OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (845)

Oración al Espíritu Santo
1555
Liturgia de las Horas
Francia
Orígenes: Homilías sobre el libro del profeta Ezequiel
Homilía I
El viento norte, fuerte y violento, es figura del Maligno que se opone con dureza a la vida de fe de los cristianos (§ 14).
El Aquilón
14. “He aquí, que un viento que arrebataba venía del Aquilón” (Ez 1,4). Y este hecho, que el viento que arrebataba venía del Aquilón[1] y luego regresaba, tiene sentido. Porque del Aquilón se desencadenan las calamidades sobre los habitantes de la tierra. El viento del Aquilón, el más violento, al que llamamos con otro nombre: Destro (Dextrum; cf. Pr 27,16 LXX), que, en los cuatro puntos cardinales del cielo, desde donde se dice que los vientos soplan, es el más frío y el más impetuoso. Y, además, aquello que está escrito en [el libro de los] Números respecto al orden de los campamentos en Israel, tiene esta figura. Pues el último campamento, el de Dan, está situado hacia al Aquilón. El primero es el campamento de Judá, frente al oriente; sigue aquel de Rubén; luego, junto al mar, está el de Efraín; y en el extremo, como ya mencionamos, hacia el Aquilón, el de Dan (cf. Nm 2,3-25). Y el caldero que se describe encendido se enciende desde la parte norte (cf. Jr 1,13). “Aquilón”, en efecto, se dice figuradamente como “fortaleza contraria”, es decir, Zabulo, que es realmente el viento más duro (cf. Si 43,20). Por tanto, ese espíritu que viene del Aquilón arrebata, de donde está escrito: “El viento que arrebata consigo venía del Aquilón, y en él había una gran nube” (Ez 1,4), como ya hemos explicado. “Y hay resplandor a su alrededor y un fuego brillante” (Ez 1,4). Podría decirse que es fuego ardiente, pero le disgustó a la Escritura mencionar la tristeza y describir su obra, y por eso, en lugar de una visión punitiva, solo añadió el resplandor del fuego[2].
Fragmentos griegos: “Del Aquilón, en efecto, viene el viento que arrebata”: no porque venga de ese lado, sino porque regresa después de haber arrebatado. Tiene un motivo este “viene”: pues se llevaron el campamento de Dan colocado hacia el Aquilón (cf. Jc 18,12), aunque al final, y siguieron el arca de Dios hasta el descanso.
Un poco más adelante Aquilón se dice en sentido figurado: la potestad adversa.
Por medio del recurso a cinco textos bíblicos se expresa la necesidad de que todas las criaturas se sometan a Dios; y para ser salvadas “deben arrodillarse ante el Señor Jesús”. Pero este sometimiento debe ser pacífico, sin violencia, espontáneo, “realizado racionalmente y con sabiduría, pues solo así puede ser digno de Dios”[3] (§ 15).
La visión de los cuatro seres vivientes
15. “Y en medio del fuego, como una imagen de cuatro seres vivientes; he aquí su aspecto: había en ellos una semejanza humana; cada uno tenía cuatro rostros y cuatro alas; y sus piernas rectas, y sus pies cubiertos con plumas” (Ez 1,5-7). Ves cuáles son las realidades gobernadas por Dios, como aquí: “Tú que te sientas, dice, sobre los querubines, aparece” (Sal 79 [80],2). Querubín se interpreta como “plenitud de conocimiento”, y quienquiera que esté lleno de ciencia, se convierte en un querubín, que Dios gobierna. ¿Qué quieren decir esas cuatro caras? Todas aquellas realidades que deben ser salvadas, doblan la rodilla ante el Señor Jesús y son señaladas de modo trino por el Apóstol: “Para que, en el nombre de Jesús, toda rodilla se doble, las criaturas celestiales, terrestres, e infernales” (Flp 2,10). Y las que doblan las rodillas ante el Señor Jesús, están sometidas a Él. Y las que le están sometidas, dicen: “¿No está mi alma sometida a Dios? Porque junto a Él está mi salvación” (Sal 61 [62],2); y: “Es necesario que Él reine, hasta que ponga a todos sus enemigos debajo de sus pies” (1 Co 15,25). Entonces, ¿cuál es el cuarto rostro? [Las criaturas] celestiales, terrenales e infernales, son solo tres. Ciertamente está en aquel [versículo que dice]: “Alaben al Señor, cielos de los cielos, y las aguas, que están sobre los cielos, que alaben el nombre del Señor” (Sal 148,4-5)[4]. Todas realidades cosas son gobernadas por Dios y conducidas por su majestad.
