SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
La Última Cena y el lavatorio de los pies. Hacia 1220. Evangeliario. Espira, Alemania.
SALMO 109 (110)
ORANDO [CON] EL SALMO RESPONSORIAL
Vemos prefigurado el misterio (sacramentum) del sacrificio del Señor en el sacerdote Melquisedec, según el testimonio de la Escritura cuando dice: Y Melquisedec, rey de Salem, ofreció pan y vino, siendo sacerdote del Dios altísimo, y bendijo a Abrahán (cf. Gn 14,18). Ahora bien, que Melquisedec fuera figura de Cristo lo declara el Espíritu Santo en los salmos, cuando el Padre dice al Hijo: Yo te engendré antes de la estrella de la mañana: tú eres sacerdote según el orden de Melquisedec (Sal 109,3-4). Este orden procede y desciende evidentemente de aquel sacrificio, por el hecho de que Melquisedec fue sacerdote del Dios altísimo, y de que ofreció pan y vino y bendijo a Abraham. En efecto, ¿qué sacerdote del Dios altísimo lo es más que nuestro Señor Jesucristo, quien ofreció a Dios Padre un sacrificio, el mismo sacrificio que había ofrecido Melquisedec, a saber, pan y vino, es decir, su cuerpo y su sangre? (Cipriano de Cartago, Carta a Cecilio, 63,4,1).
Leccionario: Salmo 109, 1. 2. 3. 4 (R: 4b-c) | Liturgia de las Horas: Salmo 109, 1. 2. 3. 4 (R: 4b-c) |
[1 De David. Salmo]
Dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies».
2 El Señor extenderá el poder de tu cetro: «¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!».
3 «Tú eres príncipe desde tu nacimiento, con esplendor de santidad; yo mismo te engendré como rocío, desde el seno de la aurora».
4 El Señor lo ha jurado y no se retractará: «Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec». |
Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec». |
El ser humano no se mantiene en pie gracias a sus riquezas, ni debido a su sabiduría, ni menos aun, gracias a sus propias fuerzas.
¿Y, entonces, qué es lo que le permite mantenerse en pie?
¡Su oración!
(Midrash Tehillim 142,1)
¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA,
UNA Y OTRA VEZ:
{inspirando} ¡Tú eres, Señor! | {espirando} ¡sacerdote eterno! |
SUGERENCIAS PARA LA JACULATORIA
¡Tú eres sacerdote eterno! // ¡al modo de Melquisedec!
O bien:
¡Aleluya, aleluya! //¡Aleluya!
NOTAS EXÉGETICAS AL SERVICIO DE LA LECTURA ORANTE
(a) El original hebreo de nuestro poema, de apenas 63 palabras, es el salmo real más estudiado, musicalizado y amado, pero, lamentablemente, también el más deformado de todo el Salterio. Transformado desde los tiempos del judaísmo en un clásico texto mesiánico; sus expresiones, sobre todo las de la versión griega de los Setenta y las de la versión latina, la Vulgata, fueron elaboradas y tensadas para espejar al rey perfecto, heredero del sacerdocio de Melquesidec, el soberano-sacerdote de Salem, la Jerusalén pre-israelita (cf. Gn 14). El poema está estructurado en dos oráculos paralelos. El primero (vv. 1-3) es el destinado al soberano el día de su entronización a la derecha del Arca de la Alianza, signo de la presencia de YHVH. Ante el rey, ya coronado, desfila la parada militar de los jóvenes soldados movilizados en la última leva (v. 3).
El segundo oráculo, en cambio, es de tipo sacerdotal, ya que, antiguamente, el rey cumplía funciones cultuales; oráculo que culmina en aquella sanguinaria visión de un rey que en su triunfo anda “desfondando” los cráneos de sus enemigos, tal como lo hacían los soberanos, tal, como por ejemplo, lo muestran ciertas imágenes egipcias; el triunfo es total, al punto que se lo describe abrevándose en los torrentes en medio de sus desplazamientos militares (vv. 6-7).
El v. 3, tal como aparece en la traducción de la antigua versión griega de los LXX, en cambio, habla de la filiación divina del soberano davídico (cf. Sal 2,7): Desde el seno de la aurora, como rocío, te he generado. Semejante traducción transformó a nuestro salmo en un texto clásico de la cristología, tal como lo atestiguan las numerosas citas y alusiones a nuestro poema, presentes en el Nuevo Testamento (basado en Turoldo-Ravasi).
