DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
La entrada de Cristo en Jerusalén (con Zaqueo sobre el árbol). 1255. Salterio de Würzburg, Alemania.
Salmo 21 (22)
ORANDO EL SALMO RESPONSORIAL
En el Salmo veintiuno, (…) David habla de la pasión y de la cruz en una misteriosa parábola: Traspasaron mis manos y mis pies, contaron todos mis huesos. Ellos me consideraron y contemplaron. Dividieron entre sí mis vestidos y sobre mi vestidura echaron suertes (Sal 21,17-19). En efecto, cuando lo crucificaron, al clavarle los clavos, le traspasaron las manos y los pies (cf. Jn 20,25), y los mismos que lo crucificaron se repartieron sus vestiduras, echando cada uno los dados sobre lo que había querido escoger (cf. Mt 27,35; Mc 15,24; Lc 23,24). (...) Voy a citarles el salmo entero, para que escuchen su piedad para con el Padre y cómo a Él lo refiere todo, pidiéndole le salve de la muerte, al mismo tiempo que manifiesta en el salmo quiénes eran los que se complotaban contra Él, y demuestra que era verdaderamente hombre capaz de sufrimientos. (...) Dicho esto, añadí: -Voy, pues, a demostrarles que este salmo entero fue dicho en relación a Cristo, para lo cual retomaré la exposición. Su inicio: ¡Oh Dios, Dios mío, atiéndeme! ¿Por qué me has abandonado? (Sal 21,2), anunciaba antiguamente lo que había de decirse en tiempos de Cristo. Porque sobre la cruz, Él exclamó: Oh Dios, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (cf. Mt 27,46; Mc 15,34). Y las palabras siguientes: Lejos de mi salvación, las palabras de mis faltas. Dios mío, gritaré durante el día a ti, y tú no me escucharás; también por la noche, y no es por ignorancia de mi parte (Sal 21,2-3), se dicen de acuerdo a lo que Él debía hacer. Porque el día en que iba a ser crucificado, tomando consigo a tres de sus discípulos, se dirigió al monte llamado de los Olivos, situado frente al templo de Jerusalén, y allí oró, diciendo: Padre, si es posible, que pase lejos de mí esta copa (Mt 26,39; cf. Mc 14,36; Lc 22,42). Después, prosiguiendo su oración: No como yo quiera, sino como tú quieras (Mt 26,39; cf. Mc 14,36; Lc 22,42), con lo que ponía de manifiesto ser verdaderamente hombre expuesto al sufrimiento (Justino Mártir, Diálogo con Trifón 97-98).
Leccionario: 21, 8-9. 17-18a.19-20. 23-24 | Leccionario de España: 21, 8-9. 17-18a.19-20. 23-24 |
[1 Al maestro de coro. Sobre la cierva de la aurora. Salmo. De David ]
Los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: “Confió en el Señor, que Él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto”.
Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores; taladran mis manos y mis pies. Yo puedo contar todos mis huesos.
Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica. Pero Tú Señor, no te quedes lejos; Tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme.
Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: “Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel”. |
Al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere.»
Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores: me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos.
Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo, linaje de Jacob, glorificadlo, temedlo, linaje de Israel. |
«La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un “recuerdo de Dios”, un frecuente despertar la “memoria del corazón”: “Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar» (Catecismo de la Iglesia Católica 2697).
¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA!
REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA, UNA Y OTRA VEZ:
{inspirando} ¡Dios mío, Dios mío! | {espirando} ¿Por qué me has abandonado? |
SUGERENCIAS PARA LA JACULATORIA
¡Dios mío, Dios mío!/¿Por qué me has abandonado?
