OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (149)

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Adoración de los Magos
Mediados del siglo XII
Charleville-Mézières, Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO III(1)

Capítulo I: Sobre la castidad

   Opiniones de los gnósticos valentinianos y basilidianos

1.1. Los seguidores de Valentín aceptan el matrimonio porque hacen venir desde arriba las parejas a partir de las emanaciones divinas. Pero (los discípulos) de Basílides dicen: “(Cuando) los apóstoles preguntaron si no sería quizás mejor no casarse”, afirman que el Señor respondió: “No todos comprenden este lenguaje: porque hay quienes son eunucos de nacimiento, y otros por necesidad” (Mt 19,11-12).

1.2. Y explican el pasaje más o menos así: “Algunos por naturaleza, desde el nacimiento, sienten aversión a la mujer; con esa disposición natural, hacen bien en no casarse”.

1.3. Dicen que “éstos son los eunucos de nacimiento. En cambio, (los eunucos) por necesidad son los ascetas teatrales, que se dominan a sí mismos por el atractivo de la gloria. Aunque también son eunucos por necesidad los mutilados por un accidente. Todos éstos son eunucos por necesidad, no por una decisión razonable”.

1.4. “Ahora bien, (hay) quienes se han hecho eunucos a sí mismos por el reino eterno, pero toman esa decisión, dicen, a causa de las consecuencias del matrimonio, temiendo (tener que) ocuparse en procurar lo necesario (para la vida; o: para la familia)”.

Lo que dicen los basilidianos

2.1. Y con (la expresión) “mejor es casarse que abrasarse” (1 Co 7,9), dicen que el Apóstol (entendiese): No arrojes tu alma al fuego resistiendo día y noche, y por miedo no caigas en la incontinencia; porque el alma totalmente ocupada en resistir se aleja de la esperanza.

2.2. También dice literalmente Isidoro en los “Tratados de ética”: “Aduéñate de una mujer fogosa para fin de no apartes de la gracia de Dios; y cuando hayas desahogado el fuego de la lujuria (lit.: el semen), reza con conciencia tranquila”.

2.3. “Además, dice, cuando tu acción de gracias pase (o: presente) a la súplica y pidas (lit.: estés de pie) en lo futuro no comportarte perfectamente, sino sólo no resbalar, cásate”.

2.4. «Pero si alguien es joven, pobre o débil (lit.: sumido, hundido), y no está quiere casarse, según la palabra [del Apóstol], ése tal que no se aleje del hermano, diciendo: “Yo he entrado en el santuario, nada más puedo padecer (o: puede pasarme)”».

2.5. «Si tuviera alguna sospecha, diga: “Hermano, impónme la mano, para que no peque”; y recibirá una ayuda espiritual y sensible. Quiera cumplir sólo lo bueno y lo conseguirá».

Errores de los basilidianos

3.1. «Algunas veces decimos con la boca: “No queremos pecar”; pero el pensamiento se empecina (lit.: hace presión) en pecar. Uno, por temor, no hace lo que quiere, para que no se le imponga (o: administre) un castigo».

3.2. “La naturaleza humana tiene algunas cosas (como) necesarias y naturales, pero otras sólo (como) naturales. Tiene por necesario y natural el vestirse, y por natural, pero no necesario, el placer carnal (o: venéreo)” (Basílides, Fragmentos, 7).

3.3. He presentado estos textos para refutar a los basilidianos que no viven rectamente; al parecer, ellos tendrían licencia aún para pecar gracias a su [supuesta] perfección, o serían salvados totalmente por naturaleza, aunque ahora pequen, por causa de una elección innata; por lo demás, ninguno de los primeros maestros (o: fundadores) de sus doctrinas aprueba tales cosas.

3.4. Aunque tomen (o: se revistan) el nombre de Cristo, no introducen (o: imprimen) sino una blasfemia contra dicho nombre, viviendo más desenfrenadamente que los más intemperantes paganos. “Estos son seudo apóstoles, obradores de maldad”, hasta: “su fin será según sus obras” (2 Co 11.13 y 15).

La continencia

4.1. La continencia (o: templanza) es el desprecio del cuerpo, según la confesión hecha a Dios. Porque la templanza no sólo se refiere a los placeres del amor, sino también a las otras (pasiones) por las que el alma alimenta los malos deseos, no bastándole lo indispensable.

4.2. Hay también una continencia en la lengua y en la adquisición y en el uso de (los bienes), y en la concupiscencia (o: el deseo). No sólo enseña a ser temperantes, sino que también nos procura la templanza (o: moderación), que es poder y gracia divina.

4.3. Por tanto, debemos decir cuál es el parecer de los nuestros al respecto; nosotros llamamos bienaventurada la condición de los eunucos, puesto que les ha sido dada por Dios; pero también admiramos (o: apreciamos) la monogamia y la dignidad del matrimonio único, diciendo que es necesario tener los mismos sentimientos (sympaschein), y “sobrellevar mutuamente las cargas” (Ga 6,2), no sea que alguno, pensando mantenerse bien derecho, también caiga” (1 Co 10,12). Respecto a un segundo matrimonio, “si te abrasas, cásate” (1 Co 7,9), dice el Apóstol.