CUARTO DOMINGO DE PASCUA. Ciclo "B"
Cristo el buen Pastor. Siglos II-III. Catacumbas de Priscilla. Roma.
Salmo 117 (118)
ORANDO EL SALMO RESPONSORIAL
[Hemos cantado:] Alaben al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia (Sal 117,1) La frase del salmo con la que el pueblo debe responder, cantando, es la siguiente: Este es el día que hizo el Señor, exultemos y gocémonos en él (v. 24) (...) El día del que se habla no hace referencia al curso del sol, sino a las acciones insignes que en él se cumplieron (...) ¿Qué podrá ser comparado con ese día en el que se obró la reconciliación de Dios con los hombres, y se puso fin a prolongado combate, en el que la tierra alcanzó el cielo, y los indignos habitantes de la tierra llegaron a ser dignos [ciudadanos] del Reino, y las primicias de nuestra naturaleza ascendieron más arriba de los cielos, y abierto el paraíso, recibimos la antigua patria en herencia, y desaparecida la maldición, quedamos desligados del pecado, y quienes habían sido castigados de acuerdo a la ley, recibieron la salvación fuera de la ley, y toda la tierra y el mar [re]conoció a su Señor, y tantísimos otros hechos que no es posible expresar mediante palabras? Por eso el Profeta [David], al considerar todas estas cosas, las atribuyó todas a Dios, mostrando que por él han sido hechas:¡exultemos y gocémonos en él! (Juan Crisóstomo, Homilía sobre el salmo 117, 1,1; 5,8; 6,1).
Leccionario: 117, 1-2. 16-17. 22-23 (R/ 24) | Liturgia de las Horas: 117, 1-2. 16-17. 22-23 |
(v. 1a Aleluya)
¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!
La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos.
[¡Éste es el día que hizo el Señor: alegrémonos y gocemos con él!] |
1b Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. 2 Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
16 la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa”. 17 No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.
22 La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. 23 Es el Señor quien lo ha hecho ha sido un milagro patente.
24 ¡[Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo!] |
«La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un “recuerdo de Dios”, un frecuente despertar la “memoria del corazón”: “Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar”» (Catecismo de la Iglesia Católica 2697).
¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE,
DURANTE TODA LA SEMANA, UNA Y OTRA VEZ:
{inspirando}
¡Aleluya, aleluya! | {espirando}
¡Aleluya! |
SUGERENCIAS PARA LA JACULATORIA
¡Éste es el día que hizo el Señor! / ¡Alegrémonos y gocemos en él!
Ó:
¡Aleluya, aleluya/¡Aleluya!
NOTAS EXÉGETICAS AL SERVICIO DE LA LECTURA ORANTE
(a) Con este himno, complejo y solemne, culmina y concluye el Hallel pascual, o ‘Hallel egipcio’ (Sal 113[112]-118[117]). Cuando el texto de nuestro salmo es examinado atentamente, da la sensación de estar en presencia de una “partitura” para alguna ceremonia litúrgica, que más de uno ha relacionado con la otoñal fiesta de los Tabernáculos. Ne se puede escapar a la sensación de estar asistiendo a alguna procesión. A continuación de un invitatorio litúrgico que exhorta al canto, -dirigido al pueblo, a los sacerdotes, y, puede que también a prosélitos llegados a Jerusalén (vv. 1-4)-, sigue un primer himno de alabanza que resuena en medio de las tiendas de los justos, es decir, en la ciudad santa y sus callejuelas (vv. 5-18). Es un cántico de confianza en medio de la angustia y de victoria en nombre de YHVH, pronunciado por un solista en contrapunto con el coro. Llegada a las puertas de justicia, es decir, al umbral del Templo, la procesión de los fieles instaura un dialogo con los sacerdotes con el fin de obtener el permiso de acceso (vv. 19-20). Una vez franqueada la entrada, la asamblea da inicio a la liturgia de acción de gracias y de alabanza a la “roca/piedra” que es la piedra angular del mundo: el simbolismo es transparente dado que Dios, en la Biblia, es denominado ‘Roca’ y la roca de Sion es el lugar, la sede, de su presencia en el Templo. Lega entonces el momento en el que el cortejo danza, con ramos en las manos, -el lulab-, alrededor del altar y todo culmina como empezó, con un verso que al repetir el primero, oficia de cierre del poema, en perfecta inclusión (Adaptado de: Turoldo-Ravasi).
