CUARTO DOMINGO DE CUARESMA. Ciclo "C"
El retorno del hijo menor. 1667-1670. Murillo. Sevilla, España.
SALMO 33 (34)
ORANDO [CON] EL SALMO RESPONSORIAL
Gusten y vean cuan bueno es el Señor (Sal 33,9). Hemos observado muchas veces que a las facultades del alma se las llama con el mismo nombre que a las facultades del cuerpo. Dado que nuestro Señor es el verdadero pan y su carne verdadera comida (cf. Jn 6,55), se sigue que para nosotros el sabor y el placer del Pan nacen gracias al gusto espiritual. Del mismo modo que la naturaleza de la miel no puede ser explicada, mediante palabras, a quien jamás la haya degustado, con idéntica eficacia que a la persona que si la ha probado; así también la dulzura del Verbo celestial no puede ser captada de manera persuasiva si no hemos sido capaces de gustar la dulzura del Señor por propia experiencia, después de haber largamente examinado los preceptos de la verdad. [El Señor] ha dicho [de]gusten y no ‘atibórrense’. De hecho, ahora conocemos parcialmente y vemos la verdad a través de un espejo y en imagen (cf. 1 Co 13,12), pero llegará el tiempo en que este anticipo y esta pregustación de la gracia culminarán en el gozo perfecto. Lo mismo que los enfermos de estómago o lo que sufren de inapetencia, al rechazar los alimentos, deben recurrir al cuidado de los médicos, debido a esa su repugnancia, y estos buscan despertar en ellos el apetito mediante algún elaborado manjar, de manera que gracias a dichas golosinas vaya acrecentándose cada vez más, del mismo modo ocurre respecto al Verbo de la Verdad. [El Señor] dice: “Una vez experimentado despertará en ustedes un deseo cada vez más intenso”. Por esto dice: “Gusten”, de modo que lleguen a la bienaventuranza de los hambrientos y sedientos de justicia (cf. Mt 5,6). Feliz el hombre que espera en él. Aquel que siempre tiene puesto su deseo en el Verbo, no pondrá su esperanza en ningún otro, sólo en el Señor (Basilio de Cesarea, Homilía sobre el salmo 33,12).
¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE UNA Y OTRA VEZ:
inspirando ¡Gusten y vean! | espirando ¡qué bueno es el Señor! |
Leccionario: Salmo: 33, 1-7 | Liturgia de las Horas: Salmo 33,1-7 |
[(1) 1 De David. Cuando se fingió demente delante de Abimélec, y tuvo que irse, echado por él]. 2 [Alef] Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. 3 [Bet] Mi alma se gloría en el Señor; que lo oigan los humildes y se alegren.
4 [Guímel] Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. 5 [Dálet] Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis temores.
6 [He] Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. 7 [Zain] Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y los salvó de sus angustias.
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2 Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; 3 mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren;
4 proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. 5 Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias;
6 contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. 7 Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias;
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El ser humano no se mantiene en pie gracias a sus riquezas, ni debido a su sabiduría, ni menos aun, gracias a sus propias fuerzas.
¿Y, entonces, qué es lo que le permite mantenerse en pie?
¡Su oración! (Midrash Tehillim 142,1)
NOTAS EXEGÉTICAS AL SERVICIO DE LA LECTURA ORANTE
(a) El estribillo de nuestro salmo tiene toda una historia teológica y espiritual que es “justo y necesario” no pasar por alto. El Salmo 33(34) fue usado en la catequesis de iniciación cristiana, en la edad de oro de los Padres de la Iglesia, como puede constatarse a través de sus textos aquí reproducidos; no puede asombrar, entonces, su uso como profundización orante en este cuarto domingo de Cuaresma. A través del influjo de las traducciones latinas de la Biblia, el estribillo del salmo adquirió resonancias que hacen referencia a experiencias bien precisas sea de la intimidad en la oración o, aun a experiencias profundas de la presencia “suave” y “dulce” del Señor:
Estribillo del Leccionario: Salmo 33(34),9a | Estribillo en el Leccionario Latino: Salmo 33(34),9a |
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! | ¡Gustate et videte quoniam suavis est Domine! [= ¡Gusten y vean cuan suave es el Señor!] |
Salmo 30(31),20 | Versión de la Vulgata latina: Salmo 3o,20 |
Qué bondad tan grande, Señor, reservas para aquellos que tienen temor [de Dios] | quam magna multitudo dulcedinis tuae Domine quam abscondisti timentibus te [=¡Cuán grande es la abundancia de tu dulzura, Señor, que has escondido a los que te temen!] |
Detrás de la palabra ‘bueno’ traducido al latín por ‘suave/suavis’, o en otras ocasiones por ‘dulce/dulcis’, está el vocablo hebreo ‘tov’ que tiene multitud de significados, y, que por ejemplo, en el Sal 132(133),1 algunos no dudan en traducir relacionando la experiencia de fraternidad con el sentido del gusto: ¡Vean qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos! Hijos de un cierto racionalismo no entendemos que pueda hablarse de Dios y de la experiencia de su ‘presencia’ en la Palabra, en el Pan y en la oración, recurriendo a metáforas tomadas del sentido del olfato, del tacto o del gusto -¡por supuesto nos referimos a los sentidos espirituales!-, con tanta sencillez y espontaneidad como lo hacen la Escritura y los maestros y maestras en la fe que nos precedieron.
