OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (112)

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Las tres Marías en el sepulcro
la mañana de la resurrección de Cristo
Fecha indeterminada
Antifonario
New Haven (USA)
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO I

Capítulo XV: El origen bárbaro de la filosofía griega

   Los sabios y filósofos griegos eran de origen bárbaro

66.1. Éstos son los datos cronológicos de los sabios y filósofos más antiguos entre los griegos. ¿Es necesario añadir que la mayoría de ellos fueron de origen bárbaro y fueron educados por bárbaros, si Pitágoras era de Tirrene o de Tiro, Antístenes de Frigia y Orfeo de Odrisa o de Tracia? Homero es presentado por la mayoría como egipcio.

66.2. Tales era fenicio de raza, como se dice, y estuvo relacionado con los profetas egipcios; lo mismo que Pitágoras, quien se hizo circuncidar por ellos para poder acceder a los santuarios secretos y aprender la filosofía mística de los egipcios; y frecuentó igualmente a los Caldeos y a los Magos más distinguidos, y lo que nosotros llamamos hoy iglesia está prefigurado por su “sala común” (o: “asamblea común”; sala de conferencias pitagórica).

66.3. Tampoco Platón niega haber importado de los bárbaros lo mejor de su filosofía, y confiesa haber ido a Egipto. En el “Fedón” afirma que el filósofo puede sacar provecho de todo, al escribir: “Grecia es grande, oh Cebes, dice aquel; en ella hay hombres muy buenos. Pero también es abundante la estirpe de los bárbaros” (Fedón, 78 A).

El testimonio de Platón

67.1. Así, Platón estima también que hay algunos filósofos entre los bárbaros, en tanto que Epicuro sostiene que sólo los griegos son capaces de filosofar.

67.2. Y en “El Banquete”, elogiando a los bárbaros como los únicos que de verdad practicaron las leyes de forma eminente, Platón afirma: “También hay otros muchos [filósofos] en otras partes, tanto entre los griegos como entre los bárbaros, en honor de los cuales son muchos los templos que se han edificado por sus muchos hijos [espirituales]” (El Banquete, 209 D-E).

67.3. Es evidente que los bárbaros estimaron de manera extraordinaria a sus legisladores y maestros, llamándoles dioses.

67.4. Sostienen que las almas buenas, abandonando la región supracelestial, como piensa Platón, sufren el descenso a este nuestro Tártaro y asumen un cuerpo, y se hacen partícipes de toda clase de males y heridas de la raza humana; éstas [almas] establecieron las leyes y pregonaron la filosofía, “que es el mejor de todos los bienes que los dioses han enviado y jamás enviarán a la raza humana” (Platón, Timeo, 47 B).

Admiración de Platón por los filósofos bárbaros

68.1. Me parece que también comprenden el gran beneficio que les llega a través de los sabios, cuya filosofía es oficialmente estudiada por los Brahamanes todos, por los Odrisos y los Getos, y el pueblo egipcio hace teología precisamente de sus opiniones (o: han estudiado cuidadosamente sus libros), y también los Caldeos y los Árabes, denominados prósperos, al igual que la región Palestina, y la mayoría del pueblo Persa, y otros muchos miles de pueblos.

68.2 Es evidente que Platón admira continuamente a los bárbaros; recuerda cómo él mismo y Pitágoras han aprendido de los bárbaros las más numerosas y nobles de sus opiniones.

68.3. Por ello, al decir “pueblos bárbaros” (Platón, Fedro, 78 A) quiere decir pueblos de filósofos bárbaros; y así en el “Fedro” (274 E) nos muestra que el rey egipcio es más sabio que [el dios] Theuth, al que identifica con Hermes. Más aún, en el “Cármides” muestra que él conoce a determinados tracios, quienes afirman la inmortalidad del alma (PLatón, Cármides, 156 D).

Demócrito, discípulo de los sabios bárbaros

69.1. Se refiere que Pitágoras fue discípulo de Sonchidis (o: Sonchis), el primero de los profetas de los egipcios; Platón [fue discípulo] de Sechnufis (Sechnoýphis) de Heliópolis, y Eudoxo de Gnido (Knídio) [fue discípulo] de Jenófanes (Kovoýphidi), también egipcio.

