DOMINGO 14º DURANTE EL AÑO. Ciclo "B"

El evangelista san Marcos. Siglo XVI. Evangeliario. Etiopía.

 

Salmo 122 (123)

ORANDO [CON] EL SALMO RESPONSORIAL

 [Veinte y dos son los Libros del Antiguo Testamento, tantos como las letras del alfabeto hebreo. El Salmo 118 consta de veinte y dos estrofas cada una de las cuales tiene ocho versos]. A continuación de dicho poema, y a la luz del número ocho, revelado por las veinte y dos ogdóadas [del Salmo 118], podemos contemplar los Salmos que lo suceden, [es decir] los quince cantos graduales (119-133): después de la enseñanza perfecta que les precede, fue necesario disponer este canto gradual en quince peldaños, suma de los números perfectos siete y ocho. En efecto, la observancia de la Ley, colocada bajo el signo del número siete, y el progreso aportado por el Evangelio, (...), simbolizado por el número ocho, nos hacen ascender, gracias al canto de los salmos graduales, hasta las realidades eternas del cielo.

En el Templo, los sumos sacerdotes, ascienden ese número de peldaños hasta penetrar en el Santo de los Santos. De manera que, como no es posible llegar a la perfección por la hebdómada de la Ley sin la ogdóada de los Evangelios, ni tampoco por la ogdóada de los Evangelios sin la hebdómada de la Ley, todo aquel que haya creído en estos números, verdaderamente perfectos, del siete y del ocho, presentes en el canto de los quince salmos graduales, se verá colocado en el Santo de los Santos, el lugar de la bienaventuranza perfecta (Hilario de Poitiers, Tratado sobre los Salmos, Introducción General 16, SC 515, pp. 152. 154).

 

Leccionario: Salmo 122, 1-2a. 2bcd. 3-4 (R: 2cd)

Liturgia de las Horas: Salmo 122, 1-2a. 2bcd. 3-4

[V. 1: Canto de peregrinación /las subidas]

 

Levanto mis ojos hacia ti,

que habitas en el cielo.

 

Como los ojos de los servidores

están fijos en las manos de su señor

y los ojos de la servidora en las manos de su dueña:

así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios,

hasta que se apiade de nosotros.

 

 

¡Ten piedad, Señor, ten piedad de nosotros,

porque estamos hartos de desprecios!

Nuestra alma está saturada

de la burla de los arrogantes,

del desprecio de los orgullosos.

 

 

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores.

.

Como están los ojos de la esclava

 fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos.

 

 

«La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un “recuerdo de Dios”, un frecuente despertar la “memoria del corazón”: “Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar”» (Catecismo de la Iglesia Católica 2697).

 

¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA, 

UNA Y OTRA VEZ: 

{inspirando}

 

¡Nuestros ojos en ti, Señor!

{espirando}

 

¡esperando tu misericordia!

 

SUGERENCIAS PARA LA JACULATORIA

Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.

ó: 

Levanto mis ojos hacia ti dame, Señor, tu perdón. 

 

NOTAS EXÉGETICAS AL SERVICIO DE LA LECTURA ORANTE

(a) La célebre escultura del Museo del Cairo que representa a un escriba con la mano pronta sobre el papiro y los ojos fijos en su señor, parece una representación de la imagen central de este hermoso poema de los “Cantos de las Ascensiones”. Los ojos de los esclavos espiando con extrema atención las manos de sus señores para captar hasta el más pequeño de sus ademanes, expresión de sus deseos o de su benevolencia. También los ojos del pobre y del marginado se encuentran fijos en las manos del Señor porque apenas ellas se muevan, crearán justicia y libertad, destruyendo a «arrogantes y orgullosos». Es particularmente fuerte la descripción de la «saciedad» a los cuales el justo se encuentra sometido: llenado de desprecios y cansado de tanta burla (vv. 3-4) (inspirado en Ravasi-Turoldo).

