OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (104)

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Moisés ante el Faraón (Ex 5,1 ss.)
Siglo VII
Biblia Siríaca
París
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO I

Capítulo I: Prefacio. Segunda parte. Qué son los Stromata

   La verdadera tradición de la bienaventurada doctrina

11.1. Esta obra no es un escrito compuesto con todas las reglas del arte para la ostentación, sino que atesora memorias para mi vejez; y son un remedio contra el olvido, sencillamente un reflejo (o: apunte) y esbozo de aquellos brillantes y animados discursos que tuve el honor (lit.: fui juzgado digno) de oír a bienaventurados y realmente dignos varones.

11.2. De entre ellos, uno era el Jónico, que vivía en Grecia; otros dos habitaban en la Gran Grecia (uno era oriundo de la bahía de Siria, otro de Egipto); y otros [eran] de Oriente: uno de Asiria y otro de Palestina, hebreo de nacimiento. Al encontrarme con el último (en realidad era el primero por su capacidad), descansé tras hallarlo (lit.: darle caza) en Egipto, donde estaba oculto. Realmente era como una abeja siciliana que recogía (el néctar) de las flores del campo profético y apostólico, y que engendró un fruto puro de “gnosis” en el alma de sus discípulos (lit.: oyentes).

11.3. Estos [maestros] conservan la verdadera tradición de la bienaventurada doctrina que procede directamente de los santos Apóstoles Pedro, Santiago, Juan y Pablo, al igual que un hijo recibe la herencia de su padre (aunque son pocos los hijos que se parecen a sus padres [Homero, Odisea, II,276]); y llegaron con la ayuda de Dios, para depositar en nosotros aquellas semillas de sus antepasados y de los Apóstoles.

El Salvador siempre salva y continuamente actúa

12.1. Bien sé que [los lectores] se alegrarán; y no por la forma con la que yo me expreso, sino porque en ella sólo se conserva lo que ellos prescribieron. Porque me parece que la acción de un alma, que, sin perder nada, desea conservar la bienaventurada tradición, es la de emprender semejante investigación: “El hombre que ama la sabiduría alegrará al padre” (Pr 29,3).

12.2. Los pozos de los que se saca agua con frecuencia, la tienen más limpia; en cambio, de los que no se saca nada, se pudren. También el hierro conserva el brillo con el uso; en tanto que la herrumbre es producida por el desuso. En términos generales, el ejercicio engendra la buena disposición tanto de las almas como de los cuerpos.

12.3. “Nadie enciende una lámpara y la coloca debajo de un celemín” (Mt 5,15), sino sobre el candelero, para que alumbre a los que han sido invitados (o: dignos [de participar]) al banquete común (cf. Lc 14,24). ¿Para qué sirve una sabiduría que no hace sabio a quien es capaz de entenderla? El Salvador siempre salva y continuamente actúa, como ve [que hace] el Padre (cf. Jn 5,17 ss.; 9,4). Cuando uno enseña es cuando más aprende, y al hablar uno se convierte muchas veces en oyente de su propio auditorio. En efecto, “uno sólo es el Maestro” (Mt 23,8), tanto del que habla como del que escucha; y uno solo es también el que hace brotar tanto la inteligencia como la palabra.

Los misterios de la fe se confían a la palabra

13.1. De ahí que el Señor no prohibiera hacer el bien en sábado (cf. Mt 12,12), sino que permitió participar de los misterios divinos y de aquella luz santa “a quienes pudieron comprender” (Mt 19,11).

13.2. Y tampoco [el Señor] reveló a la mayoría lo que no estaba al alcance de todos, sino a unos pocos, a aquellos a quienes Él sabía que convenía, ya que podían entender y configurarse con aquellas cosas. Por eso los misterios, como Dios mismo, se confían a la palabra y no a los escritos.

13.3. Si alguno dijere que está escrito: “Nada hay oculto que no llegue a descubrirse., ni secreto que no venga a conocerse” (Mt 10,26), nosotros le diremos que el Verbo ha profetizado con esa sentencia que lo secreto será revelado a quien lo escucha secretamente, y que le serán manifestadas las cosas ocultas a quien sea capaz de recibir la tradición veladamente; y que lo que está oculto para la mayoría será manifiesto para unos pocos.

