OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (115)

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Resurrección de Cristo
Segunda mitad del siglo XV
Libro de la Liturgia de las Horas
España
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO I

Capítulo XVIII: Origen e importancia de la filosofía (continuación)

   La venida del Salvador ha forjado creyentes

88.1. También se dice: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y anularé la inteligencia de los inteligentes” (1 Co 1,19; cf. Is 29,14). Y el Apóstol añade: “¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el disputador de este mundo?” (1 Co 1,20). Así distingue por oposición a los escribas de los sabios (lit.: investigadores) de este mundo, (es decir) a los filósofos gentiles.

88.2. “¿No ha hecho Dios necia la sabiduría del mundo?” (1 Co 1,20). Así también indicó que era necia (cf. 1 Co 1,20), y no verdadera, como ellos se imaginaban.

88.3. Y si buscan la causa de su aparente sabiduría, responderá: “Por la dureza de su corazón” (Ef 4,18). “Porque en la sabiduría de Dios, es decir, la que fue anunciada por los profetas, el mundo no le conoció mediante la sabiduría (divina), de la que hablan los profetas, y Dios decidió salvar a los creyentes por la predicación de la locura” (1 Co 1,21), la que tienen como insensatez los griegos.

88.4. “Porque los judíos, dice, piden señales para creer, los griegos buscan sabiduría” (1 Co 1,22), es decir los razonamientos llamados coercitivos y los silogismos; “pero nosotros predicamos a Jesucristo crucificado, escándalo para los judíos”, puesto que conociendo la profecía no creen en su cumplimiento, “locura para los griegos” (1 Co 1,23),

88.5. ya que los aparentemente sabios consideran mítico que el Hijo de Dios hable a través de un hombre, que Dios tenga un Hijo y que además ese [Hijo] haya sufrido. De ahí que su prejuicio les impide creer.

88.6. Por tanto, la venida del Salvador no ha hecho locos, duros de corazón e infieles, sino comprensivos, dóciles, y, además, creyentes (o: fieles).

88.7. Pero los que no han querido obedecer a la llamada, separándose de los que han respondido voluntariamente a la misma, son necios, infieles (o: incrédulos) e insensatos (o: locos).

88.8. “Pero para los llamados, sean judíos o griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios” (1 Co 1,24).

Cristo vino a salvar a toda la humanidad

89.1. Entonces, ¿sería mejor interpretar la expresión “no hizo Dios necia la sabiduría del mundo” (1 Co 1,20) en el sentido de que no la hizo necia, para que no parezca que Dios es la causa de la dureza del corazón de aquellos, al hacer necia la sabiduría? Por el contrario, puesto que son realmente sabios, se hacen responsables en mayor medida de no haber creído el anuncio. Porque es voluntaria tanto la elección coma el rechazo de la verdad.

89.2. También la frase “destruiré la sabiduría de los sabios” (1 Co 1,19) dice que la sobreiluminaba con el contraste de la menospreciada y desestimada filosofía bárbara, al modo que la antorcha sobreiluminada por el sol se dice que perece al no desarrollar igual energía.

89.3. Todos los hombres han sido llamados, aunque reciben el nombre de “llamados” (cf. 1 Co 1,24) únicamente aquellos que han querido obedecer. Porque no hay “injusticia en Dios” (Rm 9,14). Por eso, quienes han creído, de uno u otro origen, son “pueblo elegido” (Tt 2,14).

89.4. Y en los “Hechos de los Apóstoles” se encuentra esta expresión: “Los que recibieron su palabra fueron bautizados” (Hch 2,41); pero los que no se dejaron persuadir, es evidente que ellos mismos se apartaron.

El Dios de los cristianos es bueno

90.1. La profecía dice a ésos: “Si ustedes quieren y me escuchan, comerán los bienes de la tierra”, demostrando completamente que tanto la elección como el rechazo están en nuestras manos. El Apóstol llamó “sabiduría de Dios” (1 Co 1,24-25) a la enseñanza conforme al Señor, para mostrar que la verdadera filosofía nos es transmitida mediante el Hijo.

90.2. Pero quien se tiene por sabio también tiene algunas recomendaciones exigidas por el Apóstol: “Revestir el hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y la santidad de la verdad. Por lo cual, abandonando la mentira, hablen la verdad; no den entrada al diablo. El que roba, que no robe más, antes bien esfuércese trabajando (en) lo bueno” (Ef 4,24-28).

90.3. Pero trabajar es esforzarse en la búsqueda de la verdad, a fin de que, juntamente con la beneficencia espiritual (logike), “tengan para compartir con el que está necesitado” (Ef 428), tanto de la abundancia mundana como de sabiduría divina.

90.4. Es que quiere que la Palabra sea enseñada y que el dinero, cuidadosamente verificado, sea depositado en los banqueros para que produzca [sus] intereses.