 

 

Escriba anónimo (5ª dinastía, Egipto antiguo, en granito negro) 

Como están los ojos de los esclavos, fijos en las manos de sus señores… [Sal 123,2]

 

(b) Los “Salmos de las Ascensiones” son un grupo de quince Salmos (120-134) que presentan características particulares, sea desde el punto de vista lingüístico que estilístico. Es también la única colección, al interior del Salterio a estar reunida en forma consecutiva, formando un conjunto. De hecho tenemos otras colecciones al interior del Salterio, pero todas ellas, a excepción de la nuestra, se presentan en grupos fraccionados: pensemos, por ej., en los Salmos de Asaf (50 separado de 73 al 83), o también en los de los Hijos de Coré (42[43]; 44-49; 84-85 y 87-88). Cada uno de estos Salmos tiene por título canto (en hebreo shir) de las subidas-/ascensiones-/peregrinaciones (en hebreo: ha-ma’alot). El primer vocablo es conocido, se discute sobre el significado del segundo. Son posibles diversas interpretaciones, a las que enumeramos esquemáticamente: estamos ante un hecho estilístico, o un uso litúrgico, histórico, o espiritual (basado en B. Costacurta, I Salmi delle Ascensioni). 

(c) Así como se dan varias interpretaciones al título shir ha-ma’alot, así también se presentan diversos modelos interpretativos de estos quince “cantos”, que evidentemente, además del título, presentan no pocos elementos comunes. Se da, por tanto, una cierta interferencia entre la interpretación de estos salmos, en su totalidad, y aquella del título que, de manera única en el Salterio, les ha sido reservado. Estos “cantos de las subidas” (llamémosle provisoriamente así), además de ser una colección con características propias, pueden considerarse un “Salterio en el Salterio”, un microcosmos y tal vez, no sin razón, “une mise en abîme”[1]. Veamos, por ej., la interpretación del título dada por el Targum: “Canto que fue dicho sobre los peldaños del abismo” (En arameo: Shirah de-’it’amar ‘al massoqjjan di-tehoma’). ¿De qué abismo se trata? Cf. más abajo la interpretación dada a este título por el Talmud de Babilonia (bSukkah 53a) (basado en: A. Mello, I Canti delle Salite).

(d) La tesis de E. Zenger, en lo que se refiere al quinto libro del Salterio (107-150), es la que estamos ante un libro todavía en formación, como se ve si nos atenemos al testimonio de Qumram, y que estamos ante un libro “post-cúltico”. Esto quiere decir que es un libro que substituye a un culto que, por lo demás, por diversas razones, no puede ya practicarse, y que puede practicarse espiritualmente. Ya no es indispensable subir-peregrinar hacia Jerusalén, dado que existe la posibilidad de cantar los cantos de Sión. El Salterio se transforma, de este modo, en un ‘instrumento’ de “peregrinación espiritual”, Los Cantos de las Subidas son un “salterio en el salterio”, y, precisamente por esta razón: van señalando las etapas de dicha peregrinación a Sión.. En este sentido, la interpretación patrística de los Cantos de las subidas como “ascensión espiritual” encuentra su fundamento exegético, aun prescindiendo de la realidad histórica de la peregrinación a Jerusalén (basado en: E. Zenger, Die Komposition der Wallfahrtspsalmen Ps 120-134. Zum Programm der Psalterexegese).

(e) El Salmo 123(122) es de una simplicidad extrema, se diría un esbozo, un apunte. Reducido a lo esencial, sonaría así: nuestros ojos fijos en Dios, como los de los esclavos en las manos de sus señores, hasta que se apiade, porque sufrimos desprecios. Ojos fijos-esperando: el poeta sorprende el valor plástico de un gesto y lo fija. La espera es plenamente confiada. Los satisfechos y altaneros son los despreciativos. El orante, no pudiendo aguantar eleva su mirada hacia Dios (L. Alonso Schökel).