NOTAS EXÉGETICAS AL SERVICIO DE LA LECTURA ORANTE
(a) No hay cristiano que desconozca la conmovedora fuerza de los acordes iníciales de esta célebre lamentación, proferida por el Jesús agonizante (Mateo 27,46). Un texto de gran desolación estriado por la sangre y las lágrimas, ritmado por imágenes «bestiales» de sabor plenamente oriental (toros, leones, mastines, búfalos), tejido en filigrana por la figura-desfigura de un cuerpo con huesos dislocados, corazón que se derrite como cera, garganta seca como una teja, respirar entrecortado, manos y pies llagados y horadados... Circundado por el silencio de Dios y rodeado por la hostilidad de los hombres que andan repartiéndose los despojos que deja como herencia, convencidos, como están, de que se hallan en presencia de un “maldito” (v. 19). Y de golpe y sin aviso previo, en el salmo todo cambia: ¡Me escuchó, me escuchó! (v. 22). El lamento se trasfigura en un alegre y festivo himno de acción de gracias (vv. 23-27) y en un canto al Señor del universo (vv. 28-29). De la desesperación a la esperanza, de la muerte a la vida, del sepulcro a la resurrección: Esto es lo que hizo el Señor (v. 32).
(b) Sin duda el salmista habla de su propio sufrimiento, sin por ello dejar de contemplar a alguien más grande que su persona como protagonista propiamente dicho. Muchos elementos de este salmo indican que tiene en la mira la figura del Servidor sufriente, el Siervo de YHVH, tal como lo describe Isaías 53. Este varón de dolores se siente inmerso en el más profundo abandono de Dios, tal como Israel se sintió dejado de la mano de Dios durante el exilio (Is 49,14; 60,15; 62,4). Puede hacer suya la exclamación de Jeremías: mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche, sin cesar. Esto para nada le impide confesar que YHVH sigue siendo “su” Dios (v. 2). Pudo rememorar aquello de: así dice el Alto y Excelso, Morador eterno, cuyo nombre es Santo: Yo moro en la altura sagrada, pero estoy con los de ánimo humilde y quebrantado, para reanimar a los humildes, para reanimar el corazón quebrantado (Is 57,15). El orante se siente aplastado como un gusano (y es esta la palabra que utiliza Is 41,14 para describir al pueblo de Israel deportado), despojado de toda forma humana como el siervo de YHVH en Is 52,14, y por tanto despreciado como él (Is 49,7; 53,3). Similar a su pueblo (Is 44,2. 24; 46,3) en la experiencia de la paternidad de Dios, que lo “sentó” sobre sus rodillas, (= signo de adopción), directamente desde el seno materno (Jr 1,5). El orante se halla en peligro de muerte a causa de los enemigos (vv. 21-22). Los vv. 17-19 probablemente hacen referencia a la ejecución capital del Fiel de YHVH del cual hablan Is 53,5 y Za 12,10. El varón de dolores invoca la salvación (vv. 20-22) y es escuchado: no le ha escondido su rostro: cuando pidió auxilio, lo escuchó (v. 25). Recordemos el texto de Is 53,10 s.: YHVH verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi servidor a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Restituido a los suyos, el afligido liberado los invita a un banquete sacrificial que en la intencionalidad de nuestro salmo conlleva aquel convite mesiánico de la salvación universal (Is 25,6; 55,1; 60,1 ss.; 65,23). Hasta los detentores del poder tendrán que inclinarse ante el señorío YHVH, más todavía, lo harán todos los mortales sin distinciones (vv. 29-30). La buena noticia de la intervención salvífica de YHVH hacia su elegido (Is 41,20; 42,16) se hará presente en todos los espacios y y en todo tiempo (Ex 10,2).
(c) Este salmo es un buen ejemplo que nos permite descubrir, junto con los Padres de la Iglesia, que es Cristo el que reza los salmos, es él quien tomando en sus labios estas palabras, la dirige al Padre. El salmo 21 nos ofrece un ejemplo ya que Jesús en la cruz profiere sus primeros compases: Dios mío, Dios mío,..., abandonado. Los Padres de la Iglesia interpretan los versos siguientes del salmo como palabras que el Señor Jesús, muerto y resucitado, dirige a su Padre. Si lo leemos, oramos y entendemos de esta manera, ¡comprenderemos, con gran sorpresa, mientras nuestra carne se estremece de temor (cf. Sal 118,120), de que somos asombrados y sobrecogidos testigos de un diálogo inter-trinitario!
