DÉCIMO CUARTO DOMINGO DURANTE EL AÑO. Ciclo "C"

Jesús envía a los 72 de dos en dos. 1886-1894. J. Tissot. Brooklyn Museum, USA.

 

SALMO 65 (66)

ORANDO [CON] EL SALMO RESPONSORIAL

(Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río [Sal 65,6]). No vaciles ni pienses, ahora que escuchas el relato de lo acontecido a los antiguos, que todo eso no te concierne. (…) Cuando tú abandonas las tinieblas de la idolatría, por los deseos de conocer la ley divina, entonces empieza tu salida de Egipto; cuando fuiste agregado al número de los catecúmenos (…), atravesaste el mar Rojo; en las paradas del desierto, cuando cada día te esfuerzas en escuchar la ley de Dios, contemplas el rostro de Moisés que te descubre la gloria del Señor. Pero cuando llegues a la fuente espiritual del bautismo (…), entonces, habiendo atravesado el Jordán, entrarás en la Tierra de la promesa; esa tierra en la que Jesús, después de Moisés, te toma a su cargo para ser tu guía en la nueva ruta que emprendes. Entonces, recordarás tantas de las grandes obras de poder realizadas por Dios: el mar que, para ti, se parte en dos, el agua del río detenida en su curso, y tú, dándote vuelta exclamarás: ¿Mar, por qué huyes?, y tú Jordán, ¿por qué te echas atrás? ¿Y ustedes, montes, por qué saltan como carneros; colinas, por qué saltan como corderos? Y la palabra de Dios te responderá: En presencia del Señor tembló la tierra, en presencia del Dios de Jacob: que transforma las rocas en estanques, el pedernal en manantiales de agua (Sal 113,5-8) (Orígenes de Alejandría, Homilías sobre Josué, Homilía 4,2).

  

Leccionario: Salmo 65, 1-3a. 4-7a.16 y 20 (R: 1b)

Liturgia de las Horas: Salmo 65, 1-3a. 4-7a.16 y 20

[1a Del maestro de coro. Canto. Salmo]

 

¡Aclame al Señor toda la tierra!

¡Canten la gloria de su Nombre!

Tribútenle una alabanza gloriosa,

digan al Señor: “¡Qué admirables son tus obras!”

 

Toda la tierra se postra ante ti,

y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.

Vengan a ver las obras del Señor,

las cosas admirables que hizo por los hombres.

 

Él convirtió el mar en tierra firme,

a pie atravesaron el Río.

Por eso, alegrémonos en Él,

que gobierna eternamente con su fuerza.

 

Los que temen al Señor, vengan a escuchar,

yo les contaré lo que hizo por mí.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración

ni apartó de mí su misericordia.

 

 

1b Aclamad al Señor, tierra entera,

2 tocad en honor de su nombre,

cantad himnos a su gloria;

3a decid a Dios: “Qué temibles son tus obras”.

 

4 Que se postre ante ti la tierra entera,

 que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre.

5 Venid a ver las obras de Dios,

sus temibles proezas en favor de los hombres:

 

6 transformó el mar en tierra firme,

a pie atravesaron el río.

Alegrémonos con Dios,

7 que con su poder gobierna eternamente;

 

16 Fieles de Dios, venid a escuchar,

os contaré lo que ha hecho conmigo:

20 Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica,

ni me retiró su favor.

  

“La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol [Pablo] espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y le servirán como un solo hombre” (So 3,9. Cf. Is 66,23; Sal 65[66],4; Rm 11,11-32) [Nostra Aetate 4].

 

¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE UNA Y OTRA VEZ:

{inspirando}

 

¡Aclame al Señor!

{espirando}

 

¡Toda la tierra!

 

SUGERENCIAS PARA LA JACULATORIA:

¡Aclama al Señor! // ¡Tierra entera!

O bien:

¡Aclame al Señor! // ¡Toda la tierra!