(ab) Para la mentalidad semita la bondad (= tov) del Señor se experimenta en los bienes que permiten gozar de la vida. No están a disposición de los humanos. Si lo están, es por gracia. Se la experimenta como algo placentero a los sentidos: la belleza a los ojos (Ct 7,7), el pan, y la miel, al gusto (Pr 16,24; 9,17), las palabras al oído (Sal 141,6). Se trata de disfrutar de la belleza, contemplarla con gozo. Como el Señor no está representado en imagen la expresión es símbolo que expresa la inefable experiencia de Dios. La experiencia sensorial se toma como símbolo de la espiritual (Höver-Johag y L. Alonso Schökel).
(b) Alusiones a, o citas de, nuestro salmo en el NT:
SALMO NUEVO TESTAMENTO | TEMAS |
34(33),9 1 P 2,3 34(33),13-17 1 P 3,10-12 34(33),14 1 P 2,1 34(33),15 Hb 12,14 34(33),21 Jn 19,36 | Gusten qué bueno es el Señor Guarden su lengua del mal, busquen la paz Rechacen la maldad y la astucia Busquen la paz Ninguno de sus huesos será quebrado |
(c) Esta bendición «alfabética» pertenece a la espiritualidad de los «pobres de YHVH», aquellos que se refugian sólo en Dios, desafiando las maniobras de los injustos con su sola fe desnuda. El abandonarse en Dios -enseña el salmo -es manantial de alegría y de paz y la experiencia personal del poeta (vv. 5-11) se vuelca en el canto común de la asamblea. Es estupenda la imagen del v. 6: Mírenlo a él y quedaran radiantes y su rostro ya no se ensombrecerá. Comentaba Pablo en la segunda carta a los Corintios: Todos nosotros, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen... (3,18). El pobre, emponchado en la luz di Dios y protegido por su ángel santo, siente que tiene como huésped al Señor en persona, “instalado” en su carpa familiar, dado que él, acampa en torno a sus fieles, y los protege (v. 8) [basado en Turoldo-Ravasi].
(d) Echemos una mirada a nuestro poema como parte integrante de ese verdadero libro que es el Salterio: después de la unidad de composición de los Sal 15-24, estructurada en forma concéntrica, teniendo en su vértice un himno (Sal 19), encontramos, en el primero de los cinco Libros del Salterio (Sal 3-41) otra composición que tiene en sus extremos dos salmos alfabéticos (Sal 25 y 34)[1] y en su centro nuevamente un himno (Sal 29), precedido por tres súplicas (Sal 26; 27; 28) y seguido por tres salmos de acción de gracias (Sal 30; 31; 32), con el agregado de un canto de alabanza (Sal 33 el único de toda esta serie que en el TM no tiene título).
(e) Nuestra unidad (Sal 25-34), tiene por tema el reino de YHVH. En su centro el Sal 29 canta al reino de YHVH desde su templo santo (cf. 29,9-10). Notemos que se retoma el tema del diluvio (YHVH tiene su trono por encima del diluvio, Sal 29,10), lo que enlaza con el Sal 14. El tema del templo estaba ya presente, en la segunda unidad compositiva, en la liturgia de ingreso del Sal 15 y en los Sal 22-24. La afirmación del reino de YHVH forma un contraste con la del reino del ungido/mesías de la segunda unidad. El reino de “David” es claramente subordinado al de YHVH. Este recibe en la tercera unidad compositiva una coloración colectiva y no violenta, pero no puede decirse que la esperanza en el mesías esté ausente. En el Sal 33 se presentan los dos reyes, uno a lado del otro (Feliz la nación que tiene a YHWH como Dios, v. 12; El rey no es salvado por una gran fuerza, v. 16). No es sin motivo que la unidad se concluye con la acción de gracias de los Sal 32-34. Tal acción de gracias vale para las dos unidades compositivas de los Sal 15-24 y 25-34, estrechamente relacionadas entre sí a través de las instituciones de salvación del pueblo de Dios: el rey, la ley, el templo. Nuestro Salmo responsorial es el que corona ambas series. Se descubre en el entramado de estos salmos a un grupo que se empeña en afirmar la verdadera identidad del Señor y de Israel cantada en el Sal 29. Son los «pobres», los «humildes», aquellos que «temen al Señor», los «santos», los «fieles» (Sal 34, cf. Sal 25). Es un grupo que ayuda a toda la comunidad de Israel a percibirse como un pueblo «siervo del Señor», liberado y enviado en medio de las naciones enemigas. Nada debe temer, porque aquel que se refugia en él no será condenado (Sal 34,23) [inspirado en G. Barbiero].