(b) Citas o alusiones a nuestro salmo en el Nuevo Testamento:
117,4 Lc 1,50 117,6 Hb 13,6; Rm 8,31
117,16 Hch 5,31 117,17 Hch 13,41 117,18 2 Co 6,9 117,20 Jn 10,9; Ap 22,14 117,22-23 Mt 21,42; Mc 12,10-11; Lc 20,17; Heh 4,11; 1 P 2,4-7; cf. Ef 2,20; 1 Co 3,11 Mc 8,31 117,25 Mt 21,9 a-.b. 15; Mc 11,9a. 10b; Jn 12,13a 117,26 Mc 11,9b; Lc 19,38; Mt 23,39; Lc 13,35; Jn 12,13b 117,27 2 Ts 2,8; 2 Tm 1,9 | Digan los que temen (fieles) al Señor (cf. Sal 103,17) El Señor está conmigo, no temo, ¿qué podrá hacerme el hombre? La diestra del Señor exaltó a Jesús Las obras (proezas) del Señor Castigado sin ser entregado a la muerte La puerta por la que entran los justos (¡¡¡vencedores!!!) La piedra desechada por los arquitectos es ahora la piedra angular (¿Targum?)
El mesías rechazado Hosanna Bendito el que viene en nombre del Señor
La epifanía-iluminación |
(c) Los textos de los Padres (cf. más abajo textos de Agustín y de la Regla Benedictina y sus respectivas notas) y la tradición litúrgica nos ayudan a superar la sorpresa de encontrar traducciones tan diversas para un mismo vocablo. Un ejemplo ilustrativo lo constituye el v. 1 (= 29: ¡inclusión!) de nuestro poema:
Leccionario (Pueblo de Dios) | Liturgia de las Horas | A. Chouraqui (traducido) | Vulgata |
¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor | ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia! | ¡Glorifiquen a Adonai, él es bueno, su gracia es eterna! --------------------------------------------------------- Glorifiez Adonai: il est bon sa grâce est en eternité
| Confitemini Domino, quoniam bonus, quoniam in saeculum misericordia eius. ------------------------------------------------------- CONFITEMINI = confiesen-alaben-den gracias |
La conexión entre confesión de los pecados y alabanza a Dios, sorprendente para nuestra mentalidad, proviene de que en Israel la alabanza a Dios se refiere siempre a una acción de Dios previa y determinada, a una manifestación histórica de la acción salvífica o del juicio de Dios En este último caso el hombre confiesa su culpa, reconociendo que ha merecido el castigo de Dios, expresando dicho reconocimiento bajo la forma de una confesión de alabanza a Dios. Litúrgicamente tenemos el “Yo confieso” (confiteor), el Credo (confesión de fe) y la venerable[1] categoría de los “confesores” (de la fe), sin hablar de la “confesión de Pedro” (= el lugar de su martirio), en la basílica Vaticana, amén de las “Confesiones” de san Agustín, que abarcan semánticamente, todos los descritos: confesiones del propio pecado, alabanza al obrar de Dios y glorificación agradecida de la inmerecida gracia de la salvación... (Adaptado de: DTNT (I), D. Fürst, Confesar la fe, p. 293).
(d) Nuestro salmo 117 (118) es el elegido, tanto en Occidente como en Oriente, cual salmo por excelencia para la Liturgia de las Horas del domingo (Laudes en el Oficio romano [semanas 2 y 4], Oficio matinal de las Iglesias Ortodoxas). Este salmo habla del día que hizo el Señor exhortándonos a gozarnos y alegrarnos en él. ¡El domingo es precisamente, y por excelencia, el día en el que cantamos: El Señor es Dios, él ha hecho brillar su luz sobre nosotros! (Sal 117,27 LXX). En la antigua tradición litúrgica de la Iglesia, el salmo 117 es el salmo que confiere su tonalidad al Oficio dominical. Cada domingo vuelve a situarnos en pleno y gozoso asombro pascual: Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado; ellas fueron de madrugada al sepulcro, y al no encontrar el cadáver, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles asegurándoles que él está vivo (Lc 24,22. 23). El salmo es nuestra respuesta al mensaje de las mujeres miróforas (= portadoras de aromas); ¿qué respuesta? ¡Den gracias al Señor porque es bueno! Que lo diga Israel: ¡su misericordia es eterna! Que lo diga la casa de Aarón: ¡su misericordia es eterna! Que lo digan los que temen al Señor: ¡su misericordia es eterna! El domingo por la mañana es la hora de la victoria, durante la cual, en las Iglesias Orientales, usualmente se lee uno u otro de los relatos de la Resurrección. Este es el contexto dentro del cual ha de ser leído nuestro salmo.