(b) Nuestro salmo responsorial pertenece al Quinto Libro del Salterio, esta última gran colección comienza con el Salmo 107(106) y termina con la finalización del Salterio. La serie cuenta, por tanto, con casi cincuenta poemas, una amplísima antología de textos de lo más diversos tanto en cuanto a su contenido como respecto a su género literario; la temática predomínate es “el renacer de la esperanza”. Más allá de la crisis (Tercer Libro), superados los problemas, gracias a encontrar respuestas desde la fe (Cuarto Libro), la comunidad de los creyentes encuentra el camino de la alabanza: el Quinto Libro se caracteriza por los aleluyas en honor del Señor. Muy pocos de entre ellos llevan un “título”, pero en cambio abundan entre ellos los que se encuentran enmarcados -es decir incluidos-, por un aleluya al comenzar y otro al final.
Este Quinto Libro es muy amplio, puede subdividirse en 6 mini-colecciones, algunas de ellas antiguas y claramente preexistentes a la redacción final del Salterio; son ellas: 107–112. 113–118. 119. 120–134. 135–136. 137–145. Además del clásico estribillo (Aleluya), abundan los verbos alabar y dar gracias. Hay quienes sostienen que el Quinto Libro fue compuesto a modo de “comentario lírico” al Libro precedente (el 4°). Nuestro poema forma parte de la primera mini-colección, cuyo desarrollo graficamos a continuación:
Salmo 106(107) | Instrucción sapiencial acerca de las pruebas y la salvación | Meditación sobre el accionar de Dios en la historia: ¡que Lo conoce y reconoce/agradece! (marca el tono de alabanza de todo el Libro 5°) |
Salmo 107(108) | [de David] Antología (57,8-12 + 60,7-14) actualizadora | Reedición de las antiguas promesas: ¡también son válidas hoy y aquí! [v. 7: que tu mano derecha nos responda] |
Salmo 108(109) | [de David] Oración de un inocente “maldecido” | Grito desesperado de una comunidad oprimida: ¡que la maldición se transforme en bendición [vv. 30-31: Alabaré al Señor (…) porque se puso a la derecha del pobre] |
Salmo 109(110) | [de David] Salmo real | Oráculo profético-mesiánico, que garantiza la victoria del Mesías sobre las naciones [vv. 1 y 5: siéntate a mi derecha (…) El Señor a tu derecha] |
Salmo 110 (111) | Himno sapiencial alfabético (los caminos de Dios) | Reacción agradecida: ¡alabanza al Señor que jamás olvida la Alianza! |
Salmo 111(112) | Instrucción sapiencial alfabética (los caminos del ser humano) | Meditación: surgirá un Mesías misericordioso que despuntará cual luz para el justo |
(c) También en este Salmo encontramos grandes diferencias en las traducciones. El v. 3 es el que presenta mayores divergencias. A. Chouraqui, dice de él lo siguiente: “Este versículo es el más oscuro, y todas las correcciones han sido sugeridas con la finalidad de lograr obtener algún sentido”.
A su vez, G.-F. Ravasi opina que, tal como pueden leerse, en hebreo no vocalizado, las palabras del v. 3 son un sinsentido. L. Alonso Schökel afirma lo siguiente: “He aquí un verso imposible de explicar: palestra donde se ejercita el ingenio de los filólogos sin que ninguno dé con la solución.
El número de las propuestas es directamente proporcional a las dificultades del texto. Podemos reducir las explicaciones a dos grupos principales: militar y de entronización”.
