DOMINGO DE PENTECOSTÉS

Pentecostés de la Santísima Madre de Dios. Siglo XVIII. Rusia.

 

Salmo 103 (104)

ORANDO [CON] EL SALMO RESPONSORIAL

Para que sepamos que la fertilidad de la tierra no va atribuida al calor del sol, sino, que es debida a la misericordia divina, dice el profeta: Todo lo esperan de ti, que les des alimento en el momento oportuno; si tú se lo das, lo recolectan para sí, si tú abres la mano serán colmados de todo bien (Sal 103,27-28; y más abajo: Manda tu Espíritu y serán creados y renovarás la faz de la tierra [Sal 103,30]); y en el Evangelio: Miren los pájaros del cielo, no siembran ni cosechan, y su Padre del cielo, los alimenta (Mt 6,26)…

La luna tiene sus fases, el sol conoce su ocaso (Sal 103,19) La mayor parte interpreta este verso místicamente, de Cristo y de la Iglesia: Cristo reconoció que había llegado el tiempo de su Pasión, pues dijo: Padre, llega la hora, glorifica a tu Hijo (Jn 17,1). Él sabía que mediante su “Ocaso” proporcionaría vida eterna a todos sus hermanos, condenados al ocaso de eterna muerte. La Iglesia también tiene sus “fases”, sus tiempos acotados: “fases” de persecución y “fases” de paz. Al igual que la luna ella puede esconderse, apagarse, pero no es así: puede verse envuelta en tinieblas, pero no se apaga. Durante las persecuciones disminuye, por la defección de unos pocos, pero la confesión de los mártires la pone llena y plena: glorificada por la victoria de la sangre derramada en nombre de Cristo, expande al mundo entero una luminosidad más grande de devoción y de fe (san Ambrosio, Los seis días de la creación, IV,6,2,7).

  

Leccionario: Salmo 103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34

Misa del día

Liturgia de las Horas: Salmo 103, 1-2a. 24. 27-28. 29bc-30

Misa de la Vigilia

Bendice al Señor, alma mía:

¡Señor, Dios mío, qué grande eres!

 

 

 

¡Qué variadas son tus obras, Señor!

¡La tierra está llena de tus criaturas!

 

 

 

 

 

 

 

Si les quitas el aliento,

expiran y vuelven al polvo.

Si envías tu aliento, son creados,

y renuevas la superficie de la tierra.

 

¡Gloria al Señor para siempre,

alégrese el Señor por sus obras!

Que mi canto le sea agradable,

y yo me alegraré en el Señor

Bendice, alma mía, al Señor:

¡Dios mío, qué grande eres!

Te vistes de belleza y majestad,

la luz te envuelve como un manto.

 

Cuántas son tus obras, Señor,

y todas las hiciste con sabiduría;

la tierra está llena de tus criaturas.

 

Todos ellos aguardan

a que les eches comida a su tiempo;

se la echas, y la atrapan;

abres tu mano, y se sacian de bienes.

 

Les retiras el aliento, y expiran

y vuelven a ser polvo;

envías tu aliento, y los creas,

y repueblas la faz de la tierra.

 

 

 

¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA, 

UNA Y OTRA VEZ:

{inspirando}

¡Señor, envía tu Espíritu!

{espirando}

¡Y renueva la faz de la tierra!

 

SUGERENCIAS PARA LA JACULATORIA

¡Señor, envía tu Espíritu! // ¡Y renueva la faz de la tierra!.

O bien:

¡Envía tu Espíritu, Señor! //, ¡y repuebla la faz de la tierra!

O bien:

¡Aleluya, aleluya!, // ¡Aleluya!

  

NOTAS EXÉGETICAS AL SERVICIO DE LA LECTURA ORANTE

(a) Ha hecho escuela la afortunada expresión de R. Kittel, que calificó a nuestro poema: “la perla del Salterio” Estamos ante una obra de arte que ciertamente merece entrar en la antología de las mejores poesías de todos los tiempos.

De acuerdo a algunos estudiosos este espléndido canto al Creador y a las criaturas, mostraría ciertos puntos de contacto con el himno a Atón del famoso faraón egipcio Aquehnatón (siglo 14°. a.C.), que había reformado la religión egipcia sobre la base de un cierto monoteísmo solar (Atón era precisamente el disco solar). Ciertamente la perspectiva de nuestro poeta es diversa puesto que el sol no es divino sino uno de los tantos signos del esplendor de Dios en el cosmos.

