OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (175)

Marcus.jpg
El evangelista san Marcos y su signo
Hacia 754-755
Evangeliario
Autun, Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO CUARTO

Capítulo XV: El cristiano debe obrar para la gloria de Dios

   La gnosis que enseña el apóstol Pablo

97.1. “Sabemos que todos nosotros tenemos gnosis” (1 Co 8,1), la común en los [cristianos] comunes y la de que Dios es uno; así [el Apóstol] escribía a los fieles. Por lo cual añade: “Pero no en todos hay gnosis” (1 Co 8,7), la que se transmite a pocos. Pero hay quienes afirman que la gnosis “sobre los sacrificios a los ídolos” (1 Co 8,1), no está en todos (cf. 1 Co 8,7)..., “no sea que nuestra autoridad llegue a ser tropiezo para los débiles” (1 Co 8,9); “porque el débil se pierde por tu gnosis” (1 Co 8,11).

97.2. Y si además dijeran: “Hay que comprar todo lo que se vende en el mercado de carne” (1 Co 10,25), añadiendo en tono interrogativo: “¿Sin averiguar nada?”, igual que si lo preguntaran, propondrían una exégesis ridícula.

97.3. Porque el Apóstol dice: “Compren en el mercado de la carne todas las otras cosas sin preguntar nada” (1 Co 10,25), a excepción de lo prescrito según la epístola general (lit.: católica) de todos los Apóstoles, con la aprobación del Espíritu Santo, que ha sido escrita en los “Hechos de los Apóstoles”, pero distribuida entre los fieles por el ministerio del mismo Pablo. Porque indicaron “que era necesario deber abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre de (los animales) estrangulados y de la fornicación; si se guardan de eso, harán bien” (Hch 15,28-29).

97.4. Otra cosa es lo dicho por el Apóstol: “¿Acaso no tenemos derecho a comer y a beber? ¿No tenemos derecho a llevar una mujer hermana [en la fe], como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?” (1 Co 9,4-5). Y dice: “Pero no hemos hecho uso de ese derecho, sino que todo lo soportamos, para no poner obstáculo al Evangelio de Cristo” (1 Co 9,12).

97.5. Llevando cargas, debiendo estar libres de todo y queriendo ser ejemplo para quienes desean ser continentes, al no estar edificados para comer libremente lo que se ofrece, y tratar a una mujer de cualquier manera (cf. 1 Co 8,10). Pero conviene sobre todo que a los que “se les ha confiado una economía” (1 Co 9,17) tan importante sean propuestos como ejemplo irreprochable para los que aprenden.

Abstenerse por el bien de los demás

98.1. Dice [el Apóstol]: “Porque siendo libre de todos, yo mismo me he hecho esclavo para todos, para ganarlos a todos” (1 Co 9,19); y “todo el que lucha en todo practica la continencia” (1 Co 9,25). Pero “del Señor (es) la tierra y su plenitud” (1 Co 10,26; Sal 23 [24],1).

98.2. “Por causa de la conciencia” (1 Co 10,27), por tanto, hay que abstenerse de lo que hay que abstenerse. “Pero no digo conciencia de ti mismo, que es gnóstica, sino de la del otro” (1 Co 10,29), para que por ignorancia no se edifique de mala manera, imitando lo que no conoce, siendo despreciador, en vez de magnánimo.

98.3. “¿Por qué ha de juzgarse mi libertad por otra conciencia? Si yo participo con agradecimiento, ¿por qué soy censurado por aquello por lo que yo doy gracias? Todo lo que hagan, háganlo para gloria de Dios” (1 Co 10,29-31): todo lo manda hacer bajo la regla de la fe.


Capítulo XVI: La norma de vida del gnóstico

   Bendecir a quien nos persigue

99.1. «Ciertamente, con el corazón se cree para la justicia, pero con la boca se confiesa para la salvación. Porque la Escritura dice: “Todo el que crea en Él no será avergonzado” (Is 28,16; Rm 10,10-11). Esta es la palabra de la fe que proclamamos, porque si confiesas con tu boca que Jesús es Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo» (Rm 10,8-9).

99.2. Abiertamente subraya la perfecta justicia, cumplida en la práctica y en la contemplación (teoría). “Bendigan a los que los persiguen; bendigan y no maldigan” (Rm 12,14).

99.3. “Porque ésta es nuestra jactancia, el testimonio de nuestra conciencia, que en santidad y sinceridad” reconocemos a Dios, indicando mediante esa pequeña ocasión la obra del amor, porque “nos condujimos en el mundo no en sabiduría carnal, sino con gracia de Dios” (2 Co 1,12).

La fe y la gnosis

100.1. Esto [dice] el Apóstol sobre la gnosis; y en la “Carta a los Corintios”, llama “olor de gnosis” (2 Co 2,14) a la enseñanza común de la fe.

100.2. “Porque, hasta el día de hoy, para la mayoría el mismo velo sobre la lectura del antiguo pacto permanece, no siendo descubierto” (2 Co 3,14), en vistas a la conversión hacia el Señor (cf. 2 Co 3,16).