(d) Citas o alusiones a nuestro salmo en el Nuevo Testamento:
21,2 Mt 27,46; Mc 15,34 21,2 Mc 15,37 21,7 Mc 9,12; Lc 23,11 21,8 Mt 27,39;. 41; Mc 15,29. 31; Lc 23,35-36 21,9 Mt 27,43 21,11 Mt 26,56 21,14 1 P 5,8 21,19 Mt 27,35; Mc 15,24; Lc 23,34; Jn 19,24 21,22 Jn 12,37 21,22 2 Tm 4,17 21,23 Hb 2,12; Mt 28,10; Jn 20,17 21,24 Ap 19,5 21,29 Ap 11,15; 19,6 | Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado (¿Cita del Targúm?) El grito-alarido de abandono El desprecio Las burlas Confió en Dios, que lo libre El abandono El león rugiente El reparto de la ropa ¡Sálvame! Sálvame de las fauces del león Anunciaré tu nombre a mis hermanos Alaben a Dios, ustedes que lo temen; a Dios la realeza |
(e) Si nos fijamos en los versos de nuestro salmo citados o aludidos en el NT, entre ellos no figura el v. 17, que a partir de Justino Mártir ha sido considerado por la tradición cristiana “profecía” de la crucifixión y que es entendido/traducido muy diversamente por gran parte de la tradición hebrea, habiendo dado lugar a controversias y hasta a mutuas acusaciones de haber “alterado” el texto.
Lectura cristiana del verso 17 | Lectura tradicional hebrea del verso 17 (TM) |
17a Me acorrala una jauría de mastines, 17b me cerca una banda de malhechores: 17c me taladran las manos y los pies | 17a porque me circundan perros, 17b malhechores en horda aferran, [como un] león, 17c mis manos y mis pies |
Las palabras ‘taladran’ y ‘león’, simplificando mucho, podríamos decir que representan las mismas letras hebreas, con leves incertidumbres y correcciones.
Traemos a colación esta dificultad, porque puede hacernos descubrir todos los vericuetos que deben realizarse, en un trabajo de “crítica textual”, en colación de manuscritos, etc., etc., todas cosas necesarias hasta llegar a un texto aceptablemente seguro.
Tengamos en cuenta, además, que los manuscritos hebreos que poseíamos hasta antes de los descubrimientos de Qumrán -y lugares aledaños relacionados-, provenían de los siglos 9º-10º d. C. La versión griega de los LXX, diez manuscritos hebreos y los textos del Mar Muerto confirman la lectura cristiana, a tal punto que A. Chouraqui, en su apostilla a este verso (17) escribe:
“Recordemos las tradicionales controversias en torno a este versículo. Nosotros, [en nuestra traducción] seguimos el TM, que sobrentiende desgarrar o taladrar. La versión de la Bible du Rabbinat[1] adhiere, de este modo, a las lecturas cristianas tradicionales. No deja de ser sorprendente que este texto no haya sido citado por los Evangelistas”.
Gracias a este verso se nos pueden plantear interrogantes acerca de la interpretación (= hermenéutica) y traducción de la SE y ¿cómo, cuándo y dónde, integrar en las traducciones (litúrgicas) actuales el rico patrimonio de los Salterios utilizados durante siglos por las diversas Iglesias?, para no perder, por ejemplo, la riqueza del salterio de los LXX (traducción seguida hasta el día de hoy en la Iglesia Ortodoxa Griega), de la Peshita siríaca ni de la Vulgata latina con su doble versión de los Salmos, integrando y utilizando, al mismo tiempo, el TM, del cual no existe una edición crítica, sino sólo diplomática y, cosa que puede sorprender a los legos en la materia que además de la versión-edición clásica del Primer Testamento, usada por los estudiosos cristianos,- llamada vulgarmente “Stutgarttensis” -, ¡actualmente se estén elaborando otras dos ediciones “diplomáticas” del texto hebreo, una preparada por la universidad hebrea de Jerusalén y la otra elaborada en Oxford! La traducción litúrgica del Salterio puesta a punto por Luis Alonso Schökel y equipo ha integrado, no siempre, pero abundantemente, tales tradiciones, sobre todo las de la tradición latina. A mi modesto entender, no es este el caso de la versión del Salterio utilizada en nuestro Leccionario.
LA PALABRA EXPLICA LA PALABRA
Mateo 27,46-47: A partir de mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde. A media tarde Jesús gritó con voz potente: -Elí Elí lema sabactani, o sea: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban: -Está llamando a Elías. (// Mc 15,34).
