OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (161)

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Entrada de Jesús en Jerusalén
Hacia 1370
Misal romano
Avignon, Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO III

Capítulo XVI: Contra los encratitas

   La transmisión del pecado original

100.1. “Maldito el día en que nací, y no sea bendito” (Jr 20,14), dice Jeremías; no diciendo sencillamente que la generación sea maldita, sino porque está disgustado por los pecados y desobediencia del pueblo.

100.2. Así, añade: “¿Por qué fui engendrado, para ver fatigas y dolores, y acabar mis días en el oprobio?” (Jr 20,18). En efecto, todos los que pregonaban la verdad eran perseguidos y corrían peligro por la desobediencia de los que escuchaban.

100.3. El profeta Esdras dice: “¿Por qué el vientre de mi madre no fue mi sepulcro, para no ser la aflicción de Jacob y la angustia de la estirpe de Israel?” (del apócrifo IV libro de Esdras, 5,35).

100.4. “Nadie está limpio de inmundicia, dice Job, aunque un solo día sea su vida” (Jb 14,4-5).

100.5. ¡Qué nos digan cómo ha fornicado el niño recién nacido, o cómo pudo caer bajo la maldición de Adán el que no ha realizado acto alguno!

100.6. Ya (lit.: pero) sólo les queda decir, según parece, que la generación es mala; no únicamente la del cuerpo, sino también la del alma, por la cual existe también el cuerpo.

100.7. Y cuando David dice: “En pecados fui concebido, y en maldades me concibió mi madre” (Sal 50 [51],7), proféticamente llama madre a Eva; pero “Eva fue madre de los vivientes” (Gn 3,20); y si fue concebido en pecado, no por eso él (está) en pecado, ni él mismo (es) pecado.

El verdadero combate cristiano

101.1. Pero también todo el que se convierte del pecado a la fe se separa de la costumbre pecaminosa, como de la madre, para la vida, me lo testimonia uno de los doce profetas, al decir: “Si doy mi primogenitura a cambio de la impiedad, y el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma” (Mi 6,7).

101.2. No acusa al que dijo: “Crezcan y multiplíquense” (Gn 1,28), sino que llama “impiedad” a los primeros impulsos posnatales (o: después de la generación), por los que no reconocemos a Dios.

101.3. Pero si por esto alguno llama mala a la generación, también es un bien por aquello otro que ella tiene: el conocer la verdad. “Despiértense, como conviene, y no sigan pecando, porque algunos tienen desconocimiento de Dios” (1 Co 15,34); evidentemente los pecadores. Porque no tenemos un combate contra la sangre y la carne, sino contra los principados espirituales, los dominadores del mundo de las tinieblas” (Ef 6,12), que pueden tentarnos; por eso las concesiones (o: perdones, indulgencias; cf. 1 Co 7,5-6).

101.4. Por eso dice también Pablo: “Yo castigo mi cuerpo y lo reduzco a esclavitud” (1 Co 9,27), porque “todo el que lucha ejercita el propio dominio” (1 Co 9,25) -en vez (de decir) moderado (o: continente) para todo, no absteniéndose de todo sino usando moderadamente lo que juzga (debe usar)-; “ellos para recibir una corona corruptible, nosotros, por el contrario, una incorruptible” (1 Co 9,25); queremos vencer en la lucha, pero no ser coronados sin esfuerzo.

101.5. Por otra parte, algunos, en aras de la continencia, anteponen la viuda a la virgen, porque mira con desdén el placer que ya ha experimentado.


Capítulo XVII: Contra diversos herejes

   Contra Casiano, Marción y Valentín

102.1. Pero si la generación es un mal, digan esos blasfemos que en el mal (estaba) el Señor, al participar de la generación, (y) en el mal (estaba) la Virgen que lo engendró.

102.2. ¡Ay de mí qué males! Blasfeman la voluntad de Dios y el misterio de la creación al atacar la generación.