LA PALABRA EXPLICA LA PALABRA
Éxodo 3,16-17:Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: «Yo los he visitado y he visto cómo los maltrataban los egipcios. Por eso decidí librarlos de la opresión que sufren en Egipto, para llevarlos al país de los cananeos, los (...) y los jebuseos, a una tierra que mana leche y miel» (cf. Ex 33,3; Lv 20,24).
Salmo 18,10-11: La Torá del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos; más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila (cf. Sal 118,103).
Salmo 26,4: Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura / belleza / bondad / benevolencia[2] del Señor contemplando su templo.
Proverbios 24,13-14: Come miel, hijo mío, porque es buena; la miel de panal es dulce a tu paladar. Ten presente que así es la sabiduría para tu alma: si la encuentras, tendrás un porvenir y tu esperanza no quedará defraudada.
Sabiduría 16,20-21: [Tú, Señor], nutriste a tu pueblo con un alimento de ángeles, y sin que ellos se fatigaran, les enviaste desde el cielo un pan ya preparado, capaz de brindar todas las delicias y adaptado a todos los gustos. Y el sustento que les dabas manifestaba tu dulzura hacia tus hijos, porque, adaptándose al gusto del que lo comía, se transformaba según el deseo de cada uno.
Eclesiástico 24,17-24: Yo [Habla la Sabiduría], como una vid, hice germinar la gracia, y mis flores son un fruto de gloria y de riqueza. Yo soy la madre del amor hermoso, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. Yo, que permanezco para siempre, soy dada a todos mis hijos, a los que han sido elegidos por Dios. ¡Vengan a mí, los que me desean, y sáciense de mis productos! Porque mi recuerdo es más dulce que la miel y mi herencia, más dulce que un panal. Los que me coman, tendrán hambre todavía, los que me beban, tendrán más sed. El que me obedezca, no se avergonzará, y los que me sirvan, no pecarán». Todo esto es el libro de la Alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob. No dejen de buscar su fuerza en el Señor; permanezcan unidos a él, para que él los fortalezca. El Señor todopoderoso es el único Dios y, fuera de él, no hay otro salvador.
Isaías 7,14-15: Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel. Él se alimentará de leche cuajada y miel, cuando ya sepa desechar lo malo y elegir lo bueno (cf. Jl 3,18).
Ezequiel 2,8-3,3: Tú, hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir; no seas rebelde como ese pueblo rebelde: abre tu boca y come lo que te daré. Yo miré y vi una mano extendida hacia mí, y en ella había un libro enrollado. Lo desplegó delante de mí, y estaba escrito de los dos lados; en él había cantos fúnebres, gemidos y lamentos. El me dijo: Hijo de hombre, come lo que tienes delante: como este rollo, y ve a hablar a los israelitas. Yo abrí mi boca y él me hizo comer ese rollo. Después me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas con este libro que yo te doy. Yo lo comí y era en mi boca dulce como la miel (cf. Ap 10,9-10).
Juan 19,32-37: Fueron los soldados y quebraron las piernas a los dos crucificados con él. Al llegar a Jesús, viendo que estaba muerto, no le quebraron las piernas; sino que un soldado le abrió el costado con una lanza. Enseguida brotó sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es verdadero; él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió de modo que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ni un hueso (Sal 34,21); y otro pasaje de la Escritura dice: Mirarán al que ellos mismos atravesaron (Za 13,1)
Hebreos 12,14: Busquen la paz (Sal 34,15) con todos y la santificación, sin la cual nadie puede ver a Dios.
1 Pedro 2,1-3: Ahora, despojados de toda maldad, engaño e hipocresía, de toda envidia y difamación (Sal 34,15), busquen, como niños recién nacidos, la leche espiritual, no adulterada, para crecer sanos; ya que han gustado qué bueno es el Señor (Sal 34,9).