Marcos 15,37: Jesús, lanzando un grito, expiró (cf. Sal 21,2).
Marcos 9,11-12: Y le preguntaron: -¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías? Él les respondió: -Elías vendrá primero y restaurará todo. Pero, ¿por qué está escrito que el Hijo del Hombre ha de padecer mucho y ser despreciado? Yo les digo que Elías ya vino y lo trataron a su antojo, tal como está escrito (// Lc 23,11; cf. Sal 21,7).
Mateo 27,39-41. 43: Los que pasaban lo insultaban moviendo la cabeza y diciendo: -El que derriba el santuario y lo reconstruye en tres días que se salve; si es Hijo de Dios, que baje de la cruz. A su vez, los sumos sacerdotes con los letrados y los ancianos se burlaban diciendo: -Salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él (cf. Mc 15,29. 31; Lc 23,35-36; Sal 21,8. 9).
Mateo 26,56: Pero todo eso sucede para que se cumplan las profecías. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron (cf. Sal 21,11).
Mateo 27,35: Después de crucificarlo, se repartieron a suertes su ropa (// Mc 15,24; Lc 23,34; cf. Sal 21,19).
Juan 19,23-24: Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron su ropa y la dividieron en cuatro partes, una para cada soldado; tomaron también la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida de arriba abajo, de una pieza. Así que se dijeron: -No la rasguemos; vamos a sortearla, para ver a quien le toca. Así se cumplió lo escrito: Se repartieron mi ropa y se sortearon mi túnica. Es lo que hicieron los soldados (cf. Sal 21,19).
Juan 12,37-38: A pesar de las muchas señales que había realizado en su presencia no creían en él. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: Señor, ¿quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el poder del Señor? (cf. Sal 21,22).
Juan 20,16-17: Jesús le dice: -¡María! Ella se vuelve y le dice en hebreo: -Rabbuni -que significa maestro-. Le dice Jesús: -Déjame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre, el Padre de ustedes, a mi Dios, el Dios de ustedes (cf. Sal 21,23; Mt 28,10).
2 Timoteo 4,17: El Señor, sí, me asistió y me dio fuerzas para que por mi medio se llevase a cabo la proclamación, de modo que la oyera todo el mundo; así, el Señor me arrancó de las fauces del león (cf. Sal 21,22).
Hebreos 2,12: El que consagra y los consagrados tienen todos un mismo origen por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré (cf. Mt 28,10; Jn 20,17; Sal 21,23).
1 Pedro 5,8: Sean sobrios, estén siempre alertas, porque su adversario el Diablo, como león rugiendo, da vueltas buscando [a quien] devorar (cf. Sal 21,14).
Apocalipsis 11,15: El séptimo ángel dio un toque de trompeta: voces potentes resonaron en el cielo: Ha llegado el reinado en el mundo de nuestro Señor y de su Mesías y reinará por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 19,5-6: Del trono salió una voz que decía: Alaben a nuestro Dios, todos sus siervos y fieles, pequeños y grandes. Y escuché un rumor como de una gran multitud, como ruido de aguas torrenciales, como fragor de truenos muy fuertes: ¡Aleluya ya reina el Señor, Dios [nuestro] Todopoderoso!
DE LA TRADICIÓN DE ISRAEL
La literatura rabínica aplica el Salmo 22 a Ester (El Talmud de Babilonia y el Midrash del salmo 22, por ej.). Como se recordará en este libro se relata que el rey Jerjes I (486-465 a.C.) ordenó por medio de un decreto el exterminio del pueblo judío. La figura sufriente en la interpretación judía del Salmo 22 no es, por tanto, una persona, y menos todavía, el Mesías, sino el pueblo de Israel. Muchas de las profecías de la Biblia Hebrea que los cristianos aplican a Jesús son leídas en referencia al pueblo de Israel. En el capítulo 4 del libro di Ester figura una invocación de la reina Ester a Dios, rogando al SEÑOR que pueda evitarse la masacre de su pueblo. Ciertos puntos de la invocación tienen analogía con el Salmo 22.
Hagamos una pequeña muestra de la aplicación de nuestro poema a la reina Ester. El título tradicional, en el v. 1 contiene las siguientes palabras: Para el maestro de coro. Según la melodía de La cierva de la aurora. Salmo. De David.
