OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (160)

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Crucifixión de Cristo
Siglo X
Biblia
Angers, Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO III

Capítulo XIII: Contra Julio Casiano encratita

   Afirmaciones de Julio Casiano

91.1. El iniciador (exarca) del docetismo, Julio Casiano, también aduce argumentos semejantes. Así, en el tratado “Sobre la continencia” o “El estado del célibe” (lit.: de eunuco) dice textualmente: “Y nadie afirme que, puesto que tenemos esos órganos, porque la mujer está conformada de un modo y el varón de otro, ella para recibir y el para sembrar la semilla, la unión (matrimonial) ha sido aprobada por Dios.

91.2. Porque si semejante disposición viniese de Dios, hacia el cual tendemos, (Él) no habría llamado dichosos a los eunucos (cf. Mt 19,12), ni el profeta hubiera afirmado que ellos no son un árbol estéril (o: que no dan frutos; Is 56,3), pasando del árbol al hombre que por previa elección de un ideal (lit.: una idea) se hace eunuco” (Julio Casiano, Fragmentos, 1).

Julio Casiano y los valentinianos

92.1. Y luchando por la impía (lit.: atea) opinión añade: “¿Pero cómo no imputárselo ciertamente al Salvador, si nos transformó, nos liberó del error y de la relación (lit.: comunión) de los órganos, de las partes viriles y de las panes pudendas” (Julio Casiano, Fragmentos, 2). En esto dogmatiza de acuerdo con Taciano. Pero éste (¿Casiano o Taciano?) había frecuentado la escuela de Valentín.

92.2. Por eso dice Casiano: «Preguntando Salomé cuándo se conocerían estas cosas de las que hablaba, dijo el Señor: “Cuando pisen la vestidura del pudor y cuando los dos vengan a ser una misma cosa, y el varón, junto con la mujer, no sea ya ni varón ni mujer” (Evangelio de los Egipcios, Fragmentos, 5).

Dónde se encuentra la verdadera doctrina cristiana

93.1. Ante todo, no encontramos esa declaración en los cuatro Evangelios transmitidos a nosotros, sino en el “(Evangelio) de los Egipcios”. Luego, me parece que Casiano ignora que se habla del impulso masculino aludiendo a la ira y del femenino (para referirse) a la concupiscencia; arrepentimiento y pudor van tras esas actuaciones (lit.: energías).

93.2. Ahora bien, no perdonamos ni al irascible ni al concupiscible, que crecen por costumbre y por mala educación y entenebrecen y obscurecen la razón (o: la mente, el pensamiento); sino despojémonos de la oscuridad que producen, humillándonos con el arrepentimiento (cf. Gn 3,21), unamos espíritu y alma en la obediencia a la razón; entonces, como también dice Pablo, “no habrá más en nosotros ni varón ni hembra” (Ga 3,28).

93.3. Pero separada de ese esquema por el que se distinguen varón y hembra, el alma va (o: se transforma) hacia la unidad, que no es ni lo uno ni lo otro. Pero aquel ilustre (= Julio Casiano) sostiene de manera muy platónica que el alma, siendo divina y afeminada por la concupiscencia, desciende de lo alto hasta aquí para la generación y la muerte (o: corrupción).


Capítulo XIV: Contra los encratitas

   El Señor vino a salvarnos

94.1. Inmediatamente violenta a Pablo a decir que la generación proviene de un engaño, donde [Pablo] dice: “Pero temo que como la serpiente engañó a Eva, sus pensamientos se corrompan lejos de la sencillez que lleva Cristo” (2 Co 11,3).

94.2. Pero también el Señor vino, como todos confiesan, a [salvar] a los que estaban perdidos (cf. Mt 18,11; Lc 19,10); pero no porque haya bajado de lo alto [para salvar] la perdida generación de aquí (abajo) -porque la generación ha sido creada y es creación del Todopoderoso, que no haría caer al alma de (un estado) mejor a otro peor-.

94.3. Pero el Salvador vino por nosotros, extraviados por los pensamientos, corrompidos por la desobediencia a los mandamientos y por la voluptuosidad. Quizás porque nuestro protoplasmador (protoplastos = Adán) anticipó el tiempo, deseando antes del momento (lit.: hora) el placer del matrimonio, y pecando; porque “todo el que mira a una mujer para desearla, ya comete adulterio con ella” (Mt 5,28), no aguardando el tiempo establecido (lit.: de la voluntad).

Hemos sido creados por voluntad de Dios

95.1. Era el mismo Señor el que también entonces juzgaba la concupiscencia que anticipa el matrimonio. Así, cuando el Apóstol dice: “Revístanse del hombre nuevo, que ha sido creado según Dios” (Ef 4,24), lo dice para nosotros, plasmados como hemos sido, modelados por voluntad del Todopoderoso; y habla de viejo y de nuevo no en relación a la generación y la regeneración, sino a la vida en obediencia o desobediencia.

95.2. “Con túnicas de pieles” (Gn 3,21), llama Casiano a los cuerpos; más tarde demostraremos que está equivocado él y cuantos piensan (lit.: dogmatizan) como él, cuando demostremos la generación del hombre como una lógica prosecución de lo que se ha dicho con anterioridad. También dice: “Aquellos que están sujetos a los reyes de la tierra engendran y son engendrados” (Mt 20,25), pero nuestra patria está en el cielo, de donde esperamos el Salvador” (Flp 3,20).

