INICIACIÓN A LA LECTURA DE LAS OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (33)

Ciego.jpg
La curación del ciego
de nacimiento (Jn 9,1-7)

Codex Purpureus
Siglo VI
Museo Diocesano de Rossano, Italia
Gregorio de Nisa (+ hacia 394)[1]

Ignoramos la fecha de su nacimiento, que puede ubicarse en torno al 331, ya que su hermano Basilio nació hacia 329, y entre ambos hubo al menos otro niño: Naucracio.

Fueron su madre y, aún más, su abuela Macrina y su hermana mayor, Macrina la Joven, quienes transmitieron a Gregorio el legado de la fe. En tanto que de su padre, Basilio el Anciano, recibió la cultura profana y religiosa. Al parecer el joven no tuvo maestros famosos, pero la amplitud de sus conocimientos de retórica, filosóficos y científicos da testimonio de la seriedad de su formación, aunque sólo haya frecuentado “ciudades universitarias” de menor renombre.

Gregorio ejerció por un tiempo la función eclesiástica de lector (recibió el ministerio probablemente en 357) y debió pasar temporadas con los miembros de su familia que habían abrazado la vida monástica. Pudo así ampliar notablemente su cultura religiosa (Biblia, Filón, Orígenes). Sin embargo abandonó el lectorado (¿hacia 364/65?) para dedicarse a la enseñanza de la retórica. Se discute si contrajo matrimonio con una tal Teosebia o ésta fue una hermana pequeña que vivió con él hasta su muerte. Sus confidencias en el De Virginitate sugieren que sí estaba casado.

Cuando Basilio recurrió a personas de su confianza para asegurarse sufragáneos numerosos y fieles, hizo elegir a Gregorio para la sede de Nisa. Aunque no muy convencido, aceptó la ordenación episcopal (372). En los primeros años su servicio pastoral no fue muy acertado. Basilio mismo se queja en varias ocasiones de su ingenuidad, de su simplicidad, de su falta de sentido político y hasta de su carácter altanero.

Un sínodo “homoiano” lo depuso, a comienzos del 376, acusándolo injustamente de malversación de fondos e irregularidades canónicas en su elección. Pudo retornar a su sede hacia 377-378, al cesar las persecuciones y tras la muerte del emperador Valente (378).

Con la muerte de su hermano Basilio, la actitud de Gregorio cambió notablemente: tomó conciencia de su responsabilidad, de ser el “heredero” de su hermano, y jugó un papel de primer orden en los acontecimientos eclesiales. Fiel a la táctica de aquel, hizo elegir a su hermano Pedro (el menor de la familia) para la sede Sebaste, en el año 380. Mientras que en el plano literario compuso varias obras de carácter polémico para oponerse a quienes propugnaban teorías erróneas.

Participó en un sínodo reunido en Antioquía (379), que adoptó un símbolo que reconocía la única divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; viajó luego al Ponto, para asistir en su muerte a su hermana Macrina, y volvió a Nisa.

Como teólogo prestigioso, desempeñó un papel importante en el concilio de Constantinopla del 381. El Niseno pronunció el discurso de apertura. Al morir Melecio durante el concilio, fue Gregorio quien pronunció su elogio.

El sínodo de Constantinopla de 382, lo comisionó para que restableciese el orden eclesiástico en la provincia de Arabia y también en Jerusalén.

Volvió a Constantinopla en varias ocasiones, pues su elocuencia era muy apreciada por la Corte. En la primavera del 383, en un sínodo celebrado en esa ciudad, tuvo a su cargo un discurso sobre la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo. En el año 385, pronunció el elogio fúnebre de la princesa Pulqueria, y poco después el de la emperatriz Flacila.