Teniendo todavía frescas, en su carne, las heridas de la Pasión, Jesús, el resucitado, sale al encuentro de su Iglesia con el entusiasmo de su victoria sobre el pecado, Satanás y la muerte, exclamando: ¡en el peligro grité al Señor y él me escuchó poniéndome a salvo! El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los grandes. Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó. Mi fuerza y mi canto es el Señor, él fue mi salvación. Cada domingo nos unimos a la Iglesia jubilosa por la Resurrección de Cristo, uniéndonos a las miróforas que sorpresivamente se encontraron con la tumba vacía y, con ellas, saludamos el nacer de una nueva aurora prorrumpiendo en gritos de júbilo: hay cantos de júbilo y victoria en las carpas de los justos: “la diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa”. El mensaje del domingo da testimonio de que el poder de la muerte no prevalecerá: No he de morir, viviré para anunciar las grandes obras del Señor. Me castigó, me castigó duramente el Señor, pero no me entregó a la muerte. No puede extrañarnos, por tanto, que los cristianos encuentren en nuestro salmo el eco pleno y anticipado de su alegría pascual. No olvidemos que los hijos de Israel recurrieron a uno de los versos de este poema para saludar al Señor en su entrada triunfal a Jerusalén: Bendito el que viene en nombre del Señor. Nosotros les hacemos coro en el momento central de la celebración de la Divina Liturgia,- anticipo de la Pascua eterna -, saludando la llegada del Señor al altar eucarístico: Bendito el que viene en nombre del Señor. ¿De dónde hemos sacado la idea de que nuestro poema es un salmo mesiánico-cristológico? De una óptima fuente: ¡del mismo Cristo! Jesús cito uno de sus versos a manera de exégesis de la parábola de los viñadores homicidas: ¿No han leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular; es el Señor quien lo ha hecho y es un milagro a nuestros ojos?” (Mt 21,10-11). Valiéndose de un juego de palabras, Jesús se identifica a sí mismo como ‘Hijo’ (en hebreo ben), y como Piedra (eben). Podemos decir, entonces que Cristo nos proporciona la clave interpretativa de nuestro salmo gracias a esta parábola,- que es a su vez -, reflejo parabólico de la historia de salvación. La Resurrección nos permite descubrir que la piedra descartada se ha transformado en la Piedra angular, lo que es una maravilla a nuestros ojos y los relatos de la resurrección nos ponen de manifiesto todo lo que hizo el Señor[2].
LA PALABRA EXPLICA LA PALABRA
Nota: A la luz de todo lo visto, podemos agrupar, la riqueza bíblica evocada por el salmo 117, en cuatro acápites
1.-Jesús ‘exaltado’ por la derecha de Dios
2.-La piedra rechazada por los constructores.
3.-Hosanna. Bendito el que viene en nombre del Señor,
4.-El Señor es Dios y él se nos apareció (Sal 117,27 LXX).
1.-Jesús ‘exaltado’ por la derecha de Dios:
Tanto en los Hechos de los Apóstoles como en 1 Pedro, como también las aclamaciones empleadas en la entrada de Jesús a Jerusalén, evocan las alegrías de la fiesta de los Tabernáculos (Chozas, Sucot):
Exaltado por la diestra [= poder] de Dios (Hch 2,33; cf. 5,30).
La diestra del Señor ha hecho proezas,
la diestra del Señor me ha exaltado,
la diestra del Señor ha hecho proezas (v. 15c-16a-b).
Por eso [David] previó y anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por la diestra de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen. Porque no es David el que subió a los cielos; al contrario, él mismo afirma: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a todos tus enemigos debajo de tus pies’ (Sal 109) Por eso, toda la casa de Israel (117,2) debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. (Hech 2,31-36).
Evoquemos el 4º Canto del Servidor en Isaías: He aquí mi Servidor, que será exaltado y grandemente glorificado (Is 53,1 LXX)
Sabemos que en el Evangelio de Juan “exaltar”/”elevar” es un concepto clave de su teología, para hablar de la Hora, de la cruz y de la resurrección-ascensión.
Otro texto de los Hechos integra nuestro salmo en el kerigma:
El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir
suspendiéndolo del patíbulo. A él, Dios lo exaltó por su derecha [= con su poder],
haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los
pecados. Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que
Dios ha enviado a los que le obedecen (Hch 5,30-31).
2.-La piedra rechazada por los constructores
La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho
y esto es una maravilla ante nuestros ojos (117,22-23).
Este segundo apartado es todavía más importante que el primero, pues estos versos son utilizados en los Evangelios como conclusión de la parábola de los viñadores homicidas, lo que trae a la memoria el canto de Isaías 5. Citemos de la parábola los versos 42-43:
“Jesús agregó: ¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos” (Mt 21,42-43).
El v. 43 está inspirado en Is 8,14 y Dn 2,34 y 44:
Todo el que tropiece con esta piedra, quedará despedazado, y aquel sobre el cual caiga se verá reducido a añicos.
Podemos resumirlo con un texto de 1 Pedro 2,4-7:
[El Señor] es la piedra viva, rechazada por los hombres, elegida y estimada por Dios; por eso, al acercarse a él, también ustedes, como piedras vivas, participan en la construcción de un templo espiritual y forman un sacerdocio santo, que ofrece sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por eso se lee en la Escritura: “Miren, yo coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa: quien se apoya en ella no fracasa (cf. Is 28,16; Za 4,22; Sal 117,22).
La piedra angular en el salmo es rechazada. Las predicciones de la Pasión en los Sinópticos utilizan la misma palabra: Y empezó a explicarles que el Hijo del Hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte y después de tres días resucitar (Mc 8,31; cf. Lc 9,22).