Fascinado por las maravillas diseminadas en la creación, el poeta parte del cielo en el cual se enciende una grandiosa teofanía (vv. 1-4), contempla la tierra y las aguas en tensión (vv. 5-9), pasa a las innumerables manifestaciones de vida, generadas del agua, sobre la tierra, germinadas en formas animales y vegetales, que da lugar a una explosión de vida (vv. 10-18). Se llega, así, al misterio del tiempo ritmado por el sol y la luna, de la vida nocturna de las fieras y de aquella diurna del ser humano (vv. 19-24). El mar ya no es más el monstruo caótico que intenta demoler lo creado, sino que es un abigarrado pulular de naves y de peces entre los cuales danza el temible Levìatán reducido ahora a una simpática ballena (vv. 25-26). Sobre todo ello se extiende el Espíritu creador de Dios que da vida en abundancia y que, de lo alto de su cielo, contempla lleno de gozo su obra maestra (vv. 27-34). Y para que el mundo todo cante las alabanzas del Señor es necesario que el mundo sea purificado de todos los profanadores y de todos los impíos (v. 35) [adaptado de Turoldo-Ravasi].

(b) En la liturgia de Pentecostés, a la narración de los Hechos de los Apóstoles sobre el nacimiento de la Iglesia (cf. Hch 2,1-11) corresponde el salmo 103 que hemos escuchado: una alabanza de toda la creación, que exalta al Espíritu Creador que lo hizo todo con sabiduría: ¡Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría! La tierra está llena de tus criaturas... ¡Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras! (Sal 103,24.31). Lo que quiere decirnos la Iglesia es esto: el Espíritu creador de todas las cosas y el Espíritu Santo que Cristo hizo descender desde el Padre sobre la comunidad de los discípulos son uno y el mismo: creación y redención se pertenecen mutuamente y constituyen, en el fondo, un único misterio de amor y de salvación. El Espíritu Santo es ante todo Espíritu Creador y por tanto Pentecostés es también fiesta de la creación. Para nosotros, los cristianos, el mundo es fruto de un acto de amor de Dios, que hizo todas las cosas y del que él se alegra porque es «algo bueno», «algo muy bueno», como nos recuerda el relato de la Creación (cf. Gn 1,1-31). Por eso Dios no es el totalmente Otro, innombrable y oscuro. Dios se revela, tiene un rostro. Dios es razón, Dios es voluntad, Dios es amor, Dios es belleza. Así pues, la fe en el Espíritu Creador y la fe en el Espíritu que Cristo resucitado dio a los Apóstoles y nos da a cada uno de nosotros están inseparablemente unidas (Benedicto XVI, Homilía 11-06-2011).

(c) Los vv. 26–30 de nuestro salmo constituyen una suerte de resumen, de balance teológico, de todo el poema: todo aliento, todo respiro, es participación del Aliento de Dios. YHVH es el dador de todo alimento; al volver su rostro y mostrar benevolencia hacia el ser humano, y con el don de su Aliento, como fuerza portadora de vida, posibilita y permite la vida. Ciertamente, el don del respiro, del aliento es participación en el Aliento, en la fuerza vital de YHVH. (Esto equivale a decir que el don del Aliento del v. 30, es de hecho el don del Espíritu Santo quien es, - si se permite la expresión -, dicha Fuerza Vital en Persona). Nuestro salmo hasta utiliza la misma palabra que usa el Génesis para decir ‘crear’: es un Espíritu creador (cf. Gn 1). Aliento que relaciona al hombre con Dios, y los relaciona en la alegría ante semejante don de Vida renovada. De este modo se cierra el círculo que une los versos 1 con el 31 y 34/35. El alma (designa, en hebreo, primeramente garganta, cual órgano del respirar) que bendice (beraká) al Señor, transformando la existencia en beraká/eucaristía:

(1) ¡Bendice, alma mía, al Señor!

(30) ¡Envías tu Aliento, y lo creas!

(31) ¡Gloria a Dios para siempre,

            goce el Señor con sus obras!

(34) que le sea agradable mi poema,

            y yo me alegraré con el Señor.

(35) ¡Bendice, alma mía, al Señor!

 ¡Aleluya!