 

NOTAS EXÉGETICAS AL SERVICIO DE LA LECTURA ORANTE

(a) En cinco estrofas (vv. 1-4; 5-7; 8-12; 13-15; 16-20) la comunidad y un solista van entrelazando y anudando sus voces, evocando los temores del pasado y las alegrías del presente, en el transcurso de una celebración sacrificial de acción de gracias (vv. 13-15). De toda la tierra sube hacia Dios una sinfonía de alabanza, por su actuar en el cosmos y en la historia, en particular a través de aquel acontecimiento emblemático que fue el éxodo liberador de la esclavitud en Egipto, “crisol”, “red” y “carga” de los cuales Dios nos ha liberado. La voz coral que da gracias por el don de la libertad evoca, una vez más, las amarguras pasadas y lo hace mediante una serie de imágenes (vv. 8-12), entre las que se destaca aquella tan pintoresca de “la cabalgata sobre la cabeza” (v. 12), señal de extrema humillación y derrota catastrófica. Y sin embargo Dios nos salvó de los cascos de la caballería faraónica/del faraón, de los pies imperiales, del fuego y de las aguas del mar. Es en este momento cuando se oye la voz de un solista, que cual portavoz de la comunidad, da gracias en nombre de todos y que en su “yo” reasume la acción de gracias colectiva por el estupendo don de la libertad (basado en Turoldo-Ravasi).

(b) Tercera colección de poemas dentro del Tercer Libro del Salterio (Sal 41[42]-71[72]): está compuesta por los salmos que van desde el Sal (51[52] al 71[72]), es decir 21 salmos; vemos, entonces, que nuestro salmo es parte del llamado “segundo salterio davídico”.

Dentro de esta unidad mayor, en la que pueden reconocerse cinco micro-colecciones nuestro salmo forma parte de la cuarta micro-colección. Conjunto formado por los salmos 64(65)-67(68), al que se podría dar por título: canto de la comunidad después de “prolongado silencio”.

64(65)

Canto al Señor de la historia y del mundo que escucha las oraciones

Himno de alabanza y de acción de gracias

65(66)

Liturgia de acción de gracias: la comunidad reconoce el actuar de Dios

Himno litúrgico para el cumplimiento de los votos

66(67)

Liturgia de acción de gracias: la comunidad bendice a Dios por sus obras

Himno litúrgico para la bendición del pueblo

67(68)

Canto al Dios del Sinaí y de Sión: el “guerrero divino” domina la tierra entera

Himno de victoria y teofanía

 

(c) Concatenación de los salmos entre sí:

En una obra literaria se crea profunda expectación tan pronto como el lector reconoce la técnica del uso de palabras-clave o de palabras-gancho. Es lo que sucede en el Salterio: cuando un salmo se acerca al final, al que capta esta “técnica” no le da la impresión de que se acaba: espera que vaya a continuar. Sin saber cuáles, algunos contenidos y formulaciones deben provocar en el “lector orante” efectos de resonancia y de eco. Sólo así se confiere al Salterio una dinámica interna, que lo convierte en un único texto [formado por 150 poemas]. De principio a fin, del Salmo 1 al 150, la meditación no debe detenerse ni interrumpirse (basado en N. Lohfink). 

Salmos

Palabras “gancho”

Textos

63 y 64

Alegrar

63,12: el rey se alegrará con Dios 64,11: El justo se alegra con el Señor (al final)

64 y 65

Alabar

(auto-alabarse)

64,11: se alaban [se felicitan] los rectos de corazón

65,14: Los valles… alaban [aclaman] y cantan (al final)

65 y 66

Cumplir los votos

65,2: a ti se te cumplen los votos

66,13: Entraré en tu casa con víctimas para cumplirte mis votos

66-67-68

Bendito sea Dios

66,20: Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica

67,8: Que Dios nos bendiga

68,36: ¡Dios sea bendito! (al final)

66 y 68

Dios es Temible

66,5: sus temibles proezas en favor de los hombres

68,36: Desde el santuario Dios es temible [impone reverencia] (al final)

 

(d) Citas o alusiones a nuestro salmo en el Nuevo Testamento: 

66,3b

66,7

66,9

66,10

 

66,11b

66,12

66,13

66,16

 

66,18

Filipenses 2,10

Romanos 14,9

Juan 10,10

1 Corintios 3,15

1 Pedro 1,7

Hechos 14,21

Romanos 13,1

Hebreos 9,12

Lucas 1,49

Lucas 8,39

Juan 9,31

Al Nombre de Jesús, toda rodilla se doble…

Cristo murió y resucito para ser Señor de vivos…

He venido para que tengan vida…

El fuego probará las obras de cada uno

El metal purificado por el fuego

Al Reino por multitud de tribulaciones…

Que estemos sometidos…

No por la sangre de chivos…

Hizo por nosotros grandes cosas…

Relata todo lo que por ti hizo el Señor

Sabemos que Dios no escucha al pecador

 

LA PALABRA EXPLICA LA PALABRA

Levítico 7,16: Si el sacrificio se ofrece en cumplimiento de un voto o espontáneamente, la víctima deberá ser comida el mismo día en que se ofrezca el sacrificio, pero lo que sobre se podrá comer al día siguiente (cf. Sal 66,13). 