En los Hechos, Pedro, compareciendo ante el Sanedrín en ocasión de la curación del tullido de la puerta Hermosa, argumenta como sigue: “Gracias a [Jesucristo el Nazareno], este hombre está sano en presencia de ustedes. Él es la piedra desechada [cf. Sal 88,39] por ustedes, los arquitectos, que se ha convertido en piedra angular. En ningún otro se encuentra la salvación; ya que no se ha dado a los hombres sobre la tierra otro Nombre por el cual podamos ser salvados” (Hch 4,11-12).
La teología neo-testamentaria se ha ido desarrollando: Jesucristo es la Piedra angular viviente (1 Pedro) y en él queda trabado todo el edificio de piedras vivientes, teología que encontramos profundizada en el corpus paulino: De modo que ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los consagrados y de la familia de Dios; edificados sobre el cimiento de los apóstoles, con Cristo Jesús como piedra angular. Por él todo el edificio bien trabado crece hasta ser santuario consagrado al Señor, por él ustedes entran con los demás en la construcción para ser morada de Dios en el Espíritu (Ef 2,19-22).
3.-Hosanna. Bendito el que viene en nombre del Señor:
El relato de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, menciona la aclamación, extraída de nuestro salmo:
¡Hosanna! [= concede/da la salvación], ¡oh Señor!
Bendito el que viene en nombre del Señor (vv. 25a. 26a).
Nosotros no hemos conservado la fiesta de los Tabernáculos, que aun hoy celebran los israelitas durante ocho días, seis lunas llenas después de la de pascua,- es decir la luna llena del otoño en el hemisferio norte, que cae entre los meses de setiembre-octubre -. Un rabino apostrofa, con toda razón: “quien no ha participado de la fiesta de SUCOT en Jerusalén, no sabe lo que es la alegría”. La liturgia cristiana ha conservado pascua y pentecostés. ¿Nosotros la celebramos, transformándola, en el domingo de Ramos? (cf. Jn 7). De todos modos el salmo procesional de SUCOT-Tabernáculos es el Salmo pascual por excelencia, cantado desde la Vigilia Pascual, y toda su Octava y durante el tiempo pascual.... Además el HOSANNA que repetimos en cada eucaristía es memorial cotidiano que nos remite al ambiente espiritual de nuestro poema: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria; Hosanna en el cielo; bendito el que viene en nombre del Señor; Hosanna en el cielo.
Esa entrada triunfal con su manifestación entusiasta de mesianismo popular fue interpretada por los discípulos de Jesús como un anticipo de su manifestación escatológica. Mateo rememora un texto de Zacarías:
¡Alégrate intensamente, hija de Sión!
¡Proclama, hija de Jerusalén!
Mira que tu Rey viene a ti;
él es justo y salvador [= victorioso],
humilde y está montado sobre un asno,
sobre una cría de asna (Za 9,9: palabras en bastardilla retomadas por Mt 21,5)
¡Repitámoslo! La exclamación Hosanna[3], junto con Bendito el que viene, que hacemos nuestros en cada celebración eucarística, está tomada de nuestro salmo y sintetiza mistéricamente el memorial de la venida de aquel que-debía-venir, el Rey de Israel (Jn 12,13; cf. Lc 19,38), de su entrada triunfal a Jerusalén, de su entrada-llegada al altar eucarístico (cf. Sal 117,27b-c), en la expectativa de su epifanía última, definitiva y gloriosa.
Esta interpretación escatológica ya era corriente en tiempos de Jesús. Lo muestra la interpretación hechas por el Midrash Tehillim:
Los habitantes de Jerusalén gritarán desde dentro:
¡Señor, danos la salvación! (v. 25a),
y los habitantes de Judea contestarán desde fuera:
¡Señor, danos prosperidad! (v. 25b).
Los habitantes de Jerusalén gritarán desde dentro:
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (v. 26a),
y los habitantes de Judea contestarán desde fuera:
¡Los bendecimos desde la casa del Señor! (v. 26b).
Los habitantes de Jerusalén gritarán desde dentro:
¡El Señor es Dios: él nos ilumina! (v. 27a),
y los habitantes de Judea contestarán desde fuera:
¡Ordenen una procesión con ramos hasta los ángulos del altar! (v. 27b).
Los habitantes de Jerusalén gritarán desde dentro:
¡Tú eres mi Dios! ¡Te doy gracias! (v. 28a),
y los habitantes de Judea contestarán desde fuera:
¡Dios mío! ¡Yo te ensalzo! (v. 28b).
Los habitantes de Jerusalén y los habitantes de Judea abrirán su boca y alabarán (juntos) al Santo, -¡bendito sea!-, gritando:
¡Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia! (v. 29)[4].
4.-El Señor es Dios y él se nos apareció (Sal 117,27a LXX)
Este cuarto aspecto bíblico nos remite nuevamente a la problemática de cuál de los textos del Salterio, -TM o LXX-, tomar como base de traducción. En hebreo nuestro verso, una vez traducido, dice:
El Señor es Dios, él nos ilumina;
La versión griega de los LXX, traducida reza como sigue:
El Señor es Dios y él se nos apareció.