 

(d) Citas o alusiones a nuestro salmo en el Nuevo Testamento: 

103,2 1Tm 6,16

103,4 Hb 1,7

103,12 Mt 13,32; Mc 4,32; Lc 13,19

103,27 Mt 24,45; Lc 12,42

Dios en la luz

Dios hace de sus ángeles y servidores, llama de fuego

Los pájaros anidad en los árboles

Dar el alimento a su tiempo

  

LA PALABRA EXPLICA LA PALABRA

Génesis 3,19: Eres polvo y al polvo volverás.

Eclesiastés 3,20-22: Todos van hacia el mismo lugar; todo viene del polvo y todo retorna al polvo. ¿Quién sabe si el aliento del hombre sube hacia lo alto, y si el aliento del animal baja a lo profundo de la tierra? Por eso, yo vi que lo único bueno para el hombre es alegrarse de sus obras, ya que esta es su parte: ¿Quién, en efecto, lo llevará a ver lo que habrá después de él?

Eclesiástico 42,22--43,33: ¡Qué amables son todas tus obras!, y eso que no vemos más que una chispa. Todas viven y duran eternamente y obedecen en todas sus funciones. Todas difieren unas de otras, y no ha hecho ninguna inútil. Todas son a cual más bella: ¿quién se saciará de contemplar su hermosura? El firmamento límpido es belleza del cielo, la bóveda celestial es espectáculo majestuoso. El sol cuando sale derramando calor, ¡qué obra tan maravillosa del Señor!, a mediodía abrasa la tierra, ¿quién puede resistir su ardor? (...) También brilla la luna en fases y ciclos y rige los tiempos como signo perpetuo, determina las fiestas y las fechas y se complace menguando en su órbita, de mes en mes se renueva, ¡qué maravilloso cambiar! (...) Mira el arco iris y bendice a su creador: ¡qué esplendor majestuoso! (...) Aunque siguiéramos, no acabaríamos, la última palabra: «Él lo es todo». Encarezcamos su grandeza impenetrable, él es más grande que todas sus obras; el Señor es temible en extremo, y son admirables sus palabras. Los que alaban al Señor, levanten la voz, esfuércense cuanto puedan, que aún queda más, los que alaban al Señor, redoblen esfuerzos, y no se cansen, porque jamás quedará acabado. (...) Quedan cosas más grandes escondidas, apenas un poco he visto de sus obras. Todo lo ha hecho el Señor, y a sus fieles les da sabiduría.

Mateo 13,31-32: El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas.

Lucas 12,42-43: ¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo!

Romanos 8,18-24a: Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza. Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo. Porque solamente en esperanza estamos salvados.

1 Timoteo 6,15-16: Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén.

Hebreos 1,6-9: Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios nos dice: “Que todos los ángeles de Dios lo adoren”. Hablando de los ángeles, afirma: “A sus ángeles, los hace como ráfagas de viento; y a sus servidores como llamas de fuego”. En cambio, a su Hijo le dice: “Tu trono, Dios, permanece para siempre. El cetro de tu realeza es un cetro justiciero. Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad. Por eso Dios, tu Dios, te ungió con el óleo de la alegría, prefiriéndote a tus compañeros”.

Apocalipsis 10,5-6: El Ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano derecha hacia el cielo, y juró por aquel que vive por los siglos de los siglos, por el que ha creado el cielo, la tierra y el mar y todo lo que hay en ellos, diciendo: “¡Se acabó el tiempo de la espera!”

 

DE LA TRADICIÓN DE ISRAEL

Talmud (Avoda Zara 3b): R. Judá decía: El Señor se consagra a cuatro cosas durante su jornada: un primer cuarto de jornada lo emplea en contemplar su verbo; el segundo en juzgar al mundo, pero bien pronto tiene que abandonar el Trono de Justicia para sentarse en el Trono de Misericordia; el tercero lo usa para alimentar a todos los seres, otro cuarto de su jornada lo dedica a entretenerse y divertirse con el Leviatán, pues como quedó dicho: el Leviatán que hiciste para entretenerte y reírte con él (Sal 104,26). Pero, argumentó R. Akha: desde el momento en que el Templo fue destruido, no hay más sonrisas para el Santo -¡bendito sea!-, hasta el momento en que llegue el Salvador.

MidrashTehillim (Comentario homilético a los salmos):

De David.

Bendice al Señor, alma mía

y todas mis entrañas su Nombre santo.

