarda” (Fragmentos inciertos, 626).

27.7.    Pitágoras, de nuevo, prescribía que “cuando se saca la olla del fuego, no se deje la señal en la ceniza, sino que se remueva”; también: “Remover el cobertor de la cama, una vez levantado del lecho” (Pitágoras, Symbolica, 10 y 33).

27.8. Porque así insinuaba que no sólo es necesario destruir el humo de la vanidad, sino también haber abandonado [todo] vestigio de cólera; y cuando cesa de hervir, detenerse y borrar todo rencor.

27.9. “No se ponga el sol sobre nuestro enojo” (Ef 4,26), dice la Escritura. Y quien dijo: “No desearás” (Ex 20,17), eliminó todo rencor.

27.10. Porque la ira resulta ser un impulso de la concupiscencia del alma pacífica que apetece con desmedida una venganza irracional.

Enseñanzas de Pitágoras que ya estan presentes entre los bárbaros

28.1. De igual manera se recomienda también que se remueva la cama como para que nadie recuerde durante el día alguna polución nocturna, ni el sueño, ni siquiera el placer tenido en la noche.

28.2. Pero quizás también diera a entender que es necesario disipar (o: mezclar) la fantasía obscura con la luz de la verdad; “Enójense y no pequen” (Sal 4,5), dice David, enseñando que no es necesario asentir a la fantasía, ni pasar a la acción aduciendo la ira.

28.3. De nuevo: “No navegar por tierra” (Pitágoras, Symbolica, 68) es un símbolo pitagórico, y significa que es necesario rechazar tanto las recaudaciones como los pagos de salarios, siendo cosas perturbadoras e inestables. Por eso el Verbo dice que los recudadores difícilmente se salvarán (cf. Mt 19,23; Mc 10,23; Lc 18,24).

28.4. Y de nuevo recomienda Pitágoras: “No llevar anillo ni grabar en ellos imágenes de dioses” (Pitágoras, Symbolica, 27. 28), lo mismo que mucho tiempo antes Moisés legisló en términos precisos: no se debía hacer imagen o reproducción esculpida, fundida, modelada o grabada (cf. Ex 20,4; Lv 26,4; Dt 4,15-17), para que no nos apeguemos a lo sensible, sino que pasemos a las cosas inteligibles.

28.5. Porque la costumbre de la mirada escudriñadora (o: decidida) desprecia la majestad de lo divino, y venerar la esencia inteligible mediante la materia es deshonrarla por la sensación.

28.6. Por eso también los más sabios sacerdotes egipcios determinaron (poner) al aire libre la estatua de Atenea, como los hebreos edificaron el templo sin imágenes. Pero hay quienes dan culto a Dios, adorando una copia del cielo, que contiene los astros que ellos han fabricado.

Pitágoras y Platón entrevieron la verdad

29.1. Ciertamente dice la Escritura: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26); también considero digno citar a continuación la voz del pitagórico Euriso, en el “Sobre la Fortuna”, quien, una vez dicho que el creador hizo al hombre tomándose a sí mismo como paradigma, añade:

29.2. “La tienda (o: envoltura = cuerpo) es semejante a la de los demás (seres), como hecha de la misma materia, pero ha sido trabajada por el mejor artesano, que la ha hecho poniéndose a sí mismo como paradigma” (Euriso, Fragmentos, 1).

29.3. Y en general, Pitágoras y sus discípulos, con Platón, estuvieron más familiarizados que los demás filósofos con el Legislador (= Moisés), como se deduce de sus doctrinas.

29.4. Mediante un dicho oracular certero (cf. Platón, Las leyes, VII,792 D), no sin ayuda divina, coincidiendo con algunas voces proféticas, [ellos] distinguieron la verdad conforme a una parte y aspectos exteriores (o: forma, apariencia), expresándola con terminología no exenta de luminosidad ni orientada fuera de la manifestación real de los hechos: habían recibido una significación (émphasis) próxima a la verdad.

29.5. De ahí que la filosofía griega se parezca a una lámpara de mecha, que los hombres encienden, “robando con arte la luz al sol” (Anónimo, Fragmentos, 395). Pero, una vez proclamado el Verbo, esta santa luz todo lo ha iluminado.