Bajo el término apareció tenemos la raíz griega que, por ej., da lugar a la palabra epifanía = manifestación = aparición. El sustantivo derivado del verbo correspondiente es usado en 2 Ts 2,8 y su uso es frecuente en las cartas pastorales paulinas, por ejemplo:
[Jesucristo] nos salvó y nos eligió con su santo llamado, no por nuestras obras, sino por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, y que ahora se ha revelado en la Manifestación [= por la epifanía] de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la Vida y la inmortalidad, mediante el Evangelio (2 Tm 1,9-10).
Después de la aclamación litúrgica, evocando la parusía (eco y cita de los vv. 25a y 26a de nuestro salmo), el NT ha sabido leer en este salmo, -¡en su versión griega!-, la profesión de fe en la divinidad del Kyrios, de Jesús resucitado, que un día se-manifestó/apareció en la humildad de la carne, y que, en aquel día, volverá a manifestarse en gloria:
ÉL SEÑOR es DIOS, y ÉL se nos APARECIÓ.
DE LA TRADICIÓN DE ISRAEL
MidrashTehillim (Comentario midráshico a los Salmos)
Den gracias al Señor porque es bueno
porque su gracia es para siempre.
Lo diga Israel:
su gracia es para siempre.
Lo diga la casa de Aarón:
su gracia es para siempre.
Lo digan los timoratos de Señor:
su gracia es para siempre (Sal 118,1-4).
Den gracias al Señor porque es bueno. Es la misma cosa que dice el texto: Tú dirás en aquel día: Te doy gracias, Señor, porque te habías irritado contra mí, pero se ha apartado tu ira y me has consolado (Is 12,1). Los hijos de Israel nada tienen para contracambiar con el Santo, -bendito sea-, más que agradecimiento por todos los gestos de bondad que él obra en favor de ellos , como está dicho: Señor, tú eres mi Dios, yo te exalto, doy gracias a tu Nombre, porque has realizado una maravilla (Is 25,1). Cuando también David vio que era bueno dar gracias, dijo: Den gracias al Señor porque es bueno...
Otro comentario. Den gracias al Señor porque es bueno. Una parábola: ¿a qué cosa se asemeja, con qué se puede comparar? A un dueño de casa que solía prestar dinero a todos los habitantes de su ciudad. Por ello sus conciudadanos lo alababan: Sea recordado favorablemente esto dueño de casa que en la estación lluviosa nos presta de acuerdo a nuestras necesidades, pidiendo solamente tres moneditas, a modo de interés, durante la estación veraniega.
Pero llegó otro que dijo: Yo les doy préstamos sin exigir interés alguno. ¿Acaso no es normal que agradezcamos a éste más que a todos los demás, que les hacía sus préstamos sin interés?
Del mismo modo, también el Santo, -bendito sea-, provee gratuitamente el alimento a todas sus criaturas. ¿Acaso no es normal dar gracias y alabar al Santo, -bendito sea-? Por eso se dice: Den gracias al Señor porque es bueno.
Porque su gracia es para siempre. ¿Qué cosa significa que su gracia es para siempre? Que el Santo -bendito sea- no hace gracia a Israel por un año o dos, sino por siempre. Por ejemplo, una vez que Moisés les hubo dado la Torá -también ella es llamada “gracia”, como está dicho: Una ley de gracia está sobre su lengua (Pr 31,26)- ella jamás les fue quitada, porque les fue dada para siempre. Y, por tanto, todas las gracias que el Santo, -bendito sea-, concede a Israel, son para siempre, como está dicho: Las gracias del Señor ciertamente no se extinguen, ni se agotan sus misericordias (Lm 3,22). Es esto lo que quiere decir: porque su gracia es para siempre.
Que lo diga Israel: su gracia es para siempre. Ninguna persona puede afirmar que es bueno, a menos que otros den testimonio de ella. Y, ¿quién da testimonio del Santo -bendito sea-? Israel. Por eso que lo diga Israel: su gracia es para siempre.
Otro comentario: que lo diga Israel. Preguntaron al Santo, -bendito sea-, ¿Quién será capaz de darte gracias? El Santo, -bendito sea-, les contestó: que lo diga Israel. De hecho la gracia que he empleado hacia él no es por un día, ni por un año, sino por siempre, como está dicho: yo soy demasiado pequeño por todas las gracias con que has favorecido constantemente a tu servidor. Porque cuando crucé el Jordán, no tenía más que mi bastón, y ahora he podido formar dos campamentos (Gn 32,11).
Preguntaron (a Jacob-Israel): ¿Cuántas son las gracias que te ha hecho? Él respondió: Ellas no tienen limite, porque Dios ha sido mi pastor desde que existo hasta el día de hoy (Gn 48,15)... Por eso, que lo diga Israel: su gracia es para siempre.