(f) Alusiones a, o citas de, nuestro salmo en el NT

SALMO NUEVO TESTAMENTO

TEMAS

122,1 Mt 6,9

 Mt 5,34

122,3 2 Tm 3,12

Nuestro Padre que está en los cielos

... el cielo que es el trono de Dios

Los que viven piadosamente en Cristo, sufrirán persecución

 

LA PALABRA EXPLICA LA PALABRA

Nota: Numerosos textos bíblicos son citados, a modo de referencia, tanto en los textos que anteceden esta sección como en los que siguen. Consultándolos podrá completar el polifacético eco bíblico suscitado por nuestro poema.

Nehemías 2,19-20: Cuando Sambalat, el joronita, Tobías, el esclavo amonita, y Guésem, el árabe, se enteraron de esto, se burlaron de nosotros y nos despreciaron, diciendo: «¿Qué están haciendo? ¿Se van a rebelar contra el rey?». Yo, por mi parte, les respondí: «El Dios del cielo nos coronará con el éxito. Nosotros, sus servidores, nos pondremos a trabajar. Ustedes, en cambio, no tienen parte, ni derechos, ni recuerdos en Jerusalén».

Nehemías 3,33-38: Cuando Sambalat se enteró de que nosotros estábamos restaurando las murallas, se enfureció y manifestó una gran irritación. Se burló de los judíos, y dijo delante de sus hermanos y de las tropas de Samaría: «¿Qué pretenden hacer esos judíos incapaces? ¿Piensan acaso reconstruir, ofrecer sacrificios, terminar en un día? ¿Harán revivir esas piedras extraídas de un montón de escombros y todas calcinadas?». Y Tobías, el amonita, que estaba a su lado, añadió: «¡Déjalos que construyan! ¡Bastará que suba un zorro para hacer que se desmoronen sus murallas de piedra!» ¡Escucha, Dios nuestro, cómo somos despreciados! Que sus ultrajes recaigan sobre sus cabezas, y entrégalos al desprecio en una tierra de cautiverio. No encubras su iniquidad y que su pecado no se borre de tu presencia, porque han agraviado a los constructores. A pesar de todo, trabajamos en la reconstrucción de la muralla, que fue enteramente restaurada hasta media altura. El pueblo, en efecto, se había tomado la obra muy a pecho. 

Proverbios 11,11-13: Con la bendición de los hombres rectos se levanta una ciudad, la boca de los malvados la destruye. El que desprecia a su prójimo es un insensato, y el hombre inteligente sabe callar. El chismoso revela los secretos, pero el hombre fiel guarda la debida reserva.

Proverbios14,21: El que desprecia a su prójimo peca, pero ¡feliz el que se apiada de los humildes!

Proverbios 17,5: El que se burla del pobre ultraja a su Creador, el que se alegra de una desgracia no quedará impune.

Eclesiástico 11,2-4: No alabes a un hombre por su buena presencia ni desprecies a nadie por su aspecto. La abeja es pequeña entre los animales que vuelan, pero lo que produce es más dulce que todo. No te gloríes de la ropa que te cubre ni te enorgullezcas en los días de gloria, porque las obras del Señor son admirables y están ocultas a los ojos de los hombres.

Eclesiástico 18,15-18: Hijo mío, no eches en cara los beneficios que haces ni acompañes tus dones con palabras ofensivas. ¿No calma el rocío el calor ardiente? Así, una buena palabra puede más que un regalo. (RB = mayordomo) ¿Acaso no vale más una palabra que un obsequio? Pero el hombre caritativo sabe unir las dos cosas. El necio reprende sin ningún miramiento y el don del avaro hace correr las lágrimas (cf. 41,22).

Eclesiástico 41,14-16. 21: Hijos míos, observen en paz mi enseñanza. Sabiduría escondida y tesoro invisible: ¿de qué sirven una cosa y la otra? Es preferible el hombre que disimula su necedad al que oculta su sabiduría. Por lo tanto, sientan vergüenza de lo que les voy a indicar, porque no está bien avergonzarse por cualquier cosa ni toda vergüenza merece ser igualmente aprobada (...): de dar o recibir con desdén, y de no devolver el saludo.