1 Pedro 3,10-12: Si uno quiere vivir y pasar años felices, guarde su lengua del mal y sus labios de la falsedad, apártese del mal y haga el bien, busque la paz y corra tras ella. Porque los ojos del Señor se fijan en el honrado, sus oídos escuchan sus súplicas; pero el Señor se enfrenta con los malhechores (Sal 34,13-17).
DE LA TRADICIÓN DE ISRAEL
Misna (Abot/Padres 1,12): Shamay y Hillel recibieron [a la Torá oral] de todos los que les precedieron. Hillel solía decir: sé un discípulo de Aarón, ama y busca la paz (Sal 34,16), ama a los otros hombres y acércalos a la Torá.
Talmud de Babilonia (Berajot/Bendiciones 45a): Cuando tres hombres comen juntos, está prescrito que reciten juntos la bendición conclusiva. ¿Y eso, cómo lo sabemos? Rabí Assí cita [al respecto]:
Alaben conmigo al Eterno, celebremos juntos su nombre (Sal 34,4). Rabí Abau cita: Yo proclamaré el nombre del Eterno, rindan homenaje a nuestro Dios (Dt 32,3).
Talmud de Babilonia (Abodá zará/Idolatría 19b):
Rabí Alexander voceaba a aquellos que lo rodeaban: “¿Quién quiere la vida?, ¿quién quiere la vida?”. La gente se apiñaba alrededor suyo, rogándole: “¡Danos la vida!”. Entonces él les citaba: ¿Quién es el hombre que desea la vida y quiere días felices? Preserva tu lengua del mal y tus labios de palabras tramposas (Sal 34,14). Para que nadie pudiera pensar: “A partir del momento en que preservo mi lengua del mal y mis labios de palabras tramposas puedo dormir tranquilo, el texto agrega: apártate del mal y obra el bien (ibid.). Y el bien por excelencia es la Torá, pues se ha dicho: Yo les he dado una buena doctrina, no rechacen mi Torá” (Pr 4,2).
Midrash Tehillim (comentario homilético a los salmos):
V. 23: El Eterno redime el alma de sus servidores. Rabí Samuel bar Najmani dijo: El versículo habla de la mala inclinación, de la que se dice: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer (Pr 25,21). Una persona pasea con un compañero apenas una hora, y lo convierte en amigo suyo, y la mala inclinación nace con el hombre, y va creciendo con él, día tras día, tal como está escrito: El corazón del hombre está inclinado hacia el mal desde su juventud (Gn 8,21), y si ella encuentra la oportunidad de derribarlo a los 40, 50 o 60 años, así lo hace. ¿Acaso existe peor enemigo que este?
RASHI: Comprendan y vean que el Eterno es bueno (Sal 34,9): Comprendan su palabra. busca la paz allí donde habitas, y per-síguela en los demás lugares.
RADAK: Bendeciré al Señor en todo tiempo (Sal 34,2a). [Así lo hago] porque el Señor obró incesantemente prodigios en mi favor; [por eso] tengo el deber de bendecirlo y de alabarlo en todo tiempo. En el darash (de los salmos) se dice: “¿Por qué hay que alabar siempre a Dios? Porque la Escritura dice: Él hizo todas las cosas hermosas a su debido tiempo (Qo 3,11). Por tanto, ¡hasta la locura es hermosa, a su debido tiempo! De hecho, David, al fingirse loco ante el rey filisteo (cf. Sal 34,1) , empezó a escribir sobre las puertas: “Aquis, rey de Gat, me debe un millón de monedas de oro”, (...) y este lo echó.
A. Chouraqui: El rey David se escapa de las manos de Abimélec. Después de haber cantado, en el salmo precedente, la providencia universal del Señor, celebra, en este, la salvación personal del inocente, la gracia particular que Dios reserva para todos aquellos que lo aman.
DE LA LITURGIA DE ISRAEL
En el Oficio suplementario (Musaf), denominado ‘santidad del día’, se evoca el sacrificio suplementario que se ofrecía en el Templo de Jerusalén el día de sabbat: sacrificio que ese día es doble (Nm 28,9-10), lo mismo que era doble la ración de maná que caía en el desierto en vistas al día séptimo (Ex 16,22). Esta plenitud de bendición es la que celebra la siguiente oración, poniendo de relieve el carácter festivo del sábado:
Is 58,12; Sal 34,9: “Tú instituiste el sabbat y ordenaste (para este día) sacrificios especiales Tú fijaste este orden y el de sus libaciones. Los que ponen en él su placer heredaran para siempre la gloria; los que lo saborean, merecen la vida (eterna) y los que aman sus prescripciones eligieron la grandeza. Ya en el Sinaí recibimos el precepto, y tú nos ordenaste, Señor, Dios nuestro, ofrecer en este día un sacrificio suplementario digno de él (...)” (A. C. Avril y D. de la Maisonneuve).