Bendice al Señor, alma mía y no olvides todo el tiempo de su amamantamiento[1] (Sal 103,1-2).

Bendice al Señor, alma mía. Rabí Yejoshuá ben Levi dice: Cinco veces se repite aquí (en los salmos 103 y 104), pues en ellos está escrito: Bendice al Señor, alma mía, y esto corresponde a los cinco libros de la Torá. Los textos en que se repite son estos: Bendice al Señor, alma mía y todas mis entrañas su Nombre santo (Sal 103,1); Bendice al Señor, alma mía y no olvides todo el tiempo de su amamantamiento (Sal 103,2); Bendigan al Señor, todas sus obras, en todo lugar de su dominio, bendice al Señor alma mía (Sal 103,22); Bendice al Señor, alma mía; Señor mío, ¡eres verdaderamente grande! (Sal 104,1); Los pecadores cesarán sobre la tierra y ya no habrá impíos: bendice al Señor, alma mía (Sal 104,35).

Según Rabí Yojanán, David ha visto cinco mundos:

+El primero cuando todavía estaba en el seno de su madre, y dijo: Bendice al Señor, alma mía y todas mis entrañas su Nombre santo.

+El segundo cuando nació: Bendice al Señor, alma mía y no olvides todo el tiempo de su amamantamiento.

+El tercero cuando comenzó a caminar libremente dando vueltas por el mundo, como queda dicho: Bendigan al Señor, todas sus obras, en todo lugar de su dominio, bendice al Señor alma mía.

+El cuarto cuando se despidió y tuvo la visión de la Shequiná: Bendice al Señor, alma mía; Señor mío, ¡eres verdaderamente grande!

+El quinto es el mundo futuro, como queda dicho: Los pecadores cesarán sobre la tierra y ya no habrá impíos: bendice al Señor, alma mía. ¡Aleluya!.

Los pecadores cesarán sobre la tierra

y ya no habrá impíos:

bendice al Señor, alma mía (Sal 104,35). 

Rabí Yejudá dijo: Los pecadores cesarán sobre la tierra, es decir serán hechos perfectos y ya no habrá impíos porque en ese entonces no habrá más impíos: Bendice al Señor, alma mía. 

En cambio Rabí Nejemía dijo: Los pecadores cesarán sobre la tierra, es decir cesarán los pecados y ya no habrá impíos, porque entonces no habrá más impíos: Bendice al Señor, alma mía.

Rabí Shimón bar Abba, a su vez, dijo: Desde el comienzo del libro hasta aquí ya han pasado ciento cuatro (ciento tres) salmos, y sin embargo en ninguno de ellos jamás había sido escrito “Aleluya”, hasta el momento en que los impíos han desaparecido, tal como queda dicho: ya no habrá impíos: bendice al Señor, alma mía. ¡Aleluya! ¿Qué cosa quiere decir esto? Que cuando [en los días futuros] desaparezcan los malvados, se oirán gritos de júbilo (cf. Pr 11,10).

D. Kimchi (RADAK): En el momento de la muerte del ser humano el Santo -¡bendito sea!-, le retira el aliento de vida. Se lo devolverá en el tiempo de la resurrección de los muertos. Cuando los cuerpos muertos sean recreados, sus almas les serán restituidas.

A. Chouraqui: (v. 30): Después del juicio, la resurrección de los muertos, el cielo nuevo y la tierra nueva.

Alcanzada la Liberación-Salvación, una mirada nueva se abre camino, para abarcar los cielos y la tierra invadidos y transidos por la gracia del Señor. El alma canta al que crea, comprende y rescata el universo.

  

 DE LA TRADICIÓN ORANTE DE ISRAEL

De las Dieciocho bendiciones (Shemoné Esré): Tú eres Todopoderoso por toda la eternidad, oh Señor; Tú eres quien resucita a los muertos y eres abundante para salvar. Él hace descender el rocío; Él hace soplar el viento y descender la lluvia. Sustenta a los vivos con bondad, resucita a los muertos con gran misericordia, sostiene a los caídos y cura a los enfermos, libera a los prisioneros y mantiene su fidelidad para los que duermen en el polvo.

En la liturgia sinagogal el Cuarto Libro del Salterio (90[89]-107[106]), ocupa un lugar privilegiado. Nuestro Salmo, el 104 (103) puede ser usado en los días de luna nueva, (comienzo de mes = Rosh Qodesh), al final de la liturgia matinal.

