OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (142)

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El Jucio final
Hacia 1260
Salterio cisterciense
Besançon, Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO II

Capítulo XIX: El gnóstico desea imitar al Señor

   Es necesario armonizar la vida

97.1. El gnóstico es “a imagen y semejanza” (Gn 1,26), porque imita a Dios en lo posible, sin omitir nada para hacer realidad esa semejanza; es temperante (o: continente, puro) y paciente, vive conforme a justicia, domina las pasiones, da de lo que tiene y, tal como es, beneficia de palabra y de obra.

97.2. Dice [la Escritura]: “Es muy grande en el reino el que hace y enseña” (Mt 5,19), imitando a Dios en hacer el bien, porque los dones de Dios son para común utilidad.

97.3. “Pero quien hace algo con orgullo, provoca a Dios” (Nm 15,30), dice; porque la arrogancia (o: jactancia) es un vicio del alma; y de éste como de los otros vicios [la Escritura] exhorta a arrepentirse, armonizando nuestra vida, cambiándola de discordante a otra mejor, por medio de tres (instrumentos): boca, corazón, manos.

La “nobleza” de Adán

98.1. En verdad, esto simbolizaría lo siguiente: las manos, la acción; el corazón, la voluntad (o: intención); y la boca, la palabra (cf. Dt 30,14). A propósito de los que se arrepienten, está bien dicho expresamente aquel versículo: “Has elegido hoy a Dios para que sea tu Dios, y el Señor te ha elegido hoy para que seas su pueblo” (Dt 26,17. 18). Por que el que se esfuerza por servir de manera suplicante al Ser, Dios se le hace familiar.

98.2. Y aunque es uno numéricamente, es honrado como si fuera un pueblo; porque, al ser parte del pueblo, viene a ser lo que le completa, una vez reintegrado en su lugar, puesto que el todo toma también el nombre de la parte.

98.3. Esa nobleza se manifiesta en elegir y poner en práctica lo mejor (o: lo más hermoso). ¿Pero qué provecho obtuvo Adán de tal nobleza? No tenía padre mortal; más bien él fue padre de los hombres que son engendrados.

98.4. Sin embargo, eligió con gusto el mal (o: lo feo), siguiendo a la mujer, y despreció (o: menospreció) lo verdadero y lo bueno (o: hermoso). Cambió una vida inmortal por una mortal, aunque no para siempre.

La economía salvífica

99.1. Noé, por el contrario, que no nació como Adán (cf. Gn 6,9; 7--8), fue salvado por una ayuda divina; porque se ofreció consagrándose a Dios. Y a Abrahán, que tuvo hijos de tres mujeres no por gozar del placer, sino porque ya desde el principio esperaba, pienso yo, multiplicar la raza, le sucede como heredero de los bienes paternos uno solo [de los hijos]; los otros permanecieron separados de la parentela (cf. Gn 16,1 ss.).

99.2. De él nacieron dos gemelos (o: mellizos), el más joven agradó al padre, heredó y recibió las bendiciones; en cambio, el mayor fue su esclavo (cf. Gn 27,1 ss.); por lo demás para un hombre miserable (o: malvado) es verdaderamente un gran bien no ser independiente.

99.3. Esta economía es a la vez profética y prefigurativa (typike). Que todo pertenece al sabio, [la Escritura] lo indica claramente diciendo: “Porque Dios tuvo piedad de mí, todo me pertenece” (Gn 33,11). Así enseña que es necesario tender a sólo aquel por quien todo existe, y concede [sus] promesas a los que son dignos.

La Ley llama a la semejanza con Dios

100.1. Al (hombre) honesto (o: virtuoso) que ha llegado a ser heredero del reino, lo inscribe también, mediante la divina sabiduría, como conciudadano de los justos antiguos, que antes de la Ley vivieron en plena conformidad a la Ley, y cuyas acciones han llegado a ser ley para nosotros.

100.2. De nuevo, al enseñar que el sabio es rey, hace decirle a aquellos que son de otra clase: Tú eres rey para nosotros de parte de Dios” (Gn 23,6), y los súbditos con voluntaria decisión obedecen al hombre honrado por emulación virtuosa (lit.: el celo de la virtud).