Permanecen envueltos en la oscuridad los últimos años de la vida de Gregorio. Algunos conjeturan (W. Jaeger) que se dedicó a procurarle “una mística” al movimiento monástico organizado por san Basilio. Otros (J. Daniélou) suponían una declinación de su influencia, como consecuencia de la partida de Teodosio a Milán (en 388), del éxito de la predicación de Juan Crisóstomo y de las disputas que lo enfrentaron a su metropolita Heladio. Aunque también se puede pensar en una etapa de su vida en la que sintió con mayor urgencia concentrarse en los temas relacionados con la vida monástica, dejando en un segundo plano los problemas teológicos que hasta ese momento lo habían acaparado casi por completo. Son todas conjeturas que no pueden demostrarse fehacientemente.

La última noticia de su vida que tenemos es la inclusión de su nombre entre los participantes del sínodo de 394, en Constantinopla. Posiblemente murió poco después.

Obras(1)

Escritos exegéticos

Sobre la creación del hombre (De opificio hominis: PG 44,124-256; SCh 6) y Sobre el Hexámeron (Explicatio apologetica in Hexaemeron: PG 44,61-124)

Son obras de juventud, en las que Gregorio sigue las huellas de su hermano Basilio, buscando dar preponderancia al sentido literal del texto bíblico. Este criterio es llamativo porque en sus otras obras de idéntico género, aplicará sistemáticamente el método alegórico.

El resto de sus escritos exegéticos, bien podrían considerarse como obras ascéticas o místicas, y constituyen la parte más personal de su producción literaria. Justifican la atribución a su autor del título de “Padre del misticismo”. Son todas obras de madurez, escritas después del año 386.

Vida de Moisés (PG 44,297-430; SCh 1ter)

En el prefacio el autor explica cuál es la finalidad que lo ha guiado en su composición:

“… Me pediste, querido amigo, que trace un camino de perfección para tu vida. Muestras claramente tu intención de encarnar en tu vida la gracia que te llegue por mis palabras, si realmente hallares en mi tratado lo que buscas. Hay dos cosas por encima de mis fuerzas: explicar ahora en qué consiste la perfección y practicarla en mi vida. Creo que no soy yo el único que piensa de este modo. Otros muchos hombres eminentes y aun santos se declaran incapaces de lograrlo. (…)
Sea como fuere, pongamos en este tratado a Moisés como ejemplo de vida. Primero haremos una breve presentación conforme nos lo han dado a conocer las sagradas Escrituras. Luego buscaremos el sentido espiritual que contiene la historia para ver en ella una norma de virtud Entendiéndolo así, llegaremos a conocer cómo los hombres puedan alcanzar vida de perfección” (Vida de Moisés, pról., ns. 3 y 15).

“La Vida de Moisés comprende, pues, dos partes que responden a dos tipos de interpretación. Gregorio llama al primero historia. Se trata de un resumen de los acontecimientos de la vida de Moisés según Ex y Núm. Una exégesis literal, no en el sentido moderno, sino inspirada esencialmente por preocupaciones morales. Es una ampliación edificante, al estilo de la Haggadah judía(2), que depende mucho de Filón. Es muy distinta la theôría, lo esencial de la obra, donde la vida de Moisés pasa a ser el símbolo del itinerario espiritual del alma. También en esta concepción de la vida de Moisés como migración mística depende mucho de Filón. La tiniebla, en la que penetra Moisés en el curso de su ascensión, significa la trascendencia de la esencia divina respecto a todo espíritu creado. El alma a la búsqueda de Dios acaba por comprender que ver a Dios consiste en no verle y que es en la búsqueda misma donde reside el conocimiento de Él, que sobrepuja todo conocimiento”(3).

Gregorio desea mostrar que la vida de Moisés es la imagen de la ascensión hacia Dios. Su finalidad es descubrir el sentido espiritual de la historia de Moisés, y al mismo tiempo aclarar el carácter orgánico de la vida espiritual.

Su fecha de composición puede fijarse entre 390-392. Trad. en BPa 23 (1993).

Sobre los títulos de los Salmos (In inscriptiones psalmorum: PG 44,432-608)

La obra quiere mostrar que los cinco libros del Salterio representan otros tantos grados en la escala de la perfección, y que esos títulos poseen un significado alegórico destinado a nuestro provecho espiritual.