69.2. En el “Diálogo sobre el alma”, ... (¿hay una laguna en el texto?) Platón muestra de nuevo que conoce la profecía, ya que admite un profeta que da a conocer el dicho de Laques sobre la suerte de las almas y la predicción del futuro (cf. PLatón, República, X, 617 D).

69.3. También en el “Timeo” presenta al sapientísimo Solón aprendiendo del bárbaro. He aquí lo que dice: “¡Oh Solón, Solón! Ustedes los griegos siempre son niños; ningún griego es anciano, porque no tienen doctrina encanecida por el tiempo” (Platón, Timeo, 22 B).

69.4. Demócrito se apropió de las enseñanzas morales de los mismos babilonios. Se dice, en efecto, que habiendo descifrado la estela de Ahikar (o: Aquicar), la agregó a sus propios escritos y la presentó como suya escribiendo: “Esto dice Demócrito”.

69.5. En verdad, sobre él mismo y vanagloriándose de su erudición, dice en alguna parte: «De entre mis contemporáneos yo he sido el que ha recorrido más tierra, el que ha investigado las cosas más remotas, el que ha conocido más climas y continentes, el que ha escuchado a los hombres más elocuentes, y nadie me ha superado en la composición de figuras [geométricas] acompañadas de demostraciones, ni los llamados “arpedonáptos” (= agrimensores; lit.: los ajustadores de cuerdas) de Egipto, con quienes yo he vivido en total cinco años como vecino en tierra extranjera» (Demócrito, Fragmentos, 68 B 299).

69.6. Efectivamente, visitó Babilonia, Persia, Egipto y fue discípulo de los Magos y de los sacerdotes. Pitágoras mismo emuló a Zoroastro, el mago persa, y los defensores de la secta de Pródico se glorían de poseer libros secretos de aquel hombre.

Otros testimonios de la influencia de la sabiduría de los bárbaros sobre los griegos

70.1. Alejandro, en (su libro) acerca de los “Símbolos Pitagóricos”, relata que Pitágoras fue discípulo de Zaratos el asirio -algunos le identifican a éste con Ezequiel, pero no es así, como luego demostraré-, y pretende que Pitágoras haya aprendido también de los Gálatas y de los Brahamanes.

70.2. Clearco el peripatético dice que conoció a un judío, que frecuentó a Aristóteles.

70.3. Heráclito, por su parte, dice que lo futuro se manifiesta a la Sibila no humanamente, sino merced a Dios. Así, dice él, en Delfos, junto a la sala del Consejo, se puede ver una piedra sobre la que, se dice, se sentó la primera Sibila, después de haber salido del Helicón y de ser alimentada por las Musas. Otros, sin embargo, afirman que vino del [monte] Manlio y era hija de Lamia, a su vez hija de Poseidón.

70.4. Sarapión dice en su poema que la Sibila no deja de profetizar incluso después de muerta, porque lo que de ella se esfumó por los aires después de su muerte andaba todavía vaticinando con señales y presagios; y de su cuerpo, descompuesto en la tierra, crece una hierba, como es natural, y escribe que cuantos animales, allegados sin duda a aquel lugar, la comen, también predicen con exactitud la indicación del futuro a los hombres por medio de las entrañas; y supone que el alma de la Sibila es el rostro que aparece en la luna.

Los maestros de la filosofía bárbara

71.1. Esto, acerca de la Sibila. Por su parte, Numa, el rey de los romanos, que era pitagórico, aprendiendo en Moisés prohibió a los romanos construir imágenes de Dios con figura humana o forma de animales. Así, en los ciento setenta primeros años, cuando [los romanos] construyeron templos no hicieron ninguna imagen esculpida ni pintada.

71.2. También Numa les hizo comprender, veladamente, que no es posible alcanzar el bien sumo si no es únicamente por el espíritu.

71.3. Así, la filosofía, bien de gran utilidad, fue honrada desde antiguo entre los bárbaros iluminando a las naciones; más tarde llegó también a los griegos.