100.3. Por eso [el Señor] les mostró una resurrección a quienes pueden distinguir la vida que todavía en carne se arrastra sobre el vientre (cf. Gn 3,14). De donde, también llamó “engendros de víboras” (Mt 3,7; 12,34; 23,33) a los amantes de los placeres, a los esclavos del vientre (cf. Rm 16,18) y del sexo, a los que se cortan recíprocamente las cabezas “con las concupiscencias mundanas” (Tt 2,12).

100.4. “Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, dice Juan, enseñando a ser perfectos, sino en obra y de verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad” (1 Jn 3,18-19).

100.5. Pero, si “Dios (es) amor” (1 Jn 4,16), también (es) amor la piedad. “No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor” (1 Jn 4,18). “Este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos” (1 Jn 5,3).

100.6. A su vez, para el que desea devenir gnóstico, está escrito también: “Pero hazte ejemplo para los fieles en palabra, en comportamiento, en amor, en fe y en pureza” (1 Tm 4,12); por ello, pienso que la fe perfecta se distingue de la fe común.

El canon del gnóstico

101.1. Y el divino Apóstol establece la norma (canon) del gnóstico mediante esas cosas escribiendo esto: “Yo he aprendido a estar contento en (las circunstancias) en que estoy. Sé pasar necesidad y sé vivir en la abundancia; en todo y en todas las circunstancias he sido iniciado: para ser saciado y pasar hambre, para vivir en la abundancia y sufrir necesidad. Para todo tengo fuerza en el que me da el poder” (Flp 4,11-13). Y, dialogando con otros para cambiarles el modo de pensar, no duda en decir:

101.2. “Pero recuerden continuamente los días anteriores, en los que, habiendo sido iluminados, soportaron una gran lucha de sufrimientos. Unas veces, con ultrajes y tribulaciones expuestos públicamente; otras, solidarios de los que así eran tratados. Porque sufrieron (lit.: simpatizaron) con mis cadenas, y aceptaron con alegría la confiscación de sus bienes, sabiendo que ustedes mismos tenían una posesión mejor y permanente.

101.3. No pierdan, por tanto, su confianza, la cual tiene una gran recompensa. Porque necesitan tener paciencia, para que, cumpliendo la voluntad de Dios, obtengan la promesa. Puesto que, aún un poco, un poco (de tiempo y) el que viene llegará y no se retrasará (Ha 2,3-4). Pero mi justo vivirá de fe, y si se vuelve atrás, no se complacerá mi alma en él (Is 26,20-21). Pero nosotros no somos de retirada para destrucción, sino de la fe para conservación del alma” (Hb 10,32-39).

Los justos de la Antigua Alianza

102.1. Después te presenta un enjambre de ejemplos divinos (cf. Hb 11). ¿Acaso no es por la fe, dice, mediante la paciencia, que tuvieron éxito “quienes recibieron burlas y azotes, cadenas y cárcel? Fueron apedreados, torturados, muertos con golpe (lit.: asesinato) de espada, anduvieron de acá para allá en pieles de oveja y de cabra, pasando necesidad, atribulados, maltratados, indignos del mundo, errantes por los desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra.

102.2. Y todos, martirizados por la, fe, no alcanzaron la promesa de Dios” (Hb 11,36-39). Falta por entender el “ellos” solos que se dice según preterición.

La salvación en Cristo

103.1. Y añade: “Porque Dios, que era bueno, había previsto algo mejor para nosotros, para que sin nosotros no fuesen [ellos] perfeccionados” (Hb 11,40). “Por eso, también nosotros, teniendo alrededor una nube santa y luminosa de testigos, despojados de todo impedimento y del pecado que [nos] asedia, mediante la paciencia, corramos a la lucha puesta delante, fijando la mirada en el autor y consumador de la fe, Jesús” (Hb 12,1-2).

103.2. Por eso, dice que hay una sola salvación en Cristo para los [antiguos] justos y para nosotros; en verdad, ya lo había dicho claramente antes; y no menos lo añade al referirse a Moisés: “Teniendo por mayor riqueza el oprobio por Cristo que los tesoros de Egipto, porque miraba fijamente la recompensa. Por la fe abandonó Egipto, sin miedo a la ira del rey. Porque perseveró como si viera al Invisible” (Hb 11,26-27).

103.3. La divina sabiduría dice sobre los mártires: “A los ojos de los insensatos parecían morir, y su partida fue entendida como desdicha y su marcha de entre nosotros un exterminio. Pero ellos están en paz. Y aunque a la vista de los hombres fueran castigados, su esperanza está llena de inmortalidad” (Sb 3,2-4).

El martirio como purificación

104.1. A continuación, enseñando que el martirio es una gloriosa purificación, añade: “Y con una pequeña corrección, recibirán grandes bienes, porque Dios los probó” (Sb 3,5); es decir, permitió que fueran puestos a prueba y quien los puso a prueba quedara a descubierto y confundido, “y los halló dignos de sí mismo” (Sb 3,5), evidentemente (dignos) de ser llamados hijos (cf. Mt 5,9).

104.2. “Como oro en el crisol los probó y fueron recibidos como holocausto de sacrificio. Y brillarán el tiempo de su tribulación, y correrán como chispas a través del cañaveral. Juzgarán naciones, serán dueños de pueblos y su Señor reinará por los siglos” (Sb 3,6-8).