OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (570)

El sermón de la montaña

Hacia 1440

Inglaterra

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XXVII (Nm 33,1-49)

Mano excelsa

8.2. Has de saber, sin embargo, que, después de aquella Pascua, que se tuvo en Egipto, encontramos que se celebró una vez la Pascua en el desierto, cuando fue dada la, y otra, como hemos observado en los Números (cf. Nm 9,1 ss.); y después de ésta, ya no se celebró en ningún sitio, fuera de la tierra de promisión[1]. Así pues, el día decimoquinto del primer mes, en el día siguiente al de la Pascua, que es el día primero de los ácimos, “salieron los hijos de Israel de Rameses con mano -dice- excelsa, a la vista de todos los egipcios” (Nm 33,3). ¿Qué significa mano excelsa? También se dice en otro lugar: “Sea elevada tu mano” (Sal 9,33 [10,12]). Donde no hay obra humana ni terrena, sino divina, allí se menciona la mano excelsa. Puesto que por mano, como hemos dicho muchas veces, se entienden las obras. En mano, por tanto, excelsa, salieron, a la vista de todos los egipcios.

El Señor tomó venganza contra los demonios 

8.3. “Y los egipcios -dice (la Escritura)- sepultaban a sus muertos” (Nm 33,4); los muertos sepultaban a sus muertos (cf. Mt 8,22), en cambio, los vivos seguían al Señor, su Dios. Después de esto se dice: “Y contra sus dioses tomó venganza el Señor” (Nm 33,4). Pero también en el Éxodo dice así: “Y contra todos los dioses de los egipcios tomará el Señor venganza” (Ex 12,12). Pero aquí dice que el Señor tomó venganza de ellos. Hay algunos que se dicen dioses, en el cielo o en la tierra (cf. 1 Co 8,5), como indica el Apóstol. Pero también se dice en los Salmos: “Todos los dioses de las naciones (son) demonios” (Sal 95 [96],5 LXX). No llama dioses, por tanto, a los ídolos, sino a los demonios que se asientan en los ídolos. Contra éstos tomó el Señor venganza. De todos modos, querría saber cómo toma Dios venganza contra los demonios, cuando el día de la venganza y del juicio todavía no ha llegado.

La venganza contra los demonios

8.4. Mas yo pienso que esta venganza contra los demonios se hace cuando uno que había sido seducido para adorar a los ídolos, convertido por la palabra del Señor, honra al Señor; y por el mismo hecho de la conversión, se produce la venganza contra el que lo había seducido. De modo semejante, si uno que había sido seducido por los demonios para que fornicara, se convierte a la pureza, ama la castidad y llora su error, por sus lágrimas de penitencia es abrasado e incendiado el demonio, y así se produce la venganza contra el autor de la seducción. De modo semejante también, si alguien retorna de la soberbia a la humildad y de la lujuria a la moderación, por cada una de estas cosas flagela y atormenta a los demonios que en ellas lo habían engañado. 

Los demonios odian a cualquier ser humano que se dedica a la palabra de Dios

8.5. ¿Se imaginan con cuántos tormentos son afligidos, si ven a alguno que, según la palabra del Señor, vende todos los bienes que posee y se los da a los pobres (cf. Mt 19,21) y carga con su cruz y sigue a Cristo (cf. Mt 16,24)? Pero por encima de todo tipo de tormentos y de todas las penas está el que vean a alguien dedicarse a la palabra de Dios, buscando con diligentes estudios la ciencia de la divina Ley y los misterios de las Escrituras. En esto está para ellos toda llama, en estas cosas son abrasados por un incendio total, desde el momento en que, con las tinieblas de la ignorancia, habían oscurecido las mentes humanas y de este modo habían conseguido que Dios fuera ciertamente ignorado y se trasladase a ellos el celo del culto divino. ¿Qué venganza juzgas que se produce contra ellos, qué llama de castigos se les infiere, cuando ven que estas cosas quedan en evidencia a la luz de la verdad, y se abren las nubes de su fraude por el conocimiento de la Ley divina?

No resucitar a los dioses de los egipcios promoviendo en nosotros aquello que es contrario a los mandamientos divinos

8.6. Porque ellos dominan a todos los que viven en el desconocimiento; y no sólo a aquellos que todavía están en la ignorancia, sino que se dirigen a menudo a los que conocieron a Dios y tratan de promover en ellos las obras de la ignorancia. Sin ellos, en efecto, no se consuma ningún pecado. Puesto que, cuando alguien comete un adulterio, no está sin algún demonio; o cuando es arrastrado por una ira inmoderada o cuando saquea los bienes ajenos; y quien se sienta a denigrar a su prójimo y pone un tropiezo contra el hijo de su madre (cf. Sal 49 [50],20), no está sin demonio. Y por eso debemos intervenir de todos los modos posibles, no sea que los primogénitos de los egipcios o los dioses de aquellos a los que el Señor había abatido y aniquilado, los resucitemos en nosotros, si les diésemos un lugar donde promover en nosotros las cosas que odia Dios. En cambio, si nos abstenemos de todas estas cosas, tal como hemos indicado más arriba, el Señor habrá tomado venganza de todos los dioses de Egipto, que recibirán los castigos de nuestra enmienda y conversión.



[1] Las Escrituras Hebreas registran de manera específica las siguientes pascuas: 1) en Egipto (Ex 12); 2) en el desierto de Sinaí, el 14 de Nisán (Nm 9); 3) en Guilgal, una vez que llegaron a la tierra prometida y después de haber circuncidado a todos los varones (Jos 5).