13.4. ¿Por qué no todos conocen la verdad? ¿Por qué no es amada la justicia, si es patrimonio común de todos? No obstante, los misterios se transmiten misteriosamente, para que estén en la boca del que habla y en la del que escucha; o mejor aún, no en la voz sino en el pensamiento (o: inteligencia; lit.: en el entender).

13.5. “Dios dio a la Iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para el perfeccionamiento de los santos, en orden a la realización del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo” (Ef 4,11-12).

Clemente explica las limitaciones de su obra

14.1. Conozco bien la fragilidad de estas notas escritas (o: colección de memorias), en comparación con aquel espíritu lleno de gracia, a quien tuvimos el honor de escuchar; podrán ser, no obstante, una imagen que a quien haya sido herido por el tirso (= vara enramada) le avive el modelo del ejemplar. “Porque quien hable a un sabio -dice [la Escritura]-, también se hará más sabio” (Pr 9,9), y “al que tiene, se le dará más” (Lc 19,26).

14.2. Pero, esto lo decimos no como quien interpreta suficientemente los misterios, puesto que se necesitaría mucho más; sino sólo para recordarlos, tanto en el caso de que los hayamos olvidado por completo, como para que no los olvidemos. Sé muy bien que con el tiempo se nos han olvidado muchas cosas, desvanecidas por no tenerlas escritas. Para soslayar la debilidad de mi memoria, también me he procurado un saludable remedio mnemotécnico: la forma de exposición continuada mediante resúmenes, que es obligatoriamente la que presentaremos en este [nuestro] proyecto.

14.3. En efecto, hay cosas de las que no recordamos nada (pues aquellos bienaventurados hombres tenían una extraordinaria capacidad [intelectual]); hay otras que, por no tenerlas anotadas, las hemos recordado alguna vez, pero ahora se nos han olvidado con el [paso del] tiempo; no obstante, las [que escribo] no son otras que aquellas, que permaneciendo en mi memoria casi habían desaparecido de la misma, puesto que no es fácil memorizar a quien no está bien ejercitado; precisamente ésas [quiero] reavivar en estas notas. Hay cosas que, escogiendo de lo conocido, tengo que pasar por alto voluntariamente, ya que tengo miedo de poner por escrito incluso aquello que reservamos al hablar, y no por envidia (pues no sería lícito), sino por respeto para quienes las lean, no sea que se precipiten [en ellas] de manera infundada, y venga a suceder que tendamos una espada al niño, como afirman quienes gustan de proverbios.

14.4. “Porque es imposible que haya escritos que no lleguen a divulgarse” (Seudo Platón, Epístolas, II,314 B), aunque yo no los haya dado a conocer [jamás]; sin embargo, lo que va y viene anunciado de continuo y de modo uniforme por la sola palabra escrita, no responde a un [posible] interrogador nada más que lo que está escrito, puesto que carece de la obligada ayuda, tanto del autor mismo como de cualquier otro que [anteriormente] haya recorrido el mismo camino(1).

La evangelización de la cultura

15.1. Mi escrito aludirá a algunas cosas e insistirá en otras y sólo mencionará unas pocas, pero procurará hablar de lo que permanece olvidado; desvelará lo oculto e indicará lo secreto.

15.2. También ofrecerá las opiniones de las sectas (o: herejías) más importantes; contradecirá todo aquello que debe ser dispensado providencialmente según la contemplación epóptica (o: contemplación suprema) y que se refiere a la gnosis, la cual progresará en nosotros conforme a la “gloriosa y venerable regla de la tradición” (Clemente de Roma, Primera epístola a los Corintios, 7,2), al comenzar por el origen del mundo, y expondrá primeramente aquellas ideas de la teoría física que hay que presuponer necesariamente, y desechará aquellos obstáculo que se interpongan a la concatenación de los pensamientos; y tendrá los oídos dispuestos para recibir la tradición gnóstica, a la manera que un labrador limpia de espinos y de toda clase de arbustos la tierra para plantar un viñedo.

