OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (107)

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Ezequías enfermo (cf. 2 R 20,1 ss.)
Hacia 960
Salterio otoniano
París
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO I

Capítulo VI: De la sabiduría humana a la sabiduría espiritual (continuación)

   Necesidad del trabajo sobre sí mismo

33.1. Mediante los ejercicios preparatorios se consigue la mejor ayuda para ver lo que es necesario. Ahora bien, las ideas constituyen la gimnasia de la mente. La naturaleza de las ideas es triple, según sean consideradas por la cantidad, el tamaño y por ambas a la vez.

33.2. El razonamiento [que procede] de las demostraciones infunde una fe segura en el alma del que lo sigue, de tal modo que no permite suponer que lo demostrado sea de otra manera; además no da cabida a los errores que tratan de insinuársenos.

33.3. Así, con estas lecciones el alma es purificada de las impresiones sensibles y se reanima (o: reaviva), para que, al fin, pueda discernir la verdad.

33.4. “Porque una educación y la buena cultura, si es constante, producen buenas naturalezas; y las buenas naturalezas, beneficiadas por esa educación, llegan incluso a ser mejores que sus precedentes por razón de la descendencia, como [sucede] también en los demás seres vivos” (Platón, República, IV,424 A; VII,527 D-E).

33.5. Por eso, también se dice: “Mira, perezoso, a la hormiga, y sé más sabio que ella” (Pr 6,6), porque ella deposita alimento abundante y variado, durante la cosecha, para la amenaza del invierno.

33.6. “Mira también a la abeja y aprende cómo trabaja” (Pr 6,8). También ella se extiende por todo el prado produciendo un solo panal de miel.

La administración del alma

34.1. Si rezas en tu aposento, como el Señor enseñó (cf. Mt 6,6; Jn 4,24), adorando en espíritu, no te preocupes sólo de la administración de la casa, sino también de la del alma: lo que en ella se debe atesorar, cómo y cuánto, lo que se debe guardar y atesorar dentro de sí, lo que debe arrojar lejos, y por qué. Porque los hombres de bien no lo son por naturaleza, sino por educación, al igual que los médicos y pilotos.

34.2. Ciertamente, todos vemos comúnmente la viña y el caballo, pero el agricultor sabe si el viñedo producirá buenos o malos frutos; y el buen jinete distingue fácilmente al [caballo] torpe del veloz.

34.3. Respecto de la virtud, algunos están mejor dotados por naturaleza que otros, como lo demuestran las actitudes (o: actuaciones) de los así dotados frente a los otros.

34.4. Pero lo más perfectamente realizado conforme a la virtud no constituye una prueba demostrativa de los mejor dotados, puesto que, cuando los peor dotados para la virtud reciben la educación conveniente, consiguen de ordinario una conducta intachable; y, por el contrario, enfrente están los convenientemente dotados, que se hacen malos por abandono. Dios, no obstante, nos creó sociables y justos por naturaleza.

Importancia de la enseñanza y del aprendizaje en la vida del cristiano

35.1. De ahí no debe deducirse que la justicia se manifieste por el mero hecho de estar depositada en nosotros, sino que se debe pensar que el bien de la creación es reanimado gracias al mandato divino, para que el alma, educada mediante aprendizaje, desee escoger lo mejor.

35.2. Pero lo mismo que afirmamos que se puede ser fiel sin letras (cf. 1 Co 1,27), de igual manera confesamos que comprender la doctrina de la fe no es posible sin aprendizaje. Ya que, en efecto, aceptar lo que se dice con verdad, y rechazar lo ajeno [a la verdad] no se debe a la fe sin más, sino a la fe relacionada con el aprendizaje.

35.3. Pero si la ignorancia es falta de educación, al mismo tiempo es también falta de conocimientos. La enseñanza engendra la ciencia de las cosas divinas y humanas.

35.4. Y de la misma manera que es fácil vivir rectamente en la penuria, también lo es en la abundancia; y confesamos que la virtud se alcanza más fácilmente y más pronto con la educación preparatoria, y no que no pueda ser alcanzada (o: cazada) de otra manera, aunque ciertamente antes, por los que han tenido algún estudio (o: hayan aprendido), y “por los que han ejercitado sus facultades” (Hb 5,14).

35.5. “Porque el odio ciertamente, dice Salomón, suscita disensiones; pero la educación guarda los caminos de la vida” (Pr 10,12), a fin de no ser engañado, ni sorprendido por quienes profesan la astucia para perjudicar a sus oyentes.

35.6. También dice:”La educación sin reprensión, yerra” (Pr 10,17); así, es necesario interesarse por la técnica de la refutación, para rebatir las opiniones engañosas de los sofistas.

Los peligros de una vasta erudición

36.1. También Anaxarco, el feliz (Eydaimonikós), escribe rectamente en el [tratado] “Sobre la Monarquía”: “La mucha erudición presta un gran servicio, pero también mucho daño al que la posee; en efecto, sirve al que es hábil, pero daña a quien fácilmente habla de todo y en cualquier sitio. Es necesario, por tanto, conocer las reglas del momento; porque ésa es la definición de la sabiduría. Sin embargo, cuantos cacarean un discurso a destiempo, aunque de alguna manera lo proclamaren sensato, no son tenidos por sabios, sino como necios” (Anaxarco, Fragmentos, 72 B 1).