Mateo 5,33-37: Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: “No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor”. Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.

Mateo 6,1-6: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Marcos 6,35-44: Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer». Él respondió: «Denles de comer ustedes mismos». Ellos le dijeron: «Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos». Jesús preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver». Después de averiguarlo, dijeron: «Cinco panes y dos pescados». Él les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta. Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente. Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres 

Marcos 7,31-36: Cuando Jesús volvía de al región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y dijo: «Efatá», que significa: «Abrete». Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban.

Juan 11,41-43: Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero le he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Después de decir esto, gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!» (cf. Jn 6,5).

Juan 17,1-5: Después de hablar así, Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: «Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado. Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.

2 Timoteo 3,10-12: Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi modo de vida y mis proyectos, mi fe, mi paciencia, mi amor y mi constancia, así como también, las persecuciones y sufrimientos que debía soportar en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones no he tenido que padecer! Pero de todas ellas me libró el Señor. Del mismo modo serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida piadosa en Cristo Jesús.

 

DE LA TRADICIÓN DE ISRAEL

Talmud de Babilonia (bSukkah 53a): Rabí Hisda se dirigió a un rabí que clasificaba Aggadoth en su presencia: “¿Sabes alguna cosa respecto a los quince Salmos de las Subidas? ¿Cuáles fueron las razones que lo impulsaron a componerlos? El rabí le respondió: Rabí Johannan decía que cuando David empezó a hacer excavar los cimientos del Templo las aguas del abismo subieron hasta la superficie, amenazando sumergir el mundo. Fue entonces que David los compuso y las aguas volvieron a bajar. - De ser así, más bien deberían llamarse ‘Salmos de los Descensos’ más que ‘Salmos de las Subidas’. ... Entonces David escribió el Nombre [de YHVH] sobre un papel y lo arrojó al abismo y este descendió diez y seis mil codos. Viendo que había descendido demasiado, y entonces recitó los quince Cantos de las Subidas y lo hizo subir quince mil codos, y el abismo se detuvo a mil codos bajo la superficie terrestre.

Midrash Tehillim (Comentario homilético a los Salmos):

Hacia ti levanto mis ojos. Tú puedes constatar que [David] no dejó de alabar al Señor, - ¡bendito sea! Lo alabó con su cabeza, pues dice: con oleo unges mi cabeza (Sal 23,5); lo alabó con sus ojos, tal como dice: Mis ojos están siempre fijos en el Señor (Sal 25,10), y, además: Hacia ti levanto mis ojos.

Que el Eterno haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia (Nm 6,25), mediante un don totalmente inmerecido, y por eso está escrito: Mis ojos están fijos en el Eterno, nuestro Dios, hasta que nos conceda su gracia. (v. 2). ¡Danos tu gracia, Señor, concédenos tu gracia, porque estamos más que hartos de desprecios! (v. 3).

A. Churaqui: (Los 15 Salmos de Peregrinación [120-134]), son otras tantas joyas engarzadas en un designio único: forman un capítulo muy particular del libro de los salmos. Compuesto para ser dicho en los escalones que conducen al Templo, o bien en las ceremonias de peregrinación, ellos siguen el ritmo interior que gobierna toda la doctrina del [Salterio] : del exilio a la adopción, de las tinieblas a la luz, del sueño a la conciencia objetiva, de la muerte a la vida eterna. Se parte en esta subida hacia Dios, hecha posible gracias al don de la Torá, desde la tierra del exilio, desde Masac y Cadar (cf. Sal 120,3: ¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar!): el alma ya pacificada sufre la guerra, que se padece, -estando lejos del Señor-, de parte de los poderes de las tinieblas.

[En este Salmo 123], en medio de la Ciudad-Santuario, se hace posible dirigir la mirada hacia el Habitante de los cielos. El peregrino se encuentra todo golpeado por los sufrimientos del camino, su primer movimiento, terminado el exilio, será el de remitir a Dios la pesada carga de los desprecios.