15.3. Efectivamente, el que prepara un combate también pelea, y los ritos preparatorios de los misterios son ya misterios; por eso nuestra obra no titubeará en utilizar los [mejores] recursos de la filosofía y de cualquier otra propedéutica que nosotros recordemos.

15.4. No sólo hay que hacerse judío en virtud de los judíos y de quienes están bajo la Ley, como dice el Apóstol (cf. 1 Co 9,20-21), sino también griego por los griegos, con el fin de ganarlos a todos.

15.5. Y en la Epístola a los Colosenses escribe: “Amonestando a todo hombre e instruyéndolo en toda sabiduría, para que sea presentado como hombre totalmente perfecto en Cristo” (Col 1,28).

Importancia de la mediación humana

16.1. Además, la cumplida elegancia de la cultura se ajusta perfectamente a la forma de estas notas. La riqueza de la selección de textos es precisamente como un condimento sobreañadido a la nutrición del atleta; no del que es voluptuoso, sino de quien desea tener un buen alimento en aras de la competición. Por eso, cantando, distenderemos armoniosamente la tensión excesiva de nuestra gravedad en el hablar.

16.2. Al igual que quienes desean hablar delante de una multitud, a menudo lo hacen a través de un pregonero con el fin de que lo que dice sea mejor oído; así también nosotros -puesto que a muchos debemos hablar antes de tratar sobre la tradición misma- les acercaremos los pensamientos y los términos que les son familiares, y con los que el auditorio se sentirá más atraído.

16.3. En resumidas cuentas, ya que entre muchas perlas pequeñas una sola es la [mejor], y en una pesca abundante uno es el pez hermoso, con tiempo y esfuerzo la verdad resplandecerá, si tenemos ayuda suficiente; en efecto, la mayoría de los bienes divinos nos son comunicados a través de los hombres.

Un esbozo del plan de la obra

17.1. Todos los que tenemos ojos contemplamos lo que se pone delante de ellos, aunque de manera diferente unos de otros. Así, el cocinero y el pastor no contemplan de igual manera el rebaño (o: las ovejas); el primero observa si está gordo; el segundo, en cambio, mira la pureza de su raza (cf. Jn 10,11. 14). Aquel, si necesita alimento, ordeña la leche de las ovejas; el otro, no obstante, esquila la lana, si se encuentra necesitado de ropa.

17.2. De igual manera, a mí me interesa el fruto de la selección de los textos griegos. Pienso que en tales circunstancias nadie titule de afortunado un escrito al que nadie contradice; en cambio, deberá llamarse razonable aquel otro al que nadie puede contradecir razonablemente. Hay que aceptar no la acción y la doctrina que no reciben reproche alguno, sino aquellas a las que nadie puede contradecir de manera razonable.

17.3. Aunque uno no pueda realizar una empresa correctamente desde sus inicios, no puede decirse que actúa indiscriminadamente, sino que explicará su actividad inspirándose en la sabiduría de Dios o adaptándose [a ella]. Porque quien posee ya la virtud no necesita de camino [alguno] para conseguirla, como el que está sano [no tiene necesidad] de medicina.

17.4. Lo mismo que los agricultores riegan la tierra antes [de sembrar], así también nosotros regamos con el agua potable de los pensamientos griegos, regamos la tierra que ellos son, para que reciban la semilla espiritual que ha sido sembrada, y así pueda crecer [en ellos] fácilmente.

Sobre la filosofía

18.1. Por tanto, estos Stromata recorrerán la verdad mezclada a las enseñanzas de la filosofía, o mejor, envuelta y oculta en ellas, como el fruto comestible de la nuez; me parece que sólo a los labradores de la fe corresponde el custodiar las semillas de la verdad.