Ábranme las puertas de la justicia:
entraré por ellas dando gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
por ella entren los justos (Sal 118,19-20).
Ábranme las puertas de la justicia. En el mundo futuro se preguntará al ser humano, ¿cuál ha sido tu ocupación?
-Él responderá: he dado de comer a los hambrientos. Entonces le dirán: esta es la puerta del Señor: entra por ella tú que has dado de comer a los hambrientos.
-He dado de beber a los sedientos. Le dirán: esta es la puerta del Señor: entra por ella tú que diste de beber a los sedientos.
-He vestido a los desnudos. Entonces le dirán: esta es la puerta del Señor: entra por ella tú que has vestido a los desnudos.
Y del mismo modo, aquel que ha socorrido a los huérfanos, aquel que ha dado limosna (a los pobres), y [cumplido] todas las demás obras de caridad. Dijo David: He hecho todas estas cosas. Ábranmelas todas. Por eso dice: Ábranme las puertas de la justicia, entraré por ellas dando gracias al Señor .
Los constructores rechazaron una piedra:
se ha transformado en piedra angular.
Del Señor vino esto
y es una sorpresa a nuestros ojos (Sal 118,22-23).
Del Señor vino esto. Aquí se habla de la asamblea de Israel. En un tiempo los esclavizaban por el lodo y los ladrillos y de golpe fueros transportados sobre nubes de gloria. Los egipcios se asombraban de ellos y decían: ¿Hasta hace un momento ustedes estaban sujetos a trabajos forzados, y de golpe han sido transportados con todos los honores? Los hijos de Israel les respondían: ¿Ustedes se sorprenden de nosotros? También nosotros estamos sorprendidos de nosotros mismos, como está dicho: ¡No me reconozco a mi mismo! Tú me has puesto sobre los carros de mi noble pueblo (Ct 6,12). Pero el Espíritu santo interviene diciendo: Del Señor vino esto y es una sorpresa a nuestros ojos.
Otro comentario. Del Señor vino esto. Aquí se habla de David, rey de Israel. Él pastoreaba el rebaño de su padre, y en un abrir y cerrar de ojos fue hecho rey. Todos decían: ¡Hasta hace un momento pastoreaba el rebaño y de golpe se transformó en rey! ¿de golpe transformado en rey? Él les respondía: ¿Ustedes se sorprenden de mí? También yo me sorprendo de mí mismo, más aun que ustedes. Pero el Espíritu santo interviene diciendo: Del Señor vino esto y es una sorpresa a nuestros ojos.
An. Churaqui: Cada uno de los versos de este Salmo juega un papel importante en la vida litúrgica de la sinagoga y cada uno es abundantemente comentado por los exégetas, desde la triple perspectiva de la exégesis histórica (David y sus liberaciones), alegórica (el destino escatológico de Israel) y místico (el grito de triunfo del alma liberada de la muerte).
La piedra despreciada: Israel despreciado por los pueblos. Dios y su Mesías, despreciados-rechazados por todos, de modo que todos sean rescatados por el milagro de la redención.
[Nuestro Salmo muestra] que la liberación se ha cumplimentado; la creación entera es capaz de admirar el deslumbrante milagro obrado por Dios; el justo jamás se abstiene de cantar y alabar la gloria del Señor.
LOS MAESTROS DE LA FE NOS ILUMINAN
La Didajé: Y después de hartaros, así dad gracias:
Te damos gracias, Padre Santo, por tu santo nombre, al cual hiciste habitar en nuestros corazones; y por la ciencia y fe e inmortalidad, que nos enseñaste por Jesús, tu Hijo y Siervo:
A Ti la gloria en los siglos. Tú, ¡oh Señor, Todopoderoso!, lo creaste todo a causa de tu nombre; diste comida y bebida a los hombres para su fruición, para que te diesen gracias.
A nosotros, empero, nos regalaste comida y bebida espiritual y la vida eterna, por tu Hijo y Siervo. Ante todo te damos gracias porque eres poderoso: A Ti gloria en los siglos.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal, y hacerla perfecta en tu amor; aúnala desde los cuatro vientos a la santificada, en tu Reino que para ella preparaste: porque tuyo es el poder y la gloria en los siglos. Venga tu gracia, y pase este mundo. ¡Hosanna al Dios de David! Si uno es santo, se acerque. Si no lo es, conviértase. Marán-athá! Amén.
Clemente Romano: Siendo muchas las puertas que están abiertas, esta es la puerta de la justicia, a saber: la que se abre en Cristo. Bienaventurados todos los que por ella entraren y enderezaren sus pasos en santidad y justicia, cumpliendo todas las cosas sin perturbación.