71.4. La expusieron públicamente los profetas de Egipto, los caldeos de Asiria, los druidas de Galia, los samaneos de Bactriana, los filósofos celtas, los Magos de Persia -quienes con su ciencia preanunciaron el nacimiento del Salvador, siendo guiados por una estrella en su caminar hacia el país de Judea (cf. Mt 2,1-6)-, los gimnosofistas de India, y otros filósofos bárbaros.

71.5. Y éstos [últimos] son de dos categorías: los llamados sarmanes y los brahmanes. Los sarmanes, denominados habitantes de los bosques (u: hombres de madera), no viven en ciudades ni tienen casas, sino que se visten con cortezas de árboles, se alimentan con frutos silvestres y beben el agua con las manos; no se casan ni tienen hijos, al igual que los ahora llamados encratitas.

71.6. Entre todos los habitantes de India hay quienes obedecen las prescripciones de Buda. A éste le honran como dios por su excepcional dignidad.

Antigüedad del pueblo judío y de sus escritos

72.1. También Anacarsis, que era de Escitia, era considerado diferente de la mayoría de filósofos griegos.

72.2. Igualmente Helánico refiere que más allá de los montes Rípeos (o: Ripos; o: Rifeos) viven los Hiperbóreos, que se enseñan entre sí justicia y no comen carne, sino que se alimentan de los frutos de los árboles. A los sexagenarios los conducen fuera de las puertas de la ciudad y los hacen desaparecer.

72.3. Entre los germanos existen también las llamadas mujeres sagradas, quienes, observando los remolinos de los ríos, los torbellinos y rumores de las corrientes, conjeturan y predicen el futuro. Ésas son las que no permitieron a sus guerreros librar la batalla contra César antes que saliera la luna nueva.

72.4. Con mucho, el pueblo más antiguo de todos esos es el judío, y su filosofía escrita es anterior a la filosofía griega, lo demuestran ampliamente el pitagórico Filón y además el peripatético Aristóbulo, y otros muchos; no me detengo a nombrarlos.

72.5. Con toda claridad Megástenes, contemporáneo de Seleuco Nicator, en el tercer [libro] sobre “Los índicos” escribe: “Realmente todo lo manifestado acerca de la naturaleza por los ancianos [de Grecia], también fue dicho por los filósofos de fuera de Grecia; en efecto, o por los Brahamanes de la India, o por los llamados judíos en Siria” (Megástenes, Fragmentos, 715 F 3).

Heracles y Quirón

73.1. Algunos afirman, un tanto fantásticamente, que los primeros sabios nacieron entre los llamados Dáctilos Ideos, a quienes se atribuye el descubrimiento de las letras llamadas efesias y de los ritmos musicales. Por este motivo, entre los músicos existe el ritmo llamado dáctilo (lit.: los dactilos han recibido la denominación entre los músicos). Ahora bien, los Dáctilos Ideos eran frigios bárbaros.

73.2. Herodoro cuenta que Heracles (= Hércules), siendo adivino y físico, heredó de Atlante, bárbaro frigio, las columnas del universo; pero la leyenda pretende decir que también aprendió la ciencia de las cosas celestiales.

73.3. Hermipo de Berito llama sabio al centauro Quirón, de quien dice el que escribió la “Titanomaquia”, que fue el primero que “condujo el linaje de los mortales hacia la justicia enseñándoles juramentos, sacrificios sagrados y constelaciones del Olimpo” (Titanomaquia, 6).

73.4. Junto a éste [centauro] fue educado Aquiles, el que luchó en Troya; Hipo, la hija del centauro, desposada con Eolo, le enseñó la contemplación de la naturaleza, la ciencia de su padre.

73.5. También Eurípides atestigua sobre Hipo de la siguiente manera: “Ella fue la primera que vaticinó las decisiones divinas mediante claros oráculos conforme a las salidas de los astros” (Eurípides, Fragmentos, 482).

73.6. Este Eolo hospedó a Ulises después de la conquista de Troya. Presten atención a estos datos, para comparar la época de Moisés con aquella otra de la filosofía más antigua, contemporánea suya.