18.2. No se me ocultan tampoco las murmuraciones de algunos ignorantes timoratos que dicen que es necesario ocuparse de lo más imprescindible, o sea, de lo que contiene la fe, y prescindir, en cambio, de las cosas externas y superfluas, que nos fatigan inútilmente y nos ocupan el tiempo sin aportar nada al objetivo final.

18.3. Incluso hay quienes piensan que la filosofía es mala, porque se ha introducido en la vida de los hombres para su perdición por un malvado inventor.

18.4. Pero, yo mostraré a lo largo de estos Stromata que el vicio (lit.: la maldad) es de naturaleza mala, de la que ningún labrador puede jamás hacer crecer nada bueno, e insinuaré de alguna manera que la filosofía también es obra de la divina Providencia.
Capítulo II: Prefacio. Segunda parte. Qué son los Stromata (continuación)

   Utilidad de la filosofía

19.1. Además de estos recuerdos escritos, que incorporan en los momentos precisos, la doctrina helénica, yo quisiera añadir a mis detractores lo siguiente: en primer lugar, para suponer que la filosofía es inútil, al menos sería útil establecer la afirmación de su inutilidad.

19.2. En segundo lugar, tampoco se puede condenar a los griegos contentándose con la mera mención de sus opiniones, sin adentrarse con ellos hasta descubrir en profundidad los detalles de su pensamiento.

19.3. Porque sólo es válida la refutación cuando se basa en la experiencia, ya que la más perfecta demostración se manifiesta con el conocimiento de lo refutado.

19.4. Hay muchas cosas, en verdad, que no contribuyen al objetivo que prestigia al artista (o: al especialista); además, la cultura general (o: erudición) viene en ayuda de quien expone las verdades más importantes, está orientada a obtener la persuasión de los oyentes y, engendrando admiración en los catecúmenos, les orienta hacia la verdad.

La filosofía no separa de la fe

20.1. Digna de confianza es una conducción de las almas mediante la cual, los que gustan de aprender, reciben la verdad oculta, para que no piensen que la filosofía perjudica por sí misma la vida, y que ha sido producida por un demiurgo de falsas obras y acciones perversas, como algunos han hecho observar; puesto que la filosofía es una imagen clara de la verdad, un regalo divino concedido a los griegos.

20.2. Además, no nos separa de la fe, como embaucados por un arte engañoso, sino que, por decirlo de alguna manera, nos predispone con un más amplio bagaje, que sirve como de gimnasia común en la demostración de la fe.

20.3. Sí, también el contraste de opiniones provoca en sí mismo la verdad, mediante la cual se alcanza la gnosis; porque la filosofía no se impone por la razón anteriormente expuesta, sino gracias al fruto de la gnosis. Nosotros adquirimos el seguro convencimiento de poseer la verdadera ciencia de los significados ocultos.

20.4. No es necesario decir que los Stromata, repletos de ingente sabiduría, pretenden ocultar hábilmente las semillas de la gnosis.

El esfuerzo por alcanzar la verdad

21.1. Porque al igual que el apasionado de la caza captura la presa después de buscar, rastrear, seguir las huellas y azuzar a los perros, así también la verdad se manifiesta como algo dulce, una vez buscada y conseguida con esfuerzo.

21.2. ¿Por qué razón hemos preferido este género literario para nuestras notas? Porque existe el gran peligro de divulgar el contenido realmente misterioso de la verdadera filosofía a quienes desean injustamente contradecirlo todo, desechando todas las palabras y expresiones sin prudencia alguna, engañándose a sí mismos y hechizando a sus seguidores.

21.3. Como dice el Apóstol: “Los hebreos piden milagros; pero los griegos buscan sabiduría” (1 Co 1,22).
(1) “... Quien se enfrenta a la lectura de cualquier escrito -dice Clemente- no posee otra ayuda que su propia inteligencia para comprender lo que lee; o sea, nadie podrá entender otra cosa distinta de lo que literalmente puede leerse en dicho libro. Ya antes Platón había comparado la escritura con la pintura, producciones que se presentan como seres vivos, pero guardan el más solemne silencio a quien les interroga algo” (FP 7, p. 101, nota 129).