INICIACIÓN A LA LECTURA DE LAS OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (22)

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Abraham e Isaac (Gn 22,1 ss.)
Siglo III
Catacumba de Santa Priscilla
Roma
Escritores africanos (fines del siglo II-inicios del siglo IV)

Introducción

En el período que nos ocupa con el vocablo África se designaban las regiones de ese continente próximas al Mediterráneo. Pero ni siquiera a todas ellas, sino que en su más amplia acepción, según la reforma de Diocleciano (284-305), esta Diocesis Africae comprendía las siguientes provincias:

1) Tripolitana (capital Oea);
2) Byzacena (capital Hadrumetum);
3) Africa Proconsular o Zeugitana (capital Cartago);
4) Numidia (capital Cirta);
5) Mauritania Sitifensis (capital Sitifi);
6) Mauritania Caesariensis (capital Caesarea).

África “romana” se identificaba entonces con el oeste de Libia, Túnez y Argelia. Con la reforma de Diocleciano la Mauritania Tingitana (capital Tingis) fue unida a la provincia Baetica (capital Hispalis, la actual Córdoba) de España (diócesis de Hispania), porque las comunicaciones resultaban así más fáciles.

Las jurisdicciones eclesiásticas coincidían solamente en parte con las civiles recién enumeradas. A pesar de ello se adoptaron los nombres de las seis provincias civiles.

Difícilmente puede reivindicarse un origen apostólico para el cristianismo africano. Lo confirma el silencio total a este respecto por parte de Tertuliano, Cipriano y Agustín.

El primer testimonio seguro de esta Iglesia de África se remonta al año 180. Son las actas de los mártires escilitanos, condenados a muerte por el procónsul Saturnino y decapitados en Cartago el 17 de julio del año 180. Según Tertuliano esta fue la primera persecución (ver Ad Scapulam 3,4) que padecieron los cristianos en África. A ella siguieron otras a fines del siglo II y comienzos del III. Una de las más célebres confesiones de su fe la dieron Perpetua, Felicidad y compañeros, en Cartago el 7 de marzo del año 203.

A comienzos del siglo III nos hallamos ante una comunidad cristiana bien organizada, con una jerarquía local a su frente, en la que sobresale nítidamente la figura del obispo.

Desde mediados del siglo III, especialmente durante el episcopado de Cipriano (248/49-258), son numerosos los datos que poseemos sobre esta Iglesia. Sabemos que se reunieron siete concilios, convocados por el mismo Cipriano: año 251, se trató el tema de los lapsos; año 252, de nuevo se abordó el tema de los lapsos; año 253, se trató el tema del bautismo de los niños y el caso del obispo Terapio, que había concedido la reconciliación al presbítero Víctor antes de que éste cumpliese plenamente con la penitencia; año 254, el tema central fue la situación de los dos obispos españoles Basílides y Marcial; año 255, tuvo como tema el bautismo de los herejes; año 256, hubo dos reuniones (primavera y la reunión del 1º de septiembre), también se trató el tema del bautismo de los herejes.

En el año 257 se reiniciaron las persecuciones. El 14 de septiembre del 258, bajo Valeriano, padeció el martirio el obispo Cipriano de Cartago.

El edicto de tolerancia de Galieno (hacia el 260) brindó un período de paz, que es un período oscuro en la vida de esta Iglesia, durante el cual, según parece, no hubo acontecimientos de relieve. Es posible que se trate de un período de reorganización eclesial, en el que se crearon las nuevas provincias eclesiásticas. De tal forma que en el 305 ya podemos ver, en la reunión de Cirta, cómo el episcopado de Numidia forma una circunscripción eclesiástica con un primado a su cabeza (Secundus de Tigisi).

La gran persecución afectó profundamente a la Iglesia africana. Hubo numerosas víctimas, y también varias deserciones incluso entre los mismos obispos. La reunión recién mencionada de Cirta (año 305) ofrece a este respecto un ejemplo poco brillante. Finalmente, al llegar la paz de Constantino un cisma conmoverá a la Iglesia de África: el donatismo. Ya a raíz de la elección de Cipriano se había producido un cisma. Al neoelecto se le oponían dos bandos: los confesores con Fortunato, y los novacianistas con Máximo. El cisma de los seguidores de Novaciano duró más allá del año 446, en que es mencionado por León el Grande. Las medidas tomadas por Constantino para conjurar este nuevo cisma se mostraron ineficaces. Se reunieron dos concilios, uno en Roma (el año 313) y otro en Arlés (al año siguiente); en ambos se consideró válida la elección de Ceciliano para la sede de Cartago. Sin embargo, habrá que esperar hasta la intervención de Agustín de Hipona para que se logre la pacificación y reunificación de la Iglesia del África.