Levítico 22,18-21: Habla en estos término a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas: Si un hombre de la casa de Israel, o alguno de los extranjero residentes en Israel presenta su ofrenda al señor para un holocausto –ya sea en cumplimiento de un voto o como ofrenda voluntaria– para que esa ofrenda le sea aceptada, tendrá que ser buey, oveja o cabra, macho y sin defecto. No ofrezcan nada que tenga algún defecto, porque no les será aceptado. Y si alguien –sea en cumplimiento de un voto especial o como ofrenda voluntaria– presenta al Señor en sacrificio de comunión un animal del ganado mayor o menor, para que esa ofrenda le sea aceptada, tendrá que ser sin defecto: no habrá en ella ninguna imperfección (cf. Sal 66,13).

Isaías 43,1-2: Y ahora, así habla el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú me perteneces. Si cruzas por las aguas, yo estaré contigo, y los ríos no te anegarán; si caminas por el fuego, no te quemarás, y las llamas no te abrasarán (cf. Sal 66,12b).

Lamentaciones 5,10-13: Nuestra piel quema como un horno, por los ardores del hambre. Han violado a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá. Los príncipes fueron colgados de las manos, no se respetó la dignidad de los ancianos. Los jóvenes arrastraron la piedra de moler, los niños se doblaron bajo el peso de la leña.

Salmo 22,26: Él es mi alabanza en la gran asamblea, cumpliré mis votos delante de sus fieles.

Salmo 50,14: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo.

Salmo 56,13: Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias.

Lucas 1,49: El Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!

Lucas 8,38-39: El hombre del que salieron los demonios le rogaba que lo llevara con él, pero Jesús lo despidió, diciéndole: “Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios has hecho por ti”. El se fue y proclamó en toda la ciudad lo que Jesús había hecho por él.

Juan 9,31: Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero si al que lo honra y cumple su voluntad.

Juan 10,9-11: Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.

Hechos 14,21: Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hechos numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. 

Romanos 13,1: Todos deben someterse a las autoridades constituidas, porque no hay autoridad que no provenga de Dios y las que existen han sido establecidas por él. 

Romanos 14,9: Para eso murió Cristo, y volvió a la vida, para ser Señor de los vivos y de los muertos.

1 Corintios 3,15: Si la obra es consumida, se perderá. Sin embargo, su autor se salvará, como quien se libra del fuego.

Efesios 2,5: Cuando estábamos muertos por las culpas, nos dio vida con Cristo.

Filipenses 2,6-11: Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor».

Hebreos 9,11-12: Cristo, en cambio, ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. Él, a través de una Morada más excelente y perfecta que la antigua –no construida por manos humanas, es decir, no de este mundo creado– entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna.

1 Pedro 1,6-7: Ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo.

  

 DE LA TRADICIÓN DE ISRAEL

Talmud de Babilonia: 

Fiestas (= Moed 7a 9 a):

Rabí Leví confrontó dos textos: Espacia tus visitas a la casa de tu amigo (Pr 25,17), y: Yo me presentaré en tu casa con holocaustos (Sal 66,13). No hay contradicción: uno de los pasajes se refiere a las ofrendas de expiación, la otra a los holocaustos y a las ofrendas de paz.

Midrash Tehillim (explicación homilética de los salmos):

Al vencedor. Canto sálmico. ¡Que toda la tierra cante de júbilo para Dios, canten a la gloria de su Nombre, para gloria de su alabanza! Digan a Dios: ¡Qué estupendas son tus obras! (Sal 66,1-3).