Orígenes: “Destruyan este templo, y en tres días lo reedificaré” (Jn 2,19): ambas cosas, el templo y el cuerpo de Jesús, me parecen, según una de las interpretaciones recibidas, ser figura de la Iglesia, pues está edificada con piedras vivientes para ser edificio espiritual para un sacerdocio santo (cf. 1 P 2,5), edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, teniendo por piedra angular a Cristo Jesús (Ef 2,20) y reconocida como “templo”. Ahora bien, según aquello de que ustedes son cuerpo de Cristo y miembros unosdeotros (1 Co 12,27), aunque parezca que la armonía de las piedras del templo es destruida, o que sean esparcidos los huesos de Cristo (como se escribe en el salmo 21) por las embestidas de las persecuciones y tribulaciones que le infieren los que atacan la unidad del templo.
Juan Crisóstomo:No he de morir, viviré: Es una profecía de la Resurrección; en realidad, es como decir: la muerte ya no será más la muerte. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte: Es Cristo quien da gracias al Padre no sólo por haber sido liberado, sino incluso por haber sufrido la Pasión.
Agustín de Hipona: Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia: ¿Qué otra cosa podremos cantar allí -en el Cielo- sino sus alabanzas? Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Pero no proclamaremos estas alabanzas con palabras; más bien será el amor mismo, que nos unirá a Él, quien gritará. Esa voz, incluso, será la voz del mismísimo amor. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia: el texto comienza y concluye con estas palabras; son el primer versículo y el último del salmo porque de todo lo que hemos venido narrando desde el principio hasta el fin, no hay cosa que más nos pueda embelesar que la alabanza a Dios y un eterno ‘Aleluya’. Nosotros decimos ‘Aleluya’ como consuelo de nuestro peregrinar, como nuestro viático.
Se nos avisó, y el Espíritu de Dios nos ha mandado que alabemos a Dios. También se nos da la razón para hacerlo: Porque es bueno. Aunque dicho en pocas palabras, encierra un pensamiento muy profundo. Alaben, dice, al Señor. Y como si preguntáramos: ‘¿Por qué?’, continuó: Porque es bueno. La confesión[5] es propia del que alaba o del que se arrepiente. Hay algunos tan poco instruidos que, en cuanto oyen la palabra confesión en las Escrituras, como si no pudiera referirse más que a la confesión de los pecados, inmediatamente comienzan a darse golpes de pecho, como si se les amonestase a confesar los pecados. Pero, para que sepa su caridad que confesión no se refiere solamente a reconocerse pecador, escuchemos a uno de quien jamás podemos dudar de que no tuvo en absoluto ningún pecado; éste exclamaba y decía: Te confieso a ti, Padre, Señor del cielo y de la tierra (Mt 11,25)
¿Quién dijo esto? El que no cometió pecado ni se encontró engaño en su boca (1 P 2,22); el único que pudo decir con verdad: Miren que viene el príncipe del mundo, y no hallará nada de pecado en mí (Jn 14,30). No obstante, confiesa. Pero éste que confiesa es uno que alaba, no un pecador. Por fin, escucha qué confiesa. Escucha las alabanzas, porque son nuestra salvación. ¿Qué confiesa a Dios Padre el Hijo sin pecado? Te confieso a ti, Padre, dice, Señor de cielos y tierra, porque escondiste esto a los sabios y prudentes y lo has revelado a los pequeñuelos (Mt 11,25). Esta es la alabanza que dirigió al Padre: que escondió tales cosas a los sabios y prudentes, es decir, a los soberbios y arrogantes, y lo reveló a los pequeñuelos, es decir, a los débiles y a los humildes.
Jerónimo Presbítero: En cada salmo nuestro Señor Jesucristo profetiza y canta. Pero de manera eminente en el Salmo 117 (118) es proclamado el misterio dela resurrección. El salmo comienza con la confesión: ¡El Señor es bueno, eterna es su misericordia! Quién de nosotros sería capaz de pensar en aquello que la Iglesia exultante celebra en este salmo,- la pasión del Señor, su resurrección y su ascensión-, sin prorrumpir en aclamaciones, a semejanza de aquellos niños que agitaban sus ramos en presencia del Señor (Mt 21,9.15): ¡Señor, sálvanos! ¡Señor danos una vida bienaventurada! Los niños del domingo de Ramos extrajeron de este salmo aquel estribillo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Te ruego, oh Señor, salva! Es este el sentido de la palabra hebrea ”Hosanna”.
Ambrosio de Milán :Cristo es la piedra [y] también a su discípulo Cristo le otorgó este hermoso nombre, de modo que también él sea Pedro, para que de la piedra le venga la solidez de la perseverancia, la firmeza de la fe. Esfuérzate por ser tú también piedra. Pero para ello no busques fuera de ti, sino en tu interior, la piedra. Tu piedra son tus acciones; tu piedra es tu pensamiento. Sobre esta piedra se construye tu casa, para que no sea zarandeada por ninguna tempestad de los espíritus del mal. Si eres piedra, estarás dentro de la Iglesia, porque la Iglesia está asentada sobre piedra. Si estás dentro de la Iglesia, las puertas del infierno no prevalecerán contra ti.