Tertuliano (+después del 220)

Quinto Septimio Florencio Tertuliano nació en Cartago alrededor del año 155. Su padre era centurión de la cohorte proconsular. Ambos progenitores eran paganos. Procuraron a Tertuliano una sólida formación cultural, que le permitió hablar y escribir no sólo el latín sino también el griego. Además sus obras muestran que poseía una gran familiaridad con las técnicas de la retórica. Más difícil, y hasta el presente es un tema discutido, es afirmar su identidad en relación con el famoso jurista de cuya obra han pasado fragmentos al Digesto. Los últimos estudios sobre el tema se inclinan mayormente por negar esa identidad.
Contrajo matrimonio y no llevó una vida demasiado edificante hasta el momento de su conversión, en la que debe haber influido no poco el ejemplo de los mártires cristianos. Pareciera haber recibido el bautismo entre los años 193-195, casi con toda seguridad antes del 197. Inmediatamente puso todo su talento y cultura jurídica, literaria y filosófica al servicio del cristianismo.
Jerónimo, en una breve noticia que le dedica en su De vir. ill. (53), afirma que floreció como escritor entre los años 193-217, durante los imperios de Septimio Severo y Antonino Caracalla. Sostiene asimismo que era presbítero, pasando luego al montanismo por causa de las contumelias (injurias) del clero romano. Finalmente, nos dice que murió habiendo alcanzado una decrépita vejez. Excepto la cronología del período en que estuvo activo Tertuliano y su paso al montanismo, nos es imposible comprobar los demás datos que nos alcanza san Jerónimo.
Su paso al montanismo se inicia gradualmente, sobre todo a partir del año 207. San Agustín dice que tuvo una vejez solitaria pues como no llegó a entenderse con los montanistas formó su propia secta: los tertulianistas (ver Agustín, De haeresibus 86). Nada más sabemos de Tertuliano después del 220, fecha en que parece haber compuesto su última obra.

Su obra

Presentación de los escritos de Tertuliano por orden cronológico:

a) Primer período (hasta el año 200):

- 1) A los paganos (Ad nationes): obra de carácter apologético, escrita después de febrero de 197; en el segundo libro, presenta una fuerte crítica de la religión pagana en general y de las creencias romanas en particular.
- 2) Apología (Apologeticum): probablemente una de las obras más importantes de Tertuliano, compuesta a fines del año 197, dirigida al procónsul de Cartago y a los gobernadores de las provincias romanas de África. Tertuliano impugna la legalidad de las presecuciones y denuncia las condiciones inicuas en las que se desarrollan los procesos contra los cristianos. En los caps. finales trata de establecer la verdad de la doctrina cristiana.
- 3) A los mártires (Ad martyras): es una exhortación dirigida, presumiblemente en torno al año 197, a un grupo de cristianos que se encontraba en la cárcel e iban a ser entregados a la muerte, para que permanezcan firmes en la confesión de su fe. Algunos especialistas la ubican en los años 202/203
- 4) Contra los judíos (Adversus Iudaeos): escrito que surgió de una discusión entre un cristiano y un prosélito judío. Como, según Tertuliano, la verdad había quedado oscurecida, “juzgué conveniente examinar con más cuidado lo que, a causa de la confusión a que dio lugar la disputa, no se pudo esclarecer suficientemente y resolver por escrito para la lectura las cuestiones que se plantearon”. La tesis central es que el judaísmo ha perdido su condición de pueblo elegido, denominación que conviene ahora al cristianismo, abierto a todas las naciones.
- 5) Sobre el testimonio del alma (De testimonio animae): tratado apologético sobre la existencia de Dios, probada a través de la existencia del alma. Tertuliano recurre al principio enunciado en Apol. 17,6: el testimonio involuntario e irrecusable de la conciencia del hombre que, bajo el impacto de una emoción, se vuelve espontáneamente hacia Dios. No es muy segura su datación: entre 198-206.

b) Segundo período (200-206):

- 6) Sobre los espectáculos (De spectaculis): condena los juegos públicos en el circo, en el estadio, en el anfiteatro. El cristiano no debe asistir a esta clase de espectáculos pues son idolátricos por su origen, sus títulos, sus ceremonias, técnicas y lugares. Hacia el 198.
- 7) Sobre la oración (De oratione): primer comentario latino al Padrenuestro; seguido de variadas consideraciones sobre diversos aspectos de la liturgia y la disciplina. Entre 198-206.
- 8) Sobre la paciencia (De patientia): virtud que es un don de Dios, y de la que Jesucristo nos dio un ejemplo acabado; la paciencia es fundamental para la vida del cristiano. Años 198-206.
- 9) Sobre la penitencia (De paenitentia): en la primera parte trata de la penitencia en general, su naturaleza, su objeto, sus efectos (caps. 1-5); después examina lo relativo a la penitencia a la que debe someterse todo adulto antes del bautismo (cap. 6); y en la segunda sección (caps. 7-12), presenta la penitencia postbautismal, que Dios misericordioso “ha puesto en el vestíbulo para abrir la puerta a los que llamen, pero solamente una vez, porque ésta es ya la segunda” (cap. 7). Entre 198-206.
- 10) Sobre el vestido de las mujeres (De cultu feminarum): trata todo lo relacionado con el adorno de las mujeres. Recomienda la simplicidad, que es la mejor custodia de la castidad cristiana. Hacia 202.
- 11) A su esposa (Ad uxorem): testamento a su esposa, le aconseja no volver a casarse si queda viuda; y si contrae nuevas nupcias que lo haga con un cristiano. Obra escrita entre 198-206.
- 12) Sobre el bautismo (De baptismo): contra una secta gnóstica que cuestionaba la eficacia y utilidad del bautismo. Años 198-206.
- 13) La prescripción de los herejes (De praescriptione haereticorum): derecho de poseer e interpretar las Escrituras que tienen los cristianos, del cual no gozan los herejes porque no forman parte de las Iglesias fundadas sobre los apóstoles, y que profesan la fe verdadera. Hacia el año 200.
- 14) Contra Hermógenes (Adversus Hermogenem): refuta las teorías dualísticas de los gnósticos; defiende la creación y sostiene que la materia no es mala. Año 200 (o entre 198-206).