90.5. Por eso añade: “No salga de su boca palabra perniciosa” (Ef 4,29); la palabra perniciosa es la [proveniente] de la presunción, “sino alguna [palabra] buena para edificación del necesitado, a fin de comunicar la gracia a los oyentes” (Ef 4,29). La palabra de un Dios bueno es necesariamente buena. Y ¿cómo no va a ser bueno Aquél que salva?


Capítulo XIX: Origen e importancia de la filosofía (continuación)

   Dios Creador

91.1. Un testimonio más de que los griegos insinuaron algunas verdades se puede averiguar por lo siguiente. En los “Hechos de los Apóstoles” se constata que Pablo dijo a los areopagitas: «Veo que son muy religiosos.

91.2. En efecto, al pasar y observar sus monumentos sagrados he hallado un altar en el que está escrito: “Al Dios desconocido”. Ciertamente a ése que sin conocerle veneran, es el que yo les anuncio.

91.3. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, ése que es el Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por mano humana, ni es servido por mano de hombres, como si necesitase de algo, Él que da a todos vida, aliento y todas las cosas.

91.4. Él hizo de un solo [hombre] todo el linaje humano, para poblar toda la superficie de la tierra; Él definió los tiempos determinados y fijó los confines de las tierras por ellos habitadas, para que busquen a Dios, para que aún a tientas lo encuentren, ya que no está lejos de cada uno de nosotros; porque en Él vivimos, nos movemos y existimos, como algunos de sus poetas han dicho: “Porque somos linaje suyo”» (Hch 17,22-28; cf. Arato de Soles, Los Fenómenos, 5).

91.5. Por ello está claro que, utilizando ejemplos poéticos [sacados] de “Los Fenómenos”, de Arato, el [Apóstol] aprueba lo bien dicho por los griegos, y ha dado a entender que con “el Dios desconocido” ha sido honrado por los griegos mediante una perífrasis el Dios creador, cuyo reconocimiento es necesario recibir y aprender a través del Hijo.

El conocimiento del Padre mediante el Hijo

92.1. “Por eso te enviaré a los gentiles, dice, para que les abras los ojos, se vuelvan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, reciban el perdón de los pecados y la herencia con los santificados por la fe en mí” (Hch 26,17-18).

92.2. Ahora bien, [la frase] “los ojos de los ciegos que se abren” significa el reconocimiento del Padre a través del Hijo; así se comprende la perífrasis griega; y el “volverse del poder de Satanás” significa apartarse del pecado, por el cual nació la esclavitud.

92.3. Con todo, no aceptamos sin más cualquier filosofía, sino sólo aquella de la que Sócrates, según Platón, dice: “En efecto, como afirman los iniciados en los misterios, son muchos los portadores de tirso, pero pocos los bacantes” (Platón, Fedón, 69 C), dando a entender que son muchos los llamados, pero pocos los elegidos (cf. Mt 22,14; 20,16).

92.4. Y añade expresamente: “Aquellos [bacantes] no son otros, en mi opinión, que los que han practicado correctamente la filosofía. Por eso, yo, al menos conforme a mis posibilidades, no he abandonado nada a lo largo de la vida, sino que me he esforzado por todos los medios en acercarme [a alguno de ellos]. Pero si nos hemos esforzado bien y hemos conseguido algún provecho, lo sabremos claramente cuando vayamos allá dentro de poco, si Dios quiere” (Platón, Fedón, 69 C-D).

La erudición no es sinónimo de poseer inteligencia

93.1. ¿No te parece que la revelación de la esperanza del justo para después de la muerte proviene de la fe en las Escrituras hebreas? Así, en el “Demódoco”, si realmente lo escribió Platón, dice: “No, filosofar no debe de ser pasarse la vida inclinado sobre libros de artes prácticas ni acumulando erudición, sino un algo muy diferente, porque eso yo al menos lo creería una injuria” (Seudo Platón, Amatores, 137 B).

93.2. Sabía, pienso yo, que “la erudición no enseña a tener inteligencia” según Heráclito (Fragmentos, 22 B 40).

93.3. En el quinto [libro] de “La República” afirma: “¿Tendremos por filósofos a todos esos aficionados y a otros de semejante actividad y también a los (que se dedican a) las artes mediocres? De ninguna manera, sino parecidos a filósofos. -Pero ¿a cuáles, replicó, llamas tú verdaderos?- A los aficionados a contemplar la verdad, dije yo” (República, V,475 D-E).

93.4. En efecto, la filosofía no se encuentra en la geometría, que implica postulados e hipótesis; ni en la música, que se basa en conjeturas; ni en la astronomía, que está repleta de razonamientos que fluyen y de imágenes físicas; en cambio, [la filosofía] es la ciencia del bien en sí mismo y de la verdad; aquellas otras [ciencias] son distintas del Bien, y tan sólo son caminos de acceso al Bien.

93.5. Por eso, ni él mismo (= Sócrates) afirma que el ciclo educativo contribuya a la posesión plena del Bien, sino que contribuye a estimular y a ejercitar el alma en la práctica intelectual.