LOS MAESTROS DE LA FE NOS ILUMINAN
Orígenes: Por tanto, si quieres comer el maná, esto es, si quieres recibir la Palabra de Dios, has de saber que es menuda y muy sutil, como el grano de coriandro. Una parte del maná tiene la virtud de las legumbres, con la que alimentar y restablecer a los enfermos, para que quien se encuentra debilitado, consuma legumbres. Tiene algo de fresco y por eso se asimila a la nieve. Pero también contiene calor y dulzura. ¿Qué hay más luminoso, más espléndido que la enseñanza divina? ¿Qué más dulce y más suave que los oráculos del Señor que superan en dulzura a la miel y al panal? (cf. Sal 18,11). Se transforma en fuego en los corazones de aquellos a los cuales se les abre el sentido las Escrituras, que exclaman: ¡Acaso no ardía nuestro corazón mientras nos explicaba las Escrituras! (Lc 24,32) Para otros se transforma en fuego que quema los cardos y espinas de la mala tierra, esto es, consume los malos pensamientos del corazón. Por eso, para los pecadores, el gusano abrasador nunca muere, y el fuego ardiente jamás se extingue (cf. Is 66,24); pero para los justos y fieles sigue siendo dulce y suave. Gusten y vean qué suave es el Señor (Sal 33,9), Jesucristo, Dios y Salvador nuestro Jesucristo; a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Efrén de Nísibe: En el desierto nuestro Señor multiplicó el pan (cf. Mt 14,13-21; 15,32-38; Jn 6,1-13), y en Caná cambió el agua en vino (Jn 2,1-11). Fue así acostumbrándolos a su pan y a su vino para el momento en que les daría su cuerpo y su sangre. Les hizo degustar un pan y un vino caducos para suscitar en ellos el deseo de su cuerpo y su sangre que otorgan Vida. Les concedió con liberalidad estos pequeños dones para que supieran que su supremo don sería gratuito. Se lo dio gratuitamente, aunque ellos bien hubieran podido comprarlo, para que aprendieran que nadie les exigiría el pago de un don inestimable; aunque hubieran sido capaces de pagar el precio del pan y el vino, ciertamente no habrían sido capaces de pagar su cuerpo y su sangre. No sólo nos colmó gratuitamente con sus dones, sino que hizo mucho más, ya que nos mimó afectuosamente. Nos fue dando gratuitamente esos pequeños regalos para atraernos y así poder darnos gratuitamente aquel inmenso don que es la Eucaristía. Aquel pan y aquel vino que nos dio como seña -como a cuenta-, eran dulces al paladar, pero el don de su cuerpo y de su sangre son útiles al espíritu. Él nos fue atrayendo con cosas agradables al paladar, para conducirnos hacia aquel que da la vida a las almas. Escondió la dulzura en el vino hecho por él, para mostrar a los invitados el magnífico tesoro escondido en su sangre vivificante. Como primer signo hizo un vino que proporcionó alegría a los convidados con el fin de mostrar que su sangre daría alegría a todos los pueblos. Del mismo modo que el vino forma parte de todas las alegrías imaginables, asimismo toda liberación proviene del misterio de su sangre. Ofreció a los invitados un vino excelente que transformó su espíritu para así darles a conocer que su doctrina transformaría sus corazones. Lo que al comienzo no era más que agua cambiada en vino dentro de las ánforas, es símbolo de los mandamientos primeros llevados a perfección: el agua transformada es la ley perfeccionada. Los invitados bebían lo que había sido agua, pero sin saborear agua. De la misma manera, cuando escuchamos los mandamientos antiguos los saboreamos en su nuevo sabor. El mandamiento aquel del bofetón por bofetón (cf. Ex 21,24; Lv 24,20; Dt 19,21) fue llevado a la perfección por aquel otro de: Si uno te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra (Mt 5,39).
Cirilo de Jerusalén: Oíste después la voz del salmista que los invitaba, por medio de cierta divina melodía, a la comunión de los santos misterios y decía: Gusten y vean qué bueno es el Señor (Sal 34,9). Pero no juzguen ni aprecien esto como si fuera una comida humana: quiero decir, no así, sino desde la fe y libres de toda duda. Pues a los que los saborean no se les manda degustar pan y vino, sino lo que éstos representan en imagen, pero de modo real: el cuerpo y la sangre del Señor. No te acerques, pues, con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados, sino que, poniendo la mano izquierda bajo la derecha a modo de trono que ha de recibir al Rey, recibe en la concavidad de la mano el cuerpo de Cristo diciendo: «Amén».