102.3. De aquí el docetismo de Casiano y de Marción; de aquí el cuerpo psíquico de Valentín, porque dicen: “El hombre se asemeja a las bestias” (Sal 48 [49],13 y 21), llegando a la unión carnal. Pero, cuando verdaderamente lleno de pasión (lit.: apasionado) desea asaltar el lecho de otro, entonces realmente ese (hombre) se animaliza (o: bestializa). “Se convirtieron en caballos locos por las mujeres; cada uno relincha tras la mujer del prójimo” (Jr 5,8).

102.4. Y después, la serpiente habría tomado de los animales irracionales la habilidad (o: la práctica) para conspirar, persuadiendo (o: engañando) poco a poco, con éxito, a Adán para que consintiera a la unión con Eva, como si los primeros padres (protoplastos) no hubieran usado de ésta según la naturaleza, como algunos pretenden. De esta forma de nuevo se calumnia (lit.: blasfema) la creación que habría hecho a los hombres más deficientes (lit.: débiles) por naturaleza que a los animales irracionales, a los que se habrían asimilado los primeros modelados (protoplastos) por Dios.

La generación es santa

103.1. Pero si la naturaleza los estimuló como a los irracionales a la procreación, sin embargo, ellos se dejaron provocar antes de lo conveniente, como jóvenes que eran, seducidos por un engaño; (y) fue justo el juicio de Dios contra los que no esperaron pacientemente (su) voluntad. Pero la generación es santa, porque por ella ha sido creado (o: constituido) el mundo, las esencias, las naturalezas, los ángeles y las Potencias, las almas, los mandamientos, la Ley, el Evangelio, y la gnosis de Dios.

103.2. “Y toda carne es hierba y toda gloria del hombre como flor de hierba. Se seca la hierba, se cae la flor, pero la palabra del Señor permanece” (Is 40,6-8); (palabra) que ha ungido al alma y la ha unido al Espíritu.

103.3. ¿Pero cómo sin el cuerpo podía alcanzar (su) fin la economía para nosotros en la Iglesia? Cuando también él mismo, cabeza de la Iglesia (cf. Ef 1,22; 5,23), vino a la tierra en carne, aunque deforme y feo, enseñándonos a dirigir la mirada hacia (la naturaleza) invisible e incorpórea de la Causa divina.

103.4. Dice el profeta: “Porque árbol de vida es el deseo cumplido” (Pr 13,12; cf. Jn 1,13), enseñando que los deseos limpios y puros (son los que están) en el Señor viviente.

La gnosis de la verdad

104.1. Pero algunos ahora quieren que la unión matrimonial del varón y la mujer, llamada conocimiento (cf. Gn 4,1), sea pecado, puesto que eso significa el comer del árbol del bien y del mal (cf. Gn 2,9. 17), enseñando la violación de un mandamiento mediante el uso (del verbo) conocer (Gn 4,1).

104.2. Pero si esto es así, entonces también la gnosis de la verdad es un “comer del árbol de la vida” (Gn 2,9; 3,33). Es, por tanto, una participación en este árbol el matrimonio temperante.

104.3. Hemos dicho anteriormente (cf. III,96,2) cómo puede usarse el matrimonio bien o mal; y eso es el árbol del conocimiento: no transgredir (las leyes) del matrimonio.

104.4. Pero ¿qué digo? ¿Acaso el Salvador no curaba las pasiones del alma como las del cuerpo? Por tanto, si la carne fuera enemiga del alma, no habría fortificado a esa enemiga por medio del restablecimiento de la salud.

104.5. “Pero yo les digo, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredará la incorrupción” (1 Co 15,50); porque el pecado, que es corrupción, no puede tener nada en común con la incorruptibilidad, que es justicia. Dice: “¿Tan insensatos son? Habiendo comenzado en Espíritu, ¿ahora acaban en la carne?” (Ga 3,3).