29.6. Así, el hurto [de la luz] es útil de noche en las casas, pero de día es resplandece el fuego, y toda la noche es iluminada por ese mismo sol de luz inteligible (cf. Jn 1,9).

Pitágoras resume lo anteriormente dicho por Moisés

30.1. También, Pitágoras ha hecho un resumen de lo que dijo Moisés sobre la justicia, diciendo: “No sobrepasar la balanza” (Pitágoras, Symbolica, 2), o sea, no pasar por alto la igualdad en lo relativo a los repartos, respetando la justicia,

30.2. “que siempre une amigos con amigos, ciudades con ciudades, aliados con aliados; porque la igualdad es costumbre entre los hombres; pero, lo que es mas pequeño se presenta siempre polémico con lo mayor, y comienzan los días de odio” (Eurípides, Fenicias, 563-540), según la gracia poética.

30.3. Por eso dice el Señor: “Carguen mi yugo, porque es suave y ligero” (Mt 11,29. 30). Y a los que discuten acerca de los primeros puestos, les prescribe la igualdad junto con la sencillez, diciendo que es necesario que se comporten como los niños (cf. Mt 18,3).

30.4. De idéntica forma también el Apóstol escribe que, en Cristo, nadie es esclavo ni libre, griego o judío (cf. Ga 3,28); porque en Cristo hay una nueva creación sin disputas, ni avaricia (cf. 2 Co 5,17; Ga 5,20; 6,15), y equitativamente justa.

30.5. “Porque la envidia queda fuera del coro divino” (Platón, Fedro, 247 A), y la emulación y la tristeza (cf. Ga 5,20), por la que los iniciados también prohiben “comerse el corazón” (Pitágoras, Symbolica, 4), y así enseñan que el alma jamás debe morderse y devorarse por angustias y penas relativas a acontecimientos involuntarios. En verdad, es desagraciado aquel que, dice también Homero, caminando errante, en solitario carcome su espíritu (cf. Homero, Ilíada, VI,202; XXIV,129).

Leyendas paganas y enseñanzas cristianas

31.1. A su vez, tanto el Evangelio como los Apóstoles, al igual que todos los profetas, suponen dos caminos: a uno le llaman “estrecho y angosto” (Mt 7,13-14; Lc 13,24), porque está defendido por los mandamientos y prohibiciones; y al otro, al que conduce a la perdición lo llaman “ancho y espacioso” (Mt 7,13), porque no pone trabas a placeres y pasiones; y decían: “Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos, y no se detiene en la senda de los pecadores” (Sal 1,1).

31.2. Y el mito de Pródico de Ceos sobre la virtud y el vicio viene a ser lo mismo, y Pitágoras no duda en desaconsejar “el andar por las calles” (Pitágoras, Symbolica, 14), ordenando que no es conveniente seguir las opiniones acríticas e incoherentes de la muchedumbre.

31.3. Y Aristócrito, a su vez, en el primer de los [libros] “Contra Heracleodoro” hace mención de una carta que dice así: “El rey de los escitas, Atoyas, al pueblo de Bizancio: No estorben mis entradas, para que mis caballos no beban el agua de ustedes” (Aristócrito, Fragmentos, 493 F 6). Porque simbólicamente el bárbaro dejaba entender la guerra que preparaba contra ellos.

31.4. Y de manera semejante el poeta Euforión presenta a Néstor diciendo: “Quienes aún no hemos abrevado en el Simoente caballos aqueos” (Euforión, Fragmentos, 66).

31.5. Por esto también los egipcios colocan las esfinges delante de los templos, para indicar que el discurso sobre Dios es enigmático y obscuro; pero acaso también, porque se debe amar y temer lo divino (cfr. Dt 10,20; 11,1); amarlo, ciertamente, como benévolo y bondadoso y propicio para los piadosos, pero temerlo como inexorablemente justo para los impíos. Porque la esfinge al mismo tiempo insinúa enigmáticamente la imagen de una fiera y de un hombre.