Ambrosio de Milán: He aquí otra imagen. (No estamos siguiendo el orden de los hechos: pero, ¿quién puede enumerar todos los hechos de Cristo, como dijeron los mismos Apóstoles? Cf. Jn 21,25). Cuando Moisés peregrinaba por el desierto y el pueblo sintió sed y fue a la fuente de Mara para beber, la primera agua que se llevó a la boca resultó amarga y no pudo beber. Entonces Moisés echó a la fuente su vara y el agua que antes era amarga empezó a dulcificarse (cf. Ex 15,22-25). ¿Qué significa esto sino que toda criatura sujeta a corrupción es agua amarga para todos? Aunque sea dulce en algún tiempo, aunque sea agradable en algún momento, es amarga porque no puede quitar el pecado. Si la bebes, tendrás sed; si gustas la dulzura de la bebida, sentirás de nuevo la amargura. Luego el agua es amarga, pero allí donde está la Cruz de Cristo, allí donde recibes el sacramento celestial, empieza a ser dulce y suave. Y con razón si tuvo tanto poder lo que era figura del Bautismo, cuánto más lo tendrá el verdadero sacramento. (...) El Señor, al fin, deleitado por la fecundidad de aquellos árboles, responde: Ya entré en mi huerto, hermana mía, esposa, ya he vendimiado la mirra mía con mis aromas y he comido el alimento mío con la miel mía, y he bebido la bebida mía con mi leche (Ct 5, 1). ¿Por qué he dicho “alimento” y “bebida”? La fe te lo explica, pues no hay duda de que él mismo es el que come y bebe en nosotros, así como leíste que El estaba encarcelado en nosotros (cf. Mt 25,35-36). La Iglesia, por tanto, al ver tanta gracia, exhorta a sus hijos, exhorta a sus vecinos para que se acerquen al sacramento, diciendo: coman amigos míos, beban hasta saciarse, hermanos míos (Ct 5,1). ¿Qué comeremos, qué beberemos, lo dice el Espíritu Santo por medio del profeta en otro lugar (Sal 33,9): Gusten y vean qué suave es el Señor, dichoso el hombre que en él pone su confianza. En el sacramento está Cristo porque es el Cuerpo de Cristo. Luego no es un alimento corporal, sino espiritual. Por esto, el Apóstol dijo acerca de la figura de este sacramento: nuestros patriarcas comieron un alimento espiritual y bebieron una bebida espiritual (1 Co 10,3). El cuerpo de Dios es un cuerpo espiritual, el Cuerpo de Cristo es el cuerpo del Espíritu divino, pues Cristo es espíritu para nosotros. Y en la epístola de Pedro leemos (1 P 2,21): Y Cristo ha muerto por nosotros. Finalmente, este alimento robustece nuestro corazón y esta bebida alegra el corazón del hombre, como dice el profeta (cf. Sal 103,15).
Jerónimo Presbítero[3]: Sobre lo que me preguntas acerca de si hay que ayunar el sábado y si ha de recibirse diariamente la eucaristía, como se dice lo practican las iglesias de Roma y de España (...) ¡Ojalá pudiéramos ayunar en todo tiempo, como leemos en los Hechos de los Apóstoles que lo hicieron Pablo y los fieles que lo acompañaban los días de Pentecostés y hasta el domingo, sin que por ello se los deba tachar de herejía maniquea, pues la comida carnal nunca ha de ser preferida a lo espiritual! ¡Y ojalá también pudiéramos recibir siempre la eucaristía sin condenación nuestra y sin remordimiento de conciencia! ¡Ojalá oigamos al salmista, que dice: Gusten y vean cuán dulce es el Señor (Sal 33,9), y cantar con él: Mi corazón vierte una palabra buena (Sal 44,2).