Que toda la tierra cante de júbilo para Dios, canten a la gloria de su Nombre . Otro texto dice: Entonces, yo haré que sean puros los labios de los pueblos, para que todos invoquen el nombre del Señor y lo sirvan con el mismo empeño (So 3,9). Dice Rabí Yojanan: ¿En que cosa consiste el servicio[1] del Santo -bendito sea-? En la oración. De hecho, también Moisés dijo: Si ustedes verdaderamente obedecen fielmente los mandamientos que hoy les mando, para amar al Señor, su Dios, sirviéndolo con todo su corazón y con toda su alma (Dt 11,13). ¿Cuál es entonces el servicio que el hombre debe cumplir? Ninguna otra cosa que la oración, como está dicho: Sirvan al Señor con alegría (Sal 100,2). Y en otra parte dice: Vengan, exultemos por el Señor, cantemos de júbilo por la roca de nuestra salvación (Sal 95,1). A esto se refería el rey Darío cuando le dijo a Daniel: ¡Que tu Dios, al que sirves con constancia, pueda salvarte! (Dn 6,17). ¿Y qué otro servicio brindaba [Daniel] si no el de la oración, como queda dicho: Tres veces por día se ponía de rodillas para rezar y alabar a su Dios (Dn 6,11)? Digan a Dios: “¡qué estupendas son tus obras!” Tal como lo hicieron los hijos de Israel junto al mar: ¿Quién, como tú entre los dioses, oh Señor? (Ex 15,11). Del mismo modo también yo digo: “¡qué estupendas son tus obras!”. También Isaías profetizó: Cada mes, en cada luna nueva y en el sábado de cada semana toda carne vendrá a postrarse delante de mí, dice el Señor (Is 66,23). Y del mismo modo, también David: Todos los pueblos que tú has hecho vendrán y se postrarán en tu presencia, Señor (Sal 86,9). Y no solamente todos los pueblos, sino hasta la tierra toda se postre ante ti (v. 4).

¿Y esto, cómo es posible? Porque el reino y el gobierno del mundo no corresponden a los seres humanos. De hecho, los hijos de Coré dicen: Pueblos todos aplaudan con las manos, aclamen a Dios con voces de júbilo (Sal 47,2). ¿Cómo y de dónde? Porque el Señor, el Altísimo, es terrible, gran rey sobre toda la tierra (Sal 47,3). En aquel preciso instante, el Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día, él Señor será uno y su Nombre uno (Za 14,9).

David Kimchi: El Salmo celebra el fin del exilio y la reunión de Israel: toda la tierra verá, así, los milagros de Dios.

A. Chouraqui: Es toda la tierra la que aclama la salvación de su Dios. La alabanza se eleva por su providencia universal y por sus milagros, haciendo memoria de las cautividades y del fin del exilio.

 

DE LA LITURGIA JUDÍA 

Entre las “Fiestas sobrias”, la fiesta de Rosh-ha-Shaná, dada su importancia y su gravedad, es preparada durante todo el mes que la antecede. Entre sus textos tenemos las Selihot., eco de innumerables Salmos, entre ellos, nuestro Salmo 66:

Me levanté al amanecer / Para buscar mi falta. Pero mi alma se ensombreció / Por la abundancia de mis pecados. Ten piedad de tu pueblo / Del rebaño que tu conduces (Sal 95,7). ¡Dichosos los que viven en tu casa: no cesan de alabarte. Selá! (Sal 84,5).

Dueño del mundo, quiero confesar mis faltas, desde las más graves hasta la más ligera, desde el amanecer, al salir del sueño… Mi corazón y mis ojos se empeñan en pecar y no han cesado de noche ni de día… Porque he traspasado tus mandamientos y tus prohibiciones, cada noche mis lágrimas empapan mi lecho, con mis llantos riego mi cama (Sal 6,7). Quizás el Señor oiga la voz de mis lágrimas (Sal 6,9), él que hace cosas admirables (Sal 66,5). Grito de día y de noche (Sal 88,2). Grito durante el día, confesando todos mis pecados de noche y tú no me haces caso (Sal 22,3)[tomado de A. C. Avril y D. de La Maisonneuve, Oraciones judías, Estella, Navarra 2001, pp. 70-71].

 

LOS MAESTROS DE LA FE NOS ILUMINAN

En este, nuestro salmo, se conjugan una tribulación y consiguiente liberación, el señorío universal y perpetuo de Dios, la invitación a todo el mundo. Con esos tres elementos pudieron los Padres de la Iglesia proponer una lectura cristológica coherente. La prueba superada es la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, por la cual queda constituido Señor universal y perpetuo; todas las naciones son invitadas a celebrarlo. El paso del Mar Rojo y del Jordán son figura anticipada del bautismo, de Cristo y de los cristianos. La prueba que refina y purifica es, sobre todo, la pasión de los mártires, pero incluye también las penalidades del trabajo apostólico (L. Alonso Schökel).

Orígenes: Es una aclamación militar por Cristo vencedor. La resurrección es ofrecida a todos. Y a la Iglesia de los gentiles, le dice: Levántate hermana mía y ven (Ct 2,10). La aclamación es un grito de victoria. El vencedor es Dios. [Habla Cristo]: “Mi Padre ha hecho que mi alma sea la vida”.