 

DE LAS FIESTAS JUDÍAS 

La fiesta ‘Tu bi-Sevat (= dia 15 del mes de Sevat). Esta fiesta es considerada como uno de los cuatro comienzos del año judío, en este caso “año nuevo de los árboles”, es decir el comienzo para los frutos de la tierra, saturada de agua, finalizada la estación de las lluvias. En algunas comunidades asquenazi se realiza una comida ritual -un seder-, según el modelo del de Pesaj. Después de finalizada la comida se recita una acción de gracias y a continuación el Salmo 104 y los quince Salmos de las Ascensiones (120-134).

 

LOS MAESTROS DE LA FE NOS ILUMINAN

Orígenes: Nosotros tenemos los ojos fijos en las manos del Señor para captar el instante en el que nos hará señas de dar cumplimiento a la obra (de pasar a la acción); y durante su banquete nosotros esperamos que sus manos nos proporcionen el alimento. No ponemos límites a esta esperanza.

Juan Crisóstomo: Mira, como los ojos de los esclavos están puestos en las manos de sus señores, como los ojos de la esclava en las manos de su señora... (Sal 122,2). Observa aquí de nuevo la tensión de la piedad, ciertamente no esperan solamente un breve espacio de tiempo (...) Y tú, hombre, espera con constancia, tanto si recibes como si no recibes; y aunque no recibas, no desistas, y recibirás por completo. En verdad, si a aquel juez cruel le conmovió la insistencia de una viuda (cf. Lc 18,15), ¿qué favor vas a conseguir tú, si te retiras de inmediato, te descuidas y permaneces aletargado? ¿No ves cómo las esclavas, pendientes de sus señoras, no dejan que sus ojos ni sus mentes divaguen por otras cosas? Haz tú lo mismo; sigue sólo a Dios, y dejando todas las demás cosas, hazte de los suyos, y recibirás por completo todo lo que pidas que sea beneficioso.

Ambrosio de Milán: David [siguiendo a Pablo], dice lo siguiente: he combatido el buen combate (2 Tm 4,7), pido el premio prometido por tu Palabra. ¡Acuérdate de las promesas que has hecho a tu servidor! No he esperado indebidamente, ya que Tú mismo me has hecho esperar. Yo no soy más que un servidor, y aguardo el alimento que me dará mi patrón. No soy más que un soldado y exigo la paga del emperador. No soy más que un invitado y pido cuanto ha sido prometido de aquel que me ha invitado. Ha atenuado, sin embargo, la autoridad que le venía de la fe, denominándose ‘servidor’: los ojos de los servidores están fijos en las manos de sus señores. Palabras, estas, que se revelan claramente relacionadas con la persona de David.