100.3. El filósofo Platón, proponiendo como fin la felicidad, dice que ella es “la semejanza a Dios en lo posible” (Platón, Teeteto, 176 B; cf. Gn 1,26); pero, o bien coincide con la doctrina de la Ley, -“porque los espíritus grandes [lit.: las grandes naturalezas] y despojados de pasiones de algún modo consiguen la verdad” [Filón, Sobre la vida de Moisés, I,5,22], como dice el pitagórico Filón interpretando Moisés-, o bien recibió la enseñanza de alguno de los sabios contemporáneos, porque estaba siempre sediento de aprender.

100.4. En efecto, la Ley dice: “Caminen tras el Señor su Dios, y cumplan mis mandamientos” (Dt 13,5). La Ley llama seguimiento a la semejanza [con Dios]; y el hecho de seguirlo hace semejante en lo que se puede. El Señor dice: “Sean misericordiosos y compasivos como su Padre celestial es compasivo” (Lc 6,36).

Los tres géneros de amistad

101.1. De aquí también han afirmado (lit.: dogmatizado) los estoicos que el fin (del hombre) es vivir conforme a la naturaleza; invirtiendo desacertadamente los nombres de Dios y de naturaleza, puesto que la naturaleza se extiende a plantas, semillas, árboles y piedras.

101.2. Por eso se dice claramente: “Los hombres malvados no entienden la ley, pero los que aman la ley se protegen con un muro” (Pr 28,5. 4). Porque “la sabiduría de los astutos (o: cautos, hábiles, inteligentes) conocerá sus caminos, pero la multitud de los necios [permanecerá] en el error” (Pr 14,8). “¿A quien miraré sino no al manso y tranquilo, y al que tiembla ante mis palabras?”, dice la profecía (Is 66,2).

101.3. Se nos ha enseñado que hay tres clases de amistad: la primera y la mejor es la que se basa en la virtud; porque firme es el amor (que procede) de la razón. La segunda, que está en el medio, se basa en el intercambio, (es) comunicativa, generosa y útil para la vida; porque esta amistad [procede] de la común benevolencia. La tercera y última decimos que (proviene) de la convivencia; pero otros [afirman] que es cambiante y mudable, según el placer.

Justo y compasivo

102.1. Y me parece que muy hermosamente el pitagórico Hipodamo escribe: “Entre las amistades, una nace de la ciencia de los dioses, otra de la generosidad de los hombres, y la tercera, del placer de los animales” (Hipodamo de Mileto, Fragmentos, 39,1). Así, una es la amistad del filósofo, otra la del hombre, y otra la del animal.

102.2. En realidad el hombre es imagen de Dios en cuanto que es benefactor, y con ello recibe él mismo un beneficio; es como el piloto, que a la vez salva y es salvado. Por eso, cuando alguien suplica y obtiene, no dice a quien le da: “Has dado bien”, sino “has recibido bien” (cf. Hch 20,35). Así, el que recibe da y quien da recibe.

102.3. “Los justos se apiadan y se compadecen” (Pr 21,26); “los buenos serán los habitantes de la tierra, y los inocentes permanecerán en ella; mas los impíos serán exterminados” (Pr 2,21-22).

102.4. Y me parece que Homero, al decir: “Da a un amigo” (Homero, Odisea, XVII,345 y 415), anunció por anticipado al creyente. Hay que ser generoso con un amigo para llegar a ser todavía más amigo; y hay que ayudar al enemigo para que ya no permanezca enemigo; porque la ayuda une estrechamente con la benevolencia y desata la enemistad.

102.5. Pero “si también hay buena voluntad, conforme a lo que uno tiene, es aceptable, no conforme a lo que no tiene. Porque no para que otros tengan abundancia y ustedes aflicción, sino igualdad en la presente circunstancia” (2 Co 8,12-14), y lo que sigue. “Es generoso, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre” (2 Co 9,9; cf. Sal 111 [112],9), dice la Escritura.

102.6. Porque “a imagen y semejanza” (Gn 1,26), como hemos dicho más arriba (cf. II,97,1), no se refiere a lo relativo al cuerpo, porque no se puede asemejar lo que es mortal a lo inmortal, sino a lo que es según el espíritu y la razón; en lo que el Señor pone adecuadamente el sello de la semejanza, en relación tanto a su bondad como a su autoridad.

102.7. La superioridad no depende de la cualidad de los cuerpos, sino de los juicios del pensamiento: “Con los consejos de los hombres (santos) se gobiernan bien las ciudades, y también una casa” (Eurípides, Antíope, fragmentos, 200).