95.3. Y nosotros sabemos que esto está bien dicho, por eso debemos comportarnos como “huéspedes y peregrinos” (Hb 11,13), los casados como los no casados, los que poseen como los que nada tienen, los que engendran hijos como padres de seres mortales, como los que deben abandonar las riquezas (cf. 1 Co 7,29-31), como quienes están dispuestos a vivir sin esposa, si fuera necesario; sin usar apasionadamente de las cosas creadas (o: de la creación), sino “con toda gratitud (lit.: acción de gracias)” (1 Tm 4,4), y teniendo altos ideales.

Capítulo XV: Contra los encratitas

   La acción del enemigo contra quienes viven rectamente su matrimonio

96.1. De nuevo, cuando [el Apóstol] dice: “Bueno es para el hombre no tocar mujer; pero por evitar la fornicación, tenga cada uno su mujer” (1 Co 7,1-2), añade en seguida, como si diera una explicación: “Para que no los tiente Satanás” (1 Co 7,5).

96.2. Porque no dice: “A causa de la incontinencia” (1 Co 7,5) por los que honestamente usan del matrimonio sólo para de procrear, sino por cuantos desean traspasar el límite de la procreación, para que el enemigo no les excite mucho encrespando el deseo de placeres extraños (o: ajenos).

96.3. Quizás, porque se opone y ataca por envidia a quienes viven honestamente (o: justamente), quiere con ello ponerlos bajo su mando, intentando procurarles ocasiones (de pecado) mediante una continencia fatigosa.

Errores de la interpretación bíblica de los herejes

97.1. Por eso con razón [el Apóstol] dice: “Mejor es casarse que arder” (1 Co 7,9), de forma que el marido dé el débito a la mujer y la mujer al marido, y no se priven mutuamente (cf. 1 Co 7,3. 5) de la ayuda dada por la economía divina para la generación.

97.2. Dice [el Señor]: “Pero el que no aborrece al padre y a la madre, a la esposa e hijos, no puede ser mi discípulo” (Lc 14,26).

97.3. No invita a odiar a la familia, porque dijo: “Honra a tu padre y a tu madre para que vivas bien (o: te vaya bien)” (Ex 20,12), sino que (quiere) decir: no te dejes llevar por impulsos irracionales ni te conformes con las costumbres de la ciudad. Una casa está constituida por una familia, y una ciudad por casas, como dijo también Pablo a los que se ocupan del matrimonio “tratando de agradar al mundo” (1 Co 7,33).

97.4. En otra ocasión dice el Señor: “El que ha tomado mujer que no la repudie, y el célibe no se case” (cf. 1 Co 7,10; Mt 19,3-12); es decir, el que por resolución de castidad (lit.: eunuco) ha decidido no casarse, que permanezca soltero (o: célibe).

La paternidad espiritual

98.1. Tanto a los unos como a los otros el mismo Señor les ofrece respectivamente promesas diciendoles a través del profeta Isaías: «Que no diga el eunuco: “Soy un árbol seco”. Así dice el Señor a los eunucos: “Si guardan mis sábados y hacen todo lo que yo mando, les daré un lugar mejor que el de hijos e hijas”» (Is 56,3-5).

98.2. Porque el celibato del eunuco no justifica por sí sólo, ni tampoco el sábado del eunuco, si no se cumplen los mandamientos.

98.3. Y añadiendo, para los casados, les dice: “Mis elegidos no se fatigarán en vano, ni tendrán hijos destinados a la maldición, porque son semilla bendecida por el Señor” (Is 65,23).

98.4. Porque quien ha procreado, criado y educado en el Señor, conforme al Verbo, lo mismo que quien ha engendrado según la verdadera catequesis, les está reservado un premio, el mismo que a la semilla elegida.

98.5. Pero otros interpretan la procreación (como) una maldición, y no comprenden que la Escritura habla contra ellos mismos. Porque los elegidos verdaderamente por el Señor no enseñan opiniones (lit.: no dogmatizan), ni engendran la maldición, como las herejías.

El verdadero sentido del estado de eunuco

99.1. Eunuco no se refiere, en efecto, al que ha sido mutilado de las partes pudendas ni tampoco al célibe, sino al que no engendra verdad. Ese era antes “árbol seco”, pero si obedece al Verbo y “observa los sábados” (Is 56,2), con la abstención de pecados y cumpliendo los mandamientos, será más estimado que los que son educados sin una recta conducta y sólo por las palabras.

99.2. Dice el Maestro: “Hijitos, aún estaré con ustedes un poco” (Jn 13,33). Por eso mismo dice también Pablo, escribiendo a los Gálatas: “Hijitos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto hasta que Cristo se forme en ustedes” (Ga 4,19).

99.3. Y de nuevo escribiendo a los Corintios: “Porque aunque tengan muchos pedagogos en Cristo, sin embargo no tienen muchos padres; porque yo los he engendrado en Cristo por medio del Evangelio” (1 Co 4,15).

99.4. Por tanto, “no será admitido en la asamblea de Dios un eunuco” (Dt 23,1), el estéril y que no da fruto en obras y palabras (lit.: en vida y en palabra); pero “los que se han hecho a sí mismos eunucos, evitando todo pecado, por el reino de los cielos” (Mt 19,12), son bienaventurados porque ayunan del mundo.