Jerónimo Presbítero: ¡Vamos, bendigan ahora al Señor, servidores del Señor! (Sal 133,1). Este salmo es el último de los cantos graduales. El primero de ellos decía: En mi angustia clamé al Señor y me escuchó (Sal 119,1). El segundo asciende [un escalón]: Levanté mis ojos hasta los montes (Sal 120,1). En el tercero: Me alegré con lo que me dijeron (Sal 121,1). En el cuarto: Elevé mis ojos hacia Ti, que habitas en el cielo (Sal 122,1). Fíjense como va poco a poco subiendo escalones hasta llegar a lo más alto. Muy lejos nos llevaría si quisiéramos hablar de cada uno de los versos iniciales de cada uno de los salmos graduales. Se llega al salmo decimotercero, o, mejor, al duodécimo, y después de todas las virtudes se menciona la humildad. Y es que en vano poseeremos todas las virtudes si todas ellas no se ven coronadas con la humildad del Señor. ¿Cuáles son sus palabras? Señor mi corazón no se ha envenecido, ni mis ojos se han mostrado altaneros (Sal 131,1). Una vez que ha mostrado su humildad, suplica el advenimiento de Cristo. ¿Cómo lo hace? Señor, acuérdate de David y de toda su mansedumbre (Sal 131,1). Y en otro versículo: Por amor a tu servidor David, no apartes tu mirada d tu Cristo (Sal 131,10). Al haber recibido a Cristo, reúne a la Iglesia, que asume a Cristo. ¿Y como lo expresa? Miren cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos vivan en unidad (Sal 132,1). Y una vez que los hermanos conviven en unidad y que la Iglesia de Cristo se halla congregada, ¿qué nos dice el último salmo gradual? ¡Vamos, bendigan ahora al Señor, servidores del Señor! Puesto que resulta bueno y agradable que los hermanos convivan unidos y ustedes forman una comunidad, ¡vamos, bendigan ahora al Señor, servidores del Señor! (...) Bendíganlo ahora, en el último salmo gradual, ya que ustedes se hallan unidos en la cumbre de las virtudes. Antes de llegar al decimoquinto peldaño, o sea, a la cumbre, ustedes no podían bendecir al Señor. Por eso es ahora, precisamente, cuando les digo: ¡Vamos, bendigan ahora al Señor, servidores del Señor!

Agustín de Hipona: Empecé a exponerles por orden los cánticos del que sube; del que sube y del que ama; del que sube, por lo mismo que es persona que ama. Todo amor o sube o baja. Por el buen deseo nos elevamos a Dios y por el malo nos precipitamos al abismo. Pero como ya caímos arruinados por el mal deseo, si conocemos quién no cayó, sino que bajó a nosotros, no nos queda otra cosa que subir uniéndonos a Él, porque por nuestras fuerzas no podemos. El mismo Señor nuestro Jesucristo dijo: Nadie sube al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. Esto parece como si sólo lo hubiera dicho de sí mismo. Luego ¿los demás han de quedar abajo, ya que sólo sube el que únicamente descendió? ¿Qué deben hacer los demás? Unirse a su Cuerpo para que haya un solo Cristo que baja y sube. Bajo la Cabeza y sube con el Cuerpo, pues se vistió de la Iglesia, que se presentó a sí mismo sin mancha ni arruga. Luego sólo Él sube. Pero también nosotros, cuando de tal modo estamos en Él, que somos sus miembros. (...) La unidad nos entrelaza al uno, y así únicamente no suben con Él los que no quieren ser uno con Él. (...) Por tanto, no debemos perder la esperanza; es más, debemos pensar, con gran confianza, que, si Él está con nosotros en la tierra por el amor, por esta misma caridad estamos nosotros con Él en el cielo. (...) Suba, pues, este Cantor; pero de cada corazón de ustedes cante aquí, cante el hombre, y cada uno sea este hombre. Cuando cada uno en particular canta esto, todos son uno solo en Cristo.

Regula Benedicti: El duodécimo grado de humildad consiste en que el monje no sólo tenga humildad en su corazón, sino que la demuestre siempre a cuantos lo vean aun con su propio cuerpo, es decir, que en la Obra de Dios, en el oratorio, en el monasterio, en el huerto, en el camino, en el campo, o en cualquier lugar, ya esté sentado o andando o parado, esté siempre con la cabeza inclinada y la mirada fija en tierra, y creyéndose en todo momento reo por sus pecados, se vea ya en el tremendo juicio. Y diga siempre en su corazón lo que decía aquel publicano del Evangelio con los ojos fijos en tierra: Señor, no soy digno yo, pecador, de levantar mis ojos al cielo. (cf. Lc 18,13; Mt 8,8). Y también con el Profeta: He sido profundamente encorvado y humillado (Sal 37,7. 9; 118,107).