Agustín de Hipona: Con la finalidad de que estos misericordiosos al revés comprendan cuál es el sentido de las palabras: ¡Cuán grande es la abundancia de la dulzura, Señor, que has escondido a los que te temen!, lean, [ellos], lo que sigue: Y la has preparado para aquellos que esperan en ti (Sal 30,20). Los incisos la has escondido a los que te temen y la has preparado para aquellos que esperan en ti, ciertamente significan que para aquellos que pretenden establecer la propia justicia fundada en la Ley, la justicia de Dios no es dulce, porque no la conocen, ya que no la han saboreado. De hecho esperan en sí mismos y no en él, y por eso les queda escondida la abundancia de la dulzura de Dios; es verdad, le temen, pero con aquel temor de esclavos que no va acompañado de amor de caridad, porque la caridad perfecta expulsa el temor (1 Jn 4,18). Dios, por tanto, reserva su dulzura para los que esperan en él, infundiendo en ellos su propia caridad para que con temor casto, no con aquel que expulsa el amor, sino con el que permanece eternamente, de modo que los que se glorían se gloríen en el Señor (Rm 10,3). De hecho Cristo es la justicia de Dios, el cual, como dice el Apóstol, nos ha sido dado, llegando a ser para nosotros sabiduría de Dios y justicia y santificación y redención, a fin de que, como está escrito, el que se gloríe, se gloríe en el Señor (1 Co 1,30-31). Esta justicia de Dios, que es un don de la gracia, no un efecto de los méritos, la desconocen los que ansían constituir su propia justicia y por eso no se someten a la justicia de Dios, que es Cristo. En esta justicia se halla escondida la abundancia de la dulzura de Dios. De ella y por ella se dice en el Salmo: ¡Saboreen y vean cuan dulce es el Señor! (Sal 33,9) Si durante el presente exilio la degustamos y no nos saciamos, por eso tenemos hambre y sed de saciarnos cuando lo veamos tal como es y se cumpla lo que está escrito: Me saciaré cuando se manifieste tu gloria (Sal 16,15). Cristo reserva la abundancia de su dulzura para aquellos que esperan en él.
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre esas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed; me tocaste, y ardo en tu paz.
[Ponticiano] empezó a hablarnos de las muchedumbres que viven en monasterios, y de sus costumbres, llenas [Señor] de tu dulce perfume,(suavevolentiae) y de los fértiles desiertos del yermo, de los que nada sabíamos. Y aun en el mismo Milán había un monasterio, extramuros de la ciudad, lleno de buenos hermanos, bajo la dirección de Ambrosio, y que tampoco conocíamos.
Regula Benedicti: Buscando el Señor a su obrero entre la muchedumbre del pueblo, al que endereza tales palabras, dice otra vez: ¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea gozar días felices? (Sal 33,13) Y si tú, al oírlo, respondieres: “Yo”, te dice el Señor: “Si deseas gozar verdadera y perpetua vida, guarda tu lengua del mal y no profieran tus labios mentira alguna. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela” (Sal 33,14-15) Y cuando hagan esto, pondré mis ojos sobre ustedes y mis oídos escucharán sus ruegos, y antes de que me invoquen les diré: Aquí estoy (cf. Sal 33,16; Is 61,24 y 58,9). ¿Qué cosa mejor para nosotros, hermanos queridísimos, que esta dulce voz del Señor que nos invita? (cf. Sal 33,9). Vean cómo en su misericordia nos muestra el Señor el camino de la vida.
Bernardo de Claraval: Pero el nombre de Jesús no es sólo luz, también es alimento. ¿No te sientes reconfortado siempre que lo recuerdas? ¿Hay algo que sacie tanto el espíritu del que lo medita? ¿O que pueda reparar tanto las fuerzas perdidas, fortalecer las virtudes, incrementar los hábitos buenos y honestos, fomentar los afectos castos? Todo alimento es desabrido si no se condimenta con este aceite; insípido, si no se lo sazona con esta sal. Lo que escribas no sabrá a nada, si no encuentro el nombre de Jesús. Si en tus controversias y disertaciones no resuena el nombre de Jesús, nada me dicen. Jesús es miel en la boca (cf. Sal 118,103), melodía en el oído, júbilo en el corazón”.
Elredo de Rievaulx: En lo que se refiere al [apóstol] Juan, tenemos en él un dechado de amor admirable por haberse recostado sobre el pecho de Jesús (cf. Mt 21,20), creyendo no sólo en aquel arcano de divina dulzura, sino también, no deduciendo, sino experimentando y gustando cuan suave (cf. Sal 33,9) es Jesús
Guerrico de Igny: Ustedes, que recorren los jardines de las Escrituras, cuídense mucho de no recorrerlos de manera negligente y perezosa, sino escrutando cada detalle, tal como hacen las abejas diligentes, que van extrayendo la miel de lo hondo de las flores, de esa misma manera ustedes extraigan de lo hondo de las palabras el Espíritu. Porque mi Espíritu, nos dice Jesús, es más dulce que la miel, y mi herencia más que la miel [que destila] del panal (Si 24,27). Habiéndose de este modo deleitado con el sabor del maná escondido, se les escapará de los labios aquella exclamación [que se le escapara] a David: ¡Qué dulces al paladar tus palabras, más que la miel y el panal de miel! (Sal 118,103).