Orígenes experimenta perplejidad frente a la antropología de cuño platónico, que no encuentra apoyo en los textos bíblicos. “Por eso prefiere hablar solo de dos almas: una de carácter celestial y más divina, y otra inferior, y utiliza solo ocasionalmente la idea del alma tripartita”[5] (§ 16.1).
La voluntad de Dios debe ser nuestra guía en la vida presente
16.1. “Dondequiera que va el viento, van también los seres vivientes” (Ez 1,12). Estos mismos seres vivientes tienen una cierta semejanza humana, aunque con cuatro caras. No se dice al principio que tengan cuatro caras, sino que está escrito que entre las cuatro caras se destaca y es predominante el rostro humano, del que se afirma: “Cara humana y cara leonina a la derecha, en las cuatro partes, y cara de toro[6] a la izquierda, en las cuatro partes, y cara de águila en las cuatro partes” (cf. Ez 1,5. 10). Veamos, por tanto, si esto no indica un alma tripartita, sobre la cual también han debatido otros; y si, además, el alma tripartita no es gobernada por una cuarta parte: la fuerza. ¿Qué es la tripartición del alma? Por el hombre se indica lo que en ella es racional; por el león, la iracundia; por el toro, la concupiscencia. Pero el espíritu, que preside para ayudar, no está a la derecha, como el hombre o el león, ni está a la izquierda, como el toro, sino que se encuentra por encima de las tres facciones. De hecho, el águila es nombrada en otro pasaje, para significar con ella al espíritu que preside el alma, y hablo del espíritu del hombre que están en ella. Y así, todos los seres, celestiales, terrestres, infernales y los que están sobre los cielos son conducidos por la voluntad de Dios; y todos nosotros somos hechos querubines, los que están bajo los pies de Dios, a los que están unidas las ruedas del mundo y ellas le siguen. Pues ya no estamos debajo de la rueda, ni bajo el dominio de las preocupaciones del siglo, ya que por la pasión de Cristo somos liberados de los negocios del mundo.
Fragmentos griegos: Hay que ver en cada ser viviente el alma, mientras que en cada rostro [hay que ver] sus potencias: la racional en el hombre, la irascible en el león, la concupiscible en el toro, en cambio, en el águila la fuerza que auxilia. ¿De dónde proviene esta? No está dicho que ni de la derecha ni de la izquierda, pero es claro que de lo alto respecto a los tres [seres vivientes]. Y es este, conforme aparece, el espíritu del hombre, que está en él para ayudar al alma.
[Sin embargo, este modo de comprender no es seguro, pero de este espíritu es necesario decir que es la facultad principal. En cambio, algunos han interpretado los animales como los cuatro límites del mundo, los rostros como los cuatro elementos de los que está constituido el todo; pero esto es demasiado burdo].
Así, por tanto, todo es conducido por el Verbo de Dios, [que lleva en sí mismo el Padre y el Espíritu Santo en la naturaleza, no en la ypostasis];
son, por consiguiente, conducidas o bien guiadas, las realidades sobrenaturales, celestiales, terrenas y subterráneas[7].
Conclusión de la homilía
16.2. “Y una rueda en medio de la rueda” (Ez 1,16)[8]. Si consideras cómo, a través de eventos opuestos, evoluciona el universo, ya sea en aquellos que están retenidos en el error, o en aquellos sobre los que se dice que están alejados del error, verás cómo la rueda está en medio de la rueda[9]. Sin embargo, todo esto lo gobierna el Dios de todo el universo, dirigiéndolo hacia donde quiere, en Cristo Jesús, a quien pertenece la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. ¡Amén! (cf. 1 P 4,11).
Fragmentos griegos: “Y mire, y he aquí una única rueda sobre la tierra”. “Rueda” es este mundo, la generación misma. Nosotros, hombres, que provenimos de la generación, hemos [entrado] en la rueda.
La rueda es el ciclo del año[10].
[1] O: viento norte.