c) Tercer período (206/7-212: se aprecia un influjo del montanismo):

- 15) Contra Marción (Adversus Marcionem): en los libros I y II se establece la unidad de Dios, justo y bueno, y la identidad entre Dios y el Creador; el libro III, desarrolla la unidad de Cristo, que es el Mesías anunciado por los profetas; los libros IV y V son una crítica de la Biblia usada por Marción: no hay contradicción entre el AT y el NT. La obra fue compuesta entre 207-211/12.
- 16) Contra los valentinianos (Adversus Valentinianos): fuerte crítica de la cosmogonía valentiniana, redactada entre 208-212.
- 17) Sobre el alma (De anima): Tertuliano estudia el origen, desarrollo y destino del alma. Rechaza las explicaciones “platonizantes” y aquellas inspiradas en el estoicismo. 208-212.
- 18) Sobre la carne de Cristo (De carne Christi): obra que fue escrita entre 200-203, y luego retomada y terminada entre 208-211; en ella refuta a los gnósticos que negaban la encarnación de Cristo.
- 19) Sobre la resurrección de los muertos (De resurrectione mortuorum): esta obra fue compuesta en torno al año 211; estaba dirigida contra los herejes que admitían la inmotalidad del alma, pero negaban la resurrección de la carne; trata asimismo sobre la segunda venida de Cristo; el juicio y la resurrección.
- 20) Exhortación a la castidad (De exhortatione castitatis): 208-212; desaconseja las segundas nupcias; apoyándose en 1 Co 7,9, desarrolla una argumentación de neto corte montanista.
- 21) Sobre el velo de las vírgenes (De virginibus velandis): 208-212; las vírgenes deben llevar el velo en todo lugar, tanto en la calle como en las iglesias.
- 22) La corona (De corona): después de febrero 211; Tertuliano sostiene que el uso de las coronas está indisolublemente unido al paganismo, e insinúa que el servicio militar como tal es contrario al espíritu del cristianismo.
- 23) Scorpiace: contra los gnósticos se exalta el valor del martirio; el título hace referencia a la medicina contra la mordedura del escorpión. Fecha de composición: 203-206, o 213 (?).
- 24) A Scápula (Ad Scapulam): año 212; carta dirigida al procónsul del mismo nombre, que en el 211 había comenzado a perseguir a los cristianos.
- 25) Sobre la idolatría (De idolatria): 203-206; se prohíbe a los cristianos toda actividad que pueda implicar una contaminación idolátrica.

d) Cuarto período (212/213 en adelante: Tertuliano montanista):

- 26) Sobre la huida en la persecución (De fuga in persecutione): 213; Tertuliano sostiene que ni la Escritura ni el Paráclito autorizan a los responsables de las Iglesias a huir en tiempos de persecución.
- 27) Contra Práxeas (Adversus Praxean): 213, o poco después; obra destinada a comabtir al asiático Práxeas, quien defendía la unidad divina al extremo de poner en duda la Trinidad; importante tratado dogmático, el más antiguo dedicado a esta verdad de nuestra fe.
- 28) La monogamia (De monogamia): después de 313; Tertuliano condena las segundas nupcias, y presenta el matrimonio como una simple tolerancia permitida por la bondad de Dios.
- 29) Sobre el ayuno (De ieiunio adversus Psychicos): obra posterior al año 213; virulento “panfleto” dirigido contra los católicos, quienes se niegan a observar las innovaciones propuestas por los montanistas en materia de ayuno.
- 30) Sobre la modestia (De pudicitia): años 217-222; se niega que la jerarquía episcopal tenga el poder de perdonar los pecados de idolatría, homicidio y adulterio, a los que considera “irremisibles”.

La obra (31) Sobre el manto (De pallio), el más breve de los escritos de Tertuliano, es muy difícil de datar. Hasta el presente no hay acuerdo entre los críticos (193? 209? 222-235?). En ella Tertuliano se defiende de las críticas que le hacen por haber sustituido en su vestido la toga romana por el manto (pallium). Sostiene que ha procedido así para hacer profesión de “vida filosófica”, y proclamar su compromiso con “una secta y una moral plenamente divinas”.

La mejor edición crítica de las obras de Tertuliano es la del CCL (vols. 1 y 2, 1953-1954). En el vol. 2 se incluyen también las obras de las que nos restan únicamente fragmentos, como asimismo aquellos tratados de dudosa o espuria autenticidad.