SANTÍSIMA TRINIDAD
La adoración de la Santísima Trinidad. 1511. Albrecht Dürer. Nürnberg, Alemania.
¿Pretendes vaciar el mar?[1]
¿Te acuerdas de aquello que cuentan de san Agustín? Eso de que paseando pensativo por la orilla del mar se estaba rompiendo los sesos para tratar de entender las cosas de Dios y la Trinidad Santísima y que se le apareció un niño que en sus juegos llenaba una y otra vez su baldecito con agua para corriendo vaciarlo rapidito en un agujero en la arena… Y de que, ante la pregunta de Agustín qué estaba haciendo, el niño le respondió: lo mismo que tú, que con el baldecito de tu inteligencia estás pretendiendo vaciar el Océano del misterio de Dios…
Cuentan que un niño estaba jugando con su computadora y que frenándose de golpe, y, a boca de jarro, le pregunta a su mamá: ¿mami, cómo es Dios? La mamá lo mira en silencio y con todo su cariño se le acerca, lo abraza, lo besa y teniéndolo fuertemente abrazado le susurra al oído: ¿cómo te sientes ahora, hijo? El niño no quiere por nada del mundo que mamá afloje su abrazo, y, levantando sus ojos hacia los suyos, le contesta: me siento muy bien, súper bien. Y la mami le susurra: hijito mío, te voy a revelar un secreto, Dios es así. Dios es como un abrazo que abrasa lleno de amor…
Sólo un amor, fuerte y quemante, semejante al de un abrazo eterno, es capaz de balbucear algo del misterio de Dios. ¿No será esa una humilde pero certera aproximación al misterio de Dios-Trinidad? ¡Dios no es soledad, sino abrazo eterno, comunión, fuego de amor inextinguible! El inabarcable mar de su ser está lleno de un infinito movimiento de amor. Nuestro Dios no es un Dios ausente y distraído. ¡No! Es encuentro, relación mutua, comunión y don recíproco, en una palabra: Trinidad.
El Señor Dios es éxtasis, es decir: un-salir-de-Sí buscando dar un abrazo de amor. Y saliendo encontró un pueblo obstinado y cabeza dura del cual quiso hacerse compañero de peregrinación, acompasando sus Pasos al ritmo de los pasos de ese su pueblo: El Señor pasó delante de (Moisés) y exclamó: “El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad. El mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado…”. Moisés cayó de rodillas y se postró, diciendo: “Si realmente me has brindado tu amistad, dígnate, Señor, caminar en medio de nosotros” (Ex 34). Dios nuestro Padre puso sus pasos al ritmo de los nuestros, tanto es así, que nos regaló su Amor en Jesús; el Hijo, en quien somos hijos e hijas. Él es el Salvador que camina ‘juntito a nosotros’, o mejor: en-nosotros. El Espíritu es el anticipo hecho Persona de la promesa del abrazo eterno que ya anticipamos en cada Eucaristía…: Por Cristo, con Él y en Él a Ti, Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria en la unidad del Espíritu Santo… Amén.
[1] Elevación para el Domingo de la Santísima. Trinidad: 15 de junio 2014. El cuadro representa a: San Agustín y el niño. Casa de la comunidad de Santa Rita, Madrid: agustinosrecoletos.org