Fiesta de los Árboles (Tu bi-Sevat), fiesta de institución rabínica: el sentido de la fiesta es la celebración del “año nuevo de los árboles”, de los frutos nuevos de la tierra, que colmada de agua por la abundante lluvia, hará que los árboles plantados se carguen de frutos, por todo lo cual se alaba y da gracias a D’. Es natural, entonces que en las comunidades sefardíes, procedentes de orillas del Mediterráneo, después de hacer una comida ritual, y una oración de acción de gracias, se recite el Salmo 104(103) y, a continuación los 15 salmos de peregrinación 120-134(119-133) (cf. A.-C- Avril y D. de la Maisonneuve, Las Fiestas Judías, pp. 112-113).

  

LOS MAESTROS DE LA FE NOS ILUMINAN

Orígenes: La verdadera ciencia del Señor, si reviste a alguna persona, la ilumina con la sabiduría de Dios.

Atanasio de Alejandría: Al mirar la creación somos sacudidos por el estupor y la sorpresa.

Efrén de Nísibe: El Espíritu Santo sopló sobre las aguas de un modo tal que las hizo fértiles. Es similar a la imagen de una gallina que se sienta sobre los huevos y que por medio del calor de la incubación, los calienta y los hace fértiles. También aquí nos tipifica una imagen del santo bautismo que está por venir: por medio del descenso del Espíritu se engendra a los hijos de Dios. Convenía revelar al Espíritu Santo para que se crea que es igual al Padre y al Hijo en [la obra de] la creación. El Padre Habló, el Hijo actuó y era apropiado que también el Espíritu tomara parte y se mostrara por medio de su revoloteo, pues de este modo se revelaba que Él forma parte de la Trinidad, acabando y completando todo.

Ambrosio de Milán: En efecto, adornando la bóveda del cielo, el Espíritu sabiamente aleteaba sobre la tierra, destinada a dar fruto, porque gracias a Él las semillas debían germinar de acuerdo a lo que dijo el profeta: Envía tu Espíritu y serán creados y renovarás la faz de la tierra (Sal 103/104,30).

Agustín de Hipona: Era yo el que aun no comprendía, entreveía que eras grande. En realidad no eres tú el que vas creciendo, soy yo...

Jerónimo Presbítero: Al principio del Génesis encontramos escrito: Y sobre las aguas se cernía el Espíritu, y a continuación se añade: Y las tinieblas cubrían los abismos. Presten atención, entonces, a lo que se dice al principio del Génesis. Ello se sitúa en un plano espiritual. Dice: Y sobre las aguas se cernía el Espíritu. Ya por aquel entonces hacía alusión al bautismo. En efecto no podría existir el bautismo sin el Espíritu.

Juan Casiano: Cuando, dócil a esta disciplina y a este orden, llegues a la ciencia espiritual, tu saber no será estéril y vano, sino lleno de vida y fértil en frutos. Esparcirás la semilla de la palabra de salvación en el corazón de los oyentes, y el rocío abundantísimo del Espíritu Santo vendrá a fecundarla. Según la promesa del profeta: La lluvia caerá sobre tu semilla, dondequiera que hayas sembrado, y el pan que te darán los frutos de la tierra será rico y sustancioso (Is 30,23).

Gregorio Magno: Mientras los hermanos aún dormían, el hombre de Dios Benito, solícito en pasar el tiempo velando, se había adelantado a la hora de la oración nocturna. Estando de pie junto a la ventana y rezando al Señor todopoderoso, vio de repente, en aquellas altas horas de la noche, proyectarse desde lo alto una luz que se difundía y ahuyentaba todas las tinieblas de la noche, brillando con tal fulgor, que con su resplandor en medio de la oscuridad era más poderosa que la del día. En esta visión se produjo, a continuación, algo del todo maravilloso, en el sentido de que apareció -como él mismo contó después- ante sus ojos el mundo entero como concentrado en un solo rayo de sol.

Regula Benedicti: Por tanto, ofrezcamos en estas Horas a nuestro Creador nuestras alabanzas por los juicios de su justicia, esto es, a Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas, y levantémonos de noche a confesar su Nombre… Por tanto, añadamos en estos días [de Cuaresma] alguna cosa a la tarea acostumbrada de nuestra servicio [de Dios] (...) de manera que cada cual, además de la medida que tiene prescrita, ofrezca espontáneamente algo a Dios con gozo del Espíritu Santo (...) y espere la santa Pascua con alegría de espiritual anhelo.