Atanasio de Alejandría: Anuncio de la vocación universal y de resurrección. La aclamación es el canto de victoria que explota después de la derrota del enemigo. Todos los pueblos son invitados a cantar la victoria de Cristo sobre los príncipes de este mundo.

Hilario de Poitiers: Dios hace entrar en la vida el alma de los mártires. La luz brilla ante los hombres para que glorifiquen a Dios.

Cirilo de Alejandría: Es canto de resurrección que anuncia la vocación de los paganos. 

Eusebio de Cesarea: La aclamación es la ovación militare: Cristo es el vencedor. Esta aclamación gozosa se hace mediante la oración, el conocimiento de Dios, el sacerdocio espiritual se ejercita en la acción de gracias y en la celebración de los misterios de la nueva alianza.

Agustín de Hipona: Este salmo lleva por título Para el fin, cántico del salmo de la resurrección[2] (Sal 65,1). Cuando se cante un salmo y ustedes oigan “para el fin”, entiendan para Cristo; pues según dice el Apóstol, el fin de la ley es Cristo, en orden a justicia, para todo creyente (Rm 10,4) Ahora oirán, en cuanto el Señor se digne concederlo y declararlo, de qué modo se canta aquí la resurrección y de qué resurrección se trata. Ya sabemos los cristianos que se llevó a cabo la resurrección en nuestra Cabeza y que se llevará en los miembros. La cabeza de la Iglesia es Cristo, y los miembros de Cristo, la Iglesia. Lo que aconteció en la cabeza se cumplirá más tarde en el cuerpo. Esta es nuestra esperanza; por esto creemos, por esto continuamos y permanecemos entre la gran maldad de este mundo, consolándonos la esperanza antes de que llegue a ser realidad. Se convertirá en realidad cuando, asimismo, nosotros resucitemos y, cambiados en estado celestial, seamos hechos iguales a los ángeles. ¿Quién se atrevería a esperar esto si la Verdad no lo prometiese?

Ella es la única y sola vida bienaventurada, contemplar el deleite del Señor para siempre, dotados de la inmortalidad e incorruptibilidad del cuerpo y del espíritu. Por sola ella se piden, y se piden con decencia, las demás cosas. Quien ésta tuviere, tiene cuanto quiere; ni podrá allí querer algo que no convenga. Allí está la fuente de la vida, cuya sed hemos de avivar en la oración mientras vivimos de esperanza. Ahora vivimos sin ver lo que esperamos, bajo las alas de aquel ante quien presentamos nuestro deseo, para embriagarnos de la abundancia de su casa y abrevarnos en el torrente de su dicha: porque en él está la fuente de la vida y en su resplandor hemos de ver la luz (Sal 26,4). Y entonces se satisfará en los bienes nuestro deseo, y nada tendremos que pedir gimiendo, pues todo lo tendremos gozando. Y, con todo, ya que ella es la paz que sobrepuja a todo entendimiento, no sabemos lo que pedimos, como conviene, cuando se la pedimos a Dios en la oración.

Jerónimo, Presbítero: Ve proféticamente que la esperanza es Cristo. Rogar ser escuchado equivale a decir: “¡Ven ahora, para que pueda ser salvado por medio de ti”! Te has encarnado y has inundado la tierra con la efusión del Espíritu santo.

Juan Casiano: Al ver Dios en sus justos ciertas faltas leves, o también la altivez que deturpa la belleza de su alma, les humilla abandonándoles a diversas tentaciones, con el propósito de eliminar, ya en esta vida, todas las impurezas o, para decirlo con las palabras del Profeta, todas las escorias de sus pensamientos que su mirada descubre en lo interior de su corazón (Sal 25,2). Quiere que comparezcan, un día, puros corno el oro ante su tribunal, sin que nada subsista en ellos que precise después una purificación en la penosa prueba del fuego.

Casiodoro: La admiración de Dios va unida al temor reverencial. Es un temor filial y afectuoso, dulce y sin amargura, engendra esperanza y no desánimo.

La misericordia de Dios es paragonada a un río que se desborda: de él se puede beber siempre, jamás se lo podrá agotar. Es manantial de agua viva que brota hasta la Vida eterna (Jn 4,14). El Señor no pensó sólo en apagar nuestra sed, ya que ha preparado para nosotros un alimento que el alma devora con avidez: es el pan del cielo, el pan de los ángeles (cf. Sal 78,24-25). El río es símbolo de la eucaristía, en la cual bebemos la sangre del Señor y comemos su cuerpo.