Hubo tiempos de grandes polémicas entre cristianos y judíos sobre éste, nuestro salmo, con acusaciones de haber deformado el texto para que no fuera aplicable a Jesucristo. ¡Estas son cosas del pasado! Para tener una idea de las divergencias transcribimos dos traducciones salidas de la mano de L. Alonso Schökel y sus equipos y una tercera: la versión del Rabinato de Francia. La versión litúrgica toma como base la traducción de los LXX y la Neo-Vulgata; la de Salmos II la del Rabinato se basan en conjeturas sobre el Texto Masorético:
Salmos II, p. 414 (1993) | Salmos y Cánticos, p. 311 (1977) | Version du Rabbinat: traducción |
3 Tu ejército es de voluntarios, el día de la movilización. Una majestad sagrada, llevas desde el seno materno de la aurora, un rocío de juventud
. | 3 Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora. | 3 Tu pueblo se muestra lleno de entrega el día en que tú despliegas tus fuerzas en santa disposición. Desde el seno de la aurora te llega el rocío que vivifica tu juventud
|
Version du Rabbinat | ||
Ton peuple se montre plein de dévouement, le jour où tu déploies tes forces dans un saint appareil. Du sein de l’aurore t’arrive la rosée qui vivifie ta jeunesse. |
(d) Encadenamiento entre los Salmos por palabras/expresiones “gancho”:
Salmo 106-107 Alaben al Señor por su misericordia/su amor: 106,1 y 107,1 (passim)
Salmo 107-108 su amor/misericordia // tu amor/tu misericordia: 107,1 y 108,5
Salmo 108-109 tu amor/misericordia: 108,5 y 109,21. 26; te alabo / alabo a YHVH: 108,4 y 109,30; Tu derecha: 108,7 y 109,31
Salmo 109-110 A tu derecha: 109,31 (al final) y 110,1. 5
Salmo 110-111 Juzga a los pueblos / da en herencia los pueblos: 110,6 y 111,6.
Alusiones a, o citas de, nuestro salmo en el NT:
110,1 Mt 22,44; Mc 12,36; Heb 1,13; Heb 10,12-13; Lc 20,42-43; Hech 2,34-35 Mt 26,64; Mc 14,62; 16,19; Lc 22,69; Mc 16,19; Rm 8,34
1 Co 15,25 Ef 1,20; Col 3,1; Hb 1,3; 8,1; 12,2; 1 P 3,22; Hch 7,55-56; Hch 2,21. 36
110,4b Hb 5,6. 10; 6,20; 7,1-11. 15. 17. 21-28
Jn 12,34 | Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies
El Hijo del hombre se sienta a la derecha de Dios
Hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies Dios hace sentar al mesías a su derecha
El mesías Señor Tú eres sacerdote según el orden de Melquisedec
El mesías permanece para siempre |
(e) En el desarrollo del año litúrgico nuestro salmo se ve asociado al viaje pascual de Cristo, de este mundo al Padre. Durante este viaje pascual la Iglesia contempla en el salmo los misterios de la historia salvífica que confluyen en Cristo Rey, Sacerdote y Profeta.
Con Cristo la Iglesia combate las mismas batallas y con él sacia su sed en el torrente a lo largo del camino, participando en su Pasión. Y levanta alta la cabeza en la victoria de la Resurrección.
La Liturgia de las Horas en el rito romano celebra este Salmo en las segundas Vísperas de los Domingos, mientras el rito monástico lo inserta en las Vigilias de ese mismo día, casi como para hacernos participar a un doble “parto”: el de antes de la aurora y el de Cristo resucitado (v. 3).
Para decodificar el lenguaje guerrero con el cual el rey entronizado directamente por Dios, se asegura la victoria sobre los enemigos, que se convertirán en estrado de sus pies (v. 1c), y a los cuales el rey guerrero aplastará el cráneo sobre la ancha tierra (v. 6c), debemos remitirnos a otros textos, como, por ejemplo, a Josué 10,24, a Daniel 7,14, o en el NT, al Apocalipsis de Juan. Este lenguaje es típicamente apocalíptico, con el cual lo que se quiere expresar es la absoluta certeza de la victoria escatológica y final de YHVH y sus fieles.
Del último versículo de nuestro Salmo: En su camino beberá del torrente y a sí levantará la cabeza (v. 7) la nota de la Biblia de Jerusalén dice lo siguiente: “El Mesías bebe del torrente de las pruebas (Sal 18,5; 32,6 y 66,12) o del torrente de las gracias divinas (Sal 36,9; 46,5; Ez 47). Es como el guerrero que, persiguiendo a sus enemigos, sólo se detiene un instante para beber del torrente (Jc 7,5 y 15,18; 1 S 30,9) y levanta la cabeza, lo cual se aplica al Cristo sufriente y glorificado (cf. Flp 2,7-11)”.