36.2, Y Hesíodo: “... de las Musas, que hacen al hombre muy sagaz, inspirado y cantor...” (Hesíodo, Fragmentos, 310), llama muy sagaz al experto en razonamientos, cantor al que es hábil, e inspirado al que es experto, filósofo e instruido de la verdad.

Capítulo VII: De la sabiduría humana a la sabiduría espiritual (conclusión)

   Cómo se define la filosofía

37.1. Así, entonces, se hace evidente que la educación preparatoria griega, juntamente con su filosofía, ha venido hasta los hombres por decreto divino, no como guía, sino al modo como las lluvias irrumpen sobre la tierra fértil, sobre el estiércol y encima de los edificios. Pero hace germinar igualmente hierba y trigo; hace brotar también la higuera silvestre junto a los sepulcros, y cualquier otra planta más lozana todavía, y las salvajes crecen de igual manera que las buenas, ya que se benefician igualmente de la misma facultad de la lluvia, pero no tienen la misma lozanía que las que crecen en tierra fértil, y por eso se secan o se arrancan.

37.2. También aquí es útil la parábola de la siembra, que el Señor explicó (cf. Mt 13,3-8; Mc 4,2-8; Lc 2,5-8). Efectivamente, uno es el cultivador de la tierra [que hay] en los hombres: Aquel que desde la creación del mundo siembra las semillas alimenticias, el que hace llover su palabra poderosa en cada ocasión; sin embargo, son los tiempos y los lugares receptores quienes han originado las diferencias.

37.3. Por otra parte, el agricultor no siembra únicamente trigo (del que hay muchas especies), sino también otras semillas: cebada, habas, guisantes, arvejas, semillas de árboles frutales y semillas de flores.

37.4. También el cultivo de las plantas es propio de esa labor del campo, al igual que el estar ocupado en las mismas plantas, en los viveros, en los jardines, en las plantas estacionales, en la producción y cuidado de toda clase de árboles.

37.5. De igual manera, no sólo el pastoreo, sino también el apacentar bueyes, criar caballos, perros y abejas tienen su arte propio; en una palabra, el arte de apacentar rebaños y de cuidar su alimentación difieren más o menos entre ellos, aunque todos son de vital utilidad.

37.6. Pero, yo no llamo filosofía a la estoica, ni a la platónica, ni a la epicúrea, ni a la aristotélica, sino a lo que en cada uno de esos sistemas se dice convenientemente, y que enseña la justicia al mismo tiempo que el saber piadoso; a todo ese conjunto ecléctico denomino filosofía. Pero cuanto [los filósofos] han falsificado, producto de razonamientos humanos, eso no lo llamaré jamás divino.

El camino y la puerta

38.1. Consideremos ahora esta otra cuestión: si hay gente que sin ciencia vive correctamente. En efecto, han venido a dar por casualidad en el bien obrar, aunque algunos aciertan sagazmente en la doctrina de la verdad. “Porque Abraham no fue justificado por las obras, sino por la fe” (Rm 4,12. 16).

38.2. Porque si no tienen fe, las buenas obras del presente no encierran ninguna utilidad para ellos después de esta vida.

38.3. Por eso, las Escrituras fueron traducidas a la lengua de los griegos, a fin de que nunca pudieran excusarse ellos con pretexto de ignorancia, pudiendo haberlas escuchado también de nosotros, si es que lo desean.

38.4. Además, una cosa es que alguien hable sobre la verdad, y otra que la verdad se explique a sí misma. Una cosa es la conjetura sobre la verdad, y otra la verdad misma; una cosa es la semejanza, y otra [diferente] la realidad misma; porque una se puede obtener por aprendizaje y esfuerzo, la otra en cambio por virtud y fe.

38.5. La enseñanza de la religión es un regalo (o: un don), mientras que la fe es una gracia. Nosotros conocemos la voluntad de Dios haciendo su voluntad (cf. Jn 7,17). Dice la Escritura: “Abran, por tanto, las puertas de la justicia, y entraré por ellas para, alabar al Señor” (Sal 117 [118],19).

38.6. Pero los caminos [que llevan] hacia la justificación, porque Dios salva de muchas maneras (puesto que es bueno), son numerosos y variados (cf. Hb 1,1), y conducen hacia la puerta y el camino del Señor. Si buscas la entrada regia y auténtica, se [te] dirá (u: oirás): “Ésta es la puerta del Señor, los justos entrarán por ella” (Sal 117 [118],20).

38.7. “Ahora bien, siendo muchas las puertas que están abiertas, [la puerta] de la justicia está en Cristo; bienaventurados todos los que por ella entraren y enderezan sus pasos en santidad” (Clemente de Roma, Carta a los Corintios, 48,4) gnóstica.

38.8. A continuación, en la “Carta a los Corintios”, Clemente dice textualmente, al exponer las diferencias de los que son estimados en la Iglesia: “Sea uno fiel, sea capaz de exponer ciencia (o: de exponer la gnosis), sea sabio en la distinción de razones, sea casto en las obras” (Clemente de Roma, Carta a los Corintios, 48,5).