Homilías sobre el Eclesiastés (PG 44,616-753)

Se trata de ocho homilías que fueron primero pronunciadas y después puestas por escrito, por eso la obra tiene un carácter más oratorio que sus restantes escritos.

El Niseno busca enseñar a sus fieles que el espíritu debe elevarse por encima de las cosas sensibles y de los sentidos, renunciando a la belleza del mundo, para “adorar silenciosamente a la Potestad inefable en el santuario del alma”.

Homilías sobre el Cantar de los Cantares (PG 44,756-1120)

Son quince homilías (Ct 1,2--6,9), en las que Gregorio presenta de forma realmente admirable la ascensión infinita del alma:

“… Lo que se comprende es mayor que lo hasta ahora comprendido, pero no está en el término de lo que buscamos. El término adonde ahora hemos llegado es principio para escalar bienes superiores. Nunca se detiene en la sabiduría volviendo a empezar desde el primer escalón, ni llega tampoco al último desde donde no podría subir más. El deseo del que sube nunca se satisface con lo andado; sigue el alma subiendo de deseo en deseo, de lo más alto a lo infinito” (Hom. 8).

Traducción en: San Gregorio de Nisa. Comentario al Cantar de los Cantares, Salamanca, Eds. Sígueme, 1993 (Col. Ichthys, 16).

Homilías sobre las Bienaventuranzas (PG 44,1193-1301)

En ellas (son ocho en total) busca descubrir los ocho grados de la escala de la perfección que conduce a la visión beatífica.

Homilías sobre el Padrenuestro (PG 44,1120-1193)

Son cinco homilías que comienzan subrayando la necesidad de la oración, para luego pasar a comentar las peticiones del Pater, haciendo hincapié sobre todo en su sentido moral.


    Escritos teológicos

Contra Eunomio (PG 45,248-1121)

Basilio había escrito en 363-365 un tratado en tres libros “Contra Eunomio”, al cual éste había contestado, pero cuando aquel ya había muerto. Catorce años después (hacia 380), Gregorio refuta a Eunomio en dos tratados, y como éste no cesa de calumniar la memoria de su hermano, el Niseno compone un tercer tratado en el año 381. Luego, en 383, redacta una confutación detallada a la confesión de fe que Eunomio había sometido al emperador Teodosio. Tenemos así una obra en cuatro tratados que es una de las críticas más importantes del arrianismo.

Diálogo con Macrina (Dialogus de anima et resurrectione: PG 46,11-160)

Poco tiempo después de la muerte de Basilio, en 379, Gregorio visita a su hermana Macrina, la encuentra agonizante y pone por escrito el diálogo que tuvo con ella. Coloca en labios de Macrina sus propias ideas sobre el alma, la muerte, la resurrección y la restauración final de todas las cosas.

Traducción en: San Gregorio de Nisa. Diálogo sobre el alma y la resurrección, Buenos Aires 1952.

La gran catequesis (Oratio catechetica magna: PG 45,11-105)

Sin duda es la más importante de sus obras teológicas. Fue redactada en torno a los años 384-385 (o 386?), y puede decirse que es como el catecismo del Concilio de Constantinopla, aunque no sea una exposición exhaustiva.

Presenta el siguiente desarrollo:

I. La Trinidad (1-4);
II. Cristo y su misión (5-32);
III. La gracia y el cristiano (33-40).

“La Oratio cathechetica magna…, viene a ser una síntesis teológica que va desde el misterio trinitario y la creación a la escatología, con la persona de Cristo como hilo conductor. El amor divino y la miserable situación del género humano es la causa de la encarnación. Cristo y su redención ocupan el lugar central antropológico y cósmico. La mayor originalidad se encuentra en la parte dedicada a los sacramentos. Trata también de la vinculación necesaria de la fe con la conversión interior”(4). Trad. en BPa 9 (1990)

Obras ascéticas

De Virginitate (PG 46,317-416; SCh 119)

El tema principal de esta obra es: la creación del hombre a imagen de Dios. Exponiendo al mismo tiempo la doctrina de la contemplación que debe purificar y superar lo sensible, pues Dios está por encima de los conceptos humanos.