LA PALABRA EXPLICA LA PALABRA
Génesis 14,17-20: Cuando Abram volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que lo acompañaban, el rey de Sodoma salió a saludarlo en el valle de Savé, o sea el valle del Rey. Y Melquisedec, rey de Salem, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino, y bendijo a Abram, diciendo: «¡Bendito sea Abram de parte de Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra! ¡Bendito sea Dios, el Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!». Y Abram le dio el diezmo de todo.
Génesis 27,26-29: Luego su padre Isaac le dijo: «Acércate, hijo mío, y dame un beso». Cuando él se acercó para besarlo, Isaac percibió la fragancia de su ropa. Entonces lo bendijo diciendo: «Sí, la fragancia de mi hijo es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido. Que el Señor te dé el rocío del cielo, y la fertilidad de la tierra, trigo y vino en abundancia. Que los pueblos te sirvan y las naciones te rindan homenaje. Tú serás el señor de tus hermanos, y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga».
Éxodo 29,7: Entonces tomarás el óleo de la unción, lo derramarás sobre su cabeza [la de Aarón] y así le ungirás.
Éxodo 40,12-15: Harás que Aarón y sus hijos se acerquen a la entrada de la Carpa del Encuentro y los lavarás con agua. Luego revestirás a Aarón con las vestiduras sagradas, lo ungirás y lo consagrarás para que sea mi sacerdote. Posteriormente, harás que también se acerquen sus hijos. Los vestirás con túnicas y los ungirás como ungiste a sus padres, a fin de que ejerzan mi sacerdocio. Esto se hará a fin de que la unción les confiera el sacerdocio para siempre, a lo largo de las generaciones.
Levítico 21,10-15: El sacerdote que tiene la preeminencia entre sus hermanos [el sumo sacerdote], aquel sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la unción y que recibió la investidura para usar los ornamentos, no llevará los cabellos sueltos ni rasgará sus vestiduras; no entrará donde haya un cadáver ni incurrirá en impureza, aunque sea por su padre o por su madre. Tampoco se alejará del Santuario de Dios, para no profanarlo, porque él tiene sobre sí la consagración conferida con el óleo de la unción de su dios. Yo soy el Señor. El sacerdote deberá tomar por esposa a una virgen. No se casará con una viuda, ni con una divorciada, ni con una mujer envilecida por la prostitución. Lo hará solamente con una virgen de su propio pueblo, para no profanar su descendencia en medio de su pueblo, porque yo soy el Señor, que lo santifico (cf Hb 5,1-6).
Números 13,16: Y a Oseas, hijo de Nun, Moisés lo llamó Josué [Jesús: LXX].
Josué 10,22-24: Entonces Josué dijo: “Despejen la abertura de la caverna, hagan salir a esos cinco reyes, y tráiganlos aquí”. Así lo hicieron: sacaron de la caverna a los cinco reyes -los reyes de Jerusalén, de Hebrón, de Iarmut, de Laquís y de Eglón- y una vez que los tuvieron afuera, se los llevaron a Josué. Este convocó a todos los hombres de Israel y dijo a los oficiales que lo habían acompañado: “Acérquense y pongan sus pies sobre la nuca de estos reyes”. Ellos se acercaron y les pusieron el pie sobre la nuca. (cf. Sal 110,1).
Isaías 63,11-13: Ellos [los israelitas] se acordaron de los días del pasado, de Moisés, su servidor: ¿Dónde está el que hizo subir de las aguas al pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso dentro de él su santo espíritu, el que hizo marchar su brazo glorioso a la derecha de Moisés, el que separó las aguas delante de ellos, para ganarse un renombre eterno? ¿Dónde está el que los condujo por el fondo del Océano, como a un caballo por el desierto, sin que ellos tropezaran?
Salmo 16,7-8: Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Salmo 121,1-6: Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
Job 38,28-30: ¿Acaso la lluvia tiene un padre, y quién ha engendrado las gotas del rocío? ¿Del vientre de quién sale el hielo y quién da a luz la escarcha del cielo, cuando las aguas se endurecen como piedra y se congela la superficie del océano?