Regula Benedicti: El cuarto grado de humildad consiste en que, en la misma obediencia, así se impongan cosas duras y molestas o se reciba cualquier injuria, uno se abrace con la paciencia y calle en su interior, y soportándolo todo, no se canse ni desista, ya que dice la Escritura: El que persevere hasta el fin se salvará (Mt 10,22; 24,13) y también: Reconfórtese tu corazón y soporta al Señor (Sal 26,14.).Y para mostrar que el fiel debe sufrir por el Señor todas las cosas, aun las más adversas, dice en la persona de los que sufren: Por ti soportamos la muerte cada día; nos consideran como ovejas de matadero (Sal 43,22; Rm 8,36). Pero seguros de la recompensa divina que esperan, prosiguen gozosos diciendo: Pero en todo esto triunfamos por Aquel que nos amó (Rm 8,37). La Escritura dice también en otro lugar: Nos probaste, ¡oh Dios! nos purificaste con el fuego como se purifica la plata; nos hiciste caer en el lazo; acumulaste tribulaciones sobre nuestra espalda (Sal 65,10-11). Y para mostrar que debemos estar bajo un superior prosigue diciendo: Pusiste hombres sobre nuestras cabezas (Sal 65,12a). En las adversidades e injurias cumplen con paciencia el precepto del Señor, y a quien les golpea una mejilla, le ofrecen la otra; a quien les quita la túnica le dejan el manto, y si los obligan a andar una milla, van dos (cf. Mt 5,39-41; Lc 6,29.1. 54); con el apóstol Pablo soportan a los falsos hermanos, y bendicen a los que los maldicen (cf. 2 Co 11,26; cf. 1 Co 4,12; Lc 6,28).

 

USO LITÚRGICO

Durante la Liturgia de las Horas el Salmo 66 (65) es propuesto para el Oficio de Lecturas del domingo de la 4ta semana. En la Liturgia monástica, en el esquema “B”, es empleado en la primeras Vísperas del domingo. La liturgia eucarística lo propone para el miércoles de la 19a semana, al igual que el miércoles y jueves de la 3a semana de Pascua. En el 6° domingo de Pascua (ciclo A), se muestra adecuadísimo para celebrar las maravillas de la resurrección del Señor. Y, finalmente, se lo retoma en éste, nuestro domingo.

  

ORACIONES SÁLMICAS

Escucha, Señor nuestras plegarias y no permitas que los rebeldes se subleven contra ti; riega nuestra tierra con la lluvia de tu perdón y así te bendeciremos haciendo resonar tus alabanzas por los siglos de los siglos (Serie A).

Padre misericordioso, que en tu amor nos pones a prueba haciéndonos pasar por el fuego, para luego darnos respiro: acepta el sacrificio de alabanza de tu Iglesia que, cumpliendo los votos pronunciados en el peligro, da gracias por tus dones (Serie B). 

Te rogamos, Señor, escuches nuestras súplicas: que no triunfen los que se complacen en rebelarse, sino, por el contrario, te bendigan, Dios nuestro, y se complazcan en adorarte junto con toda la tierra, al experimentar la imparable marea de tu perdón (Serie Africana).

Ten piedad de nosotros, Dios misericordioso e ilumínanos con el resplandor de tu rostro, para que alegrándonos en ti, te demos gracias y gocemos siempre de tu bendición (Serie Romana). 

Acepta, Señor, el holocausto de nuestra fe, con ella entramos en tu casa; permítenos servirte consagrándote nuestras obras y mortificando nuestros cuerpos. No rechaces nuestra oración ni nos niegues tu misericordia, ya que tú nos inspiras aquello que bien sabes necesitamos (Serie Hispana).

  

¿COMES MUCHAS VECES POR DÍA?, ¡NO DEJES DE ALIMENTARTE CADA DÍA! ¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE UNA Y OTRA VEZ:

{inspirando}

 

¡Aclame al Señor!

{espirando}

 

¡Toda la tierra!

 



[1] Es bueno recordar que bíblicamente ‘servir/servicio’ es el nombre de la oración, del ‘servicio-divino’ = “liturgia”: esta es la señal de que soy yo [el Señor] el que te envía: después que hagas salir de Egipto al pueblo, ustedes servirán [= darán culto] a Dios en esta montaña (Ex 3,12).

[2]  Vulgata y LXX, junto con las antiguas versiones latinas, traen este título.