Comenta el Midrash Tehillim:
“Esto se refiere a dos Ciervas, a Débora y a Ester (...). La cierva de la aurora es Ester. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Es lo que dice la Escritura: La Luz de Israel, se convertirá en fuego. Y su Santo en una llama (Is 10,17). Lo de Luz de Israel se refiere a Mardoqueo. Y su Santo en llama. Esto se refiere a Ester”. En ti confiaron nuestros padres, se refiere a nuestros padres en Egipto, que tú liberaste de la mano del faraón, y que por haber confiado en ti, no fueron defraudados.
David Kimchi: Cierva de la aurora (Sal 22[21],1). La expresión, como queda probado por la parte final del salmo se refiere a la asamblea de Israel que se encuentra en este exilio. [La asamblea de Israel] es llamada “cierva”, con idéntica expresión a la usada en el Cantar de los Cantares: por las gacelas y las ciervas de los campos (Ct 2,7), mientras que con el término “aurora” se indica su esplendor y belleza, conforme al texto: ¿Quién es ésta que surge como la aurora (Ct 6,10). Sin embargo, ahora ella se encuentra envuelta por las tinieblas del exilio, como si hubiese sido abandonada y desde el exilo anda gritando: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejanas de mi salvación las palabras de mi lamento.
Dios mío, Dios mío. La repetición es la que usan cuantos prorrumpen en un grito de súplica, como en: ¡Respóndeme, Señor, respóndeme! (1 R 18,37); Abrahán, Abrahán (Gn 22,11); Moisés, Moisés (Ex 3,4). Aunque se use el singular, la expresión se refiere a todo el pueblo de Israel, que en el exilio es “un solo hombre, un solo corazón”.
Dios mío te invoco durante el día y no respondes, de noche y no hallo descanso; tú eres el santo que subsiste, tú, las alabanzas de Israel (vv. 3-4). Exclama: “Y ¿cómo es [posible] que no contestes, tú que eres el Santo que subsiste eternamente? Y sin embargo tú ya fuiste muchas veces la alabanza de Israel, que te celebraba cuando lo salvabas de la angustia (...) ¿Por qué no nos salvas también ahora, tú que subsistiendo eternamente, tienes el mismo poder que entonces?
A. Chouraqui: En el abismo de desesperación el elegido invoca al Señor, participando, hasta llegar a las alucinaciones de la locura, de su suerte, en la prueba del abandono (vv. 1-20). Suplica para que triunfe la luz que [pro]viene del Oriente, convocando a la salvación a todos los santos de Israel. Contempla, proféticamente, cómo sube el pueblo nuevo, asamblea de todos los pueblos en el gozo, fruto de la redención omnipotente.
LOS MAESTROS DE LA FE NOS ILUMINAN
Justino Mártir: David, rey y profeta, que esto dijo, nada de eso padeció, pero Jesucristo extendió sus manos al ser crucificado por los judíos que le contradecían y decían que no era el Cristo. En efecto, como lo había anunciado el profeta, para burlarse de Él, le sentaron sobre un estrado, y le dijeron: “Júzganos”. Lo de taladraron mis manos y mis pies” (Sal 21,17) significaba los clavos que traspasaron en la cruz sus pies y manos. Y después de crucificarle, los que le crucificaron echaron a suerte sus vestiduras (Sal 21,19), y se las repartieron entre sí (cf. Jn 19,24). Y que todo esto sucedió así, pueden comprobarlo por las Actas redactadas en tiempo de Poncio Pilato.
Orígenes: El salmo es la voz de Cristo crucificado y el ejemplo de aquello que también nos sucede a nosotros.
Atanasio de Alejandría: Salmo de la muerte y de la resurrección de Cristo. Deshecho del pueblo: ¿cómo no reconocer a Cristo crucificado en esta profecía?
Efrén de Nísibe: La túnica no desgarrada (Jn 19,24) es una sublime imagen de la fe que los Apóstoles sembraron en el mundo, conservándola en su integridad.
Eusebio de Cesarea: Es el salmo de la pasión y de la resurrección; profetiza, además, la fundación de la Iglesia, la vocación de todos los paganos y el nacimiento del pueblo nuevo. Diciendo: Soy un gusano y no un hombre, manifiesta el carácter humillante de su pasión.