Mateo 22,41-46: Mientras los fariseos estaban reunidos, Jesús les hizo esta pregunta: «¿Qué piensan acerca del Mesías? ¿De quién es hijo?». Ellos le respondieron: «De David». Jesús les dijo: «¿Por qué entonces, David, movido por el Espíritu, lo llama “Señor”, cuando dice: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies”? Si David lo llama “Señor”, ¿cómo puede ser hijo suyo?». Ninguno fue capaz de responderle una sola palabra, y desde aquel día nadie se atrevió a hacerle más preguntas (cf. Mc 12,35-37; Lc 20,41-44).
Mateo 26,63-64: El Sumo Sacerdote insistió: «Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios». Jesús le respondió: «Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo» (cf. Dn 7,13-14; paralelos: Mc 14,61-64; Lc 22,69).
Marcos 16,19: El Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Hechos 2,33-35: [Jesús] exaltado por el poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen. Porque no es David el que subió a los cielos; al contrario, él mismo afirma: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a todos tus enemigos debajo de tus pies.
Romanos 8,34: El que murió, mejor dicho, resucitó, el mismo que está a la derecha de Dios.
1 Corintios 15,24-26: Cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte.
Efesios 1,20-22: Resucitándolo y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de toda soberanía... Todo lo sometió bajo sus pies.
Colosenses 3,1: Si ustedes han resucitado con Cristo, busquen lo de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
Hebreos 5,1-10: Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. El puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por los propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy (Sal 2,7). Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Él dirigió durante su vida terreno súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, porque Dios lo proclamó Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec (cf. Lv 21,10-15). Cf. Hebreos 7,1-28, que prácticamente es un comentario al Salmo 110,4.
1 Pedro 3,21-22: Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que está a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.
DE LA TRADICIÓN DE ISRAEL
Talmud de Babilonia Votos (Nedarim) 18:
Dijo Rabí Zacarías en nombre de rabí Ismael: El Santo -¡bendito sea!-, tenía la intención de elegir sacerdotes de la descendencia de Sem, ya que está dicho: Melquisedec, rey de Salem, hizo traer pan y vino: él sacerdote de Dios, el Altísimo (Gn 14,18) pero cuando Mequisedec bendijo a Abrahán antes de bendecir al Todopoderoso, decidió que los sacerdotes descenderían directamente de Abrahán. En efecto él dijo: Lo bendijo [a Abrahán] diciendo: Bendito sea Abrahán por el Dios Altísimo…, y bendito sea Dios, el Altísimo. Abrahán dijo entonces: “¿Acaso es conveniente bendecir al servidor antes que a su señor?”.
Midrash Tehillim (Comentario homilético a los Salmos):
V. 1 (1). De David. Un Salmo. Oráculo del Eterno a mi señor: siéntate a mi derecha. Esto es lo que dice la Escritura: ¿Quién despertó desde Oriente? La justicia sale a su encuentro poniéndose a sus pies (Is 41,2). Rabí Rubén dijo: Los pueblos del orbe duermen, sin cobijarse bajo las alas de la Shequiná, ¿y quién los despertó, de modo que pudieran cobijarse bajo sus alas? Abrahán, tal como dice: ¿quién despertó desde oriente? Y no digas: únicamente a los pueblos del orbe despertó Abrahán, porque también despertó a la Justicia, que estaba dormida. ¿Cómo es eso? Abrahán tenía un albergue y hospedaba a viajeros y peregrinos, tal como dice: Abrahán plantó un tamarisco en Berseba (Gn 21,33). Rabí Asarías dijo: Abrahán construyó un albergue y hospedaba a viajeros y peregrinos. Esto es lo que significa: La justicia sale a su encuentro y se coloca a sus pies.
(5) V. 1. O, también: Oráculo del Eterno a mi señor: siéntate a mi derecha. Según Rabí Shallum el levita, David hablo así: “El Santo,- ¡bendito sea! -, habló diciendo, he pensado colocarte como señor y rey de Israel en los tiempos en que mandó al profeta Samuel a ungirte, tal como dice: llena tu cuerno con aceite (1 S 16,1), pero al observar que una soberanía no debía superponerse con la otra, ni siquiera por el ancho de un cabello, dijo: siéntate a mi derecha, es decir, espera a Saúl, el hijo de Quis, pues la hora aun es suya (es decir: aun tiene tiempo), tú gobernarás después de la muerte de Saúl.
Rashi: Dijo el Señor a mi señor [Abrahán].
v. 4: Melquisedec, primer Rey de Jerusalén transmite el sacerdocio a Abrahán, cuyos poderes eran más grandes, ya que Melquisedec, sacerdote del Altísimo, no era rey de Israel.