Francisco de Asís: Cuando después de merendar salieron de la casa, los amigos se formaron delante de él e iban cantando por las calles; y él, con el bastón en la mano como jefe, iba un poco detrás de ellos sin cantar y meditando reflexivamente. Y sucedió que súbitamente lo visitó el Señor, y su corazón quedó tan lleno de dulzura, que ni podía hablar, ni moverse, ni era capaz de sentir ni de percibir nada, fuera de aquella dulcedumbre. Y quedó de tal suerte enajenado de los sentidos, que, como él dijo más tarde, aunque lo hubieran partido en pedazos, no se hubiera podido mover del lugar. Desde este momento empezó a mirarse como vil y a despreciar todo aquello en que antes había tenido puesto su corazón; todavía no de una manera plena, pues aún no había logrado librarse del todo de las vanidades mundanas. Mas, apartándose poco a poco del bullicio del siglo, se esforzaba por ocultar a Jesucristo en su interior, y, queriendo ocultar a los ojos de los burlones aquella perla que deseaba comprar a cambio de vender todas las cosas, se retiraba frecuentemente y casi a diario a orar en secreto. A ello le instaba, en cierta manera, aquella dulzura que había pregustado; [miel que] le visitaba con frecuencia, y, estando en plazas u otros lugares, lo arrastraba a la oración.
Teresa de Ávila: [El alma] siente ser herida sabrosísimamente, mas no atina cómo ni quién la hirió; mas bien conoce ser cosa preciosa y jamás querría ser sana de aquella herida. Quéjase con palabras de amor, aun exteriores, sin poder hacer otra cosa, a su Esposo; porque entiende que está presente, mas no se quiere manifestar de manera que deje gozarse. Y es harta pena, aunque sabrosa y dulce; y aunque quiera no tenerla, no puede; mas esto no querría jamás: mucho más le satisface que el embebecimiento sabroso que carece de pena, de la oración de quietud.
Mas ¡qué desatino ponerme yo a loar humildad y mortificación, estando tan loadas del Rey de la gloria y tan confirmadas con tantos trabajos suyos! Pues, hijas mías, aquí es el trabajar por salir de tierra de Egipto, que en hallándolas hallaréis el maná; todas las cosas os sabrán bien; por mal sabor que al gusto de los del mundo tengan, se os harán dulces.
ORACIONES SÁLMICAS
Anuncia, Señor, la paz de tu pueblo, a tus amigos y a cuantos se convierten de corazón: danos acoger el don de la paz que tu Hijo nos legó a fin de colaborar e instaurar en el mundo la dicha de quienes trabajan por la paz (Serie A).
Señor Jesús, que bajaste del cielo para anunciar a los hombres la paz de Dios: haz que nuestra tierra dé su fruto con una vuelta sincera a los caminos de tu salvación (Serie B).
Guarda nuestra lengua del mal, Señor, para que tu alabanza esté siempre en nuestra boca. Permite que tu pueblo busque la paz, la siga de modo que tu mirada repose sobre nosotros y tus oídos estén atentos a nuestras súplicas (Serie Africana).
Libera a tu pueblo de la maldad, Señor, y muéstranos tu misericordia, para que ella, precedida por la justicia, nos guíe por el camino de la paz (Serie Romana 1).
Señor Dios, tú gobiernas a los ángeles y a toda la creación, envía a tú Ángel para que nos proteja: fortificados por su auxilio podremos escapar de la horrible muerte de los pecadores (Serie Romana 2).
Escucha, Señor, a los que te buscan. Otórganos, por tu bondad, tu bendición en las horas adversas, y en tu indulgencia, permite que nuestras almas encuentren su gloria en ti. Ya que estás cerca de los corazones rectos, escucha la súplica de nuestro espíritu contrito: al concedernos tu paz, aquella que sobrepasa todo lo concebible, pacifica nuestro cuerpo y también nuestro corazón (Serie Hispana).
¿COMES MUCHAS VECES POR DÍA?,
¡NO DEJES DE ALIMENTARTE CADA DÍA!
¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA! REPITE UNA Y OTRA VEZ:
inspirando ¡Gusten y vean! | espirando ¡qué bueno es el Señor! |
[1] Ambos salmos constan de 22 versículos que comienzan con las sucesivas consonantes del alfabeto hebreo. En los dos falta la consonante vav, y ambos tienen un último verso 'suplementario que comienza con pe.
[2] Cf. más arriba el § (ab).
[3] Jerónimo asevera en su Carta 106,67, que el vocablo hebreo ‘bueno’ (tov) en ciertos contextos puede traducirse como ‘dulce’ o ‘suave’.