Cirilo de Alejandría: Cristo, como hombre, habla al Padre; intercede por el género humano y se convierte en nuestro abogado.
Gregorio de Nazianzo: Cristo carga sobre sí nuestra condición: estábamos abandonados y éramos despreciados y él nos rescató cargando sobre sí nuestro pecado.
Agustín de Hipona: Voz de Cristo en cruz y de nuestro hombre viejo crucificado con él... Cristo cargó sobre sí nuestras enfermedades. Pueden contar todos mis huesos: es la descripción exacta de un cuerpo tensado por la crucifixión.
Jerónimo Presbítero: Es la voz de Cristo en cruz y de la humanidad que, en Adán, había quedado abandonada.
Ambrosio de Milán: Jamás me avergonzaré de las palabras que Cristo grito a gran voz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Es el ser humano el que gritó en el momento de la muerte y de la separación de Dios. Dado que la divinidad no tiene comunión alguna con la muerte, la muerte no podía tener lugar si la vida no se hubiese retirada: la Vida que es Dios.
León Magno: Jesús gritó a gran voz: ¿por qué me has abandonado?, con la finalidad de hacernos saber que, en aquel momento, no debía ser defendido, sino más bien abandonado y consignado en manos de los malhechores para transformarse así en Salvador del mundo y en Redentor de toda la humanidad; no por debilidad sino por misericordia, no por falta de ayuda sino por su decisión de morir. ¿Cómo creer que haya suplicado por su vida, él que entregó su vida con poder y la retomó, porque tenía poder para hacerlo? El Señor fue consignado a la pasión por voluntad del Padre, pero también de la suya; no sólo el Padre lo abandonó sino él mismo, en cierta medida, se abandonó, no por un arrebato violento, sino voluntariamente, retirándose de la vida... Aquel que con su pasión estaba por destruir la muerte y al autor de la muerte, ¿cómo habría salvado a los pecadores si se hubiese resistido al verdugo?
Casiodoro: El salmo dice han traspasado. Así cómo la tierra arada produce fruto, del mismo modo Cristo traspasado nos proporciona el fruto de la Vida. ¿Por qué ha elegido el Señor este tipo de muerte, él que puede despojarse de la vida cuando quiere? La cruz se yergue de modo que su parte superior se dirige hacia el cielo, sin que su parte inferior abandone la tierra. Una veza plantada, ella toca la morada de los muertos mientras con sus brazos abiertos y extendidos abarca todas las regiones del mundo. Clavada en tierra señala los cuatro puntos cardinales.
Juan Casiano: El mismo Señor [es quien] se ha dignado iniciarnos en estas cuatro especies de oración, dándonos ejemplo de ello. También aquí se ha cumplido lo que se dijo de él: Todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio.
Adopta la oración de súplica en estas palabras: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz. Y en estas otras que el Salmista pone en sus labios: ¡Dios mío, Dios mío, vuelve a mí tus ojos! ¿Por qué me has desamparado?”. Y así, en muchas otras.
Modelo de oración lo encontramos en este pasaje: Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Y aún en este que leemos poco después: Y yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados de verdad.
El Señor intercede cuando dice: Padre, aquellos que tú me has dado, quiero que donde esté yo estén ellos también conmigo, para que vean mi gloria, que tú me has dado. Y asimismo en otro lugar: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Y he aquí un ejemplo de acción de gracias: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque así te agradó. O también cuando exclama: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; bien es verdad que yo sé que siempre me oyes.
Pero aun admitiendo, como hemos indicado, que era lícito separar las cuatro especies de oración para hacerlas en distintos momentos, el Señor, con su conducta, nos ha enseñado que podían barajarse en una sola plegaria perfecta. Me refiero a la que leemos al final del Evangelio de San Juan. En ella vuelca el Señor toda la efusión de su corazón. El pasaje es demasiado extenso para aducirlo aquí íntegro. Pero quien lo analice con cuidado reconocerá por la misma trama del texto que es tal y como decimos.