D. Kimchi (Radak): Dijo el Señor a mi señor [David, imagen del rey-mesías]
v.3: “Cuando el Rey sale a combatir a los enemigos, su pueblo, revestido de vestiduras sagradas, lo rodea en los momentos decisivos y esta aurora de la victoria es el rocío de su juventud”.
A. Chouraqui: A la derecha del Señor, el Justo contempla el juicio de los pueblos
LOS MAESTROS DE LA FE NOS ILUMINAN
Clemente de Alejandría: Rebeca se interpreta como gloria de Dios, y la gloria de Dios es la incorruptibilidad. Ésta es la justicia verdadera: no codiciar lo de otro sino ser por entero templo santo del Señor (cf. 1 Co 3,17). Justicia es, entonces, la paz de la vida y la estabilidad (del alma); a ella invitaba el Señor diciendo: Vete en paz (Mc 5,34; Lc 7,50; 8,48). Porque Salem se interpreta paz, por la que nuestro Salvador es descripto (como) rey, del que dice Moisés: Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios altísimo (Gn 14,18; Hb 7,1-2), el que ofreció el vino y el pan santificado como símbolo de la eucaristía. Y Melquisedec se interpreta: rey justo, pero por sinonimia entre la justicia y la paz.
Orígenes: Si Cristo levanta la cabeza es porque en el camino bebió de las aguas del torrente, ya que el torrente representa su muerte, a la que él, en el Evangelio, denomina cáliz (Mc 10,38).
Basilio de Cesarea: La belleza verdadera, la meta más alta del deseo, aquella belleza que abraza la naturaleza divina y beata, puede ser contemplada solamente por aquel que, con una mente purificada, fija la mirada en su resplandor y en sus gracias, participando en ellas, en cierta medida, come si una floritura de luz hubiese dado nuevo color a su mirada.
Juan Crisóstomo: El antiguo rey de Salem se transforma en figura de Cristo por el misterio del pan y del vino y por el sacerdocio que no proviene de la Ley.
Cirilo de Jerusalén: El nombre de Jesucristo consta de dos palabras: Jesús, por salvar, y Cristo, por el sacerdocio. Moisés, el más admirable de los profetas, conoció estas cosas y a los hombres más escogidos les dio estas dos denominaciones: A su servidor Oseas, que le iba a suceder en el gobierno, le cambió este nombre por el de Jesús (Nm 13,16 LXX). Y a su propio hermano Aarón le añadió el nombre de Cristo (Ex 29,7). De esta manera, por medio de dos varones escogidos, se representa el sumo sacerdocio y el poder real del único Jesucristo que iba a venir. Cristo es sumo sacerdote a ejemplo de Aarón, porque no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquél que dijo: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Hb 5, 5-6). También Josué, el hijo de Nun, fue imagen de Cristo en muchas cosas, porque cuando comenzó a regir el pueblo, empezó desde el Jordán, y desde allí comenzó Cristo a anunciar el evangelio después de ser bautizado. El hijo de Nun estableció doce participantes de la herencia, y Jesús envió a doce apóstoles como proclamadores de la verdad a todo el mundo.
Ambrosio de Milán: Ofreció, pues, Melquisedec pan y vino. ¿Quién es Melquisedec? Dice el apóstol en la Epístola a los Hebreos: Sin padre, sin madre, sin genealogía, ni tienen principio sus días ni fin su vida, semejante al Hijo de Dios (Hb 7,3). Sin padre, afirma, y sin madre. El Hijo de Dios nació por la generación celestial sin intervención de madre, porque nació solo de Dios Padre. E igualmente nació sin intervención de padre cuando nació de la Virgen, pues no fue engendrado por obra de varón, sino que nació del Espíritu Santo y de la Virgen María y salió de un seno virginal. Semejante en todo al Hijo de Dios, Melquisedec era también sacerdote, porque a Cristo sacerdote se le dice: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec (Sal 109,4; Hb 7,17).