Regla de san Benito: El quinto grado de humildad es si por una humilde confesión [el monje] no oculta a su abad ninguno de los malos pensamientos que sobrevengan a su corazón y el mal cometido ocultamente, exhortándonos acerca de esto la Escritura al decir: Descubre al Señor tu camino y espera en Él (Sal 36,5) Y también dice: Confiesen[6]-Testimonien-Alaben[7] al Señor, que es bueno, que es eterna su misericordia (Sal 117,1). Otra vez el Profeta: Te di a conocer mi delito y no disimulé mi injusticia. Dije: confesaré, contra mí mismo, mi iniquidad al Señor, y Tú perdonaste la impiedad de mi corazón (Sal 31,5).
TÍTULOS SÁLMICOS
Los títulos reflejan dos orientaciones: voz de Cristo, voz de la Iglesia:
Voz de Cristo, hablando de sí mismo (1ª serie).
El salmo muestra que Cristo en persona es la Piedra angular (5ª serie).
Otros títulos unen a ambos:
Victoria de aquellos que combaten por Cristo y profecía de Cristo (4ª serie).
La Iglesia habla de sus perseguidores y de Cristo (3ª serie).
ORACIONES SÁLMICAS
Dios, en extremo bueno, consolador en las dificultades; tú que inundas de alegría las carpas de los justos (v. 15), glorifica a tu Iglesia con el poder de tu diestra (v. 16), que ella pueda convertirse en puerta de justicia (v. 19) que se reúne en asamblea cimentada sobre la piedra angular (v. 22), de manera que en ella brille la luz de la resurrección (Oración romana).
Con toda justicia el combate espiritual nos convoca a proclamarnos (= confesarnos; v. 1) cristianos, a fin de conducirnos de las realidades terrenas a las realidades celestiales. Dios, Padre todopoderosos, te pedimos nos concedas proclamar con el mismo espíritu que el profeta [David]: este es el día que hizo el Señor, pasémoslo inundados de gozo y de alegría (v. 4) (Oración africana).
Que tu justicia nos abra de par en par las puertas de justicia (v. 19), para que entremos por ellas (v. 20), gracias al conocimiento de la fe, y que sirviéndote fielmente recibamos la recompensa. De este modo tendremos como puerta (v. 20) y como patria a Cristo el Señor, ya que a través suyo se nos concede entrada (v. 19) y acceso a la salvación (v. 15) (Oración española).
¿COMES MUCHAS VECES POR DÍA?,
¡NO DEJES DE ALIMENTARTE CADA DÍA!
¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA!
REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA, UNA Y OTRA VEZ:
{inspirando}
¡Aleluya, aleluya! | {espirando}
¡Aleluya! |
[1] En el Oficio Monástico, esquema B, Sexta del domingo. En el A, Laudes del día del Señor.
[2]Traducido y adaptado del libro de P. H. Reardon, Christ in the Psalms, Chicago 2012, pp. 235-236
[3] En el Hos(hi)anna resuena el Nombre de Jesús, EL Salvador = Hoshia = Josías = Jesús = ¡Jesús sálvanos!
[4] Una gran cantidad de testimonios independientes demuestran que la exégesis del judaísmo tardío interpretaba el Hallel preferentemente en un sentido mesiánico-escatológico. La interpretación mesiánica recaía especialmente sobre la conclusión del himno. Vale la pena examinar más de cerca esta interpretación de la conclusión del Hallel, según el Midrásh sobre los Salmos. El Midrash Sal 118 § 22 interpreta el Sal 118,24 (Este es el día que hizo el Señor) como el día de la salvación que trae consigo la liberación definitiva de la esclavitud, es decir, la salvación mesiánica. Partiendo de esta interpretación escatológica del día que hizo el Señor el Midrásh interpreta los vv. 25-29, que constituyen el punto culminante de los acontecimientos que tienen lugar el día de la salvación. Cf. J. Jeremías, La última Cena, -Palabras de Jesús-, Madrid 1980, pp. 282-284.
[5] Cf. la nota siguiente.
[6] La RB cita nuestro salmo usando una venerable palabra latina que tiene las siguientes acepciones: el término confessio tenía varios significados en el latín cristiano. Uno primero, usado sobre todo en el contexto de las persecuciones, que equivale a confesar la fe (confessio fidei), al cual se añadió el de confesar el pecado (confessio peccati) y, finalmente, el de alabanza (confessio laudis), significado específicamente bíblico este último y que mantiene un lugar especialmente venerable en el latín cristiano antiguo. Como ejemplo, basten las Confesiones de san Agustín. Nota adaptada de: San Agustín VI,I Sermones I°, trad. M. Fuentes Lanero y M. Ma. Campelo, Madrid 19814, p.440, n. 1
[7] Agustín de Hipona, Comentario salmo 105,1: "(...) En la misma alabanza se da la confesión, pues también, cuando uno confiesa sus pecados, debe confesarlos con alabanza de Dios".