Gregorio también “cuida de precisar que su enseñanza sobre el matrimonio del alma con el esposo incorruptible vale tanto para hombres como para mujeres (XX,4,36); e insiste en que la continencia corporal no es un fin en sí sino un medio, una ayuda para el matrimonio espiritual del alma, una condición que favorece la contemplación”(5).

La obra puede datarse entre 370-371, siendo el más antiguo de todos sus tratados acéticos. Traducción en: BPa 49 (2000).

De professione cristiana (PG 46,237-249)

Gregorio define la profesión cristiana como una imitación de la naturaleza divina, insistiendo en que tal ideal no es demasiado elevado para el ser humano, ya que el hombre fue creado a imagen de Dios. Trad. en BPa 18 (1992).

De perfectione (PG 46,252-285)

Esta obra ofrece una enumeración de todos los nombres de Cristo, y muestra que la perfección cristiana es el fruto de las operaciones de Cristo en el alma. Trad. en BPa 18 (1992).

De instituto christiano (PG 46,288-305: son solamente extractos)

Posiblemente una de la ultimas obras de Gregorio. Se inspira largamente en la Vida de Moisés.

Es un texto destinado principalmente a los monjes, a quienes debía servirles como guía espiritual. La primera parte define una espiritualidad de la vida monástica. En tanto que la segunda trata sobre la vida en comunidad.

La edición crítica ha sido publicada por W. Jaeger, Gregorii Nisseni opera VIII,1. Opera ascetica, Leiden 1952, pp. 40-89. Trad. en BPa 18 (1992).

Vida de Macrina (PG 46,960-1000; SCh 178)

Biografía de su hermana, la que es presentada como un modelo de perfección cristiana, propuesto para imitación de quienes quieren ser perfectos. La muerte de Macrina aparece en esta obra como la coronación de la esposa de Cristo. Trad. en BPa 31 (1995).

La doctrina espiritual de san Gregorio está «dominada por la idea de la perfección concebida como un progreso. Se preocupa de justificar su doctrina apoyándola en la Escritura, sobre todo en san Pablo. El asunto de la Vida de Moisés es la cuestión de la perfección en materia de virtud. Si comienza diciendo que no la hay, es porque la virtud es esencialmente una marcha adelante. La perfección consiste en un progreso continuo. Domina toda la obra la imagen paulina del corredor enteramente tendido hacia delante (Flp 3,13). Gregorio participa con todo el pensamiento antiguo de la idea de que el objetivo de la vida espiritual es devolver el alma a su verdadera naturaleza, que es ser imagen de Dios. Sólo que frente a la idea platónica de una divinidad inmanente en el alma, que ésta reencuentra al retomar a si misma, se trata de un volverse hacia Dios que se le comunica y la transforma. La esencia del alma es así una participación en Dios siempre creciente, pero nunca concluida.

“En cuanto a la virtud hemos aprendido del Apóstol que hay un solo límite de la perfección: el no tener ningún límite. Porque este hombre de mente abierta y elevada, el divino Apóstol, corriendo siempre por la virtud, nunca cesó de tender hacia adelante, ya que no consideraba seguro el hacer un alto en la carrera. ¿Por qué? Porque todo bien, por su propia naturaleza, no tiene límite. Lo que le limita es la posición de su contrario, como la vida por la muerte y la luz por la tiniebla. Todo bien en todo lo que atañe a los buenos por su contrario. Pues lo mismo que el fin de la vida es comienzo de la muerte, también el alto en la carrera por la virtud es el comienzo de la carrera por la maldad” (De Vita Moyses, Pr. 5-6).

El modo en que el espíritu creado imita la infinitud divina sin confundirse con Dios es el progresar sin fin hacia Él. El deseo del alma queda colmado porque no conoce la comunicación más alta que Dios puede hacerle. A la par, Dios, a medida que se comunica, dilata su capacidad para hacerla capaz de bienes mayores.