Nuestro conocimiento de Dios es imperfecto

94.1. Por consiguiente, bien se diga que los griegos profesaron accidentalmente algo de la verdadera filosofía, ese accidentalmente es economía divina (o: plan divino) -puesto que no se querrá divinizar lo que acontece espontáneamente a nuestro gusto-; o bien [se diga que] por coincidencia, esa coincidencia no es impremeditada (o: improvidencial).

94.2. Por otra parte, si se dijera que los griegos tuvieron alguna razón natural, sabemos que uno es el Creador de la naturaleza, lo mismo que ya hemos definido (cf. I,34,4) como natural la justicia; o si [se dijera] que tienen mente común (o: sentido común), entonces deberíamos examinar quién es el padre de ese sentido, y el de la justicia que actúa en “la distribución del sentido” (Platón, Leyes, IV,714 A).

94.3. Y si uno hablara de predicción y se atribuye telepatía, está mencionando formas de profecía. Hay quienes pretenden que esas cosas se den en los filósofos por reflejo de la verdad.

94.4. Respecto a eso, el divino Apóstol, refiriéndose a nosotros mismos, escribe: “Al presente vemos como por un espejo” (1 Co 13,12); en cuanto que nos conocemos a nosotros mismos según ese reflejo, y porque contemplamos, cuanto es posible, la causa creadora a partir del elemento divino que hay en nosotros.

94.5. Así, se dice: “Has visto a tu hermano, has visto a tu Dios” (cf. Gn 33,10; Ex 4,16; Mt 25,40; 1 Jn 4,20-21).

94.6. Pienso que ahora es nuestro Salvador el designado como Dios; pero después de habernos despojado de la carne [le veremos] “cara a cara” (1 Co 13,12); y entonces, cuando el corazón sea puro (cf. Mt 5,8), podremos definirle y comprenderle.

94.7. Los filósofos griegos más críticos veían a Dios por reflejo y transparencia. Tales son, a causa de nuestra debilidad, las representaciones de la verdad: como un reflejo sobre el agua, o como una imagen que se observa a través de cuerpos transparentes y diáfanos.

La Sagrada Escritura es severa con los herejes

95.1. También Salomón dice bellamente: “El que siembra justicia recogerá fe. Pero quienes siembran sus propias riquezas las multiplican” (Pr 11,21. 24). Y de nuevo: “Cuida de lo que reverdece en el campo y cortarás hierba, y recoge el pasto oportunamente para tener corderos que te vistan” (Pr 27,25-26).

95.2. Ves que también de la protección y guarda exterior hay que tener cuidado. “Conocerás exactamente la vida de tu rebaño” (Pr 27,23).

95.3. “Cuando los gentiles, no teniendo Ley, realizan por naturaleza lo que ordena la Ley, ellos mismos, no teniendo Ley, son para sí mismos Ley” (Rm 2,14; cf. 2,26), según el Apóstol, tanto antes de la Ley como antes de la venida [del Señor].

95.4. El Verbo, al comparar a los que provienen de la filosofía con los que llamamos herejes, dice muy claramente: “Mejor es amigo cercano que hermano lejano” (Pr 27,10). “Quien se lanza sobre las mentiras, apacienta vientos y persigue a las aves que vuelan” (Pr 9,12).

95.5. Pienso que el Verbo no alude con ello a la filosofía, aunque en muchos casos la filosofía se ocupe de lo que es probable y trate de convencer; sino que fustiga a las herejías.

95.6. Por eso añade: “Abandonó los caminos de su propia viña y se perdió por los senderos de su propia tierra” (Pr 9,12). Esas son las [herejías], que han abandonado la Iglesia desde el principio.

95.7. Por eso, quien cae en la herejía “atraviesa un desierto sin agua” (cf. Jr 2,6), porque realmente ha dejado de lado al verdadero Dios; vacío de Dios, busca agua donde no la hay, y “llegando a una tierra deshabitada y árida (cf. Jr 2,6), recoge en sus manos la esterilidad” (Pr 9,12).

Hay que apartarse de las herejías

96.1. “Y a los que carecen de sentido les exhortó diciendo” (Pr 9,16), dice la sabiduría, aludiendo a los herejes: “Tomen alegremente los panes ocultos y el dulce agua robada” (Pr 9,17), poniendo de manifiesto que la Escritura señala pan y agua no en razón de otros, sino de los herejes que utilizan el pan y el agua en la oblación contrariamente a la norma de la Iglesia. Porque hay quienes celebran la Eucaristía con agua sola.

96.2. “Pero apártate, no permanezcas en su lugar” (Pr 9,18). Llamó “lugar” homónimamente a la Sinagoga, no a la Iglesia.

96.3. A continuación añade: “De esa manera atravesarás el agua extranjera” (Pr 9,18), considerando el bautismo de los herejes como agua ajena, falsa;

96.4. y “atravesarás el río extranjero” (Pr 9,18), el que lleva y arrastra al mar, al que es echado quien se deja arrancar de la solidez de la verdad, y se desliza de nuevo atropelladamente hacia las olas paganas y desordenadas de la vida.