Regula Benedicti: El séptimo grado de humildad consiste en que [el monje] no sólo se proclame con su lengua el último y más vil de todos, sino que lo crea así con íntimo sentimiento del corazón, humillándose y diciendo con el Profeta: Yo soy un gusano y no un hombre; oprobio de los hombres y desecho de la plebe (Sal 21,7). Me he ensalzado y he sido humillado y confundido (Sal 87,16). Y también: Bueno fue para mí que me humillaras, para que aprenda tus mandamientos (Sal 118,71. 73).
Juan Damasceno: Aquel que había cubierto con túnicas de piel a los progenitores del género humano es mostrado desnudo sobre la cruz, para que nosotros nos veamos despojados de nuestra mortalidad y él pueda revestirnos con el esplendor de la incorrupción.
Bernardo de Claraval: ¿Tendremos la osadía de afirmar que el Hijo ha sido abandonado por el Padre? Ninguno osaría afirmarlo, si él no hubiera sido el primero en decirlo: ¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado? Hubo, en aquel momento, una especie de abandono: sobre la cruz, ningún signo de poder, ninguna manifestación de la majestad divina. Conocemos al Cristo que nace del Padre, que reposa en el Padre, que reina con el Padre, que peregrinó lejos del Padre, que habla en nombre del Padre, que es colgado de la cruz por debajo del Padre, según las palabras de la Escritura: el Padre es más grande que yo (Jn 10,29), y que muere, por decirlo así, en ausencia del Padre.
No escasean las aperturas por las que el Señor puede derramar su misericordia: han taladrado sus manos y sus pies, le han abierto el costado con un lanzazo... La lanza traspasó su alma, en cercanía del corazón, para que Cristo sepa con-padecer mis enfermedades y dolencias. El secreto del corazón se revela a través de las llagas de la carne: el misterio del amor queda, de este modo, manifestado completamente.
ORACIONES SÁLMICAS
Dios de santidad que por los sufrimientos de tu propio Hijo, entregado a los verdugos y colgado de la cruz como abandonado por su Padre, has hecho morir la muerte y nacer la vida concédenos reconocer en su pasión muerte y resurrección. La salvación de los pobres y la libertad de las naciones, para que la acción de gracias de Cristo, vivo entre los suyos, responda el aleluya de la Iglesia (Serie A).
Señor Jesús, que en la angustia del supremo abandono engendraste el nuevo pueblo del Padre; reúnelo desde todos los confines de la tierra, para que, unánime, cante eternamente tu gloriosa resurrección (Serie B).
Aleja de nosotros, Señor, nuestros delitos y escucha la voz de nuestras súplicas. Renueva nuestra naturaleza humana, porque estando reducida a ser poco más que a gusanos, tú la has renovado y coronado de gloria y hermosura; por ello, exaltando tu misericordia, nuestras alabanzas subirán hacia ti en medio de la gran asamblea (Serie Africana).
Príncipe de misericordia, Señor Dios, que por nosotros descendiste hasta el seno de una mujer, dejándote condenar en una cruz, traspasado por los clavos, despojado de tu ropa sorteada entre los guardias y que resucitaste, libre, de la morada de los muertos: te suplicamos que no olvides este intercambio, tú que liberas al pueblo de las fauces del león, como antaño liberaste a nuestros padres que esperaban en ti (Serie Romana).
Señor Dios, que liberaste a nuestros padres cuando te suplicaban, nosotros te rogamos: no alejes de nosotros tu auxilio, ven en nuestra ayuda y sálvanos de las fauces del león (Serie Hispana).
Dios, Hijo de Dios, que por tu Pasión reconcilias al mundo con el Padre, ayúdanos a no caer en los engaños de las lujuriosas y criminales bestias taurinas: que proclamando la gloria de tu cruz, escapemos siempre de las trampas de los impíos (Oracional Visigótico).
¿COMES MUCHAS VECES POR DÍA?, ¡NO DEJES DE ALIMENTARTE CADA DÍA!
REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA,
UNA Y OTRA VEZ:
{inspirando} ¡Dios mío, Dios mío! | {espirando} ¿Por qué me has abandonado? |
[1] Esta es la susodicha versión: Car des chiens m’enveloppent, la bande des méchants fait cercle autour de moi; comme le lion [ils meurtrissent] mes mains et mes pieds.