Jerónimo Presbítero: Dijo el Señor a mi Señor (v. 1). El primer nombre de Señor es el ‘tetragrama’, que propiamente se pone en Dios, el segundo es común con los demás, con el que también se llama a los reyes y a los demás hombres. Si la herejía arriana quisiera, partiendo de esta diversidad, oponernos que el Hijo es menor, el Padre es mayor, le responderemos que el segundo nombre conviene a aquel al que se ha mandado que se siente.
Melquisedec no inmoló víctimas sanguinolentas; sino un sacrificio simple y puro de pan y vino, presentando, simbólicamente, el sacramento de Cristo. Jesús que realiza (la figura) es sin padre según la carne, sin madre según Dios. Cristo nos ha consignado el sacramento de su cuerpo y de su sangre según el orden de Melquisedec: pan y vino.
Agustín de Hipona: En el desarrollo, durante el transcurso del tiempo, de la Ciudad de Dios, David reinó primero en la Jerusalén terrena, figura de lo venidero. David era un hombre versado en la música, y amaba la armonía no con placer vulgar, sino con una intención elevada. Con ella servía a su Dios, que es el Dios verdadero, en figuración mística de una realidad grande. El concierto acorde y acompasado de diversos sonidos insinúa con concorde variedad la unidad compacta de una ciudad bien ordenada. Las profecías casi se hallan únicamente en los Salmos. El llamado libro de los Salmos contiene ciento cincuenta. Algunos creen que sólo compuso David los salmos que llevan su nombre. Hay además quienes piensan que son obra suya sólo los que llevan esta nota: Del mismo David, y que los intitulados Al mismo David fueron compuestos por otro y adaptados a él. Esta opinión cae por tierra ante la voz evangélica del Salvador, que dice que David dijo en espíritu que Cristo era su Señor. Este es el salmo 109. Y comienza así: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha mientras yo pongo a tus enemigos por escabel de tus pies. Y a la verdad que este salmo no lleva por título Del mismo David, sino Al mismo David, como la mayor parte de ellos. (…) Abrahán, acompañado de trescientos dieciocho de los suyos, libró [a Lot] de los enemigos que habían atacado a Sodoma. (…) Melquisedec, sacerdote del Dios excelso, lo bendijo. De Melquisedec se refieren muchas y grandes cosas en la epístola escrita a los Hebreos, que muchos dicen ser del apóstol San Pablo, y algunos lo niegan. En esta ocasión apareció por primera vez el sacrificio que ahora ofrecen los cristianos a Dios en todo el orbe, cumpliéndose aquello que mucho después del suceso se profetizó de Cristo, que aún había de encarnarse: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Es decir, no según el orden de Aarón, orden que debía ser abolido por la realidad que preanunciaban aquellas sombras.
Beberá del torrente en el camino, por eso levantará la cabeza (v. 7). Veamos al que bebe del torrente en el camino. Ante todo, ¿qué es el torrente? La corriente de la mortalidad humana. Así como el torrente se forma con las aguas de lluvia abundante, y se desborda, hace ruido, corre, y corriendo se desliza, es decir, completa su curso, así acontece con toda esta corriente de la mortalidad. Los hombres nacen, viven y se mueren; y al morir unos, nacen otros, y al desaparecer éstos, se presentan otros; llegan, aparecen, se apartan y no persisten. ¿Qué se detiene aquí? ¿Qué cosa no corre? ¿Qué cosa, como reunida de lluvia, no marcha al abismo? Así como el torrente formado en un instante de la lluvia, de las aguas invernales, se dirige al mar y deja de existir, y no existía antes de formarse de la lluvia, así el género humano se reúne de lo oculto y corre; y por la muerte, de nuevo se dirige hacia lo oculto. En medio de su curso mete ruido y pasa. De este torrente bebió Él; no desdeñó beber de Él. Su beber de este torrente fue nacer y morir. Este torrente lleva consigo el nacimiento y la muerte. Cristo tomó esto; nació y murió; así bebió del torrente en el camino. Saltó cual gigante a recorrer el camino (Sal 18,6). Luego bebió del torrente en el camino, porque no se detuvo en el camino de los pecadores (Sal 1,1) .Luego como bebió del torrente en el camino, por eso levantó la cabeza. Es decir, porque se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Flp 2,8).