 

DE LA LITURGIA EUCARÍSTICA 

Hay [una] particularidad en el relato de la institución del Canon Romano que queremos meditar en esta hora. La Iglesia orante se fija en las manos y los ojos del Señor. Quiere casi observarlo, desea percibir el gesto de su orar y actuar en aquella hora singular, encontrar la figura de Jesús, por decirlo así, también a través de los sentidos. «Tomó pan en sus santas y venerables manos». Nos fijamos en las manos con las que Él ha curado a los hombres; en las manos con las que ha bendecido a los niños; en las manos que ha impuesto sobre los hombres; en las manos clavadas en la Cruz y que llevarán siempre los estigmas como signos de su amor dispuesto a morir. Ahora tenemos el encargo de hacer lo que Él ha hecho: tomar en las manos el pan para que sea convertido mediante la plegaria eucarística. En la Ordenación sacerdotal, nuestras manos fueron ungidas, para que fuesen manos de bendición. Pidamos al Señor ahora que nuestras manos sirvan cada vez más para llevar la salvación, para llevar la bendición, para hacer presente su bondad.

De la introducción a la Oración sacerdotal de Jesús (cf. Jn 17,1), el Canon usa luego las palabras: “elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso”. El Señor nos enseña a levantar los ojos y sobre todo el corazón. A levantar la mirada, apartándola de las cosas del mundo, a orientarnos hacia Dios en la oración y así elevar nuestro ánimo. (...) Pidamos que a través de los ojos no entre el mal en nosotros, falsificando y ensuciando así nuestro ser. Pero queremos pedir sobre todo que tengamos ojos que vean todo lo que es verdadero, luminoso y bueno, para que seamos capaces de ver la presencia de Dios en el mundo. Pidamos, para que miremos el mundo con ojos de amor, con los ojos de Jesús, reconociendo así a los hermanos y las hermanas que nos necesitan, que están esperando nuestra palabra y nuestra acción (de la Homilía de Benedicto XVI, Jueves Santo 2005).

 

ORACIONES SÁLMICAS 

Aunque somos tus siervos inútiles, escoge, Señor la obediencia de nuestra voluntad a tu querer y el deseo de amarte sin medida; ten misericordia de nuestra debilidad y resplandecer tu obra ante el desprecio de los orgullosos Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Aunque somos tus siervos inútiles, escoge, Señor la obediencia de nuestra voluntad a tu querer y el deseo de amarte sin medida; ten misericordia de nuestra debilidad y resplandecer tu obra ante el desprecio de los orgullosos Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Padre nuestro que estás en el cielo, nuestros ojos se elevan hacia ti, lo esperamos todo de tus manos. Si somos despreciados por causa de Cristo, no olvides que somos tus servidores, apiádate de nosotros (Psautier liturguique).

 

TÍTULOS SÁLMICOS 

Voz de Cristo al Padre: Los ojos del Señor Jesús estaban siempre fijos en el Padre, para abrazar siempre su voluntad (Serie I, san Columbano)

 

¿COMES MUCHAS VECES POR DÍA?, ¡NO DEJES DE ALIMENTARTE CADA DÍA! 

¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA,

UNA Y OTRA VEZ: 

{inspirando}

 

¡Nuestros ojos en ti, Señor!

{espirando}

 

¡esperando tu misericordia!

 



[1] En literatura, la expresión francesa «mise en abyme», que traducida literalmente quiere decir «puesta en abismo», se refiere al procedimiento narrativo que consiste en imbricar una narración dentro de otra, de manera análoga a las matrioskas o muñecas rusas. En muchos idiomas, como el alemán, inglés e italiano, se suele utilizar directamente la locución francesa, sin traducirla. Esto también sucede en español, pero existen también otras fórmulas, entre las que destacan «puesta en abismo», «construcción en abismo», «construcción» o «estructura» abismal, «abismación» y «relato enmarcado». También se generalizó el uso de la expresión para referirse al empleo de estructuras análogas en campos tan diversos como el arte cinematográfico, el teatro («teatro en el teatro»), la fotografía y las artes gráficas en general. En la literatura, uno de los ejemplos más representativos es el de "Las mil y una noches", una serie de relatos que a su vez forman parte de un relato que los contiene (adaptado de Wikipedia).