Francisco de Asís (Cántico de las Criaturas, versión de León Felipe):

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,

tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;

tan sólo tú eres digno de toda bendición,

y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

 

Loado seas por toda criatura, mi Señor,

y en especial loado por el hermano sol,

que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,

y lleva por los cielos noticia de su autor.

 

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,

y las estrellas claras, que tu poder creó,

tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,

y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

 

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,

que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!

Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,

y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,

la hermana madre tierra, que da en toda ocasión

las hierbas y los frutos y flores de color,

y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!

 

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor

los males corporales y la tribulación:

¡felices los que sufren en paz con el dolor,

porque les llega el tiempo de la consolación!

 

Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!

Ningún viviente escapa de su persecución;

¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!

¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

 

¡No probarán la muerte de la condenación!

Servidle con ternura y humilde corazón.

Agradeced sus dones, cantad su creación.

Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.

 

De la tradición Ignaciana: Dios se transparenta en sus dones. La creación entera es sacramento de las perfecciones de Dios. No solo todas las cosas son dones suyos; no solo viene El personalmente a entregárnoslas, ni solo trabaja en todas ellas por nosotros; cada criatura es participación de su plenitud, tiene una brizna de su divinidad y nos habla de Él. Es una inventiva suya para hacérsenos de alguna manera visible. Gracias a esta contemplación podemos llegar a amar a Dios en todas las cosas y a todas en Él. De san Ignacio se decía que salía a pasear al jardín y golpeando las flores con su bastón, les conversaba: «callad, ya sé lo que me queréis decir».

Juan de la Cruz:

Oh bosques y espesuras /plantadas por la mano del Amado; /oh prado de verduras / de flores esmaltado; / decid si por vosotros ha pasado.

Mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura, / y, yéndolos mirando, /con sola su figura / vestidos los dejó de su hermosura...

Mi Amado, las montañas, / los valles solitarios, nemorosos / las ínsulas extrañas / los ríos sonorosos, / el silbo de los aires amorosos.

 

ORACIONES SÁLMICAS

Pon un límite a las aguas de este mundo, Señor y no nos vuelvan a cubrir la tierra de tu pueblo; grítales y huyan al sonido de tu voz pues has inundado nuestra alma; tu divino poder nos salvará y te cantaremos toda nuestra vida, dándote gracias por tu creación (Serie A).

Señor Altísimo, omnipotente y lleno de bondad: tuyas son las alabanzas la gloria, el honor y toda bendición loado seas en tus criaturas (Serie B). 

Oh Dios, sublime y todopoderoso, tú que das de beber a la tierra árida, colmándola de frutos, permítenos contemplar con mirada espiritual las cumbres de tu gloria y al levantar nuestra mirada hacia el cielo pensemos continuamente en las realidades de lo alto (Serie Romana).

Pon un límite, Señor, a las aguas de este mundo, para que no vuelvan a cubrir las tierras de tu pueblo; amenázalas, de modo que huyan lejos de tu rostro: ellas penetraron hasta lo hondo de nuestras almas. Tú quieres que todos los hombres se salven, haz que gracias al efecto de tu poder podamos cantar tus alabanzas a la largo de nuestra vida (Serie Africana). 

Señor Dios, tú que de los manantiales sacas los ríos para que fluyan entre los valles y se abran camino entre las montañas; tú que concediste a tus Apóstoles la inmensa gracia de su elección para anunciar la verdad a todos los pueblos, haz que seamos plenamente instruidos en su doctrina y obedientes a sus preceptos obtengamos el perdón de todo pecado gracias a su intercesión, y logremos acceder a los gozos eternos (Serie Hispana).

  

 ¿COMES MUCHAS VECES POR DÍA?, ¡NO DEJES DE ALIMENTARTE CADA DÍA!

¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA,

UNA Y OTRA VEZ: 

{inspirando}

¡Señor, envía tu Espíritu!

{espirando}

¡Y renueva la faz de la tierra!

 



[1] El término hebreo ghemulim posee un doble significado (beneficios  y amamantamiento): el midrash adopta la posibilidad más rebuscada.