Juan Casiano: Tenemos una prueba manifiesta de que el hombre había recibido, desde el principio de la creación, un conocimiento infuso de toda la ley. Está en el hecho de que todos los santos, antes de la ley escrita, e incluso antes del diluvio, observaron, sin código, los mandamientos. ¿Cómo podía Abel saber, cuando aún no existía una ley que lo prescribiera, que debía ofrecer a Dios un sacrificio de las primicias de sus rebaños y de la grasa de sus ovejas, si por una ley natural, ínsita en él, no hubiera sido instruido sobre ello? (…) ¿Quién persuadió a Abraham a que rehusara la porción de los despojos que se le ofrecían y no recibir la recompensa de sus trabajos? Y ¿por qué pagó a Melquisedec los diezmos, prescritos más tarde por la ley de Moisés?
Con toda propiedad podría colocarse en el rango de los ambidextros al patriarca José. Merece las preferencias de su padre y es un dechado de piedad para con sus hermanos. Es acepto a Dios en la dicha, y en el infortunio es el hombre casto, fiel a su Señor. Dulce con los cautivos, echa en olvido las injurias y hace bien a sus enemigos. Con una ternura sin igual, se muestra generoso con sus hermanos envidiosos que atentaron un día contra su vida.
Con razón, pues, se llama a estos varones y a sus semejantes ambidextros, es decir, que saben accionar con ambas manos como si fueran una y otra la derecha. Hallándose en situaciones parecidas a las del Apóstol, exclaman con él: Con las armas de justicia a derecha y a izquierda, en medio de honra y deshonra, en infamia o buena fama (2 Co 6,7-8).
LITURGIA EUCARÍSITICA
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec. (Plegaria Eucarística I).
ORACIONES SÁLMICAS
Oh Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo a quien engendraste antes de la aurora de los tiempos, y resucitaste al alborear del primer día: mira con amor a tus hijos de adopción y dales a beber del torrente de tus gracias para ser coherederos de su gloria (Serie A).
Señor Jesús, Rey y sacerdote eterno, imagen del Dios invisible, engendrado antes de toda criatura concédenos que reconciliados con el Padre por la Sangre de tu cruz, pertenezcamos firmes en la fe y cimentados en la esperanza de tus promesas (Serie B).
Te rogamos, Señor, que también a nosotros permitas triunfar de nuestros enemigos. Ya que nos has hecho sentar a tu derecha en la persona de tu Hijo, el Mesías, nuestro Creador y Señor, que podamos lograr, con todos los santos, poseer la patria eterna (Serie Africana).
A ti que fuiste engendrado antes de la aurora, y existes desde antes de la creación, te rogamos y suplicamos que al igual que sentado a la derecha del Padre pusiste a tus enemigos bajo tus pies, del mismo modo, destruido el poder del pecado, nos concedas ser dignos de poder servirte (Serie Romana).
Oh Dios, Padre omnipotente, que desde antes de la aurora engendraste a tu Hijo, de tu misma substancia, te pedimos que nos ilumine el mismo que, contigo, creo de la nada toda luz. Engendrado por ti, nunca se separó de ti, se hizo Hombre por nosotros y nació de un seno virginal para ser Señor nuestro; Haz partícipes de su pasión a quienes prometiste en herencia su gloria (Serie Hispana).
Padre, Dios de paz, Padre del único sacerdote eterno, líbranos de todo espíritu militarista, has de nosotros un pueblo de paz, de sacerdotes y profetas de paz: un pueblo que viva el único sacerdocio de Cristo, que se inmoló para reconciliar en ti a todos los hombres haciendo la paz con la tierra (P. Turoldo).
TÍTULOS SÁLMICOS
El Salmo muestra que el Hijo fue engendrado, antes de la aurora, en el seno del Padre (Serie 5a).
Introduce proféticamente, en el Espíritu, la doble naturaleza del Hijo (Serie 3a).
El Salmo habla de la Encarnación del Señor y conmemora plenamente la naturaleza divino-humana (Serie 6a).
Habla de la Natividad del Señor (Serie 2a).
De la victoria de Cristo (Serie 4a).
De su gloriosa Ascensión y su sentarse a la derecha del Padre (Serie 5a).
¿COMES MUCHAS VECES POR DÍA?, ¡NO DEJES DE ALIMENTARTE CADA DÍA!
¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA!
REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA, UNA Y OTRA VEZ:
{inspirando} ¡Tú eres, Señor! | {espirando} ¡sacerdote eterno! |