Hay dos rasgos esenciales en la doctrina de Gregorio. Uno es este del progreso perpetuo como ley de la vida espiritual. Otro es el de la habitación del Logos y con él de la Trinidad entera en el alma del justo. La mística de Gregorio es una mística del Logos. La experiencia mística es una conciencia de esta presencia. Hay también otro rasgo llamativo en sus escritos espirituales: el paso continuo que hace del plano individual al social. La ascensión del alma no es solitaria. En el In Cant. el alma sube rodeada por el cortejo de otras almas que le están vinculadas. Santificándose a sí misma, es fuente de gracias para los otros. En Vit. Moys., Moisés aparece como transmisor de las plegarias de los hombres a Dios y de las gracias de Dios a los hombres. Para poder cumplir esta misión de mediador, primero hay que haberse aproximado a Dios. Por eso la vida contemplativa deberá preceder a la activa. Por eso mismo Moisés, al comienzo de su misión, comienza por retirarse al desierto de Madián, para dedicarse a las meditaciones elevadas y ser iluminado por la zarza ardiente. Gregorio destaca, más que la transmisión de la palabra de verdad, la comunicación de la santidad.

El ascenso a la perfección sólo es posible en vinculación viva con la Iglesia, como miembro del corpus Christi mysticum, como consecuencia de la participación en las fuerzas de gracia que permean ese cuerpo. El bautismo pone el fundamento de todo esfuerzo moral. La eucaristía es la vigorización de nuestra alma y el comienzo de la divinización (theopoíêsis). El esfuerzo ético y las gracias sacramentales se compenetran mutuamente»(6).

Sermones

Son pocos los sermones de Gregorio que han sido conservados (es muy posible que se deba a él mismo esta escasez). Sin embargo, los temas en ellos tratados son bastante variados.

Tenemos sermones litúrgicos consagrados a las fiestas de Navidad, Epifanía, Pascua, Ascensión. Debiendo prestarse particular atención sobre todo a este último (PG 46,689-693), primer testimonio de dicha fiesta, que posiblemente fue instituida por los Capadocios.

La forma de explicar el sentido de esa fiesta nos revela la profundidad de la doctrina de Gregorio: al descenso del Verbo en la carne corresponde el ascenso de la carne a los cielos; es el triunfo de la redención: el Verbo devuelve a su Padre la oveja perdida, que ha cargado sobre sus hombros, es decir, la humanidad asumida totalmente por la divinidad, la humanidad divinizada por la encarnación.

Se han conservado también sermones morales, dogmáticos (sobre la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo).

Además, Gregorio pronunció algunos panegíricos y oraciones fúnebres que han llegado hasta nosotros.

Cartas (PG 46,1000-1100; 45,237-240)

Se conocen en la actualidad unas 30 cartas de Gregorio, las cuales dan testimonio de sus intereses y de sus relaciones. Particularmente interesante resulta su epístola 2, en la que trata el tema de las peregrinaciones, por lo que parece muy populares en aquella época.

Notas

(1) Seguimos algunas de las valiosas indicaciones del curso de patrística, en francés, que se encuentra en: http://users.skynet.be/am012324/studium/bresart-patr/Cappad07.htm. Ver DSp VI, cols. 974 ss.; http://www.gregoiredenysse.com/
(2) Ampliación edificante – acento sobre lo maravilloso – supresión de los detalles chocantes.
(3) Trevijano, op. cit., p. 235.
(4) Trevijano, op. cit., p. 234.
(5) Trevijano, op. cit., p. 236.
(6) Trevijano, op. cit., pp. 237-238.
[1] DSp VI (1967), cols. 971 ss.; SCh 119 (1966), pp. 29 ss.; Ramón TREVIJANO ETCHEVERRÍA, Patrología, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1994, pp. 230 ss. (Sapientia fidei. Serie de manuales de teología, 5). Ver asimismo la catequesis del papa Benedicto XVI: http://www.mercaba.org/Benedicto%2016/AUDIEN/2007/09-05_Gregorio_de_Nisa.htm