[2] Se debe tener en cuenta que “Orígenes subraya, sobre el fundamento de la Escritura, el doble efecto del fuego: constructivo, en cuanto ilumina y calienta de amor divino; y destructivo, en cuanto produce la destrucción del mal. Incluso en el segundo sentido, el fuego tiene un valor positivo, pues se debe comprender en el sentido espiritual, como potencia purificadora” (OO 8, p. 131, nota 103).
[3] OO 8, p. 132, nota 106. Cf. Orígenes, Homilías sobre el Levítico, VII,2.4-5; SCh 286, pp. 312-315: «“Cuando haya consumado, dice [Jesucristo], tu obra” (cf. Jn 17,4). ¿Cuándo consuma esta obra? Cuando a mí, que soy el último y el peor de todos los pecadores, me haya consumado y [hecho] perfecto, entonces habrá consumado su obra; porque ahora todavía su obra es imperfecta, mientras yo permanezco imperfecto. En consecuencia, todavía yo no estoy sometido al Padre, ni Él puede decir que está sometido al Padre (cf. 1 Co 15,28). No porque Él mismo carezca de la sumisión al Padre, sino que [es] por mi causa que su obra aún no ha sido consumada, que dice no estar sometido; puesto que así lo leemos: “Somos el cuerpo de Cristo y sus miembros en parte” (cf. 1 Co 12,27). Qué es lo que significa “en parte”. Yo ahora, por ejemplo, estoy sometido a Dios según el espíritu, esto es, en intención y voluntad; pero en tanto que en mí “la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne” (Ga 5,17), y que todavía no puedo someter la carne al espíritu, ciertamente estoy sometido a Dios, pero no completamente, sino “en parte”. En cambio, si también puedo arrastrar mi carne y todos mis miembros a [estar] en consonancia con el espíritu, entonces apareceré perfectamente sometido».
[4] Sobre la identificación de las aguas celestiales con los ángeles, cf. el Contra Celso, V,44; BAC 271, p. 369 (SCh 352, p. 93, nota 2).
[5] OO 8, p. 133, nota 107.
[6] Otra traducción: de becerro.
[7] Los pasajes entre corchetes deben atribuirse al que compuso la catena. La segunda de ellas “contiene una precisión de ortodoxia trinitaria que Jerónimo no tendría motivo para suprimir. En el texto griego se lee que todo es llevado por el Logos: en el latín, en cambio, por la voluntad de Dios: en este caso se puede pensar en una variante jerominiana” (OO 8, p. 442, nota 15).
[8] Una traducción alternativa: “Una rueda dentro de una rueda” (cf. La Biblia griega, IV, p. 394). “Tal vez, se trate de dos ruedas en ángulo recto, lo que les permite avanzar en todas las direcciones sin tener necesidad de rotarse” (SCh 352, p. 97, nota 4)
[9] Cf. Orígenes, Homilías sobre Josué, III,1.6; SCh 71, pp. 126-129: “[Cuando] hoy me esfuerzo en la lucha de esta vida y combatiendo contra mis enemigos, esto es, las potencias adversas, mira cómo vienen en auxilio aquellos, que antes de la venida de mi Señor Jesucristo fueron justificados por la Ley. Mira cómo Isaías me presta ayuda, cuando me ilumina con la lectura de sus palabras. Mira, ceñido y preparado, viene Jeremías en nuestra ayuda y con las flechas de su libro pone en fuga a los enemigos acérrimos, a las tinieblas de mi corazón. Se ha ceñido también Daniel para auxiliarnos, cuando nos instruye y advierte sobre la presencia de Cristo y del reino, y sobre el futuro fraude del Anticristo. Está presente asimismo Ezequiel que nos manifiesta los misterios celestiales en el cuadriforme círculo de las ruedas, encerrando la rueda en las ruedas (cf. Ez 1,16). También [está] Oseas, que conduce los escuadrones de la columna de los doce profetas, y todos avanzan ceñidos los lomos con la verdad (cf. Ef 6,14; Is 11,5), que anuncian para auxiliar a sus hermanos; para que, instruidos por sus libros, no ignoremos las astucias diabólicas”.
[10] Estos textos tienen un cierto eco en el Comentario de Jerónimo a Ezequiel, I,1,15; BAC 655, pp. 34-37 (OO 8, p. 444, notas 16 y 17).